domingo, 14 de enero de 2018

Crisis civilizatoria, Ambición Climática y “Laudato Si”.


¿Cuál será el mensaje del Papa Francisco luego de dos años de la encíclica del “cuidado de la casa común” o “Laudato Sí” lanzada el 2015 en un contexto de grave crisis climática? ¿Acompañará el Vaticano la lucha de los pueblos indígenas que defienden esta "casa común" que se desmorona ante el avance del extractivismo y la depredación capitalista? El sociólogo Roberto Espinoza nos comparte sus reflexiones sobre tema.

Por Roberto Espinoza*

11 de enero, 2018.- La visita del Papa Francisco (Jorge Bergoglio) a Madre de Dios en Perú será relevante porque producirá el encuentro o aplicación de su encíclica sobre el “Cuidado de la Casa Común” (“Laudato Sí”), en una región destrozada por la deforestación capitalista y donde se despliegan acciones de resistencia y propuesta de los pueblos indígenas amazónicos organizados a nivel local (Federación Nativa del río Madre de Dios y afluentes, FENAMAD), nacional (Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana, AIDESEP) e internacional (Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, COICA).
¿Cuál será el mensaje del Papa Francisco luego de dos años de “Laudato Sí”? ¿Si la catástrofe climática era evidente en el 2015 y la encíclica exigió con fuerza acciones efectivas, ahora qué se anunciará cuando el despeñadero de la tragedia humana y ambiental es mucho mayor? ¿Propondrá algo nuevo a los pueblos indígenas que fueron saludados en dicho documento en su rol de “protagonismo social”? Si el 2015 la encíclica emergió presionando a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) acusada de “ineficaz” para aspirar a un Acuerdo climático de mayor nivel, ¿cuál será el mensaje ahora que el Acuerdo de París demostró que sus metas fueron débiles y su aplicación peor todavía?


Por todo ello, es importante un análisis detallado de dicha encíclica, a la luz de los procesos climáticos actuales y con énfasis en las propuestas de los pueblos y organizaciones indígenas del mundo, y, especialmente, las amazónicas.
A continuación un resumen de dicho análisis, indicando las citas de dicha encíclica y entre paréntesis el número del párrafo respectivo, con subrayados míos sobre frases claves.
1. La lucha indígena y popular reitera que asistimos a la crisis no solo de un “modelo económico” sino de mucho más: la crisis de un paradigma civilizatorio basado en la colonialidad del poder iniciada con el etnocidio del Abya Yala. Esta crisis genera y sustenta la necesidad de un nuevo horizonte de sentido, denominado de “Vida Plena/Buen Vivir”, y por otros como “des-desarrollo”, “bio-economía”, y conceptos similares.
La encíclica se acerca a ese horizonte, aunque sin asumir todas sus implicancias, y el Vaticano tiene el desafío de persistir al respecto. Esto es así, cuando señala que asistimos a una catástrofe ecológica como efecto de la explosión de la civilización industrial (4). Basada en la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta para estrujarlo más allá de sus límites (106).
Destaca que un ser humano desaforado en dominarlo todo terminará dañando la sociedad y el ambiente (224); y que, por lo tanto, el imponer un estilo hegemónico de vida, es tan dañino como alterar los ecosistemas (145). Propone entonces, redefinir el progreso, para que no signifique tecnología y economía que no dejan un mundo mejor (194). Así mismo, propone afrontar la degradación ambiental, atendiendo las causas de la degradación humana (48). Y reclama justicia porque la tierra pertenece también a los que vendrán, y no puede pensarse solo en beneficios individuales (159).
2. La lucha indígena y popular sigue denunciando y enfrentando las agresiones de las operaciones capitalistas extractivistas y desarrollistas, impulsadas por las grandes empresas multinacionales y sus asociados locales, que incluyen a las tecnocracias estatales que han privatizado desde hace mucho tiempo a los Estados amazónicos.
La encíclica señala el calentamiento global potenciado por el combustible fósil y la deforestación para la agricultura (23) y que la pérdida de selvas implica perder recursos para alimentos, medicinas y servicios (32). Denuncia que las multinacionales dejan pasivos ambientales, pueblos sin vida, contaminación (51); la grave inequidad de obtener beneficios haciendo pagar a la humanidad los altos costos de la degradación ambiental (36) y que es indigno insistir en el expolio de la naturaleza solo para ofrecer consumo y rédito inmediato (192). Frente a estas agresiones reclama intervenciones sobre la naturaleza donde no predominen intereses económicos que arrasen las fuentes de vida (54).
3. Los pueblos indígenas afrontan todo el abanico de racismos posibles (sociales, culturales, epistemológicos, ontológicos) especialmente los tecnocráticos e institucionalizados estatalmente. Por lo cual, han demandado siempre no ser considerados solo como “víctimas vulnerables” sino como actores protagónicos del destino de la Amazonía y las sociedades nacionales.
La encíclica confluye con esa demanda y el Vaticano tiene el desafío de persistir en ello. Esto es así cuando se  reitera que somos Tierra, compuestos por elementos del planeta, el aire nos da aliento y el agua vivifica (2); y que el gemido de la hermana tierra, unido al gemido de los abandonados, está clamando otro rumbo (53). Concluye en alentar a los que luchan por proteger la casa que compartimos (13); que las comunidades aborígenes no son simples minorías sino los principales interlocutores, sobre todo en los proyectos que afectan sus espacios, porque son los que mejor los cuidan (146). Resalta que en ellos se genera mayor responsabilidad, especial cuidado y amor a la propia tierra (179); y propone incorporar los derechos de los pueblos y el protagonismo de los actores sociales desde su propia cultura (144).
4.  Las organizaciones indígenas y sociales, exigen mayor acción y ambición climática que sea eficaz en detener la catástrofe ambiental en curso. Exigen a los estados que “negocian” soluciones en el marco de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) y cuyos resultados son lentos y limitados.
La encíclica coincide en ese enfoque y queda el desafío para el Vaticano de redoblar esfuerzos para producir cambios globales sustanciales. Este enfoque se expresa cuando se menciona el fracaso de las cumbres ambientales, sin acuerdos eficaces y significativos (166), que muestran el sometimiento de la política ante las finanzas y tecnología (54) y su objetivo de dominio extremo (108).
La política no debe someterse a la economía, y esta tampoco a la tecnocracia, sino que ambas deben estar al servicio de la vida (189). Así mismo, cuando se insiste en aplicar el principio precautorio, sostiene que los estudios de impacto ambiental deben efectuarse antes de avanzar en los proyectos y no ser ocultados por la corrupción (182,183); y si hay indicios de impacto grave deben detenerse y demostrarse que no lo tendrán (186).

Los pueblos Mapuche y otros más, reiteran la exigencia de una autocrítica y pedido de perdón sobre la responsabilidad histórica del Vaticano y la iglesia Católica (y otras iglesias) en el genocidio Mapuche y de otros pueblos. Esa co-responsabilidad es evidente y nunca será suficiente reconocerla y reiterar la necesidad de correctivos profundos. Paralelo a esto, es importante resaltar la complejidad y contradicciones políticas al interior del Vaticano, y destacar aquellas posturas y contenidos que convergen, confluyen, coinciden y respaldan las luchas de los pueblos amazónicos para detener las agresiones a la naturaleza, a los pueblos y las culturas.
A pesar de sus debilidades, la CMNUCC es el único espacio global y nacional donde se juega el destino de la humanidad y debe acumularse fuerzas para producir cambios sustanciales, empezando desde lo local, nacional para impactar en lo global, y retornar nuevamente a lo local.
En esa dirección, habrá que evaluar el mensaje Papal en la selva de Madre de Dios, en conexión a los avances ya expresados dos años atrás y la lenta y débil reacción de los poderes globales al respecto. La “Ambición Climática” está en el centro de las urgencias, como lo está en el Acuerdo de París (CMNUCC, 2015) y son los pueblos indígenas y movimientos sociales los que traen, construyen y desarrollan esta ambición climática, que incluyen propuestas como las siguientes, y para las cuales se espera el respaldo activo del Vaticano para su implementación:
- Misión de emergencia de la ONU en la Amazonía, para detener el “punto de no retorno” de la crisis socioambiental y convulsión amazónica si se llega al 40 por ciento de deforestación; factores que se agregan a la violencia sobre los pueblos y las enfermedades emergentes (malaria, VIH/SIDA, lepra, dengue, etc.).
- Seguridad Territorial indígena, mediante la titulación de 100 millones de has a comunidades amazónicas. Esto no incluye el recorte de derechos ni el traslape con áreas protegidas, sino, además. la protección de la integridad de los pueblos en aislamiento y contacto inicial. 
- Transición post extractivista. Esto implica detener la deforestación, la depredación y la contaminación ambiental, controlar y erradicar la minería, los monocultivos, las infraestructuras, las represas, la ganadería y otras actividades que dañan los ecosistemas; reorganizar los proyectos de la iniciativa Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) y lograr salvaguardas socioambientales para las inversiones chinas; respaldar la Economía del Bosque en pie, promoviendo la acuicultura, la bioindustria y la agroforestería comunitarias.
- No Criminalización de la libre determinación indígena. Respeto al autogobierno de los pueblos y comunidades indígenas; Consulta y consentimiento previo, como derecho sustancial y no simple procedimiento recortado; Cese de la persecución de los defensores de la Amazonía y sanción a los responsables de asesinatos y represiones.
- Ambición climática en la CMNUCC. Apoyar las acciones indígenas orientadas a cumplir y aumentar las metas nacionales de reducción de emisiones (NDC) para no sobrepasar el promedio de 1.5°C de calentamiento global, mediante la titulación, el manejo y los autogobierno territoriales.
Hace dos años fue importante la encíclica del “cuidado de la casa común”, y hoy, esa casa se está desmoronando. Los pueblos originarios lucharán más fuerte y se espera la respuesta del Vaticano.
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*Roberto Espinoza es sociólogo egresado de la Pontíficia Universidad Católica del Perú con maestria en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Cuenta con una larga trayectoria en el acompañamiento y asesoría de organizaciones indígenas amazónicas nacionales e internacionales como AIDESEP y COICA.

Fuente: Servindi

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