domingo, 1 de julio de 2012

Francisco Asensi: ¿Cómo se puede predicar la pobreza desde la inmensidad de riqueza y poder del Vaticano?


“La Iglesia como institución encarna todos los defectos que criticó Jesús en la religión de su pueblo”
José Manuel Vidal, RD, 28 de junio de 2012 a las 08:10

Juan Pablo II y Benedicto XVI, que no son tontos, han visto que por la línea del Vaticano II se acababa la Iglesia institución

(José Manuel Vidal)- Francisco Asensi es un novelista consagrado especializado en novelas, muchas de ellas de temática religiosa. Hoy nos presenta Sangre (ADGN), que aborda temas de suma actualidad: desde las intrigas del Vaticano hasta misterios más cercanos a nosotros como el Opus Dei o la sangre de San Pantaleón del convento de la Encarnación de Madrid.

¿Sobre qué trata la novela “Sangre”?

Yo creo que el subtítulo que le han dado a la versión alemana la define muy bien: “El sagrado experimento del Opus Dei”.

¿Cuál es la tesis central de la obra?

Precisamente, es el experimento que hacen los del Opus Dei sobre Jesucristo. No me puedo explicitar mucho para no descubrir la novela.

¿Pero usted considera que el Opus Dei es un experimento eclesial o religioso?

Ellos quieren hacer un experimento sobre la doctrina de Jesús. Y, en el caso del libro, sobre la misma persona de Jesús. Un experimento que hasta el momento no se había hecho, que causa una expectación enorme por lo que podría significar.

La novela es policial y de intriga, pero, ¿hay sangre?

Exactamente. Hay sangre en muchos sentidos. Porque hay muertos, y por el experimento que van a hacer. Y desde luego que la razón de verter estas cuestiones religiosas en una novela es porque creo que es un modo mucho más fácil de leer, de distraerse y pasarlo bien; y al mismo tiempo para detenerse y reflexionar sobre las cuestiones que se plantean. Tanto el creyente como el no creyente.

¿Son temas que interesan?

Yo creo que sí. Nos tiene que interesar porque, queramos o no, la Iglesia es un peso específico en Occidente.

Muchos tenemos una educación cristiana que hemos mamado de nuestras familias.

Claro. Ésa es nuestra cultura. Y lo interesante, a mi modo de ver, es reflexionar sobre hasta qué punto esa cultura que hemos vivido es cristiana, o es una ideologización que nos ha dado la Iglesia. También es importante plantearse si esta Iglesia es la de Jesús, o no tiene nada que ver con él.

¿Y usted qué piensa? ¿La Iglesia actual es la Iglesia de los Evangelios de Jesús?

Rotundamente no. No tiene nada que ver.

¿Por qué?

Pues, porque si cogemos los Evangelios y vamos cotejando lo que predica Jesús con lo que predica la Iglesia, no se parecen en absoluto. ¿Cómo desde la inmensidad deriqueza y de poder del Vaticano se puede predicar la pobreza? ¿Cómo podemos hablar desde allí de la Iglesia de los pobres? ¿Cómo, desde el punto de vista de esa autoridad tan omnímoda que detentan el Papa y los obispos, podemos hablar del Pueblo de Dios? Es todo contradictorio. Y la prueba está en que, en el momento en que la Iglesia quiso, con Juan XXIII, plantearse una reflexión sobre sí misma, duró muy poco. Porque, de haber seguido reflexionando en esa línea del Concilio, el tinglado se hubiese venido a tierra.

¿O sea que usted cree que el aggiornamento del Vaticano II se ha venido abajo, se ha traicionado, o se ha quedad a medias?

Totalmente. Juan Pablo II y Benedicto XVI, que no son tontos, han visto que por esa línea se acababa con la Iglesia institución (no con el Evangelio ni con el mensaje cristiano). De tal manera que yo creo que los teólogos de hoy, lo que están haciendo de una manera suave (otros más agresiva) es desmontar todo ese tinglado. Es decir, los teólogos de todos los tiempos montaron esta Iglesia, y ahora intentan desmontarla. De ahí el interés de los últimos papas de la Santa Sede de descabezar toda la Teología de la Liberación, que está más cerca del Evangelio que de la ideología eclesial.

¿Pero toda esta corriente (la Iglesia de base, las parroquias, la gente que se entrega a los demás…) es tan Iglesia como el Vaticano? ¿Pueden compatibilizarse esas dos caras de la institución?

Yo creo que no. Una cosa es la Iglesia oficial, de los obispos, y otra cosa es la Iglesia carismática de las comunidades de base. Una Iglesia es la que sigue al Evangelio y que no tiene más orientación que el Evangelio, y otra es la que ha creado el poder como lo definía Tertuliano.

¿O sea que el gran pecado de la Iglesia jerárquica es el poder?

Totalmente. Y el poder está reñido de manera consustancial con el Evangelio. El Evangelio es la condena del poder, del poder religioso sobre todo.

¿Eso es lo que se está escenificando en estos momentos, a su juicio, con todo el escándalo de las filtraciones?

A mí lo que me llama la atención de las filtraciones es que nadie habla del Evangelio. Se han olvidado de Jesús. ¿Qué pensaba él, qué diría si hoy se encarnase, si estuviese aquí?

¿Usted qué cree?

Seguramente diría lo mismo que dijo hablando del templo de su tiempo: “Es una cueva de ladrones”. O raza de víboras. Suena muy fuerte, pero a mí me parece que nuestra manera de leer el Evangelio está ya tan condicionada por esa cultura cristiana que hemos dicho, que nos resulta impensable que Jesús pudiera decir de sus jerarcas, del Vaticano concretamente, que es una escuela de ladrones. Hoy es impensable que Jesús pudiese decir: “De esta Iglesia no quedará piedra sobre piedra”, pero lo dijo sobre la religión judía, cuando él era judío.

¿Se ha traicionado entonces radicalmente el espíritu de Jesús?

Como institución sí. Los santos padres de la Iglesia siempre han dicho que la Iglesia es santa y prostituta. Juan Pablo II decía que no, que son los hombres los que son pecadores. Yo lo diría de otra manera: la Iglesia es una institución per sé perversa, que tiene buenos hombres. No al revés (ella santa y los hombres pecadores). No. La institución como tal es mala, como es malo el poder (porque hay que distinguir entre poder y autoridad).
La Iglesia como institución encarna todos los defectos que criticó Jesús en la religión de su pueblo.

Y sin embargo, ese poder encarnado en el Papa sigue teniendo autoridad moral e influencia planetaria.

Sí. Sin embargo, esto también contrasta con lo que Jesús pensó que era su mensaje y los que le seguían. Él dijo: “Vosotros sois la luz del mundo, pero sois a penas una cerilla encendida, sois la levadura, sois un poquito de sal….”. Y la sal, la levadura y la luz ahora son un poder enorme. Jesús no creo que tuviese intención en absoluto de crear una Iglesia, sino un movimiento. Un movimiento de buena personas. Él no intentó crear una religión más.

Pero hay quien dice que para salvar la libertad de ese movimiento se necesitan estructuras humanas. No somos ángeles, necesitamos mediaciones. En ese sentido, ¿no se necesita un Estado para que el Vaticano sea libre de todos los poderes?

Ésa posiblemente sea la trampa en la que cae el mismo Vaticano. Me ha llamado la atención, entre esos documentos que han aparecido, un informe que presenta a Tedeschi (el ex banquero del Papa) como el poder económico del Vaticano. Y presenta este poder como una de las columnas que sostiene a la Iglesia. ¡Yo creía que eran la fe y el Evangelio! Pero resulta que lo que está sosteniendo a la Iglesia es la economía.
Y la misma Iglesia hace una reflexión de futuro, porque sabe que Occidente, que es quien la sustentaba, va hacia una economía más débil, y los cristianos encima son ahora menos creyentes.

¿Creen que tienen un flanco desguarnecido?

Exactamente. Sin embargo, los países que no son cristianos tienen la economía más saneada y no creen en nada. En el fondo, yo creo que la Iglesia no ha tenido nunca fe en sí misma, en su mensaje. Cuando Juan XXIII convocó el Concilio le criticaron porque “estaba echando tierra a su propio tejado”. Pero, si yo creo en el mensaje del Evangelio, tengo que seguirlo caiga quien caiga.

Pero, si ese intento de cambio fue posible en aquella época, ¿no podríamos esperar algo parecido con otro Papa, en otra situación?

Cada vez lo veo más difícil. Juan Pablo II se dedicó a desmontarlo, y no digamos Benedicto XVI. Del Concilio Vaticano II no queda absolutamente nada. Las iglesia de base, la teología de la liberación… todo eso es positivo, pero está al margen de la jerarquía. Hay una confusión que me parece que Rouco Varela explota bien, y es identificar a Cáritas con la jerarquía. ¿Cáritas es Rouco Varela, o es el pueblo que continúa creyendo en el Evangelio de Jesús? Ése no es el Jesús que predica Rouco Varela, si es que predica alguno. Por eso decía antes que lo que la Iglesia predica es una ideología. Todos citan las cartas de Benedicto XVI, pero, ¿quién lee los evangelios? Ya no se predica el Evangelio, sino lo que dice Benedicto XVI.

¿No leen los obispos el Evangelio cada domingo, y hacen su homilía sobre él?

Sí, pero eso es manipulación del Evangelio.

Ettore Gotti Tedeschi, del que hablaba antes, es muy cercano al Opus Dei.

Bueno, siempre ha habido mucho secretismo. No se sabe quién pertenece a qué.

¿Su novela es un alegato contra el Opus Dei?

No. Yo no voy contra nadie. Sólo quiero reivindicar el Evangelio de Jesús, que está siendo maltratado por los mismos que tenían que ser sus defensores: la Iglesia oficial.

¿Y por qué ha escogido para su novela a un sector de la Iglesia, que es esta organización?

Porque creo que es bastante representativa de la manipulación del Evangelio.

¿Y de la búsqueda del poder por el poder?

Sí, a cualquier precio. Lo que posiblemente me motivó a escribir este libro fue el testimonio de María del Carmen Tapia, una ex numeraria del Opus Dei que escribió algún libro sobre su experiencia. Ella estuvo muy metida en los primeros años de la Obra, y aseguró que hoy en día los esfuerzos e intereses del Opus Dei no son el apostolado, ni mucho menos el apostolado con los pobres, ni los problemas serios de la humanidad en general: “Su objetivo es manejar todos los instrumentos a su alcance del poder político, religioso y económico”, dice textualmente. Eso es el Opus.
A este respecto, quiero hacer constancia de que mi novela, que habla del Opus (de los que están dentro y de los que están fuera) está muy inspirada en sus propios testimonios. Hay una página web que es opuslibros.com donde hablan los “ex” del Opus.

¿Calificaría al Opus Dei como una secta?

No lo califico yo, sino Alberto Moncada (un sociólogo que también perteneció a la Obra). Si yo hablo de secta es porque otros, con mayor autoridad que yo, ya lo han dicho.

Su libro está excelentemente documentado. ¿Tiene usted mucha información actual sobre la Obra? ¿Sigue teniendo tanto poder político y religioso como se dice?

Bueno, yo no sabría calibrar eso exactamente, pero seguro que lo tiene. Sobre todo, dentro de la Iglesia. El Vaticano en estos momentos se apoya en las fuerzas del Opus, los Legionarios de Cristo, Comunión y Liberación y “los kikos” de Argüello.
A mí me parece que los kikos tienen más futuro del que los vaticanistas les dan, porque son una masa. Tiene los seminarios llenos. Ellos serán los misioneros que irán por ahí a ver si levantan el cristianismo. O, más que el cristianismo, la Iglesia. La Iglesia jerárquica.

¿O sea que ese cristianismo de los movimientos es el que, a su juicio, tiene futuro?

Bueno, de momento es el que llena todas las plazas.

¿Y el cristianismo de las comunidades de base, en cambio, está de capa caída?

Pero es que nunca podrá llegar a tener el poder. Jesucristo ya lo dijo: “Vosotros sois una pequeña semilla. Sois los que fermentaréis, pero nunca por número”. El verdadero cristianismo no tiene por qué etiquetarse. También los demonios creen.
La verdadera religión, como dice Santiago en su carta, es visitar a las viudas y acordarse de los huérfanos. ¿Cómo puedes decir que crees en Dios, a quien nunca has visto, si al hermano que tienes ahí no le haces caso? La lección no es escalar poder, buscar las universidades y los ministerios como hace el Opus, codearse con la CIA como Juan Pablo II, dominarlo todo. No. Jesucristo condenó precisamente todo eso.

Pero, ¿no podrían también las élites entrar por ese camino de salvación y fraternidad?

Efectivamente, siempre que no renunciasen al Evangelio o lo perjudicasen.

¿Las élites se dejan evangelizar? ¿Podrían convertirse?

Lo que cambia es la propia convicción del que es cristiano. ¿Quién va a Roma para ser santo? ¡Desde casa podía serlo! Van a Roma a escalar.

Pero todos los obispos dicen que se hacen obispos para servir al Pueblo de Dios.

Ahí está la equivocación. En el Jueves Santo Jesús se arrodilló y se hizo esclavo de todos. Los obispos no sirven al Pueblo de Dios: se han puesto delante y encima. Y a Jesucristo lo han hecho Dios para echarlo bien lejos y que no moleste.

¿No hay esperanza de que la Iglesia pueda cambiar y ser más evangélica?

Yo no creo en eso. Cuando hablan de un Vaticano III estamos hablando de la institución, y la institución es perversa en sí. Es Jesucristo condenando al templo. No hay salvación para la religión como dominación. La religión (que no la religiosidad) es un poder, y todo poder es malo. Porque se utiliza a Dios. Un ejemplo es la infalibilidad: no pienses por tu cuenta, que yo te diré lo que me dice Dios. Eso es crear una antropología deficiente, una cabeza que sólo sirva para peinarse el pelo (si lo tengo). Te dicen que para pensar ya están ellos. Mientras que los evangelios de la Iglesia primitiva decían que Dios es eterno silencio. Si Dios no ha hablado nunca, ¿cómo hablas tú en nombre de Dios? Cada quien tiene que escuchar a Dios en su conciencia, sin interpretación de otro.

Pero eso sería tanto como acabar con la actual estructura eclesiástica.

Eso es. Con la estructura nunca se podrá terminar, pero yo creo que cuando Jesucristo criticó tanto la religión de su pueblo, lo que vino a decir fue eso: que el Reino está dentro de cada uno, y es ahí donde hay que buscar. En cambio, lo que dice la estructura es “haced lo que ellos dicen, pero no lo que ellos hacen”. Al igual que tenemos las Bienaventuranzas, tenemos las maldiciones de Jesús hacia los sumos sacerdotes. Eso pasó entonces, pero sigue pasando hoy y pasará mañana. Si todo poder es malo, el poder religioso es todavía peor, porque te mete el miedo y la coacción en tu propia conciencia. Te controla desde dentro.

¿Eso es lo que está dando lugar a la situación que usted llama la “apostasía silenciosa” de los muchos católicos que se van hacia la indiferencia?

Claro. Pero que se vayan de la Iglesia no quiere decir que dejen de ser cristianos. Posiblemente porque se creen cristianos tienen que renunciar a esa pertenencia a una Iglesia que no cree en Dios y que lo que quiere es dominar el mundo, y quitarnos la alegría y la libertad que Jesús nos dio. Una Iglesia que a través de los tiempos nos ha metido en la cabeza la angustia y el pecado.

¿En esa dinámica se inscriben las condenas eclesiales tan rotundas de la homosexualidad, como el caso de Monseñor Reig?

Claro. El Evangelio es un mensaje de comprensión y de amor. “Ama y haz lo que quieras”. No hay mayor ley que ésa. ¿Cómo, desde esa perspectiva el señor Reig puede condenar a las personas? Moisés dijo que a la adúltera hay que apedrearla pero, ¿qué hizo Jesús? ¡Jesús desautorizó a Moisés! Lo mismo con el sábado: “El hombre no está hecho para el sábado, sino el sábado para el hombre”. Esto, que parece una frase vulgar, sin mayor trascendencia, se estaba cargando todo lo que es la Biblia. Porque al séptimo día Dios descansó. Eso es un dogma enorme del judaísmo. Y Jesús se lo carga. Por eso lo mataron, claro. Posiblemente no se cargó sólo la religión de su pueblo, sino toda religión, todo poder. Porque cuando él habla de su movimiento pone la parábola del samaritano. Y lo curioso es que pase un levita, que es representación de una clase eclesiástica, y sin embargo sea un samaritano, un ateo, quien se acerca al prójimo. Ése es el mensaje que predica Jesús.

¿La gente española confía hoy en día en la Iglesia? ¿Tiene buena imagen, o ha perdido su autoridad moral?

Sí, la ha perdido. La gente no confía ya en la Iglesia. La auctoritas es incompatible con el poder. La autoridad moral es ponerme a ti mismo como ejemplo haciendo lo que predicas. ¿Cómo dice el señor Rouco Varela que si la Iglesia tiene que pagar el IBI a lo mejor Cáritas se resiente? Desde un punto de vista cristiano, eso no se pude ni plantear. La Iglesia tendría que haber sido la que, ante estas circunstancias, hubiera vendido sus casas para dar de comer a los pobres.
Ya en el Concilio de Nicea se vio la intención de separar el mensaje del Evangelio (Jesús hombre) del Jesús Dios. Se hizo Dios al hombre para ponerlo bien lejos y hablar en su nombre. El Jesús samaritano no interesa.

Pero ese Jesús samaritano sigue llamando la atención. ¿No puede seguir conectando con las aspiraciones y las esperanzas de la gente de hoy?

Gracias a Dios, tenemos la Teología de la Liberación, que es la Iglesia de los pobres. Díaz Alegría, que en paz descanse, dijo “Jesucristo sólo está en los pobres, y en ninguna parte más”. Criticó que estamos en una Iglesia de ritos y ceremonias. Que las monjas se callen, obedezcan, y se dediquen a los pobres y a la oración. Se ha perdido el mensaje del samaritano. La jerarquía nos atemoriza. Y en cambio, Jesús vino a curar a los enfermos, a dar de comer a los hambrientos, y a predicar la alegría y el gozo.
Esas luchas intestinas por el poder que vemos ahora en el Vaticano estaban ya en los Evangelios. Cuando la madre de los Zebedeos le pregunta a Jesús si sus hijos se pueden sentar uno a su derecha y otro a su izquierda, es que no ha entendido nada.

Algunos titulares
Debemos reflexionar sobre hasta qué punto nuestra cultura es cristiana, o es una ideologización que nos ha dado la Iglesia
Debemos plantearnos si esta Iglesia es la de Jesús, o no tiene nada que ver con él
Si cogemos los Evangelios y vamos cotejando lo que predica Jesús con lo que predica la Iglesia, no se parecen en absoluto
¿Cómo desde la inmensidad de riqueza y de poder del Vaticano se puede predicar la pobreza?
¿Cómo, desde el punto de vista de esa autoridad tan omnímoda que detentan el Papa y los obispos, podemos hablar del Pueblo de Dios?
Juan Pablo II y Benedicto XVI, que no son tontos, han visto que por la línea del Vaticano II se acababa la Iglesia institución
El poder está reñido de manera consustancial con el Evangelio
La Iglesia es una institución per sé perversa
La Iglesia como institución encarna todos los defectos que criticó Jesús en la religión de su pueblo
Jesús no tuvo intención en absoluto de crear una Iglesia, sino un movimiento de buenas personas
En el fondo, yo creo que la Iglesia no ha tenido nunca fe en sí misma, en su mensaje
Rouco Varela explota muy bien la confusión que identifica a Cáritas con la jerarquía
Ya no se predica el Evangelio, sino lo que dice Benedicto XVI
El Evangelio de Jesús está siendo maltratado por los mismos que tenían que ser sus defensores: la Iglesia oficial
El verdadero cristianismo no tiene por qué etiquetarse
¿Cómo puedes decir que crees en Dios, a quien nunca has visto, si al hermano que tienes ahí no le haces caso?
Los obispos no sirven al Pueblo de Dios: se han puesto delante y encima
A Jesucristo lo han hecho Dios para echarlo bien lejos y que no moleste
No hay salvación para la religión como dominación
Si Dios no ha hablado nunca, ¿cómo hablas tú en nombre de Dios?
Al igual que tenemos las Bienaventuranzas, tenemos las maldiciones de Jesús hacia los sumos sacerdotes
Si todo poder es malo, el poder religioso es todavía peor, porque te mete el miedo y la coacción en tu propia conciencia
¿Cómo dice el señor Rouco Varela que si la Iglesia tiene que pagar el IBI a lo mejor Cáritas se resiente? Desde un punto de vista cristiano, eso no se pude ni plantear
Se hizo Dios al hombre para ponerlo bien lejos y hablar en su nombre
Gracias a Dios, tenemos la Teología de la Liberación

——–


Para ver y oír a Paco Asensi: Vídeo de la entrevista.

Para comprar la novela, pinche aquí

Fuente: ATRIO

No hay comentarios:

Publicar un comentario