jueves, 4 de abril de 2013

Resurrección y liberación.



Enviado a la página web de Redes Cristianas
Diferencias y confluencias
Desde el exordio de la historia hasta nuestros días, el hombre es fiera depredadora para el hombre. Los seres humanos más fuertes devoran a los más débiles, los privilegiados desprecian a los marginados y los enriquecidos explotan a los empobrecidos. A nivel colectivo, las clases altas oprimen a las clases bajas, las razas hegemónicas despellejan a las razas humilladas y los pueblos desarrollados abusan de los pueblos subdesarrollados.

Pero la aspiración del ser humano es vivir dignamente y en armonía con Dios bondadoso, con la comunidad humana y con la diversidad de la naturaleza. Desea lograr la felicidad en la Tierra y alcanzar la gloria en el Cielo.
La liberación histórica la desean los empobrecidos, la resurrección eterna la quieren enriquecidos y empobrecidos. La liberación es temporal, limitada y falible, alcanzándola solamente algunas colectividades humanas; la resurrección es eterna, plena y perfecta, Dios la concede a todas las personas, sean justas o pecadoras. La liberación se da antes de la muerte, la resurrección ocurre después del fallecimiento. En la Tierra, los seres humanos libres o explotados pueden creer en Dios; en el Cielo, los bienaventurados ven a Dios. La liberación requiere trabajo y compromiso humano; mientras que la resurrección es don y gracia divina.
En toda colectividad liberada, surge la corrupción, no dura siempre, es perecedera (ejemplo: el socialismo real); mientras que en la humanidad resucitada, permanece la fraternidad para siempre, es eterna. En la liberación hay avances y retrocesos, hay principio y fin; pero en la resurrección eternamente se avanza. La fraternidad universal de los bienaventurados resucitados, es modelo para la construcción de la solidaridad temporal de los pueblos liberados. La liberación de un pueblo se organiza en un Estado revolucionario, donde surgen ambiciosos que hay que controlar o sancionar; mientras que en la resurrección de los bienaventurados, se vive en el reinado de Dios bondadoso, que se manifiesta en todos y cada uno, siendo imposible la aparición de ambiciosos.
Los pueblos de América Latina aspiran a la liberación. Hay varias naciones que van avanzando revolucionariamente, otros como Honduras, permanecen los empobrecidos, todavía, en una correlación de fuerzas desfavorable para la refundación de un nuevo Estado. La liberación solamente la conseguirán algunos Estados; pero la resurrección, Dios la dará a todas las colectividades humanas.
Muerte y resurrección
La muerte de Jesús es comprobable, es un hecho histórico; la resurrección de Jesús es creíble, es acontecimiento escatológico. La cruz es el fracaso humano-divino más estruendoso; mientras que la resurrección es la victoria más apoteósica divino-humana. Todo se perdió con la muerte de Jesús; pero con la resurrección de Cristo todo se ganó. En la cruz maldita, aparece victorioso el pecado, el sufrimiento y la muerte, al fracasar Jesús histórico; en la resurrección bendita, es derrotado el pecado, el dolor y la muerte; triunfa la virtud, la felicidad y la vida en Cristo resucitado.
Si la muerte es semilla temporal de una nueva humanidad, la resurrección es la planta eterna de una transformada universalidad. Jesús-histórico es el grano de maíz que muere por todos, mientras que Cristo-Dios es el árbol frondoso que da los frutos eternos de la resurrección universal.
A Jesús lo mataron por tratar de liberar a los empobrecidos de la Tierra; también muchos militantes populares y creyentes han sido asesinados por pretender liberar a sus respectivos pueblos. Pero si Cristo asesinado ha resucitado, asimismo resucitaremos todos (salvo los que no quieran) tras nuestra propia muerte. Por tanto, quien no celebra a Jesucristo muerto y resucitado por la salvación universal, ni recuerda a los héroes y mártires por la liberación popular, no los merecen.
Frente al imperio opresor de Roma (y de todos los imperios de la historia), llegó con Jesús el reinado amoroso de Dios en la Tierra y en el Cielo. El imperio romano y la religión corrupta causaron la muerte temporal de Jesús, pero el Reino de Dios lo condujo a la vida eterna; desde entonces, sus discípulos/as forman la Iglesia de los pobres. Si Cristo asesinado ha resucitado, también resucitaremos todos (salvo los que no quieran) tras nuestra propia muerte.
Apariciones del Resucitado
Si a Dios nadie le ha visto jamás en esta historia humana, tampoco vieron ni ven nadie al Resucitado, ni siquiera discípulos/as, ni videntes. La crucifixión de Jesús se dio en la historia, su resurrección en la eternidad. Si el sepulcro particular o la fosa común, quedó vacío de la personalidad humano-divina de Jesucristo, es indiferente que permaneciera o no el cadáver de Jesús sujeto a corrupción.
Si Jesús murió en cuerpo carnal (visible), resucitó con cuerpo espiritual (invisible). Vive de manera nueva. Los apóstoles lo percibieron en la fe; los evangelistas redactaron esas experiencias con imágenes humanas entresacadas de las relaciones de Jesús histórico con sus discípulos/as, para la comprensión de creyentes.
Concluyendo, las múltiples liberaciones históricas simbolizan y anuncian la única resurrección escatológica. ¡Aleluya!

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