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miércoles, 26 de junio de 2019

El poder sin valores humanos, abusa y esclaviza.

Esta constatación la encontramos en muchas personas e instituciones poderosas, sobre todo en las políticas y económicas, pero también en las culturales, humanitarias y hasta religiosas. El poder, sin valores humanos, tiende a corromper las relaciones y actividades intrapersonales y sociales.

A finales de 2018, siguieron saltando a la luz, numerosos escándalos de abusos sexuales, esta vez, en la Unión Africana.

El abuso sexual es un problema serio para las mujeres que trabajan en la Comisión de la UA, según la investigación realizada. La mayoría de las víctimas son mujeres jóvenes que buscan trabajo dentro de la organización.

El equipo de investigación encontró 44 casos de abusos sexuales como condición para conseguir trabajo. A veces no existía más que una promesa de trabajo.

Las personas entrevistadas contaban que no existía ninguna política para poder denunciar tales abusos. El equipo investigador encontró evidencia de otros abusos, como: corrupción, propinas, bullying, discriminación o intimidación.

Semejantes condiciones las encontramos también entre estudiantes universitarias que desean conseguir su título de estudios, y entre mujeres que buscan empleo o trabajan en otras instituciones.

Según el periódico sudafricano “Mail &Guardian”, la investigación fue el resultado de una denuncia que habían presentado 37 mujeres del equipo de la UA, quejándose de los abusos sufridos.

La comisión de la UA, con sede en la capital etíope Addis Ababa, ha prometido establecer una política comprensiva para proteger a las víctimas, con duras penas para los culpables, así como un seguimiento de cada uno de los casos de abusos.

El remedio legal, con juicios y penas, aunque es necesario y una exigencia de la justicia, no llega a sanar las raíces del mal, como es: la falta seria de respeto hacia la dignidad humana y derechos de la otra persona.

Muchos gobernantes e instituciones se quedan en los medios legales y punitivos, sin intentar sanar y regenerar las raíces del mal, a través de una educación integral y de una gestión de recursos, donde se cultivan los valores humanos y sociales.

¡Cómo nos cuesta aprender de la experiencia y de la historia!

Buscamos superar los males personales y sociales, como la violencia de género, la violencia de grupos armados, el desempleo, el hambre, etc. pero para conseguirlo, utilizamos los medios inadecuados o insuficientes, como son los medios: legales, judiciales y económicos.

Los medios legales, jurídicos y tecnológicos son totalmente necesarios, tanto a nivel local, nacional como europeo y global. Pero, como lo constatamos cada día, estas organizaciones y medidas son claramente insuficientes para superar los males sociales.

Apenas aciertan nuestros líderes actuales a mirar más lejos, como lo harían algunos líderes carismáticos y sabios, de la talla de Nelson Mandela, Ghandi o Nyerere.

En nuestras sociedades, nos faltan líderes y ejemplos de gestores íntegros, que no solamente hablen de valores humanos, sino que los vivan y los promuevan activamente a través de todos los medios de información, educación y desarrollo.

Los auténticos pioneros de semejante transformación social, especialmente en África, solo pueden ser: la sociedad civil, particularmente las mujeres y los jóvenes, porque son las personas que más sufren tales abusos e injusticias.

sábado, 15 de junio de 2019

Jóvenes ambientalistas arman Red Ambientalista.

Jóvenes Amigos de la Tierra Nigeria. / Foto: RMR

Amigos de la Tierra trabaja con unos 2 mil jóvenes para formación política y defensa de derechos humanos.

RMR, 13 de junio, 2019.- La vida de los defensores de los derechos humanos en África está seriamente amenazada. Por ejemplo, en Camerún, el 26 de mayo, el defensor de los derechos humanos Elvis Brown Luma Mukuna recibió una amenaza de muerte a través de una llamada de un número desconocido.

Diez días antes, dos hombres entraron a la fuerza a la casa de Elvis, secuestraron a su hermano menor y lo torturaron durante más de dos horas.

Ante estas amenazas es necesario que las nuevas generaciones se formen políticamente y aprendan a defender colectivamente los derechos humanos y ambientales.

Es por eso que desde Amigos de la Tierra África llevan a cabo la Escuela de Sustentabilidad, para la formación política de sus miembros y para comprender "lo que necesitamos transformar para un cambio de sistema", como dijo Kwami Kpondzo, de Amigos de la Tierra Togo, a Radio Mundo Real.

Kwami dijo que uno de los principales problemas políticos de África es que los gobiernos no son democráticos. Para cambiar eso y para defender a los defensores de los derechos humanos, "necesitamos movilizarnos a nivel local, nacional e internacional".

Foto: RMR

Fuerza Joven

En Nigeria, Environmental Rights Action (ERA / Amigos de la Tierra Nigeria) ha creado una red de adolescentes y jóvenes, de entre 13 y 19 años, para que puedan aprender cómo defender sus derechos y territorios.

Más del 50 por ciento de la población de Nigeria son jóvenes y la mayoría de ellos viven en la región del delta del Níger que enfrenta enormes dificultades ambientales como resultado de la extracción de petróleo.

Adesuwa James Jang es parte de la coordinación de Jóvenes Amigos de la Tierra en Nigeria que cuenta con 2 mil participantes entre jóvenes, maestras, maestros y comunidades locales.

Los tres objetivos principales del programa se centran en la educación ambiental en las escuelas (a través de clubes de energía); emprendimientos de venta local e introducción de nuevos integrantes a Jóvenes Amigos de la Tierra Nigeria para la protección del medio ambiente, a través del monitoreo ambiental y la promoción.

"La movilización juvenil en el Delta del Níger es un poco difícil debido al alto nivel de descontento en la región", dice Adesuwa. Sin embargo, ERA se vale de la confianza que ha construido durante el año con la mayoría de las comunidades locales para movilizar a estos jóvenes".

Una de las formas de hacerlo es asegurar que los jóvenes se involucren en la planificación, la toma de decisiones y el proceso de implementación del proyecto.
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jueves, 30 de mayo de 2019

África: amenaza y necesidad.



por  Gabriel Mª Otalora

Los grandes cambios mundiales, a todos los niveles, incluido el deslizamiento del centro de gravedad geopolítico hacia el mundo asiático, han puesto al continente africano de actualidad. Entre 2006 y 2018 el comercio de India con África se incrementó un 292%; y el de China, un 226%. Europa, en cambio, ha perdido la relevancia que tuvo. Para ser más exactos, la relación actual está condicionada por la inmigración, convertida en un problema común y con la natalidad de cada continente situada en ambos extremos.

La inmigración debiera concebirse como una oportunidad tanto para el inmigrante como para quien le acoge; lo cierto es que el interés europeo por África se resume en sus materias primas y en las oportunidades que ofrecen sus tierras y el mercado de mano de obra barata. Es cierto que todo ello conlleva una incipiente clase media pero también nuevas dinámicas de desigualdad e injusticias sociales que hacen que esa misma clase media emergente sea la que huye de África con destino Europa.

Nadie, salvo excepciones aventureras o misioneras, se desarraiga porque quiere. Lo cierto es que la inmigración nos asusta. Por eso, resulta incomprensible que no exista un debate sobre migraciones en la Unión Europea, ni tampoco una política estratégica común; de ahí el fracaso del marco migratorio actual. El problema se vive desde una hipersensibilidad rayana con la xenofobia que nada quiere saber del cómo se ha desarrollado allí la presencia europea esclavista de casi dos siglos, a la que sucedió el vacío y el abandono, hasta la llegada de la explotación colonial del siglo XIX y de parte del XX, hasta convertirse África en la región marginada de la globalización, abandonada a su suerte y llena de rémoras económicas y de supervivencia. El miedo al diferente ha tenido muchos episodios violentos en África antes de que lo sintamos nosotros con la llegada de africanos famélicos en las pateras.

¿Quién tutela a todos esos reyezuelos africanos que hacen la vista gorda a las grandes redes comerciales trasnacionales que viven de la globalización neoliberal? Ahora presionamos desde Europa a los gobiernos africanos para que frenen la inmigración en origen. Pero es como ponerle puertas al campo y la venda en los ojos ya que el crecimiento demográfico es el mayor en la historia de la humanidad y allí no tienen suficientes expectativas de desarrollo económico mientras no cese el expolio, aunque ahora se disfrace bajo el eufemismo de políticas de inversión y cooperación. Y por si fuera poco, el antropólogo Stephen Smith nos advierte que, en los próximos cuarenta años, África será tan joven que habrá que tener cuidado de que los jóvenes no se conviertan en adultos fracasados bajo la influencia de grupos armados o traficantes.

A todo lo anterior se le suma la necesidad de disponer de alimentos ante la pauperización del continente, a pesar de ser tierras ricas en materias primas, a lo que se une la amenaza del cambio climático que reducirá la producción agrícola, según pronostica la FAO ¿A quién le importa la realidad africana, sin soberanía alguna sobre sus recursos, que busca desesperadamente implantar economías sostenibles para industrializar la agricultura y, en definitiva, lograr un sustento digno? La realidad es que, a excepción de los productores de petróleo, ningún país se ha desarrollado sin el apoyo de una agricultura competitiva.

Qué hacemos entonces, ¿dejamos morir a la población en plan solución malthusiana? ¿Les ayudamos a su desarrollo para que no tengan que migrar aunque ello implique vivir aquí con menos consumismos irresponsables? ¿Seguimos mirando para otro lado, asustados y rabiosos porque no queremos negros entre nosotros, cuando nuestra tasa de natalidad reclama a corto plazo cientos de miles de manos de obra muy necesarias? De nada de esto queremos hablar y por eso no existe una política europea común sobre la inmigración.

Educación, tecnología, control de sus recursos naturales, democracia, condiciones dignas de vida… todo eso falta en África. Sobra violencia, miseria, explotación y desigualdades donde la mujer, una vez más, se lleva la peor parte. Es lógico que estemos asustados mientras la gobernanza europea siga desentendiéndose de este problema crucial en los dos continentes que ven sus flujos migratorios como necesidad y como amenaza. Esto también concierte a nuestra conciencia cristiana. A ver cuándo nos comportamos en este tema como verdaderos seguidores de Jesús y nos quitamos la venda de los ojos, porque no estoy convencido de que los gobernantes europeos, recién elegidos, afronten sus responsabilidades en este tema.

martes, 12 de febrero de 2019

África avanza hacia un mercado común continental.

Al Sisi, en el centro de la imagen, junto al primer ministro etíope, Abiy Ahmed, segundo por la derecha, este domingo. TIKSA NEGERI REUTERS


La Zona de Libre Comercio Continental (AfCFTA, según sus siglas en inglés), el mercado común africano con 1.200 millones de habitantes y sin barreras aduaneras, está a un paso de convertirse en realidad. Este domingo, la cumbre de jefes de Estado y Gobierno de la Unión Africana (UA) celebrada en Adis Abeba (Etiopía) se felicitó del buen ritmo de adhesiones: ya son 52 de 55 los países que se han sumado a este acuerdo. Faltan Eritrea, Benín y la potencia regional Nigeria. 18 Estados africanos ya lo han ratificado a través de sus parlamentos nacionales.

El presidente saliente del organismo panafricano, el ruandés Paul Kagame, aseguró en su discurso de despedida que este tratado entrará en vigor en unas semanas, en cuanto lo ratifiquen cuatro países más y se alcance la cifra mínima establecida de 22. "Debemos seguir construyendo una UA fuerte y creíble. La agenda de esta cumbre refleja la capacidad de nuestra unión para enfrentarse a las prioridades del continente", ha señalado el mandatario ruandés, quien ha sido el impulsor de una reforma de la financiación de este organismo para reducir su dependencia del exterior.


Nueva presidencia

La cumbre también ha servido para renovar la presidencia temporal de la organización. El mandatario de Egipto, el antiguo mariscal Abdelfatá al Sisi, es desde este domingo y durante un año la nueva cabeza visible de la UA. Aunque su elección ha sembrado inquietud en organismos de defensa de los derechos humanos que alertan de que en su país dirige un régimen represor de las libertades, Al Sisi ha avanzado ya las principales líneas de su presidencia, que serán la lucha contra el terrorismo, la construcción de infraestructuras, la creación de empleo y la puesta en marcha de la citada AfCFTA. Asimismo se acordó que en 2020 le tocará el turno a Sudáfrica, ya sea en la persona de su actual presidente Cyril Ramaphosa o de quien le sustituya al frente de su país tras las elecciones previstas para este año.

Como ya ocurriera en los últimos años con Robert Mugabe (Zimbabue), Teodoro Obiang (Guinea Ecuatorial) o Idriss Déby (Chad), asociaciones de defensa de los derechos humanos han advertido de que la elección de Al Sisi pone al frente de la UA a un dictador que reprime a opositores, periodistas y miembros de la sociedad civil. "Durante el tiempo que lleva en el poder, ha demostrado un escandaloso desprecio por los derechos humanos. Bajo su mandato, el país ha sufrido un declive catastrófico de los derechos y libertades", dijo la directora de Amnistía Internacional para el norte de África, Najia Bounaim.

Al Sisi subió al poder en Egipto tras protagonizar un golpe de Estado en 2013 contra el presidente elegido democráticamente Mohamed Morsi, a quien hoy mantiene en prisión. El año pasado fue reelegido con un 97% de los votos en unos comicios calificados por muchos observadores como "una farsa electoral". Durante su mandato, el régimen egipcio ha multiplicado las ejecuciones tras juicios sin garantías, ha arremetido contra los periodistas críticos, ha descabezado a la oposición y ha intentado aplastar toda voz crítica.

La cumbre ha servido también para designar a 2019 como el Año de los Refugiados. El secretario general de la ONU, António Guterres, presente en esta cita, elogió la capacidad de acogida de los países africanos, donde se concentra la mayor parte de refugiados del mundo en grandes campos como los de Dadaab, en Kenia, que alberga a somalíes que huyen de la violencia o los de Chad, con sudaneses, nigerianos y centroafricanos desplazados de los conflictos que viven sus países.

Fuente:elpais.com

sábado, 15 de septiembre de 2018

El hambre en el mundo, flagelo que condena a 821 millones de personas.


“No vamos por el buen camino para erradicar el hambre de aquí a 2030”
Las personas subalimentadas o con falta crónica de alimentos, aumentaron estos últimos tres años a nivel planetario: 821 millones contra 804 millones en 2016. Se cae, así, a los niveles de una década atrás, en lo que constituye ya un retroceso civilizatorio preocupante. Una de cada 9 personas en el mundo se confronta a este flagelo que golpea directamente, también, a 150 millones de niñas y niños que presentan ya síntomas de atraso en su crecimiento. La situación, empeora en particular en América del Sur y en África.

De ese total, 256 millones de personas se encuentran en África; 515 millones en Asia; 39 millones en América Latina y el Caribe; 2.8 millones en Oceanía y un poco menos de 28 millones en América septentrional y Europa.

Así lo afirma el último Informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo – con cifras actualizadas hasta 2017- presentado el martes 11 de septiembre por la Organización de las Naciones Unidas y elaborado en colaboración por la FAO -organización para la Alimentación y la Agricultura-, el Programa Mundial de Alimentos, UNICEF, la Organización Mundial de la Salud y el Fondo Internacional de Desarrollo de Alimentos (FIDA). El mismo lleva como subtítulo: Fomentando la resiliencia climática en aras de la seguridad alimentaria y la nutrición.

El informe divulgado por la FAO subraya que los fenómenos climáticos juegan un impacto esencial en este drama, en particular los cambios meteorológicos extremos como sequías excesivas o inundaciones incontrolables. Sin embargo, los conflictos, las situaciones de guerra y ausencia de paz así como las crisis económicas, con su secuela de pobreza y marginalidad, tienen impactos dramáticos.

Las temperaturas anómalas, con tendencia al aumento, en el periodo 2011-2016, que provocaron periodos más frecuentes de calor; así como el inicio tardío o temprano de las lluvias con sus implicaciones directas en la agricultura, constituyen una causa esencial de la malnutrición.

La desnutrición aguda infantil sigue siendo muy alta en Asia, según las cifras publicadas. Uno de cada 10 menores de cinco años tiene bajo peso en relación con su estatura. Realidad que en América Latina y el Caribe afecta a uno de 100 infantes.

La situación de las mujeres en condiciones de maternidad es calificada como “vergonzosa” por el Informe. Una de cada tres mujeres en edad reproductiva se ve afectada por anemia, con consecuencias tremendas para su propia salud, así como para la de sus hijos. La tasa de lactancia materna en África y Asia es 1.5 veces más alta que en América del Norte donde solo el 26% de los lactantes menores de seis meses recibe exclusivamente leche materna.

Los datos publicados ponen en gran duda la posibilidad de avanzar hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados por la comunidad internacional, que contemplaban alcanzar el “hambre cero” en el mundo en el año 2030.

En sus recomendaciones, la ONU convoca a la comunidad internacional a “romper el ciclo intergeneracional de la malnutrición”. Priorizando los grupos más vulnerables: lactantes, menos de 5 años, infantes en edad escolar, muchachas adolescentes y mujeres. Llama a “un cambio sostenible” hacia la agricultura atenta a la nutrición y convoca a implementar políticas que promuevan la adaptación y mitigación del cambio climático y la reducción del riesgo de los desastres naturales.

viernes, 7 de septiembre de 2018

La fiebre del cobalto en el Congo.



Jérôme Duval
(El Salto)

Para el pueblo congolés la historia se repite. En tiempo en los que los smartphones y los automóviles eléctricos marcan la pauta, las vastas reservas de cobalto situadas en el subsuelo de la República Democrática del Congo son objeto de codicia por parte de las grandes multinacionales. Empresas chinas y el gigante minero suizo Glencore se reparten un jugoso mercado.

Históricamente, las industrias extractivas de los países occidentales han tenido un papel central en el pillaje de las materias primas no agrícolas de los países del Sur. Según un informe de la Comisión Económica para África, “La mayor parte de los capitales privados extranjeros invertidos en África, entre 1830 y 1935, fueron destinados a la industria extractiva y buena parte de las inversiones públicas coloniales iban destinadas a este sector.”

Un siglo después, esta explotación continúa a un ritmo desenfrenado a pesar de su contribución al cambio climático y de las indiscutibles consecuencias negativas que la explotación minera ha tenido para el grueso de la población y su medio ambiente. De acuerdo con un informe de la WWF publicado en 2015, un tercio del patrimonio natural mundial se encuentra actualmente amenazado por la explotación petrolera, de gas o minera. Un sector que se encuentra controlado por gigantes industriales como Glencore – fundada por Marc Rich, un hombre de negocios con un pasado dudoso – y sus 107 filiales offshore.

UN BOOM DEL COBALTO ALIMENTADO POR LA ESPECULACIÓN

Junto al litio, el cobalto es parte importante de las baterías de litio-ión de los teléfonos móviles de última generación, los smartphones. Aproximadamente un cuarto de la producción mundial de cobalto es utilizada en este tipo de teléfonos. Esas mismas baterías deberían equipar nuestros vehículos eléctricos llamados también “vehículos limpios”, pues se supone que liberarán a la humanidad de los hidrocarburos y contribuirán a disminuir nuestras emisiones de gas de efecto invernadero.

La República Democrática del Congo, a pesar de ser uno de los Estados más pobres del planeta, está repleta de riquezas. No obstante, desde su colonización por parte del rey de los belgas Leopoldo II, esas riquezas (recursos hidráulicos, oro, diamante, cobre, coltan, uranio y cobalto) han sido explotadas sistemáticamente para el único beneficio de los intereses occidentales. Este país, que es el mayor productor de cobre de África, posee la mitad de las reservas de cobalto de todo el planeta y asegura mas del 50% de su producción, o sea, cerca de 66.000 toneladas de un total global aproximado de 123.000 toneladas en 2016. Los beneficios de esta producción se concentran mayoritariamente en las manos del gigante suizo Glencore (en las minas de Kamoto Copper Company y de Mutanda Mining) y de las firmas chinas China Molybdenum (TFM) y CDM. Para este año 2018, Glencore proyecta producir aproximadamente el 35% de la producción mundial de este metal precioso.

La República Democrática del Congo posee la mitad de las reservas de cobalto de todo el planeta. El otro gran productor es China. La producción mundial de cobalto está concentrada en dos países: la República Democrática del Congo, sumida en un profundo marasmo político, y China, que es el segundo productor mundial. Esto implica riesgos importantes para empresas multinacionales que dependen fuertemente del suministro de este recurso, tales como Apple, Samsung, Volkswagen o Tesla. De hecho, recientemente, Volswagen anunció su decisión de instalarse en Ruanda para construir una fábrica ensambladora, con el propósito de acercarse a los yacimientos de cobalto de la RDC.

FISCALIDAD REDUCIDA

Es de notar que el mismo Estado congoleño se beneficia muy poco de los ingresos del cobalto, pues según Albert Yuma, presidente de la Federación de Empresas del Congo (FEC) y de la empresa estatal (Gecamines) que explota el cobre y el cobalto en la RDC, solamente 88 millones de dólares (83 millones de euros) de un total de 2.600 millones de dólares de ingresos producidos por las compañías privadas en 2016, fueron a parar a las arcas de Gecamines. Incluso Martin Kwabelulu, ministro de minas de la RDC y cercano al presidente de la República Joseph Kabila, afirmó su deseo de aumentar la tasa de imposición fiscal y “en consecuencia, revisar el código minero ya obsoleto”.

Este código minero que favorece excesivamente a los capitales extranjeros, fue adoptado en 2002 bajo el dictado del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. La tasa de imposición fiscal inscrita en este código es de solamente del 2% para el cobre y el cobalto. A manera de ejemplo, y según un informe publicado en 2015 por el mismo FMI, la tasa de imposición del cobre en Indonesia es del 4%, en Zambia del 6% y en Chile del 14%.

El código minero del Congo, adoptado en 2002 bajo el dictado del Banco Mundial y del FMI, favorece excesivamente a los capitales extranjeros

El boom de la explotación de cobre en la RDC que pasó de una producción de 450.000 toneladas a un millón de toneladas desde que finalizó la guerra en 2002, no benefició realmente ni al Estado – a excepción de algunos intermediarios bien ubicados – ni mucho menos al pueblo congoleño. Esta vez parecería que las autoridades de la RDC están interesadas en beneficiarse más activamente del alza y de la expansión del mercado del cobalto. Sin embargo, esto no implica garantías en cuanto a la transparencia y a una mejor redistribución de los ingresos provenientes de esta renta.

UN INTENSO LOBBY EN TORNO AL NUEVO CÓDIGO MINERO

El primer anuncio de reforma del código minero en 2016 generó fuertes reacciones. En enero de 2018, la Asamblea Nacional y el Senado congoleño adoptaron el nuevo código minero, el cual recibió luz verde por parte de Joseph Kabila… quien a pesar de que su mandato expiró en diciembre de 2016, se mantiene aún en el poder. Este nuevo código prevé un aumento de las regalías del 2% al 10% para aquellos minerales considerados estratégicos, como el cobalto. No obstante, según el ministro de minas, Martin Kabwelulu, los arreglos siempre son posibles en el reglamento que va anexo a la ley. Incluso si este nuevo código intenta un nuevo equilibrio en la repartición de las riquezas, no ataca la corrupción que ha gangrenado a todo el sector. Así el Instituto de Gobernanza de los Recursos Naturales (NRGI) nota que “una de las medidas contenidas en el proyecto del nuevo código minero prevé reservar un 10% de las acciones de las empresas operadoras en el sector privado congoleño, pero nada impide que estos sean miembros del gobierno, funcionarios públicos o personas cercanas al poder”, pudiendo acarrear nuevos conflictos de intereses. Finalmente, estas negociaciones parecen haber puesto frente a frente los dos grupos de predadores que se disputan el botín del Congo, extraído por decenas de miles de congoleños, en condiciones cercanas a la esclavitud.

EL TRABAJO INFANTIL Y LA ESCLAVITUD MODERNA EN LAS MINAS

De acuerdo con UNICEF, más de 40.000 niños de entre 3 y 7 años trabajan en las minas del sur del país. Un reportaje de Sky News, difundido en febrero de 2017, muestra como niños de poca edad trabajan bajo condiciones infrahumanas en las minas congoleñas de cobalto, al mismo tiempo que Amnistía Internacional denunciaba, en un informe publicado en noviembre de ese mismo año, las deplorables condiciones del trabajo infantil. Según Lauren Amistead “aproximadamente el 20% de la producción total de cobalto de la RDC se realiza a mano, los niños lo extraen usando herramientas rudimentarias y sin ningún tipo de protección”.

Entre 110 y 150 mil “excavadores” o mineros artesanales venden el mineral bruto en los puestos de compra – controlados en su mayoría por los chinos, como por ejemplo el “deposito de Apple” situado cerca de la ciudad minera de Kolwezi en el sureste del país – a un precio aproximado de 7.000 dólares la tonelada. Los compradores son los que fijan el precio siguiendo teóricamente el curso de la bolsa de Londres, mientras los “excavadores”, quienes por supuesto ignoran las derivas de esta bolsa, sobreviven con ingresos miserables.

En las minas industriales administradas por las multinacionales, las condiciones no son necesariamente mejores, pues según los resultados de una misión de investigación de la Federación Sindical Internacional Industrial realizada en las minas de cobre y de cobalto de Glencore, los empleados en la mina de Kolwezi describieron sus condiciones de trabajo como “de nada menos que esclavitud”. Al no disponer de lavaderos ni de duchas en sus lugares de trabajo, estos deben llevarse la ropa sucia a sus casas, exponiendo a sus familiares a las enfermedades provocadas por el polvo de los minerales. Uno de los trabajadores afirma: “Al volver del trabajo estamos tan sucios, que no podemos ni siquiera abrazar a nuestros hijos”.

Por su lado, dos ONG defensoras de los derechos humanos: el Observatorio Africano de Recursos Naturales (AFREWATCH) junto a la Asociación para el desarrollo de las comunidades del lago Kando (ADCLK), ya han alertado a la opinión publica sobre la contaminación de las aguas y la destrucción de los campos como resultado del derrame de sustancias ácidas y toxicas provenientes de las tuberías de la empresa minera Mutanda Mining (MUM), controlada por Glencore, Durante la noche del 16 al 17 de abril de 2017, este liquido toxico se expandió por los campos agrícolas de los habitantes de la zona hasta llegar al rio Luakusha, que a su vez desemboca en el lago Kando.

¿QUIEN SE BENEFICIA CON LA EXPLOTACIÓN DEL SUBSUELO CONGOLEÑO?

Al igual que el petróleo de Nigeria, en el Congo la materia prima es extraída por las grandes multinacionales para luego ser exportadas a lugares en donde se efectúa su transformación y por lo tanto, se genera allí la plusvalía. El economista y activista Florent Musha asevera que “la RDC no exporta productos acabados y listos para ser utilizados por Apple, Samsung u otro gran utilizador de baterías en el mundo. La RDC exporta un producto minero para ser procesado”. Del procesamiento del cobalto se beneficia principalmente China, que es la principal comercializadora de cobalto refinado en el mundo. Así, 80% de la producción de la RDC sale rumbo a China desde los puertos de Dar es Salaam o desde Ciudad del Cabo en Sudáfrica.

Al llegar a China una decena de refinerías se encargan de la transformación final del mineral. Alexis Muhima, del Observatorio de la sociedad civil por los minerales de Paz, situado en Goma, al este de la RDC, se queja de que “la explotación de recursos naturales no beneficia para nada a la población congoleña, sino solo a un puñado de personas”. Como lo explica el analista económico Al Kitenge, “uno se percata que la mayoría de los operadores internacionales son sociedades offshore en las que ni siquiera se sabe quienes son sus verdaderos accionistas. Desafortunadamente, esto permite que algunos operadores políticos sean a su vez actores económicos. Esto representa, desde luego, un conflicto de intereses absolutamente inaceptable que nos ha llevado a la lamentable situación en la que nos encontramos actualmente”.

EL MONOPOLIO DE LAS GANANCIAS

En el marco de la celebración de la 30ª Cumbre de la Unión Africana, celebrada en Addis-Abeba, el comisario de comercio y de industria Albert Muchanga, asevera que “África pierde anualmente 80.000 millones de dólares en flujos financieros ilícitos, de los cuales un 70% proviene de las industrias extractivas, y particularmente de los recursos minerales. Estas pérdidas son el resultado de una variada gama de métodos contables particularmente creativos practicados por las corporaciones multinacionales”. Tales métodos, que incluyen la evasión fiscal y la sobrefacturación, son usuales a la hora de repatriar las ganancias. La multinacional Glencore, regularmente involucrada en casos de contaminación ambiental y ampliamente citada en los “Paradise Papers”, emplea 115.000 personas en 50 países alrededor del mundo, en cifras de 2016, y registró en 2017 un aumento de sus ganancias netas del 319% para colocarse en 5.780 millones de dólares. “Nuestros resultados de 2017 son los más altos de nuestra historia” indica, satisfecho, Ivan Glasenberg, para quien esos resultados no están nada mal, ya que recibió una remuneración estable de 1,5 millones de dólares en 2012, sin contar los 242,4 millones de dólares de dividendos basados en su parte de 8,40% de derechos de voto de la empresa.

jueves, 15 de marzo de 2018

Prevenir la próxima hambruna de África.


Los países del continente que han invertido de forma considerable en desarrollo agrícola y en los pequeños productores han logrado evitar la peor cara del hambre.


El número de personas que padecen hambre en el mundo está aumentando nuevamente tras haber disminuido durante más de una década, según datos de la FAO. El año pasado estuvo marcado por la peor crisis alimentaria global desde la Segunda Guerra Mundial, con Sudán del Sur sufriendo una hambruna, y Yemen, Somalia y Nigeria asomándose al borde de ella. Solo en estos cuatro países, más de 20 millones de personas continúan viviendo una grave inseguridad alimentaria, y Naciones Unidas estima que se necesitan 1.800 millones de dólares en ayuda humanitaria inmediata.


La inestabilidad política y los conflictos han contribuido de forma considerable a esta inseguridad alimentaria, pero es probable que la insuficiente producción de alimentos también haya aumentado las tensiones y exacerbado el problema. En el África subsahariana, donde tres de los cuatro países se encuentran al borde de la hambruna, los rendimientos de los cultivos han quedado rezagados respecto del resto del mundo debido a unos insumos agrícolas deficientes, como semillas y fertilizantes de baja calidad.

La inversión en agricultura es una de las maneras más efectivas de acabar con el hambre y aumentar la estabilidad política. Solo en el África subsahariana hay 50 millones de pequeños agricultores que dan soporte a varios millones más. Los países del continente que han invertido de forma considerable en desarrollo agrícola y en los pequeños agricultores han logrado evitar la crisis alimentaria.

Considérese el ejemplo de Etiopía, que a mediados de los ochenta sufrió una de las peores de la historia. Se estima que murió un millón de personas durante la crisis, ocasionada por una conjunción de conflicto y sequía, y de la que el país tardó varios años en recuperarse.

Etiopía es un país pacífico hoy en día, pero las condiciones de sequía han vuelto. En 2016 sufrió su temporada más seca en 50 años. No obstante, el año pasado no padeció una hambruna. Sin duda hubo gente con hambre, pero se evitó el desastre. La ONG Oxfam lo atribuye al hecho de que el Gobierno estaba mejor preparado para suministrar agua y alimentos a millones de personas. El país también ha mejorado considerablemente su infraestructura agrícola, y los nuevos sistemas de riego y agua potable proporcionan a las zonas rurales un fácil acceso a fuentes de agua limpias y seguras.


Un agricultor que invierte dos dólares en plantar árboles puede obtener un beneficio de más de 80 en 10 años

El Gobierno etíope ha hecho del desarrollo agrícola una prioridad máxima durante más de una década. En 2010 creó la Agencia de Transformación Agraria de Etiopía, una entidad pública dedicada a impulsar la productividad del sector. Como ha señalado Alex de Waal, destacado autor e investigador británico sobre África, “la política crea el hambre y la política puede detenerla”. Etiopía confirma su observación. Si bien siguen fluyendo los aportes locales e internacionales durante los esfuerzos de ayuda, las inversiones a largo plazo que ha hecho el país son las que han mejorado su resiliencia.

Un aumento de las inversiones agrícolas estratégicas por parte de donantes africanos o de fuentes internacionales podría ayudar a otros países de la región a obtener beneficios similares. El cambio climático está haciendo aún más urgentes tales inversiones, ya que los fenómenos meteorológicos extremos —tanto inundaciones como sequías— son cada vez más comunes en toda el África subsahariana.

Sin embargo, los agricultores pueden tomar de inmediato medidas sencillas y rentables para mitigar las crisis climáticas, incluso al margen del Gobierno. Pueden atenuar los efectos del clima extremo a muy bajo coste mediante el uso de técnicas agrícolas inteligentes tales como semillas resistentes a la sequía, cultivos intercalados, compostaje y diversificación de cultivos.

Los árboles son una de las herramientas más eficaces que tenemos para luchar contra el cambio climático, y también tienen sentido para los pequeños agricultores desde el punto de vista económico. Un agricultor que invierte dos dólares en plántulas puede obtener un beneficio de más de 80 dólares en 10 años, momento en que algunos de los árboles adultos se pueden talar y vender. Durante su crecimiento, los árboles también son beneficiosos para el medio ambiente, al absorber carbono, mejorar la salud del suelo y prevenir la erosión.

Los agricultores que poseen una base de activos dotada de árboles, ganado o efectivo generado por la venta de excedentes de cultivos están en mejores condiciones para resistir las crisis climáticas. Y, como está demostrando actualmente nuestra organización en seis países africanos, mediante capacitación y apoyo financiero los agricultores pueden crear sus bases de recursos. Por este motivo creemos que los gobiernos africanos y los donantes bilaterales deberían ampliar sus inversiones en programas que otorguen a los agricultores los conocimientos necesarios para producir de manera sostenible cultivos a largo plazo, especialmente árboles. Prácticas asequibles como la plantación de cultivos en hileras, el correcto desmalezado y la aplicación de fertilizantes en microdosis además constituyen métodos comprobados para aumentar de forma espectacular la producción de los cultivos.

Dado que se espera que los efectos del cambio climático se agudicen en los próximos años, los pequeños agricultores de África deben prepararse para un futuro más turbulento. Estados Unidos históricamente ha sido el mayor donante del mundo para los programas mundiales de seguridad alimentaria pero, gracias al presidente Donald Trump, el futuro de dicho liderazgo resulta incierto. Si bien las iniciativas globales de seguridad alimentaria cuentan con el apoyo de ambos partidos en el Congreso estadounidense, el presupuesto de ayuda exterior propuesto por la Administración Trump recomienda profundos recortes de fondos para estos programas.

Considerando que Estados Unidos apoya las exenciones, los gobiernos, fundaciones, donantes institucionales y profesionales médicos de África y Europa deben estar preparados para intervenir y ayudar a los agricultores africanos a construir una resiliencia a largo plazo. Invertir en agricultura es la manera más eficiente de mejorar la seguridad alimentaria en África, y al mismo tiempo garantiza que las personas situadas en la primera línea de la lucha contra el cambio climático puedan mantener economías prósperas y entornos sostenibles y saludables.

El África subsahariana solo puede abordar las causas subyacentes del hambre a través de una planificación cuidadosa y siguiendo el ejemplo de países como Etiopía. Si bien la seguridad alimentaria es un problema complejo de resolver, prevenir futuras hambrunas no debería serlo.

Stephanie Hanson es vicepresidenta senior de Políticas y Colaboraciones de One Acre Fund.

Whitney McFerron es escritora y editora de One Acre Fund.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

Copyright: Project Syndicate, 2017. www.project-syndicate.org

Fuente: elpais.com

domingo, 3 de diciembre de 2017

La venta de esclavos en Libia sacude la cumbre de la UE y la Unión Africana.

Los países europeos y africanos acuerdan en Costa de Marfil intensificar la cooperación para erradicar las mafias de personas

Periodista Digital

Las imágenes sobre la venta como esclavos de inmigrantes subsaharianos en Libia han sacudido la cumbre Unión Europea-Unión Africana, que reúne en Abiyán (Costa de Marfil) a casi 110 delegaciones.
Este foro estaba pensado para hablar de la juventud, en un continente donde el 60 por ciento de la población tiene menos de 25 años, y de las oportunidades que deben tener en el futuro.
Pero, como relata Mariano Calleja en 'ABC', el escándalo de la trata de personas en el norte de África ha acaparado la atención de los líderes, pese a no ser un punto oficial del orden del día.
En una reunión en los márgenes de la cumbre «oficial», la ONU, la Unión Europea y la Unión Africana acordaron la creación de un grupo de trabajo para salvar vidas en el Mediterráneo y luchar contra las mafias de inmigración irregular, sobre todo en Libia.
En un comunicado conjunto se señala que el objetivo es «salvar y proteger las vidas de los inmigrantes y refugiados en las rutas de llegada a Europa, acelerar la asistencia a los retornados voluntarios a sus países de origen y reubicar a aquellos que necesiten protección internacional».
A instancias del presidente francés, Emmanuel Macron, los líderes de España, Francia, Alemania, Italia, Libia, Chad y Níger, además de la alta representante de política exterior de la UE y el secretario general de la ONU, se sentaron a la misma mesa para analizar el futuro de Libia y buscar soluciones urgentes, que pasan por acabar con las mafias de trata de personas.
Macron, en una entrevista a medios franceses en Abiyán, apostó por una operación militar y policial para desmantelar las redes de traficantes de inmigrantes en Libia y abogó por reforzar la operación militar contra el yihadismo en el desierto del Sahel, aunque no quiso entrar en detalles. «Hay que actuar, no solo denunciar», advirtió.
Según llegaron al lujoso hotel, en medio de la humildad de Abiyán, donde se celebró la cumbre, los dirigentes políticos se refirieron con preocupación a la situación en Libia. Tenían por delante dos jornadas para demostrar que se puede pasar de las palabras a los hechos y avanzar en las soluciones. La Unión Europea llevó a Costa de Marfil su plan para alcanzar inversiones por valor de 44.000 millones de euros hasta 2020. Un proyecto, inspirado en el «Plan Juncker» para Europa, con el que se pretende mejorar la situación de los países de origen de la inmigración ilegal, su calidad de vida en definitiva, y animar así a sus jóvenes a no emprender el «peligroso viaje» hacia Europa de forma irregular, en busca de una vida mejor.
El futuro de los jóvenes
Las medidas son cada vez más urgentes, en un continente donde la demografía ejerce una fuerte presión, y donde hay países, como Níger, que doblan su población cada 14 años. Ahora mismo la población africana es de 1.200 millones de personas (15 por ciento del total mundial), y se prevé que en 2050 alcance los 2.400 millones (26 por ciento), y en 2100 llegará al 39 por ciento del total del mundo, según estimaciones de Naciones Unidas. En el periodo de 2010-2015, mientras la tasa de fertilidad global fue de 2,51 hijos por mujer, en África fue de 5,1.
El futuro de la juventud, y los flujos migratorios hacia Europa para huir de la pobreza o de las guerras, están unidos. Eso sí, solo el 20 por ciento de las migraciones se dirigen a Europa. La mayor parte de los movimientos son dentro del continente africano. Desde la Unión Africana, se pidió directamente a Europa que invierta en su juventud, para frenar así el éxodo, masivo y a menudo trágico, de un continente a otro.
Nada más llegar a la cumbre, la canciller alemana, Angela Merkel, que se encuentra en plenas negociaciones para intentar formar Gobierno, subrayó la necesidad de acabar con el tráfico de personas y la esclavitud, y planteó como solución la creación de una ruta legal para que los africanos alcancen Europa de forma segura, algo que defendió también el presidente Rajoy. El saludo entre ambos fue tan cordial como siempre.
En la cumbre, los dos oradores principales en la sesión sobre la migración fueron el presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, por parte europea, y el Rey Mohamed VI, por parte africana. En una intervención a puerta cerrada, Rajoy expuso la experiencia española, basada en la cooperación con los países de origen y de tránsito, que ha sido asumida ya por la UE. Rajoy puso como ejemplo de cooperación la relación entre España y Marruecos y subrayó la necesidad de reforzar la lucha contra las mafias para desmantelar su «perverso» negocio. «Son responsables de las recientes imágenes que están en la mente de todos», afirmó, en alusión a la venta de esclavos.
En Abiyán se produjo un hecho insólito, pues fue la primera vez que coincidieron en una cumbre, y además en la misma sala, el Rey de Marruecos y el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, Brahim Ghali.

martes, 14 de noviembre de 2017

¿Por qué está Estados Unidos en guerra en África Occidental?


Eddie Haywood

Entre 2006 y 2010, el despliegue de tropas de las fuerzas especiales estadounidenses en África aumentó en un 300%. De 2010 a 2017, el número de tropas desplegadas aumentó en casi un 2000%, ocupando más de 60 puestos de avanzada encargados de llevar a cabo más de 100 misiones en un momento dado en todo el continente.

Los asesinatos del 4 de octubre de cuatro Boinas Verdes de los Estados Unidos en Níger han expuesto una extraña visión de las operaciones militares estadounidenses de largo alcance en todo el continente africano, que se han llevado a cabo casi en su totalidad en secreto.

Funcionarios del Pentágono dijeron el viernes a los periodistas que la emboscada fue llevada a cabo por un grupo autoradicalizado, supuestamente, afiliado a ISIS. El Pentágono admitió además que al menos 29 patrullas similares a la que fue fatalmente emboscada han sido llevadas a cabo por soldados estadounidenses en Níger.

Según AFRICOM, el comando militar estadounidense con base en Stuttgart, Alemania, las fuerzas especiales estadounidenses desplegadas en Níger tienen la tarea de proporcionar entrenamiento, logística e inteligencia para ayudar al ejército nigerino en la lucha contra militantes afiliados a Al-Qaeda en Malí y Boko Haram en la vecina Nigeria. AFRICOM ha declarado oficialmente que sus fuerzas interactúan con el ejército nigerino en capacidad "asesora, no de combate".

Las circunstancias que rodearon la emboscada que resultó en la muerte de los cuatro Boinas Verdes evidencian que la afirmación de AFRICOM de no participación en combate es una mentira. Los asesinatos ocurrieron durante una patrulla conjunta de soldados estadounidenses de élite y fuerzas nigerinas en una remota región hostil en la frontera con Mali, conocida por las frecuentes incursiones realizadas por militantes islamistas. Unos 800 comandos estadounidenses han sido desplegados en bases en Niamey y Agadez, dejando muy claro el papel ofensivo que el ejército estadounidense está realizando en Níger.

Subrayando el incidente está la configuración de Níger en la ofensiva imperialista de Washington a través de África. Los niveles de expansión de las fuerzas militares de EE. UU. desplegadas en todo el continente han adquirido cada vez más el carácter de un ejército de ocupación. Según el Pentágono, hay un total de 1.000 soldados estadounidenses en las cercanías de la cuenca del lago Chad, que incluye el este de Níger, Chad, el norte de Nigeria y parte de la República Centroafricana. Unos 300 soldados adicionales están estacionados hacia el sur en Camerún.

Después de su establecimiento en 2008 como un comando independiente, AFRICOM ha expandido significativamente la influencia militar estadounidense y el despliegue de tropas en el continente africano. Como medida de la expansión militar deEstados Unidos está la construcción de una base de 100 millones de dólares en Agadez, en Níger central, a partir de la cual la fuerza aérea de los EE. UU. lleva a cabo vuelos regulares de drones de control remoto en toda la región del Sahel.

Aumentando el contingente de fuerzas especiales en la región se encuentra personal militar estacionado en varias docenas de bases y puestos de avanzada, incluida una base estadounidense en Garoua, Camerún.

Las unidades de operaciones especiales en África tienen su origen en 1980, después de que el Pentágono creara el Comando de Operaciones Especiales (SOCOM) para llevar a cabo una incursión en la embajada de Estados Unidos en Teherán, Irán, para rescatar a los rehenes estadounidenses. Con los años, SOCOM ha ampliado ampliamente su alcance, y actualmente tiene fuerzas estacionadas en todos los continentes del mundo.

Compuesto por varias unidades de las fuerzas armadas de los EE. UU., Incluidos Green Berets, Delta Force y Navy Seals, SOCOM lleva a cabo un amplio espectro de operaciones ofensivas que incluyen asesinatos, contraterrorismo, reconocimiento, operaciones psicológicas y entrenamiento de tropas extranjeras. Bajo AFRICOM, estas fuerzas forman un subgrupo de SOCOM designado como Comando de Operaciones Especiales en África (SOCAFRICA).

Entre 2006 y 2010, el despliegue de tropas de las fuerzas especiales estadounidenses en África aumentó un 300%. Sin embargo, de 2010 a 2017, el número de tropas desplegadas creció en casi un 2000%, ocupando más de 60 puestos de avanzada encargados de llevar a cabo más de 100 misiones en un momento dado en todo el continente.

La escala de la expansión militar que comenzó con fuerza bajo la administración Obama es parte de una renovada "lucha por África", compuesta de un impulso de gran codicia para un dominio económico sobre los vastos recursos económicos de África que amenaza con transformar todo el continente en un campo de batalla.

Las raices inmediatas de la emboscada de Níger se remontan a la guerra de 2011 de Estados Unidos y la OTAN en Libia, que resultó en la caida y asesinato del líder de Libia, Muammar Gaddafi.

Bajo la administración de Obama, Washington cultivó y armó varios grupos militantes islamistas con vínculos con Al-Qaeda como una fuerza sustituta para llevar a cabo su objetivo de cambio de régimen. El resultante bombardeo de Estados Unidos y la OTAN dejó a la sociedad libia en ruinas, y los combatientes islamistas se dispersaron por el norte de África y el sur hasta el Sahel.

En 2012, como consecuencia de un golpe respaldado por Estados Unidos y Francia contra el gobierno de Bamako, los rebeldes tuareg en el norte de Malí aprovecharon el caos resultante del golpe para organizar una rebelión. Después de que los militantes tuareg comenzaran a tomar el control de las ciudades y territorio a medida que se internaban en el sur de Malí, Francia con el respaldo de la administración Obama desplegó 4.000 soldados en el país para neutralizar a los rebeldes tuareg, estabilizando finalmente el gobierno que, ella misma, había establecido en Bamako.

Si bien la rebelión tuareg pudo haber sido detenida por la ofensiva francesa respaldada por Estados Unidos, los combatientes islamistas de Libia estaban llegando a Malí, y muchos tomaron las armas contra el gobierno títere respaldado por Occidente. Los combatientes islamistas se unieron en gran medida en un gran grupo, declarando lealtad a Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Las fuerzas militares de Níger y Chad que participaron en la intervención estadounidense / francesa en Malí se han convertido en frecuentes blancos de los militantes islamistas que comenzaron a realizar incursiones transfronterizas y lanzaron ataques contra patrullas y guarniciones.

El ascenso de estas milicias islamistas en guerra que transformaron África Occidental en un campo de batalla es el resultado final de la estrategia de décadas de Washington de cultivar estas fuerzas como un ejército alterno en sus guerras para cambio de régimen, al principio, en Medio Oriente y Afganistán, y posteriormente en África.

Subrayando el despliegue militar de Francia están los intereses económicos franceses que busca proteger no solo a Malí, sino a través de África Occidental, la región que una vez fue parte de su imperio colonial. En Níger, el gigante energético francés Areva ha establecido operaciones mineras que extraen los ricos recursos de uranio del país.

Por su parte, Washington ha alistado la participación de las fuerzas militares de Burkina Faso, Camerún, Nigeria, Níger, Chad y Malí en su campaña por el dominio del Sahel y el África Occidental, con todos estos países con avanzadas o bases estadounidenses.

Un elemento clave de la expansión militar de Washington en la región son los importantes recursos económicos que pretende asegurar para los intereses corporativos estadounidenses. En nombre de estos intereses, y complementario a su operación militar, Washington ha construido una embajada de 300 millones de dólares en Niamey.

Las intervenciones militares de Washington en África deben verse también como un esfuerzo por contrarrestar la creciente influencia económica de China en el continente. En losúltimos años Beijing ha asegurado acuerdos de inversión con gobiernos africanos en casi todos los sectores de la economía de África.

China National Petroleum Company (CNPC) compró el permiso para la extracción de petróleo en la cuenca Agadem de Níger, y CNPC también construyó y opera la refinería Soraz cerca de Zinder, la segunda ciudad más grande de Níger. Los acuerdos de Pekín para la construcción de oleoductos, que se encuentran actualmente en la etapa de desarrollo, atravesando Chad, Níger, Burkina Faso y Camerún han causado una gran preocupación en Washington.



Fuente: Pambazuka


[Fundación Sur]


miércoles, 1 de noviembre de 2017

África en los márgenes de la pobreza.

Moda en las calles de Kibera. El cineasta y fotógrafo Stephen Okoth, conocido como Ondivou'r, aporta vitalidad a la vieja escuela. Imagen del proyecto 'Kibera stories' del fotógrafo Bryan Jaybe. BRYAN JAYBEE

El diario

- El arte que emerge del Sur rompe estereotipos, cuestiona prejuicios y enriquece debates en la sociedad global
- La imagen de África está en manos de los africanos y ya no depende de la mirada occidental para verse representada
- Estos son solo tres ejemplos de artistas con una máxima en común: más luz a la cultura como herramienta transformadora


Para muchos analistas internacionales son simplemente observadores silenciosos. Acoplados urbanitas. Sin embargo, ellos y ellas gritan el lenguaje del arte cada día en las esquinas de capitales como Nairobi, Lusaka, Kinshasa, Durban, Lagos, Dakar, Uagadugú, Lomé, Abidyán, en salas de teatros y exposiciones, en medios de comunicación locales, y necesariamente a través de las redes sociales donde se hacen oír. Otras formas de explicar desde abajo.

Recogen las pequeñas piezas de la vida sembradas en las calles para darles forma y estamparlas en las miradas atónitas de algunos consultores que pasan entre 24 y 72 horas en ciudades desconocidas de las que después tendrán que sacar conclusiones.

Los otros. Ellos. Pero no. No hay tiempo de oxigenar la mirada y observar. Demasiado fugaz. O demasiado humillante el poder ver cómo la realidad de muchos artistas que buscan nuevas formas de mostrar África es, simplemente, en alta definición, a todo color y con respuestas a muchas de las preguntas. No por nada, sino porque se trata de vivir.

En verano del año pasado se publicaba el libro Africa's Media Image in the 21st Century: From the "Heart of Darkness" to "Africa Rising", en el que se revisaba la representación del continente en los medios internacionales a través de 28 ensayos moviendo la discusión académica más allá de las críticas tradicionales del estereotipo periodístico, del afro-pesimismo o de la cobertura de las noticias más oscuras de África. La portada era ya toda una declaración de intenciones: una chica con una cámara fotográfica. Es decir, la imagen de África está en manos de los africanos y ya no depende de la mirada occidental para verse representada.

Boda en el suburbio de Kibera (Nairobi, Kenia), del proyecto 'Kibera stories' del fotógrafo Bryan Jaybe. BRIAN JAYBEE

Sin embargo, las luces de neón alumbraron a mitad de septiembre las portadas de medio mundo. Era un revés. El último informe de la FAO El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo se salía por la tangente para ir al grano e insultar las políticas globales. Hay más pobreza. Hay más hambre. Y África, la peor parada.

Pero el análisis debería compensarse porque esta desigualdad es consentida. El reciente estudio del Banco AfrAsia sobre la riqueza del continente africano subraya que en la actualidad hay 145.000 millonarios viviendo en África, con una riqueza combinada de alrededor de 800.000 millones de dólares. Entonces, algo no cuadra ¿no? El número ha crecido un 19% desde 2006 y para dentro de una década se pronostica un incremento de un 36%.

A esto, por aquello del equilibrio, habría que sumar la pérdida anual de unos 60.000 millones de dólares al año debido a la salida ilícita de minerales por grandes multinacionales o a la evasión de capitales –también de empresas extranjeras– que provoca una sangría económica de entre 30.000 y 60.000 millones de dólares anuales según la Comisión Económica para África de Naciones Unidas(UNECA, por sus siglas en inglés). En resumidas cuentas, que África pierde más dinero por los flujos financieros ilícitos de lo que recibe en ayuda extranjera.

Y en este equilibrio circense, y frente a los reportajes melancólicos de vidas destrozadas por las vetas de la mala suerte y las malas rupturas, hay vidas que ebullen y rebosan; cientos de millones de almas que habitan lejos del blanco y negro, del aburrimiento y la sombra del desamparo que, por nuestra ignorancia, son asumidos por la narrativa única del África de la pobreza.

Los tres ejemplos que se presentan a continuación representan solo la punta del iceberg. Tres africanos. Cada uno con una influencia colonial diferente (inglesa, portuguesa y francesa), pero con identidades múltiples que son deconstruidas y repensadas por trabajos que despejan el camino a una experiencia de comunicación sanadora. La máxima: más luz a la cultura como herramienta transformadora.Bryan Jaybee, el click terapéutico del gueto

Bryan Jaybee Otie es probable que pueda sentir los olores de las calles de los slums (suburbios) de Nairobi bailando en su nariz, en especial de Kibera –considerado uno de los asentamientos chabolistas más grandes de África–. Sentir el aire espeso cargado de fragancias de desagües al aire libre mezclado con humo de patatas fritas, mandazis y chapatis cocinados a pie de carretera.

Pero Otieno, de 24 años, alias Storitellah (cuentacuentos), y conocido en la ciudad por su proyecto Kibera stories, prefiere poner el foco en otro lugar. "La mayoría de los medios occidentales tienen esa mentalidad preconcebida de que nada bueno proviene de África si no es la pobreza, alguien muriendo de hambre en alguna esquina o una guerra civil en curso tratando de desestabilizar un gobierno. Creo que, en el mundo occidental, hay un gran consumo de historias que representan a África como un lugar para la devastación masiva", explica el keniano.

Kibera, a priori, se quedaría en los márgenes de la Nairobi infectada de grúas y anuncios de pisos de nueva construcción, o de la parada obligada de los turistas que se apean en esta frenética capital de África del Este antes de visitar el Masai Mara o el Serengueti. Por eso Bryan explica la importancia de hacer fotos con otra mirada.

Amanecer en Kibera, del proyecto 'Kibera stories' del fotógrafo Bryan Jaybe. BRIAN JAYBE

"Comencé este proyecto fotográfico en 2013 utilizando la cámara de mi móvil. La mayoría de las fotos que veía en Internet no me interesaban porque siempre resaltaban las partes más abyectas y terribles de Kibera: niños sin esperanzas en las calles, un hombre borracho durmiendo en una zanja… una pésima luz. Todo esto era verdad, pero no dejaba de ser solo un fragmento de lo que es típico en todos los barrios marginales a nivel mundial. Y, además, si había una buena foto, entonces era de una ONG con un pie de foto pidiendo donaciones".

Bryan, frente a este guion pesimista ¿cuáles son tus comodines? "Dar alternativas a las narrativas ya preconcebidas del continente, y no aferrarse en los aspectos positivos o negativos, sino reflejar la complejidad". Y entonces, ¿cuál sería tu consejo para un corresponsal que visita África por primera vez? "Le recordaría que el continente no es solo esa mujer que parece hambrienta amamantando a un niño en su regazo. El continente es vasto y hay historias más interesantes aún inexploradas".La transgresión multimedia de Nástio Mosquito

Nacido en Angola, un país con poco más de cuatro décadas de independencia, Nástio Mosquito es un tipo cool, un animal escénico, políglota y crítico con los estereotipos sobre África arraigados en el imaginario occidental.

The Guardian lo ha llamado "la futura estrella del mundo del arte", y lo cierto es que Nástio está en la vanguardia artística mundial, no solo por su genuina exploración en el multimedia, la música y la poesía o por salir de los marcos narrativos habituales, sino sobre todo por ser una voz crítica, sincera, desafiante, ausente de victimismos y capaz de estimular la emancipación espiritual del espectador.

¿Por qué es tan difícil aceptar un África diferente a la que entra por nuestras pantallas a través del cine, los anuncios de fundaciones benéficas o las revistas de viajes? ¿Por qué no podemos concebir a los africanos como sujetos políticos, artísticos o económicos?

La imagen de África ha sido gravada, a menudo de forma excesivamente adherente, a través de clichés racistas, naturalistas y eurocéntricos que fomentan una percepción mayoritariamente equívoca de un continente empobrecido, hambriento, salvaje y con poco desarrollo democrático. Y ahí, parece que nos sentimos cómodos. A sus 35 años de edad, Nástio Mosquito solamente ha conocido un mandatario en Angola –Jose Eduardo dos Santos, que presidió el país durante treinta y ocho años–, hasta hace escasas semanas, cuando fue sustituido por el continuismo del general Joao Lourenço.

Sin embargo, el artista ha crecido y vivido en ciudades muy cosmopolitas, desde Luanda pasando por Lisboa, a urbes chinas, y su mundo, por más extraño que pueda parecerles a algunos no iniciados al pensamiento crítico, no se ha construido entre elefantes, campos de refugiados o fusiles. En cambio, el consumismo global desenfrenado es una de sus mayores preocupaciones.

¿Alguien cree que Mosquito debe ser descrito aún con la etiqueta 'africano' delante de la de 'artista'? ¿O debemos hablar simplemente de un 'artista contemporáneo' de origen angoleño? En pleno siglo XXI, ¿qué significado puede tener el epíteto 'africano' en ninguna descripción si no se concibe ese 'ser africano' como un actor partícipe del sistema mundo?

Sí. Nástio ha confesado en varias ocasiones que su comida preferida es el arroz. Pero no se hagan ilusiones los esencialistas. ¿No es la paella el plato preferido de muchos españoles? Ni rastro, sin embargo, de la supuesta escasez de alimentos que azota África en ninguna de sus obras, expuestas en la Bienal de Venecia (2007), ARCO Madrid (2009), Bienal de Sao Paulo (2010), Bienal de Gwangju (2012), el Tate Modern (2012), Fundación Prada de Milán (2016) o el Museo de Arte Moderno de Nueva York (2016).

No seamos ingenuos. ¿Tendría sentido esperar que los artistas españoles de hoy pinten toreros? ¿A caso la afición taurina es algo que defina a la sociedad española del siglo XXI? ¿Debemos decepcionarnos si no se puede definir un 'arte español' como aquel que pone a un Borbón en el epicentro de su obra? Pues la paella y la monarquía pueden ser tanto objeto del arte de un español como la moamba (plato típico angoleño) o la tiranía del petróleo al de un angoleño. Afortunadamente, Mosquito no es uno de estos artistas.Modupeola Fadugba, una narrativa femenina local

Tampoco lo es la togoleña Modupeola Fadugba, cuyas obras se encuentran entre el nexo de la ciencia y la política. A pesar de haberse graduado en Ingeniería química, Economía y Educación, cursó sus estudios de arte en Inglaterra y actualmente reside en la capital de Nigeria, Abuja, desde donde crea una obra original, fresca y reivindicativa.

Sus pinturas no versan sobre los escandalosos desalojos de asentamientos informales en Lagos o sobre la contaminación causada por las petroleras en el Delta del Níger. Sin embargo, sus dibujos sobre papel quemado rememoran agujeros que son como balas: las marcas y recuerdos de una infancia en la Ruanda post genocidio (1994) que ponen de manifiesto que los contextos en los que se existe determinan el color de fondo y el prisma con el que miramos el mundo.

Fadugba se ha convertido en poco tiempo en un gran nombre del arte contemporáneo emergente, que coincidiendo con Nástio Mosquito, hace converger el cosmopolitismo y la originalidad para postularse como artista glocal fuera de etiquetas estériles. No en vano, ha expuesto en la Cité Internationale des Arts de Paris este 2017, y su exposición "Afriques Capitales" formó parte de la Bienal de Dakar en 2016, donde se galardonó su proyecto "The People’s Algorithm".

Para nada un caso aislado, pues son muchos los talentos que emergen desde diferentes puntos de África para transformar las percepciones globales hacia aspectos que nos afectan a todas y todos por igual, como la pobreza y su desgarro. África formula preguntas y bosqueja respuestas a los que todo el mundo debería acudir.

Mientras en su país natal, Togo, miles de manifestantes protestan desde agosto contra la dinastía Gnassingbé, que gobierna sin escrúpulos desde hace cincuenta años, Fadugba aporta un vocabulario simbólico que incorpora la teoría del juego como forma de resistencia dentro del medio acuático. Aquí, su arte se conforma como vehículo para el activismo y el empoderamiento colectivo a través de personajes femeninos que son sujetos activos emplazados en zonas de recreo o espacios de negociación, donde nadadoras sincronizadas viven entre el riesgo de ahogarse o el de superar marcas.

La salvación del alma o la ambición del poder, también halla su simbolismo a través de bolas rojas que representan la mercantilización del arte. Además, la artista, que en diferentes ocasiones se ha mostrado inspirada por la figura de la expresidenta de Liberia y premio Nobel de la paz, Ellen Johnson-Sirleaf, cuestiona el rol de la mujer en los espacios de poder, ya sea esculpiendo íntimos autorretratos o revelando la fuerza colectiva y las virtudes del trabajo en equipo.

La fricción entre el individuo y la colectividad, así como cualquier dilema concerniente a la sociedad contemporánea, no es ajeno a África. Asimismo, la aportación filosófica que emerge del arte del Sur, tampoco debe serlo a Occidente.

Este artículo es el resultado de una (hermosa) colaboración de ProjecteFAM con Wiriko.

Gemma Solés i Coll / Sebastián Ruiz-Cabrera - Wiriko.orgFuente: http://www.eldiario.es/desalambre/Africa-margenes-pobreza_0_699230543.html

Fuente: rebelion.org


martes, 28 de febrero de 2017

El hambre como limpieza étnica en Sudán del Sur.


Agop Manut, de 11 meses, sufre malnutrición en un centro de Médicos Sin Fronteras en Aweil (Sudán del Sur). ALBERT GONZÁLEZ FARRÁNAFP

La ONU declara la hambruna en el país más joven del mundo, usada contra civiles como arma de guerra

ALBERTO ROJAS 20/02/2017 


Miles de niños, en algún lugar entre la vida y la muerte, luchan en pequeños centros de desnutrición repartidos por toda su geografía atendidos por trabajadores humanitarios cuya existencia está más amenazada que nunca. Al otro lado, señores de la guerra sin escrúpulos y un ejército que no cobra desde hace 10 meses con permiso para saquear, violar y matar como salario. No es una película de terror: es Sudán del Sur.

Ni las sequías ni las plagas ni las inundaciones son tan destructivas como la mano del ser humano. Esta hambruna, oficialmente declarada este lunes en el Estado más joven del mundo, tiene un carácter diferente a las de otras regiones. No sólo porque la produce la guerra y el colapso de la economía del país, que ya sólo existe como líneas en un mapa. En este caso, el ejército está cerrando carreteras y desabasteciendo zonas enteras para que la comida no llegue, es decir, el hambre inducida, una manera muy efectiva de aplicar la limpieza étnica que desangra el país desde el año 2013, cuando se rompió el sueño de una nación unida que le llevó a la independencia en 2011.

En la actualidad hay, según Unicef, Fao y el Programa Mundial de Alimentos, 100.000 personas en alto riesgo de muerte en estados como Unity y un millón más clasificadas al borde del desastre. Se espera que el número total de personas en situación de inseguridad alimentaria aumente a 5,5 millones en el punto álgido de la temporada de carestía en julio, cuando la cosecha se haya agotado, si no se hace nada para frenar la severidad y propagación de la crisis alimentaria. Al tratarse de hambruna inducida, combatirla no sólo depende del despliegue humanitario, sino de la acción del propio Gobierno de Sudán del Sur, más ocupado en combatir a parte de sus propios ciudadanos que en alimentarlos.

Esta hambruna, que no se había declarado antes por motivos políticos (los recursos económicos que se deberían haber liberado estaban centrados en Irak y Siria) es la segunda en lo que va de siglo tras la del Cuerno de África en 2011, la peor en 60 años, con un millón de muertos, la mayoría niños.

La guerra civil entre la facción dinka del presidente Salva Kiir y su ex vicepresidente, Riek Machar, de etnia nuer, ha dejado el país en bancarrota. "Nuestros peores temores se han hecho realidad", afirma Serge Tissot, de la FAO. Nadie sabe cuánta gente ha muerto en el conflicto porque las organizaciones dejaron de contar los muertos en 2015. Millones de personas han huido a Uganda, República Centroafricana, Congo e incluso a Sudán, en el norte, hacia la peligrosa región de Darfur. Cualquier lugar mejor que Sudán del Sur. Todos los días miles de personas abandonan el país por caminos de tierra, acosados por una soldadesca alcoholizada e indisciplinada.

Dos de los principales generales del ejército de Kiir (Henry Oyay Nyago y Khalid Ono Loki) han dimitido por no querer participar en "atrocidades, actos de genocidio y limpieza étnica" contra la población civil. Ambos militares han enviado una carta al presidente indicándole que les resulta imposible "mantener la disciplina". "No podemos continuar manteniendo silencio cuando tú estás asesinando y esclavizando a gente inocente", aseguran. Mientras, crecen las matanzas en lugares como Malakal y Bentiu, en los estados del Norte, o Nimule y Yambio, en el Sur, donde también se han alzado en armas contra el Gobierno los llamados Arrow boys, los chicos flecha, una milicia que se armó con arcos y lanzas ante los secuestros del criminal ugandés Joseph Kony.

Todo esto sucede en medio de las críticas a la fallida intervención de Naciones Unidas en el país y a la advertencia de un "genocidio" como el de Ruanda de 1994 en cuanto acabe la estación seca, porque las lluvias impedirían a la gente moverse por el cierre de carreteras. Es difícil competir con los militares de Sudán del Sur en vileza y corrupción, como demuestra su historia reciente de crímenes y violaciones masivas.

El genocidio alertado por Naciones Unidas puede ser una realidad en lugares en los que no hay Centros de Protección de Civiles, esas microislas creadas y vigiladas por las tropas de Naciones Unidas para evitar una matanza aún mayor. Pero ni llegan a todos sitios ni son del todo seguros en sí mismos. El 17 de enero de 2016 soldados del Gobierno entraron a sangre y fuego en la base de Malakal, donde se esconden 52.000 personas. Hubo unos 60 muertos y medio campo de desplazados ardió en medio del pánico general.

En algunos lugares, como la ciudad de Leer, aún son visibles los llamados "campos de la muerte", multitud de cadáveres de civiles ejecutados junto a los caminos y comidos por los buitres. Según Amnistía Internacional son prisioneros torturados y asesinados dentro de contenedores metálicos, donde se asfixiaron. Después, los militares dejaron los cuerpos a la intemperie y ahí siguen. Una fuente humanitaria que aún permanece en Juba habla de un "ambiente de terror general, con toque de queda y criminalidad en las calles". "Y todo va a peor", concluye.

Fuente: elmundo.es