Jaume Patuel
Todo nacimiento debiera ir envuelto, arropado, impregnado de confianza, amor, alegría y serenidad para valorar y dar pie o soporte a la dignidad humana. Y así impregnar ese soma-motivante o ese ser nuevo en desarrollo de sentirse amado y digno de vivir.
La confianza amorosa pivota la vida del que va a nacer y nace. Un ego indispensable y totalmente necesario al principio para luego sostenerse y sustentarse no en su identidad transeúnte, sino en su propia mismidad o identidad verdadera.
Si no se vive en la confianza y en el amor, faltará la energía para desear vivir, progresar y relacionarse. El ser humano es fruto de la relación y para la relación. El ser humano aislado o teórico no existe. El ser humano, que es-ser-hablante, es concreto, social y culturalizado. Por lo tanto variado, plural y diferente. Y de profunda hondura.
La vida desde la Vida nos es dada. No se nos consulta. ¿Fruto del amor, de la pasión, de la violación, del deseo, de la ingenuidad, del juego, de la ignorancia o de otras tantas motivaciones? Pero la vida aparece, florece, se extingue. ¿Es eso solo vida o la Vida es todavía más?
El Ser Humano precisa de ese soporte que lo lleva a ser respetado: La dignidad humana.
Esa es la base de esa relación dinámica y que la nueva vida debe sentir y palpar. Un momento de nacer con otro momento de morir.
El soma-motivante, la corporalidad sintiente, energizada de confianza amorosa, crece hacia una realización personal que intrínsecamente es relacional. Debe pasar por etapas diferentes o niveles distintos de vida junto con emergencias espirituales o crisis existenciales o momentos cimales.
En ese caminar si busca, si se esfuerza, explicitará, ya que siempre es, su cualidad humana profunda de calidad que le da certeza de su vivir. Evidente, nunca exenta de sol y nubes, de lluvia y buen tiempo, de tormenta y hermosos horizontes. e incluso terremotos con capas tectónicas removidas o irrupción de volcanes intempestivamente.
Navidad confianzal o de confianza puede ser otra nueva Navidad. Un nuevo horizonte. Un nuevo paradigma. Los momentos turbulentos de la sociedad, de la aldea global piden, exigen una confianza renovada por parte de quienes intentan dirigir, siempre que busquen el bien social o de la comunidad.
Navidad confianzal o amorosa tendría que llevar a ese ser humano confianzal irradiar esa confianza de certeza, pero no de seguridad, a su alrededor, a los de su familia o tribu. La confianza amorosa debería extenderse a los niveles de relaciones sociales. La ciudad o el pueblo o el barrió o la comunidad de propietarios. A la familia. Y de ahí a esa gran aldea que nos globaliza. Una visión global con acción local.
Ciertamente una Navidad confianzal es un gran deseo, pero, tal vez, lejos aún de ser real al ver los movimientos mundiales o los sociales o los locales de explotación por la explotación del ser humano. Todo ello sabido a través de la prensa, los webs. los mass media. Y no falta razones para perder confianza ante ese control a la libertad de expresión, la cual es correcta, adecuada, bien informada. Todo controlado y espiado.
Todo ello nos indica que es todo lo contrario de la confianza amorosa, de una Navidad confianzal. Es la desconfianza total ante una realidad impregnada de venganza, odio, codicia, dominio. De poder sobre todo ser humano para que devenga autómata o robótico.
Pero más duro es palparlo en el caso particular. Se vive la impotencia. Sus límites. Y es entonces cuando se precisa de laNavidad confianzal. De la certeza del vivir junto con sus límites, su impotencia, sus dolores. Una profundidad y al mismo tiempo pisando tierra, siendo realistas. Es entonces cuando se comprende que obras son amores que no buenas razones. El lenguaje de los hechos. No el discurso esquizofrénico o disociado de la realidad pronunciado dogmática o rotundamente, reflejo de la verdad partidista, por la autoridad o dirigente competente. La confianza se vive no en un imaginario, sino en la profundidad de uno mismo, que es más que uno mismo. Primero la realidad, luego la ideología o el discurso. No al revés.
Ese deseo de vivir siempre en confianza amorosa da certeza, pero no seguridad.
La Navidad confianzal pivota en la dignidad humana que siendo consciente de ello se vive con respeto a uno mismo. Por tanto, se respeta a los otros por su propia y misma dignidad.
Y esa Navidad Confianzal deseo sea el nuevo horizonte del existir.
Y recordando unas palabras de Jorge Mario Bergoglio:
No llores por lo que perdiste, lucha por lo que te queda. No llores por lo que ha muerto, lucha por lo que ha nacido en ti. No llores por quien se ha marchado, lucha por quien está contigo. No llores por quien te odia, lucha por quien te quiere. No llores por tu pasado, lucha por tu presente. No llores por tu sufrimiento, lucha por tu felicidad. Con las cosas que a uno le suceden vamos aprendiendo que nada es imposible de solucionar, solo sigue adelante.
TODO DÍA ES UN NUEVO NACER CONFIANZAL
DE LA VIDA EN NUESTRA VIDA
Fuente: ATRIO
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