Autor Anónimo.
Colombia.
En días pasados un ser querido debió ser internada en una Clínica de la ciudad de Popayán. En medio de las angustias y dolores de una situación como esa, la Vida continúa mostrándonos todo su esplendor.
La institución médica, con la que debimos lidiar, es una evidencia más de esta civilización marcada por la fragmentación, el individualismo y la mercantilización. El “sistema de salud” actual responde a intereses ajenos a la verdadera salud, pero en las personas y en sus relaciones afloran permanentemente señales de vida.
Durante la estadía en la clínica, nos acompañaron infinidad de gestos de profunda solidaridad, respeto y amor. Entre ellos, la presencia de “Chapuleto” y “Fosforito”, dos payasos que desde hace ocho meses forman parte del personal de salud de la institución.
Los vimos transitar por los pasillos de la Clínica, llevando niños a cirugía, jugueteando con sus dos perritos de espuma, saludando cariñosa y graciosamente, enviando besos, y robando sonrisas y sorpresas a todos.
Un día entraron a nuestra habitación y se sentaron junto a la cama donde se encontraba nuestra familiar. Le conversaron con cariño. Le contaron lo que hacían y por qué lo hacían. Dijeron que su principal motivación era aliviar las tristezas y angustias de los enfermos y de sus familiares y regalarles alegría y esperanza. “No es por dinero” afirmó “Fosforito”, quien también contó su vida y sus ilusiones.
Durante ese compartir, “Fosforito” se ocupó de resaltar la belleza interior y exterior de quien yacía en cama. Destacar sus capacidades y valores. Luego “Chapuleto” sacó de su “maletín de doctor” dos juegos de magia que traía preparados, y posteriormente le regaló una flor que frente a nosotros hizo con un globito.
Hasta el último día de internación contamos con la amorosa presencia de estos dos seres humanos maravillosos, quienes saben que sanar es sobretodo acompañar. + (PE/ NotiAlegrémicas).
Fuente: ECUPRES Agencia de Noticias Prensa Ecuménica.
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