jueves, 12 de abril de 2012

Las patologías de la democracia (1/2).


Jaume Patuel


Cualquier gobierno es un gobierno limitado por el solo hecho de estar constituido por seres humanos. Es un hecho. Pero un hecho que no se acepta. Y entonces se habla del Estado de Derecho. Un modelo teórico que no existe pero que toma como punto de partida para imponerse, existir y sobre todo legislar sin tener en cuenta la realidad. De esta forma, se pone un ser humano y una sociedad como unos ideales que no existen.



Una postura como esta produce “desequilibrios en los individuos y en las colectividades”. Exigir según un modelo ideal es exigir imposibles. En los individuos se puede controlar, pero en los colectivos dependerá de quién tiene la mayoría, que es cantidad. Si es absoluta, las patologías son más notorias que si hay pactos.

Además, toda esta dinámica se mueve en un contexto de una nueva ideología impuesta: el neoliberalismo, o mejor dicho, un capitalismo salvaje. En esta ideología hay la idolatría a la evaluación, al número. Todo el mundo tiene que ser evaluado numéricamente. La suma tiene el derecho de imponerse ya que se toma como realidad objetiva.

Una evaluación a todo nivel se está imponiendo, menos en el mundo político, como criterio para valorar a la persona que realiza un trabajo. Es decir, la evaluación cuantitativa, pero no la cualitativa. Esta última pide reflexionar, razonar y sobre todo sentirse implicado. Y en este contexto se amplía el uso de poder. Las nuevas tecnologías lo facilitan y mucho, deviniendo un “real abuso”.

En el momento que escribo el artículo, 13 de marzo y martes (superstición?), he escuchado una edición del telediario noche que me ha espeluznado. Discursos delirantes desde la economía, inverosímiles. Todo es número y si se falla en los cálculos, las estimaciones: entonces multas con números. Si no se tiene el dinero para tal día, se pone una multa. Es decir, más dinero porque no hay. ¿Tiene lógica? A otro nivel, quién es incriminado solo tiene dos caminos o prisión o pagar dinero. Quien tiene dinero paga la multa, quien no tiene, a la cárcel. ¿No hay una “tercera salida”? Así, solo se favorece a los ricos.

Por otro lado, el telediario nos habla de la lógica de la guerra del más fuerte. Tanto en el mundo económico especulativo como en las lógicas de las guerras, el abuso de poder, la depredación, el egocentrismo, los intereses de partidos y otras. Todo esto está en el orden del día en nombre de la ley del Estado de Derecho. ¿De cuál Derecho, me pregunto?

Dejando de lado la cuestión de la venganza a través de los números (el dinero) y de la justicia de un Tribunal que pretende ser neutral ideológicamente en nombre de un Estado Ideal: el de derecho que es fruto de la mente humana, la cual es limitada, pero puede idealizar aquello que nunca será real. Además, no se puede recorrer. La palabra del Tribunal deviene divina e irrevocable por la cantidad elevada de manos. Y en este telediario se habla que el gobierno aplica el indulto por encima de la justicia como herramienta normal. Y ¿qué criterios utiliza para aplicarlo? ¿En qué se basa?

En resumen, un discurso de un delirio megalómano, de grandeza y de “divinidad”. Se ha matado a Dios a través de ciertas imágenes. Y se han instaurado otras que se les otorga más poder, como el símbolo del euro, del dólar o del yen. Me pregunto, ¿una tercera guerra mundial con balas mortíferas de “dinero”?

Pero resulta que todo esto no pasa de ser un invento totalmente humano como toda cultura. Este es el nuevo dios o ídolo. Y, ¡cuánta sumisión! Además, de la expoliación impuesta y con ciertos impuestos “justos”, como dice un ministro. En resumen, todo un mundo psicótico.
Siguiendo con las patologías. A nivel psicopático encontramos la ley del embudo: Lo ancho para mí y lo estrecho para ti. Te exijo a partir del modelo ideal que te he impuesto pero yo seguiré otro, el de los intereses personales, colectivos o de partidos o estatales. Y mientras las masas, la colectividad, que proyectan en el líder o en el partido su superyó, no hacen más que obedecer, acatar y sobre todo no pensar. La capacidad crítica es uno de los síntomas graves, que según el líder es preciso atacar, disminuir o medicalizar sino distorsionaría la perversidad del fuerte o del poder. Y ello vale tanto para el poder político, como económico, como religioso. Las ideologías a veces devienen en un mecanismo de defensa de intelectualización para vivir de forma esquizofrénica a nivel tanto colectivo como individual. Se convierte por tanto en una ideología tan lejana de la realidad que el grupo o el colectivo no debe tomar consciencia del engaño, por lo que la masa sometida y sumisa debe dejar de pensar.

¿Qué está pasando? El miedo, la inseguridad ante los cambios profundos a todo nivel, tanto para los que están arriba como los de abajo, generan angustia. Las defensas son más primitivas o regresivas. Atacar, reprimir, negar o proyectar, entre otras. Una posición totalmente paranoica y escindida en relación a la realidad que se vive. Es preciso entonces, que aparezcan personas o intelectuales de la verdadera izquierda que sean voz profética, de crítica constructiva y de cambio. Lamentablemente los medios tecnológicos de control están al orden día. La represión intelectual queda reflejada en el control sobre la prensa escrita y no digamos en las pequeñas pantallas.

(continuará)

Fuente: ATRIO

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