Probablemente sea una de las imágenes del año, al menos lo es en las redes sociales. A Randy Atkins, fotógrafo profesional, le faltaron manos para coger su cámara cuando el doctor Sawyer exclamó: “¡Hey, está agarrando mi dedo!”. La excepcional escena se producía el pasado mes de octubre en los EEUU, en la salda de partos donde el citado médico practicaba una cesárea a la esposa de Atkins.
A mí, que acabo de descubrirla en un medio local que la publicaba ayer, me parece una poderosa e inspiradora metáfora: la imagen misma de la esperanza y de la fe cristiana.
Esa fe pequeña, que se agarra con fuerza a la mano fuerte y experta de Dios, ante el alumbramiento a una situación nueva y desconocida, ante la que nos invaden sentimientos de ilusión, pero también de temor.
Esa manita que aprieta se asemeja, de algún modo, a aquel agarrón reflejo del humano corazón que se resiste a los cambios y pregunta: “Espera, Señor, ¿qué estás haciendo?”. Como intentando frenar los acontecimientos que nos producen inquietud.
En sentido inverso, también se parece al impulso valiente que, inspirado por una fe naciente (o aquello que llamamos, “primer amor”), parece decirle a Dios, como el profeta: “Heme aquí, cuenta conmigo” [1].
Unos y otros sentimientos son los que nos acompañan ante lo nuevo y lo desconocido, por ejemplo, que nos deparará este nuevo año 2013 que acabamos de comenzar.
Y en ese sentido, esta espectacular fotografía me parece una ilustración preciosa de esa fe, pequeña (“como un grano de mostaza”, la describe el evangelio), valiente o asustada, con la que nos agarramos al Señor para avanzar, “olvidando lo que queda atrás y lanzándonos hacia delante, a por la meta…”. [2]
Pero, una segunda lectura de esta imagen, me ha resultado tanto o más conmovedora, si cabe. Quizás, por mi condición de “creyente viejo” y ministro “veterano” del evangelio.
Esa segunda mirada a la fotografía me sitúa en la piel del Dr. Sawyer…
Por un momento, imagino a este profesional cansado y agobiado por problemas personales o profesionales (¿tal vez por recortes en el presupuesto sanitario y ante la amenaza de un ERE?[3]), haciendo de forma monótona y rutinariaun trabajo, sin duda extraordinario… Hasta que, de pronto, inesperadamente… ¡la vida le sorprende!, emergiendo ante sus adormilados ojos con toda la fuerza, la pasión, el amor y la inocencia de un niño… O sea, de la vida en su máxima pureza…
Imagino esos ojos profesionales, humedecidos (como los míos, mientras escribo estas líneas), con lágrimas de emoción que, cual sanador colirio, renuevan su visión sobre sí mismo, sobre sus circunstancias y sobre su hermosa –diríamos, sagrada- vocación profesional, más allá de rutinas cotidianas y miserias temporales que, con tanta frecuencia, nos hacen perder de vista lo importante…¡lo que de verdad vale la pena!
Me imagino a ese médico sonriendo y pensando para sí mismo: “¿Tú te agarras de mi, pequeño? ¡Soy yo quien debe agarrarse a ti!”.
Autor: Jorge Fernández
[3] ERE: Expediente de Regulación de Empleo
© 2013. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.
Fuente: Lupa Protestante
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