sábado, 21 de febrero de 2015

El Capitalismo, un sistema violento.



José María García Mauriño

Estamos habituados a considerar el capitalismo simplemente como un sistema económico. Pero, la realidad es que el capitalismo es mucho más que un sistema económico. Detrás del capitalismo, en su fondo, está viva y actuante una filosofía que orienta toda la actividad del hombre o mujer capitalista.
Aclaramos desde el principio qué entendemos por Sistema y qué entendemos por violencia.

El Sistema capitalista:.
El capitalismo, se puede decir que es un sistema de
acumulación de poder económico, político, militar y cultural, en muy pocas manos, y que le lleva a la
dominación total del mundo y que produce pobreza, hambre y miseria en más de los ¾ partes de la humanidad, por medio de un Mercado como instrumento de concentración de la riqueza (el capital es multinacional).
Tiene como consecuencia la generación de estructuras de todo tipo de violencia que produce constantemente nuevas estructuras, estados y actos de violencia: terrorismo, muerte, guerras, violación constante de derechos humanos, destrozo de países enteros y de la naturaleza.

Y además:
La lógica del capitalismo es la acumulación del capital como motor del crecimiento económico (ley del valor).
Pensamiento único: Por su parte, la política, la educación, los medios de comunicación… tienen la misión de reproducir el sistema, de inculcar la idea de que no existe ninguna alternativa a la economía capitalista. El capitalismo se constituye así como centro total.
La emigración está en función de la acumulación del capital; es una lógica imperialista porque busca ampliar las fronteras para lograr mayor acumulación de capital.

Hoy día estamos en la fase neoliberal, con la liberación de todo menos de la mano de obra: tratados de libre comercio y privatizaciones. Esta fase viene a reforzar la acumulación de capital, que había entrado en crisis con la descolonización y la posguerra.

El capitalismo es un sistema económico que depende al mismo tiempo de un espíritu moral, y que necesita del sistema político democrático para poder subsistir. Sin esta dimensión política y ético-cultural no se podría mantener. Esta trinidad de órdenes económicos, políticos y culturales íntimamente unidos e implicados es lo que forman un sistema productivo de bienes y servicios basado en el mercado de libre competencia, un sistema político parlamentario y democrático y un orden cultural de valores y orientaciones normativas. Cada uno de estos órdenes o subsistemas poseen cada uno su propia lógica y su propio dinamismo.

A la conjunción de los rasgos que integran el sistema capitalista M. Novak1 le llama capitalismo democrático. Este es el que rige en nuestra sociedad occidental. Y lo define así: “es un sistema social con tres sistemas dinámicos y convergentes que funcionan como uno: un sistema democrático, un sistema económico, basado en los mercados e incentivos, y un sistema moral-cultural de tipo pluralista en el sentido más amplio de la palabra, liberal”2. A cada uno de estos aspectos le daremos su propio tratamiento para ver la violencia que genera cada uno de ellos.

La violencia:
Consiste en obligar o forzar a las personas y sociedades enteras por medio de una fuerza irresistible a hacer o realizar acciones en contra de su voluntad o en contra de derechos y leyes que protegen la vida de personas y pueblos. Esa fuerza es una intimidación o coacción moral, física o jurídica que establece relaciones de extrema agresividad contra personas y pueblos. La violencia mayor de todas es la que produce la muerte en cientos de miles de personas cada día, solo por hambre. Somete a muchos pueblos del Tercer Mundo a situaciones de pobreza y miseria a causa de imponer condiciones socioeconómicas totalmente inaceptables para llevar una vida digna. Y también los miles de muertos que producen las guerras financiadas por el Sistema en todo el mundo. Es un sistema de muerte. En su conjunto, este sistema lleva en su entraña el germen de la violencia. Es un sistema de
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1 Este autor es un pensador norteamericano, católico, que pertenece a un grupo de intelectuales, que representan al neoconservadurismo; estos se reclutan entre los antiguos liberales o pensadores de izquierdas moderados. En la tradición americana los teóricos políticos mantienen una lucha cultural no desvinculada de la política y de la lucha por el poder. Intentan justificar o legitimar un orden sociopolítico determinado. Detrás de este movimiento de estudiosos se encuentran fundaciones o institutos de investigación, financiados por multinacionales. Este autor forma parte de la American Enterprise Institute junto a 176 miembros más y con un presupuesto de cerca de 13 millones de dólares anuales; otra fundación, la Heritage Foundation fué una ayuda extraordinaria para el presidente Reagan. M.Novak edita una revista This World sobre religión y economía, sostenida por la fundación Olin. Las memorias y estudios de este grupo de pensadores, a través de sus Institutos y publicaciones, influyen en los senadores, comisiones políticas, etc. tienen buenas vinculaciones con el poder y tratan de orientar la política nacional e internacional de EE.UU.
2 M. Novak, El espíritu del capitalismo democrático. Tres tiempos. Buenos Aires, 1984, pág.12.
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tal naturaleza que no genera vida, sino muchas muertes. Ha demostrado su incapacidad para resolver los grandes problemas que plantea la sociedad moderna: el hambre, el paro, la guerra. Es un sistema en que todo se compra y todo se vende; es el mercado total.

Una violencia económica:
Se trata de esa ambición insaciable que se hace universal, que abarca todos los sectores. El sistema capitalista ha colonizado lo abundante, transformándolo en escaso y haciéndolo “económico”, lo vuelve visible por medio de la mercantilización y la privatización. Se mercantiliza y se privatiza la salud de los ciudadanos, lo mismo que se mercantiliza y se va privatizando la educación. Lo que constituye el problema no es la abundancia de bienes y servicios, sino el reparto que no se hace. El Planeta Tierra es lo suficientemente productivo como para alimentar, vestir, dar vivienda, salud, y bienestar a todos los que lo habitan. Es el sistema el que lo hace inviable.

Pero, este Sistema no se puede presentar en la sociedad, con su desnuda crueldad, con ese horizonte de muerte, que lleva a la guerra de todos contra todos. Hay que cubrirla con un vestido decente, necesita una filosofía. El Mercado y la competencia forman esa filosofía, ese vestido con que disimulan su deformidad y le dan un aspecto aceptablemente atractivo. Y mejor si se ofrecen en un libro de un autor respetable, Adam Smith, que lleva por título La riqueza de las naciones. No se habla de la riqueza individual, que es lo que realmente le preocupa al capitalista. No se trata de un simple mecanismo económico, sino que el mercado está dotado de una mano invisible (son las propias palabras de Adam Smith) que es capaz de conducir todas nuestras iniciativas económicas, por muy egoístas y rastreras que sean, al mayor bien de la sociedad Pero lo más grave es la justificación de nuestros comportamientos por muy poco éticos que estos sean. Elimina la responsabilidad moral de los seres humanos, no importa que yo busque mi interés a cualquier precio, la mano invisible del mercado se encarga de transformar esos intereses egoístas en aumento de la riqueza de las naciones. Un aspecto importante es la explotación de los recursos que tiene el Planeta Tierra para dar satisfacción a unos pocos. No es la riqueza de la totalidad de las naciones, sino la sobreabundancia de apenas un tercio de la población mundial, la que sacrifica la Naturaleza en su propio beneficio.

Además, en el capitalismo hallamos otra fuente de violencia. Al hablar del crecimiento de la riqueza de las naciones, lo que se tiene muy poco en cuenta es cómo se distribuye esa riqueza de la nación. Porque la realidad es que el sistema no reparte nunca, lo que hace es acumular beneficios en manos de unos pocos En una competencia sin más regulación que la de la mano invisible está muy claro que los más fuertes triunfan inevitablemente. Y su triunfo los hace todavía más fuertes, con lo que cada vez más la riqueza se va acumulando en sus manos muy visibles y reales. Esto crea una enorme desigualdad entre la población.

Por ejemplo, actualmente la renta per cápita anual varía entre los 141.100 dólares de Liechtenstein, los 104.300 de Qatar, los 81.100 de Luxemburgo, por una parte, y los 400 de la República Democrática del Congo, por otra. España tenía una renta de 11.144 € en 2008 y ha bajado a 9.605 en 2012. Hay 35 países por debajo de los 2.000 dólares y 12 por debajo de los mil.

Un informe muy reciente de Intermon Oxfan afirma que 85 multimillonarios del mundo acumulan tantos bienes como más de la mitad de la Humanidad, concretamente 3.570 millones de personas con menos ingresos (enero 2014). La desigualdad “no es ajena a España, donde las 20 mayores fortunas aumentaron su riqueza entre 2013 y 2014 en 15.450 millones de dólares y poseen hoy tanto como el 30 por ciento más pobre de la población del Estado”.El treinta por ciento son aproximadamente 14 millones de españoles. Una sencilla operación aritmética nos dice que uno de esos millonarios posee tanto como setecientos mil españoles pobres.

El orden económico es un sistema de producción de bienes y servicios basado en el mercado, la propiedad privada de los medios de producción y la libre empresa individual. El espíritu de este subsistema económico se caracteriza por la violencia, es decir, por pretender llegar al máximo de la producción y al máximo del beneficio. Y para llegar a ese objetivo no repara en la destrucción de puestos de trabajo que no sean rentables, aunque estén altamente cualificados; con lo cual se eliminan aquellos puestos de trabajo más débiles financiera y profesionalmente hablando. No duda en aplicar su fuerza, su poder multinacional, para alcanzar altos beneficios y seguir acumulando más capital. Se crea riqueza, pero no se crea empleo. Le lleva a un individualis­mo que pretende el máximo de libertad económica y el máximo de limita­ción de la libertad ajena; y que concibe y valora todas las cosas en clave de beneficio, de competencia y de costes. De ahí, unos valores como el cálculo, el rendimiento, la ren­tabilidad y la eficacia, sean clave en las prácticas sociales de este subsistema. Si, en general, se puede decir que es un sistema que se basa en la economía de mercado, también nos es lícito concluir que es precisamente en esta economía de mercado1 donde se genera un gigantesco sistema de explotación.

Y esto por varias razones:
a) El objetivo de la producción que se propone el sistema no es la satisfacción de las necesidades humanas (producción de valores de uso), sino la obtención de un beneficio (valores de cambio). El problema central de toda organización económica no es la escasez; porque hay recursos de sobra para satisfacer necesidades básicas. En la actualidad, fines de año de 2014, hay alimentos suficientes para dar de comer a más de 12.000 millones de personas, casi el doble de los habitantes del planeta, ya que somos ahora 7.000 millones de SH El problema básico no es la escasez, es el reparto, porque el sistema lo que pretende es la acumulación, no el reparto de bienes y servicios. Una cosa son las necesidades básicas para poder vivir una vida humana, y otra son las necesidades que se generan a partir de la creación constante de nuevas necesidades que crea la sociedad del consumo. Todo el contenido de la producción se ventila en el Mercado.

b) El Mercado en la actualidad es único y mundial, le llamamos el Mercado total donde todo se compra y todo se vende, lo mismo mercancías materiales que votos para unas llamadas elecciones democráticas. Para que funcione el sistema lo mejor organizado es el Mercado: fuera del Mercado no hay salvación! En este siglo XXI se profundiza más en una economía especulativa que en la productiva, no se crean bienes que satisfagan necesidades humanas, sino especulación financiera: con poco esfuerzo, se sacan más beneficios (es la lógica de los ‘casinos’). Sólo el Mercado puede asignar los recursos y fijar las prioridades. Los defensores del Mercado Único no lo practican, solo en la medida en que ellos conservan el control de la economía

Es un Mercado violento, porque obliga a las personas a comprar y vender al precio que marcan las multinacionales (la Organización Mundial del Comercio, la OMC) para mantener la competitividad, no para satisfacer las necesidades básicas de la
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3 Conviene saber que el Mercado como sistema de compra y venta de bienes y servicios es necesario en cualquier país y tiene sus leyes propias: es el espacio socioeconómi­co donde se forma el precio de un producto por el adecuado ajuste entre la oferta y la demanda y donde la gente puede proveerse de lo necesario para su vida. Otra cosa distinta es la economía social de Mercado también llamado Mercado libre, implica la libertad para poner un precio a los productos, pero esto ordinariamente no se practica, porque no hay tal libertad en el mercado, ya que casi todo está ya programado, planificado, comercializado y vendido, por las multinaciona­les antes de que se pueda intervenir en él. Solamente lo practican aquellas empresas, gobiernos o sistemas financieros que de hecho tienen el control de la economía. Los defensores del Mercado Libre no lo practican, solamente si conservan el control de la economía. Es preciso conocer que el fin de la Economía, que es la producción de bienes y servicios de tal manera que a nadie le falta lo necesario para la vida, no producen bienes que sirvan para la vida de millones de seres humanos que tienen derecho a vivir, sino para llenar sus bolsillos.
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población. Es violento porque ante la necesidad de subsistir, el Mercado obliga a comprar esas mercancías al precio que esas multinacionales imponen, sin tener en cuenta la pobreza, la escasez económica de la mayoría que son gente pobre, población trabajadora.

Un aspecto importante de la economía es el factor militar. No vale que traten de ocultar este carácter de conflicto entre naciones capitalistas hablando de que fue una guerra en defensa de la democracia y la libertad amenazada por el totalitarismo nazi. El capitalismo utiliza la imagen de la democracia cuando le interesa, pero nunca ha tenido la menor dificultad para convivir y apoyar cualquier dictadura de tipo fascista, si eso favorecía sus intereses. Al capitalismo alemán le vino muy bien el movimiento nazi para atajar el peligro de una revolución socialista. Luego, la gran industria alemana apoyó con entusiasmo el rearme alemán y la aventura bélica de Hitler.

Después de Hiroshima una guerra entre grandes potencias sería un suicidio colectivo evidente, pero eso no supone que el capitalismo haya renunciado al recurso de la violencia militar cuando le ha convenido. Es difícil conservar en la memoria la cantidad de golpes de estado e invasiones que EE.UU ha propiciado en el último medio siglo. Y actualmente el mundo es un hervidero de conflictos bélicos, que indudablemente tienen componentes étnicos o religiosos, pero que están atizados por los intereses económicos de las grandes potencias capitalistas. Y es que el espíritu capitalista desata un afán competitivo para el que no hay límites éticos ni de ningún otro tipo. Si la obtención del beneficio requiere matar, se mata sin vacilar.

Ahí está la OTAN como instrumento militar de violencia física. EE.UU. y sus aliados occidentales dirigen este gran proyecto de controlar militarmente todo el planeta, al margen del derecho internacional y de cualquier límite ético, jurídico o geográfico, al servicio de un capitalismo salvaje. La OTAN, el Banco Mundial, el G-8 (los 8 países más ricos de la tierra), la OMC, y el Fondo Monetario Internacional conforman una arquitectura institucional que diseña y ejecuta la militarización del mundo. Y ésta consolida la globalización capitalista neoliberal que somete, expolia y empobrece a pueblos enteros y destruye la Naturaleza misma.

Una violencia política:
Para ver dónde se clava esta violencia en el orden político del sistema, hay que analizar el corazón del poder político, sabiendo que el poder político no tendría tanto poder si no estuviera sostenido por el poder económico1. Pero es precisamente en la instancia económica donde se dictan las normas políticas para mantener a flote el sistema a toda costa, a costa de lo que sea; por algo le llama M.Novak “el capitalismo democrático”. El sistema necesita esta configuración democrática de la sociedad para subsistir. La violencia del sistema afecta necesariamente a la violencia que se da en la democracia. La violencia política es la des-naturalización de la democracia: tenemos una democracia representativa formal, no una democracia participativa2. No son de hecho los ciudadanos los que intervienen en las decisiones públicas, que rigen la sociedad , sino que son decisiones tomadas al margen de la soberanía popular, están influenciadas decisivamente por le Troika europea. (FMI, BCE y Comisión).

Es sintomático que la denuncia de los escándalos y de las corrupciones económicas no se diera en el Parlamento, sino sobre todo en la calle, en muchas de las manifestaciones en contra de la privatización de la sanidad o de la escuela pública, también, en algunos medios de comunicación. La decisión de incluir en el art, 135 de la Constitución la cláusula de que tendría prioridad el pago de la deuda por encima de otras necesidades básicas, se tomó al margen de la voluntad popular. Fue una decisión tomada por los partidos PP y PSOE, sin consultar a la ciudadanía.

Por eso, examinaos los rasgos de este subsistema. El ámbito político tiene su propia racionalidad: la organización del capitalismo se basa en un orden socio-jurídico que tutela una determinada economía: la que se basa en la pr­o­pi­e­dad pr­i­va­da de los bi­e­nes de co­n­su­mo y de los m­e­d­ios de pr­o­du­c­ci­ón. Se trata de todo lo relativo a las tareas orga­nizativas de tipo político, como las elecciones cada 4 años; y también las de tipo administrativo, como el sistema de las autonomías, las relaciones laborales3.
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4 Difícilmente se puede hablar de democracia cuando la actividad económica que es básica en el desarrollo de la vida humana, escapa a la soberanía popular.

5 En nuestra Constitución se consagra un Estado de Derecho, un Estado democrático y social, que lleva consigo la descentralización política y territorial, la exigencia de la participación ciudadana -directa e indirecta- y la subordinación de toda la riqueza al interés general. Esto se queda en la mayoría de las circunstancias en papel mojado; la exigencias del sistema económico casi siempre prevalecen sobre las políticas.

6 En concreto, la política laboral esta orientada hacia la libertad de contratación entre empresarios y trabajadores. El trabajo está considerado como una mercancía cuyo precio es el salario; el trabajador vende su fuerza de trabajo. El empresario (como entidad jurídica o como organización mercantil o comercial) es al que compete combinar la producción y distribución de los bienes y servicios a través del mercado. El Estado interviene con mayor o menor fuerza, protegiendo jurídica y políticamente el Mercado, la economía de mercado, se­gún la forma de capitalismo de que se trate. Las democracias o dictaduras tecnocráticas tienen como misión crear condiciones objetivas para que funcione el Mercado.
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Se trata de un poder, el poder de la clase dominante que gobierna el país, que tiene en su mano la organización de la vida pública en libertad: una libertad formal de partidos políticos, de expresión (TV, radio, prensa), de mercado, de competencia económica, es decir, el pensamiento único es el que rige en esta sociedad. Y consiste esta forma de pensar en afirmar que lo políticamente correcto es la democracia realmente existente, la que impone la clase dominante, la igualdad formal ante la ley, la lógica del mercado y el miedo a la libertad, como piedras angulares del sistema. Es la canonización de lo existente como forma de vivir que es intocable e irreformable, donde la Filosofía del súbdito sigue imponiéndose a la del ciudadano.

Una violencia cultural:
El tercer subsistema que propone Novak es del orden cultural. La mayor violencia se da en los medios de comunicación. Estamos de sobra des-informados. Ya sabemos que esos medios, Prensa, Radio y TV, están en manos de los grandes bancos y de grandes corporaciones multinacionales. No nos dicen lo que ocurre en el mundo, en la sociedad, sino lo que les interesa a esos medios que estemos informados. Y ocultan aquellas noticias que no les interesan a esos medios que la ciudadanía pueda tener conocimiento.

Pero, hay más: se trata de la cualidad humana que da sentido a la vida personal y comunita­ria: la ciudadanía, formada por hombres y mujeres concretos, necesi­tan un sentido para vivir y subsistir. La ideología del capitalismo genera toda una manera de entender la vida. La cultura como sistema de valores, es lo que da sentido a la vida individual y social; es la que orienta la eco­nom­ía, la que más in­f­lu­ye en la m­ar­cha de la so­cie­d­ad, ge­ne­ra­ndo unas ideas, principios y va­lo­res que son los que do­m­i­nan en la so­ci­e­d­ad; entre ellos se suelen citar el in­di­vi­du­a­lis­mo po­se­si­vo, do­m­i­n­io, dinero, consumo, insolidaridad. Se condena la búsqueda de alternativas y queda como idea dominante: Fuera del Mercado no hay salvación! Y en el centro de este sistema cultural una institución encargada de dar sentido: la religión. Históricamente, la religión ha sido dentro de la cultura, la dadora de sentido por antonomasia. Sobre ella ha recaído la tarea de dar sentido global y particular a las vicisitudes sociales y personales. La religión y en concreto la Iglesia católica siempre ha estado al lado del poder establecido y su mensaje no ha sido desgraciadamente un mensaje liberador que de sentido a la existencia humana. Solamente unas minorías marginadas, las llamadas “comunidades de base” son heterodoxas del sistema y van siendo portadoras de una visión distinta.

Otro aspecto importante de esta violencia cultural es la que afecta a la clase trabajadora. Impedir a las mayorías oprimidas el acceso al conocimiento de los procesos sociales es el elemento determinante del mantenimiento de la estructura de dominación. Una de las frases más famosas de Henry Ford, da buena cuenta de la enorme importancia que desde los núcleos de poder se atribuye a la ignorancia de las mayorías para mantener el sistema: decía, “Es bueno que la gente no conozca el sistema bancario y monetario; si no, habría una revolución mañana por la mañana”. Se trata de mantener en la ignorancia a las clases populares para mantener el oreen establecido. El capitalismo es una relación social histórica que lleva en su código genético la dominación y por tanto la violencia. Y pretende activar la lucha ideológica, la violencia de las mentes y de las conciencias, en la construcción de un conocimiento falseado de la realidad. No quiere que la clase obrera se entere de sus propias luchas, que mantenga su propia memoria histórica, como si tuviese siempre que empezar de nuevo sus reivindicaciones.

Se pueda afirmar que el capitalismo lleva en su entraña la insolidaridad; se alimenta del egoísmo individualista; y predica que fomentan­do ese egoísmo se solucio­nan los pro­blemas de la socie­dad: “creando rique­za para todos, todos se benefician de ella”. Se trata del capitalismo salvaje. Porque no existe otro capitalismo llamado de “rostro humano”. Otro capitalismo es imposible.

Además, seguimos en manos del PATRIARCADO, esto es, un “orden” de poder, un modo de dominación cuyo modelo es el hombre occidental y blanco. Y está basado en la supremacía de los hombres y lo masculino, sobre el sentido de inferioridad que imponen los hombres a las mujeres y lo femenino. El patriarcado sigue maltratando y matando. Las maneras en que el patriarcado se manifiesta son distintas para distintas sociedades y han cambiado a lo largo de la historia. Veamos algunas características que se presentan en la actualidad en España en comienzos de siglo XXI:
Falta de independencia económica: por falta de ingresos o ingresos bajos por trabajos precarios, inestables de tiempo parcial.

División sexual del trabajo: las mujeres cargan con todo el trabajo no remunerado (trabajo doméstico y cuidado de personas).
División sexual del trabajo remunerado: para las mujeres se reservan los puestos de «bajo perfil» o de «perfil asistencial». Los salarios de las mujeres son más bajos que los de los hombres y dan a las mujeres la mayoría de los contratos de trabajo parcial.
Expectativas del mundo laboral: los varones deben tener disponibilidad total hacia el trabajo. Nadie espera que las mujeres se superen en el trabajo porque se supone que se deben al hogar.
El «techo de cristal» aún cuando algunas asciendan a altas jerarquías, en general quedan a un paso de los verdaderos puestos de decisión. Las que consiguen pasar ese techo son la minoría.

Violencia doméstica, acosos sexual y violación: Sigue habiendo demasiados casos, demasiada gente que la justifica, tribunales que encuentran atenuantes en supuestas provocaciones por parte de la víctima.
La sexualidad: Escaso respeto de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
La prostitución: que es ejercida mayoritariamente por las mujeres y no sería posible sin una abismal diferencia de poder entre varones y mujeres y la reducción de estas a objetos sexuales
Finalmente, podemos concluir que el factor cultural es el más grave de todos, puesto que socava las bases en las que se que se asienta el sistema. En este capitalismo democrático, existen unos aspectos culturales fundamentales a tener en cuenta, porque no hay democracia sin una cultura democrática; esta cultura está muy mediatizada por los “mass media”, que maneja hábilmente el Mercado de la imagen, de la comunicación. Repito lo que ya sabemos, que los medios de comunicación están en manos de grandes capitalistas. Se tiene la cultura, la mentalidad, la ideología, se fomentan los valores que quieren e imponen los detentadores de los mass media; es difícil pensar por sí mismo críticamente y al margen de la ideología dominante.

Para tratar de contrarrestar esa violencia, sabemos que existen unos factores culturales básicos, sin los cuales se corrompe la cultura de nuestra civilización occidental; son éstos:

a) Los derechos humanos: la democracia se basa en el respeto a los derechos humanos. Hablar de democracia no tiene sentido si las libertades garantizadas por estos derechos no son efectivamente respetados. Pero los derechos humanos son indivisibles: las libertades esenciales en democracia como la libertad de expresión, de asociación, no pueden estar disociados de los derechos fundamentales como el derecho a la vida, el derecho al trabajo. Y estos son precisamente los derechos más amenazados por el imperio del Mercado total, en esta democracia neo-liberal. La violación de hecho de múltiples derechos humanos indica que esta sociedad va camino de un pragmatismo cruel, que niega la Utopía necesaria, propia de la ética de los derechos humanos.

b) El pluralismo: es otra dimensión cultural esencial en toda democracia muy unida con el valor de la tolerancia; éste pluralismo se realiza en la confrontación de ideas, de proyectos diferentes -sean políticos, religiosos o morales- de distintas culturas, de diferentes etnias dentro de la única raza humana que existe. Los proyectos culturales son varios y distintos al nuestro: es la multiculturalidad que hoy se nos impone; la cultura de los africanos, de los latinoamericanos, de los asiáticos; cada uno aporta algo de su cultura a la nuestra4. Lo mismo podría decirse de la variedad de creencias, de religiones o de credos, sin distinción alguna, con los mismos derechos. La democracia debería admitir este pluralismo religioso5. Esto se traduce históricamente en la pluralidad de partidos políticos, de sindicatos, de asociaciones y movimientos sociales de la más diversa índole, de la acogida de los ciudadanos inmigrantes. Donde se respeta el pluralismo se respeta la democracia; si el pluralismo es pura teoría, entramos en una degeneración de la democracia.

c) La descentralización del poder como elemento esencial de la democracia: sin descentralización las instituciones que deberían servir de mediaciones entre el poder y las personas, de proporcionar las libertades de los individuos, tienen el peligro de convertirse en intermediarias para alcanzar y mantener ese poder, por muy legítimamente que se haya conseguido en las urnas. No centrar o concentrar el poder en manos de una persona o de un gobierno, sino tratar de repartir responsabilidades para que el poder de decisión sea más compartido. Esto lleva consigo el descrédito del Estado que se funda en el fracaso de pesadas burocracias que ahogan y hacen ineficaces los planes del Estado, a causa del Mercado total; el neoliberalismo solo hace reforzar este descrédito. En realidad nos gobiernan otros completamente distintos y desconocidos a los elegidos por el sufragio de votos.
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7 Aceptar la multiculturalidad significa reconocer las diferencias sin abdicar de la igualdad básica que debe unirnos; el discurso de la multiculturalidad dice que sólo accidentalmente somos distintos, pero esencialmente somos iguales -”todos los seres humanos, son iguales”-. Y el derecho a ser diferentes no es sino un modo de afirmar el derecho a ser iguales. La igualdad de oportunidades es condición necesaria para que cada cual pueda elegir el modo de vida que prefiera. Reivindicar la multiculturalidad significa el compromiso de la democracia con la igualdad: todos tenemos la obligación de reconocer la identidad de los otros, sean gitanos, magrebíes, mujeres, catalanes o andaluces; en una democracia deben caber todos los individuos.

8 Es difícil aceptar que se adore o se de culto a unas divinidades distintas a las nuestras “a las de siempre”, que las costumbres y moralidades de otros signo, se mezclen con las nuestras y seamos tolerantes con todas; da la impresión como que han venido a ‘invadir’ nuestro terreno. Hoy, ciertamente, ya no es como antes: el mundo es cada vez más pequeño y el planeta Tierra ya no es más que una casa de vecinos.
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d) La ética de la economía: la economía debe de partir de algún tipo de elección de cuáles son los bienes que tiene que producir para satisfacer necesidades básicas. Y toda elección implica decisiones: son al mismo tiempo decisiones políticas y decisiones éticas; no se pueden dar unas sin las otras. Las decisiones no dependen sólo de un análisis técnico de la realidad6; depende también de ciertas opciones donde el sistema de valores sea el factor determinante. Porque partimos de la base de que los bienes económicos producidos no son escasos, sino que están mal distribuidos. La selección que hace el sistema depende de opciones y valores previos. Las necesidades humanas básicas no están siendo satisfechas en virtud de las preferencias que tiene el sistema de acumular bienes y obtener beneficios a costa de las desigualdades sociales, de la pobreza de una inmensa mayoría, y del mismo Planeta Tierra. Este es el modelo de sociedad que propugna el sistema, en base a esos criterios, y en ellos se expresa la visión que se tiene del SH, de su actividad y de la Naturaleza que se quiere mantener o conseguir.

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9 La economía no es completamente autónoma: sus leyes no son puramente técnicas ni funcionan de forma completamente mecánica, las decisiones no se toman sólo desde la única racionalidad económica. La economía no puede ofrecer conclusiones como algo inevitable, como un cálculo matemático exacto, como si la dimensión ética no tuviera nada que hacer, fuera el ‘convidado de piedra’. (Víctor Renes. Etica y economía. Rev. ‘Documentación social’, 83, 1991, pág. 142). No puede haber una actividad económica éticamente neutral, precisamente porque trata de problemas humanos, de cubrir necesidades humanas, no puramente biológicas, y por eso entrañan problemas humanos, problemas socio-económicos que afectan a los SH, a la humanidad, y éstos llevan consigo todo un sistema y una jerarquía de valores. El SH siempre será un fin en sí mismo, nunca un medio.

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