La explotación de recursos naturales en África no es nueva, pero la actual escala de usurpación de tierras agrícolas en las naciones africanas no tiene precedentes, convirtiéndose en la nueva colonización del siglo XXI, en connivencia con los gobiernos locales. La violencia del Estado contra pastores nómadas indígenas de Kenya y civiles nigerianos en regiones ricas en petróleo aumenta al precio de miles de muertos, incluyendo comunidades enteras arrasadas por quemas militares de tierra, mientras la policía incurre en ejecuciones extra judiciales, violaciones, palizas, hurtos, incendios provocados e intimidación.
El “gancho usurpador” de tierra africana: En medio de una severa crisis alimentaria y económica, la tendencia a apoderarse de tierras crece como fenómeno internacional. La expresión “gancho usurpador” (land grab) de la tierra alude la compra o arriendo de extensas zonas agrícolas por parte de naciones más ricas, inseguridad alimentaria de los pueblos e inversión privada de los países desarrollados que aumenta la pobreza local con el cultivo de alimentos de exportación. Desde mediados de 2008 se han reportado aproximadamente 180 transacciones de tierra, mientras las grandes potencias siguen ampliando su control sobre los suelos que producen comida, y los inversionistas se orientan a obtener mayores beneficios en biocombustibles mediante intensivos cultivos de commodities agrícolas.
¿Por qué África?
Porque se estima que ya está utilizado el 90% de la tierra cultivable del mundo. La búsqueda por más tierras se trasladó a los países menos tocados por el desarrollo, y ésos están en África. La apropiación acelerada de tierra africana fue gatillada por la escasez mundial de alimentos que siguió a los extraordinarios aumentos del precio del petróleo en 2008, la escasez de agua cada vez mayor y la insistencia de la Unión Europea en que antes del 2015 el 10% de toda la energía utilizada por el transporte provenga de plantas de biocombustibles. Devlin Kuyek, investigador de Montreal, dijo que la inversión en África ahora fue vista por muchos gobiernos como una nueva estrategia de suministro de alimentos. “Los países ricos no sólo están mirando a África como un lugar rentable para sacar utilidades, sino también como una póliza de seguro. La tierra se ha hecho atractiva por la conjunción de escasez y disturbios por hambre en 28 países durante 2008, el decreciente abastecimiento de agua, el cambio de clima y el enorme crecimiento demográfico. África tiene la mayor parte de la tierra y… barata, en comparación con otros continentes”, dijo.
Una investigación del Observer estima que en los últimos años ya se han adquirido hasta 50 millones de hectáreas de tierra, o está en vías de negociación entre los gobiernos y los inversionistas ricos que trabajan con subvenciones estatales. Por ejemplo, Etiopía es uno de los países más hambrientos del mundo, con más de 13 millones de personas que necesitan ayuda alimentaria, y, paradójicamente, su gobierno está ofreciendo por lo menos tres millones de hectáreas de su tierra más fértil a los países desarrollados, y a algunos de los individuos más ricos del mundo, para producir y exportar alimentación destinada a su propia gente.
La tendencia a apoderarse de África está siendo caracterizada por muchos como la nueva colonización del siglo XXI. Oromia, en Etiopía, es uno de los centros de la voracidad por la tierra africana. Haile Hirpa, presidente de la asociación de estudios de Oromia, en una carta de protesta al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que la India había adquirido un millón de hectáreas, Djibouti 10.000 hectáreas, Arabia Saudita 100.000 hectáreas, y que están haciendo compras de tierras inversores egipcios, surcoreanos, chinos, nigerianos y árabes. “Los saudíes están disfrutando de la cosecha del arroz, mientras la gente de Oromia está muriéndose de hambre artificial, como denunciamos”, dijo.
Liderando el saqueo internacional de negocios agrícolas africanos se encuentran bancos de inversión, fondos de cobertura, comerciantes de materias primas y fondos soberanos que atesoran riqueza, así como fondos de jubilación británicos, y fundaciones e individuos atraídos por obtener algo de la tierra más barata del mundo. Juntos están perjudicando a Sudán, Kenya, Nigeria, Tanzania, Malawi, Etiopía, Congo, Zambia, Uganda, Madagascar, Zimbabwe, Malí, Sierra Leona, Ghana y otras naciones africanas. Solamente Etiopía aprobó 815 proyectos agrícolas extranjeros desde 2007. Cualquier tierra que allí los inversionistas no hayan podido comprar, se está arrendando por aproximadamente un dólar al año la hectárea.
Arabia Saudita, junto con otros estados y emiratos del Oriente Medio, tales como Qatar, Kuwait y Abu Dhabi, probablemente sean los compradores más grandes. En 2008 el gobierno saudita, que era uno de los cultivadores de trigo más grandes del Oriente Medio, anunció que reducirá su producción de cereal nacional en 12% al año para conservar su agua. Destinó 5 mil millones de dólares para financiar préstamos a tarifas preferenciales a las compañías sauditas que quisieran invertir en países con fuerte potencial agrícola.
Lorenzo Cotula, un autor crítico de este control de la tierra e investigador senior del Instituto Internacional para el Ambiente y Desarrollo, fue co-autor de un informe sobre intercambios de tierras africanas con fondos de la ONU. Dijo que mientras se mantuvieran tratos bien estructurados se podría garantizar el empleo, mejores infraestructuras y cosechas, pero advirtió que la nueva situación podría causar graves daños, especialmente si excluye a la gente local de las decisiones sobre asignación de la tierra y si no han sido protegidos sus derechos de tierra. La preocupación de Cotula resulta válida respecto a los derechos humanos de la gente africana que serán afectados. Según Kuyek, el investigador de Montreal, a menudo son vergonzosos los detalles de los acuerdos sobre tierras, negociados generalmente por altos funcionarios del gobierno y a espaldas de los campesinos locales. Y en muchos casos, la tierra que los funcionarios han calificado “in-usable”, realmente fue cultivada siempre por los campesinos locales, de manera tradicional, para proporcionar comida y agua a sus comunidades.
Recientemente, el G-8 prometió 20 mil millones de dólares en ayuda para promover la seguridad alimentaria en África, pero los consejeros de la administración actual, amistosos hacia la biotecnología corporativa, probablemente dirigirán esos fondos a las corporaciones multinacionales que promueven biotecnologías y adquisición de tierra. Estas estrategias han conducido a la extracción adicional del recurso tierra africano y a empobrecer la base real de la seguridad alimentaria, que es la inversión en pequeños campesinos de África.
Petróleo, causa subyacente en los ataques de policía y militares contra civiles en Nigeria y Kenya:
Kenya: Durante 2009 y 2010, el gobierno keniano lanzó una brutal campaña de violencia contra el pueblo indígena samburu, en el norte-central del país. Las fuerzas de policía de Kenia condujeron asaltos armados contra por lo menos diez comunidades de pastores nómadas samburu, en Samburu Este y Distritos Isiolo, cometieron asesinatos extrajudiciales, violaciones, palizas, hurtos, incendios provocados y múltiples formas de intimidación. Tales acciones han provocado sufrimientos entre el pueblo samburu, por muertes, lesiones, terror, dislocación, dificultad económica, pérdida de la propiedad y vulnerabilidad ante la enfermedad y el hambre. Estos crímenes se han denunciado y se ha protestado, pero el gobierno de Kenia no ha tomado ninguna medida para investigar o procesar a los oficiales culpables o a sus superiores. Mientras la policía dice que las operaciones en Isiolo y Samburu fueron realizadas para llevar mayor seguridad a la región, un oficial del ejército de Kenya se arriesgó a filtrar documentos donde se sugiere que esta campaña en curso pretende forzar al pueblo samburu a abandonar su forma de vida pastoral. Otro motivo para la agresión contra los samburu fue sugerido el 12 de octubre, cuando el gobierno keniano anunció haber otorgado un arriendo por 26 millones de dólares para que una empresa china perfore en busca de petróleo a 24 km de Post de Archer, una de las áreas más afectadas por la violencia y las incautaciones de ganado. Éste es el primero de 18 contratos que el gobierno negocia con empresas petroleras chinas.
Nigeria:
El ejército nigeriano ha realizado ataques de helicóptero y cañoneos por tierra, aire y mar en el Delta del Níger, rico en petróleo. Los informes indican que pudieron haber muerto centenares, o posiblemente miles, de civiles nigerianos, a la vez que se reportaron quemas de tierras de pueblos enteros. Se informó que los militares nigerianos realizaron ataques en el Delta del Níger, en un esfuerzo para expulsar a los grupos que viven en la región y llevan décadas protestando contra la explotación ambiental, destrucción y violaciones de los derechos humanos, incluyendo la tortura y ejecución de líderes como Ken Saro-Wiwa y otros ocho activistas nigerianos. Fueron desplazados 30.000 civiles, sin adecuada comida ni agua, y las agencias de ayuda se han borrado de la región.
Por años, los grupos de activistas en el Delta del Níger han abogado por la distribución justa de la riqueza del petróleo entre las comunidades locales de la empobrecida región. Uno de los principales grupos del Delta, el Movimiento por la Emancipación del Delta del Níger, conocido como MEND, declaró una guerra al petróleo y amenazó a todos los buques de la industria internacional que se acerquen a la región. El 80% de la extracción de petróleo de Nigeria está en el Delta del Níger. Las empresas petroleras importantes que operan en el área -Shell y Chevron- han logrado beneficios récords en estos últimos años. Con todo, el Delta del Níger, rico en petróleo, sigue siendo cada vez más pobre, sin escuelas, carente de instalaciones de salud y sin infraestructura básica. La mayoría de los alimentos que consume la región son importados, debido a décadas de contaminación del agua y del suelo por parte de las corporaciones de petróleo y gas que operan en la región. Así, el bloqueo militar significa, en última instancia, el hambre para millares de personas.
Actualización de John Schertow
En los meses posteriores a este informe, las fuerzas de policía kenianas realizaron otros dos completos ataques más contra los pastores nómadas de Samburu, uno de los 7 pueblos indígenas distintos de Kenia. Estos ataques no fueron provocados, como los que ocurrieron en 2009.
Por siglos, los pueblos indígenas han competido entre ellos por los escasos recursos hídricos, para mantener vivo al ganado en tiempos de sequía, para proteger los pastos con que alimentan a sus animales y para ganar el favor de sus comunidades. Pero en los últimos 15 años, los traficantes de armas penetraron estas comunidades, transformando en violencia innecesaria la lucha tradicional de los pueblos indígenas por la supervivencia y la dignidad.
El gobierno ordenó a la policía incautar las armas ilegales y restaurar paz y estabilidad a la región. Sin embargo, una vez que ésta llegó, la policía criminalizó inmediatamente a los Samburu y comenzó a atacar sus pueblos, a robar sus posesiones y a confiscar su ganado.
“La intrusión brutal… [tiene] alterada y desmontada nuestra historia oral. Nunca seremos iguales otra vez”, indicó Michael Lolwerikoi, en una sentida carta en nombre del pueblo samburu al grupo de Supervivencia Cultural (CS, por su sigla en inglés) establecido en EEUU.
En enero de 2010, el CS envió una delegación a investigar pruebas de los ataques. Habían estado recibiendo informes de África desde febrero de 2009. La delegación de investigación no pudo verificar algunos informes, incluyendo aquellos referentes a los militares, pero después de pasar dos semanas en Kenia les quedó clara la razón del “estado de limbo” de los samburu, y en abril de 2010 publicaron el informe sobre los resultados de su trbajo: “Cuando los Policías son los Perpetradores” (When the Police are the Perpetrators).
La reciente visita de la ONG a Kenia desempeñó un papel clave en la terminación de los ataques innecesarios contra el pueblo samburu. Después que el ministro de seguridad interna de Kenia recibiera su informe, ordenaron a la policía detener el uso de la fuerza y conducir pacíficamente la operación de desarme. Desde entonces, el CS dice que no hubo otros ataques a escala masiva contra los samburu.
Sin embargo, todavía hay sitio para que la historia se repita. “Es algo que claramente necesita de la presión internacional, porque la policía continúa disfrutando de impunidad en Kenia”, comentó Paula Palmer, miembro de la delegación de investigación y una de las autoras del informe.
Igualmente existe una necesidad de exposición internacional, y nunca hubo ninguna cobertura importante de estos acontecimientos trágicos. Palmer dijo que han intentado interesar a periodistas del Guardian, del New York Times y de otros medios; pero ningunos ha respondido. “Lo ocurrido durante la violencia post elecciones comenzó a investigarse por la Corte Internacional de Justicia”, añadió
En cuanto a la etnia samburu, están pidiendo que el gobierno la compense por sus granes pérdidas. Y, junto con los borana, rendille, turkana, somalí, meru y pokot, quieren construir una paz duradera en la región con la ayuda de sus Ancianos Tradicionales. Y todos están impacientes por librarse de las armas. “Es algo que todos desean”, dijo Palmer. Para más información y saber qué hacer para ayudar, visitar www.culturalsurvival.org.
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