Cuando se trata de hacer el bien al prójimo, a la sociedad, convivir pacífica y solidariamente con los demás, conscientes de que todos somos hermanos, hijos de un mismo Padre y Creador, que existen límites a la hora de decidir publicar noticias, comentarios o informaciones, cuando se trata de ser cada vez más humanos, no contribuir al conflicto sin faltar a los principios y valores bonarios, se evitaría caer en las siguientes faltas a la ética y a la moral ajena.
El rumor va de boca en boca sin que nadie pueda dar razón de ello: se dice que dijo, se rumorea... Se dice de alguien para que se crea como verdad, pero sin verificar el comentario. El rumor es una información no verificada, basada “en que me lo dijo un amigo, alguien de confianza”: estos dicen ‘cuando el río suena piedras trae’ o ’si lo han dicho por algo será’. O este otro: miente que algo queda. Pero quien escucha un rumor no tiene garantías de que sea cierto.
La intencionalidad es perversa y tendenciosa. Por otro lado, el chisme se refiere a historias sobre personas concretas que rondan en la calumnia. Es un juicio subjetivo y está en la línea de la frase que dice: calumnia que algo queda.
El rumor es la piedra angular de la desinformación. La desinformación es una técnica de información cancerosa. Porque no se trata de no informar, sino de mentir o falsear la verdad. Es una técnica que consiste en proporcionar informaciones erróneas, llevándoles a difundir opiniones que correspondan a las intenciones del desinformador.
Esta técnica tiene como base una información falsa, ofrecida en clave de mentira, y puede darse el caso de que algunos de los datos sean verdaderos, pero ocurre que en este contexto las verdades se dicen con fines desorientadores y engañosos. A veces la mentira puede ser fácilmente descubierta. Pero si esta mentira se viste hábilmente de verdad, se consigue penetrar mejor en el receptor y modificar sus opiniones y puntos de vista en función de los intereses del emisor.
En los rumores se reflejan opiniones, dándoles libre curso, induciendo a sus destinatarios a la creencia de asuntos imposibles de verificar y conocer, es un medio muy apropiado para desmoralizar audiencias y poblaciones enteras. Mediante él se puede perder la credibilidad en las instituciones, en las personas y se produce el efecto de “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Es la ocasión de oro para los oportunistas, que hemos vivido en la Orden Bonaria, como Gavalda, Marco Gravina, y Estefano Cantaluppi, que rápidamente como aves de carroña, se autoproclamaron Grandes Maestres, Presidentes de pseudo-ordenes bonarias, para con ello sacar pingues beneficios.
Al faltar una información objetiva y verídica sobre los hechos, terminan imponiéndose; creando una situación de confusión y desconcierto social, sufriendo esa rumorología en los foros y blogs anónimos, que sirven de pólvora para la tragedia, desembocando en la profanación de Huete, insultos a la Bandera e Institución de la Orden Bonaria, por directivos de la Federación Madrileña de TKD, etc.
Hay un mito muy difundido, es el mito de los expertos. Si hablan los expertos, habrá que escucharles digan lo que digan. Estos comentan sus puntos de vista en los medios de comunicación y creen que todos los demás piensan igual. No importa si es cierto o no, importa la autoridad del que habla. En ocasiones sucede que el rumor descansa en el hecho de que hay una persona que su testimonio es incuestionable, como el famoso experto que decía que el Parlamento Argentino de Religiones, ahora Universal Parlament of Religions, era un conglomerado de sectas.
Otras veces nuestra imaginación perturbada contribuye poderosamente a la deformación de nuestras percepciones de la realidad y supone como real lo que solamente existe en la imaginación. Existe en nosotros una fuerte tendencia a objetivar aquello que vehementemente deseamos. A convertir nuestros deseos más profundos e intensos en realidades. El rumor siempre es una técnica de manipulación. Psicológicamente hablando se dice que la persistencia en repetir una historia es un factor decisivo para su aceptación.
En este momento la pregunta obligada es la siguiente: Los periodistas ¿cuentan las cosas como son o se las inventan? La experiencia demuestra que muchas veces sus presuntas informaciones son meras falacias y otras historias son puras invenciones, hasta que pronto o tarde se descubre el fraude informativo y el engaño.
Son montajes prefabricados para desacreditar a personas e instituciones, en base a documentos falsos redactados en las oficinas de la desesperación, con mucho pegamento, tijera y collage...
La historia del periodismo está plagada de historias de este tipo..
Todo parece indicar que el caldo de cultivo de los rumores son los sentimientos racionalmente descontrolados y la imaginación de emisores irresponsables, y receptores mal preparados para descifrar los mensajes informativos. Esto presupone la aplicación de una idea nefasta para el quehacer informativo inspirada en el dicho maquiavélico: Calumnia y miente, que algo queda.
La auténtica información es incompatible con el decir la verdad difamando, calumniando, robando a los demás su fama y honor. El fin de informar no justifica el atropello de la dignidad de la persona, aunque sea para decir la verdad. Es inmoral, inhumano, perverso, es injusto hacer uso de la calumnia y de las sospechas maliciosas para minar la moral de las personas.
El Príncipe de Septimio-Bathzabbay El Tadmur.-
El rumor va de boca en boca sin que nadie pueda dar razón de ello: se dice que dijo, se rumorea... Se dice de alguien para que se crea como verdad, pero sin verificar el comentario. El rumor es una información no verificada, basada “en que me lo dijo un amigo, alguien de confianza”: estos dicen ‘cuando el río suena piedras trae’ o ’si lo han dicho por algo será’. O este otro: miente que algo queda. Pero quien escucha un rumor no tiene garantías de que sea cierto.
La intencionalidad es perversa y tendenciosa. Por otro lado, el chisme se refiere a historias sobre personas concretas que rondan en la calumnia. Es un juicio subjetivo y está en la línea de la frase que dice: calumnia que algo queda.
El rumor es la piedra angular de la desinformación. La desinformación es una técnica de información cancerosa. Porque no se trata de no informar, sino de mentir o falsear la verdad. Es una técnica que consiste en proporcionar informaciones erróneas, llevándoles a difundir opiniones que correspondan a las intenciones del desinformador.
Esta técnica tiene como base una información falsa, ofrecida en clave de mentira, y puede darse el caso de que algunos de los datos sean verdaderos, pero ocurre que en este contexto las verdades se dicen con fines desorientadores y engañosos. A veces la mentira puede ser fácilmente descubierta. Pero si esta mentira se viste hábilmente de verdad, se consigue penetrar mejor en el receptor y modificar sus opiniones y puntos de vista en función de los intereses del emisor.
En los rumores se reflejan opiniones, dándoles libre curso, induciendo a sus destinatarios a la creencia de asuntos imposibles de verificar y conocer, es un medio muy apropiado para desmoralizar audiencias y poblaciones enteras. Mediante él se puede perder la credibilidad en las instituciones, en las personas y se produce el efecto de “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Es la ocasión de oro para los oportunistas, que hemos vivido en la Orden Bonaria, como Gavalda, Marco Gravina, y Estefano Cantaluppi, que rápidamente como aves de carroña, se autoproclamaron Grandes Maestres, Presidentes de pseudo-ordenes bonarias, para con ello sacar pingues beneficios.
Al faltar una información objetiva y verídica sobre los hechos, terminan imponiéndose; creando una situación de confusión y desconcierto social, sufriendo esa rumorología en los foros y blogs anónimos, que sirven de pólvora para la tragedia, desembocando en la profanación de Huete, insultos a la Bandera e Institución de la Orden Bonaria, por directivos de la Federación Madrileña de TKD, etc.
Hay un mito muy difundido, es el mito de los expertos. Si hablan los expertos, habrá que escucharles digan lo que digan. Estos comentan sus puntos de vista en los medios de comunicación y creen que todos los demás piensan igual. No importa si es cierto o no, importa la autoridad del que habla. En ocasiones sucede que el rumor descansa en el hecho de que hay una persona que su testimonio es incuestionable, como el famoso experto que decía que el Parlamento Argentino de Religiones, ahora Universal Parlament of Religions, era un conglomerado de sectas.
Otras veces nuestra imaginación perturbada contribuye poderosamente a la deformación de nuestras percepciones de la realidad y supone como real lo que solamente existe en la imaginación. Existe en nosotros una fuerte tendencia a objetivar aquello que vehementemente deseamos. A convertir nuestros deseos más profundos e intensos en realidades. El rumor siempre es una técnica de manipulación. Psicológicamente hablando se dice que la persistencia en repetir una historia es un factor decisivo para su aceptación.
En este momento la pregunta obligada es la siguiente: Los periodistas ¿cuentan las cosas como son o se las inventan? La experiencia demuestra que muchas veces sus presuntas informaciones son meras falacias y otras historias son puras invenciones, hasta que pronto o tarde se descubre el fraude informativo y el engaño.
Son montajes prefabricados para desacreditar a personas e instituciones, en base a documentos falsos redactados en las oficinas de la desesperación, con mucho pegamento, tijera y collage...
La historia del periodismo está plagada de historias de este tipo..
Todo parece indicar que el caldo de cultivo de los rumores son los sentimientos racionalmente descontrolados y la imaginación de emisores irresponsables, y receptores mal preparados para descifrar los mensajes informativos. Esto presupone la aplicación de una idea nefasta para el quehacer informativo inspirada en el dicho maquiavélico: Calumnia y miente, que algo queda.
La auténtica información es incompatible con el decir la verdad difamando, calumniando, robando a los demás su fama y honor. El fin de informar no justifica el atropello de la dignidad de la persona, aunque sea para decir la verdad. Es inmoral, inhumano, perverso, es injusto hacer uso de la calumnia y de las sospechas maliciosas para minar la moral de las personas.
El Príncipe de Septimio-Bathzabbay El Tadmur.-
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