lunes, 28 de abril de 2014

Una jornada histórica para el Vaticano y para la Iglesia.


Entre 800.000 y un millón de fieles homenajean a Juan Pablo II y Juan XXIII

El abrazo entre Francisco y Ratzinger, el momento más emotivo de una ceremonia intensa

Redacción, 27 de abril de 2014.

Miles de jóvenes de Polonia, donde se celebrará la próxima Jornada Mundial de la Juventud en 2016, pero también de España, Alemania, de Brasil, México, Perú, Estados Unidos, Uganda, y de otros rincones del Globo.
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Benedicto XVI en la canonización


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Dos sacerdotes portan un cuadro de los dos futuros santos

La ceremonia de canonización de los papas Juan Pablo II y Juan XXIII, fue considerada"histórica" por la Iglesia Católica y varios números dan cuenta de la importancia que tuvo el acto, al que acudieron entre 800.000 y un millón de peregrinos y fieles.

En toda Roma se instalaron 19 pantallas gigantes. Solamente de Polonia, la tierra natal de Juan Pablo II, llegaron 1.700 micros, 58 aviones y 5 trenes.


Unos 150 cardenales y 700 obisposestuvieron en la Misa de la que participó también el papa emérito, Benedicto XVI. Cerca de 600 sacerdotes y 270 diáconos repartieron la comunión a la multitud de personas que estuvieron en el Vaticano.

Delegaciones de 93 países, incluyendo 24 jefes de Estado, estuvieron en la ceremonia. Entre los mandatarios participaron los Reyes de España, de Bélgica, además de presidentes y cancilleres.

Unas 2.000 millones de personas de los 5 continentes siguieron la ceremonia por televisión, con 9 satélites que la trasmitieron en Alta Definición, según estimó el Centro de Televisión Vaticano que también informó que 500 salas de cine de unos 20 países proyectaron la canonización gratuitamente en 3D.


Unos 2.400 agentes especiales reforzaron la seguridad, con vigilancia especial en monumentos, aeropuertos y estaciones de tren. Además, 2.600 voluntarios de la Protección Civil repartieron 4 millones de botellas de agua a turistas y peregrinos y 600 personas, entre médicos y enfermeros, ofrecieron sus servicios a los visitantes.

Casi 10 millones de dólares le costó la ceremonia a Roma, según lo anunció el alcalde Ignazio Marino. La capital italiana tuvo que invertir en estaciones de primeros auxilios y mil baños químicos, entre otros gastos.



Cantos, aplausos, bailes y banderas procedentes de todos los rincones del mundo inundaron hoy la Ciudad del Vaticano para celebrar la proclamación como santos de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II.

Banderas de España, Colombia, México, Brasil, Costa Rica, Venezuela, Nicaragua, Ecuador y de otras partes del mundo pintaron de color la capital del catolicismo, donde sin duda alguna los tonos predominantes fueron el rojo y el blanco de la insignia de Polonia, país de nacimiento de Karol Wojtyla, san Juan Pablo II desde hoy.

Desde primeras horas del sábado centenares de peregrinos se acercaron ya a los aledaños de la Plaza de San Pedro para hacer cola y lograr el mejor sitio.

Como Lidia Obando, nicaraguense residente en Roma desde hace treinta años, que desde la tarde del sábado rondaba las inmediaciones de la plaza para no perderse una jornada histórica.



Muchos pasaron la noche con mochilas y sacos de dormir, a la intemperie, con frío y una fina lluvia, con el objetivo de acceder a la Plaza de San Pedro desde las cinco y media de la mañana, cuando la Santa Sede permitió la entrada a la zona, y asistir a la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II en primera fila.

Pero no todos lo lograron, muchos tuvieron que contentarse con ver la ceremonia en alguna de las pantallas que el Vaticano habilitó para la ocasión en las calles colindantes.

Los afortunados que sí se hicieron un hueco en la plaza vaticana, asistieron a los actos con la alegría y la ilusión de poder vivir en primera persona "el día de los cuatro papas".

Y es que por primera vez se reunía de alguna manera a cuatro pontífices en el Vaticano:el papa Francisco y el papa emérito Benedicto XVI, y los ahora santos, el papa Juan Pablo II y Juan XXIII.

Los más previsores, los que primero llegaron a la Plaza, pudieron hacerse con uno de los miles de ejemplares que, con el título "Il Domenica di Pascua", la Santa Sede imprimió para la ocasión.

Un regalo que contenía una breve biografía de los papas Juan Pablo II y Juan XXIII en cuatro idiomas -español, italiano, inglés y polaco- además de la lista completa de santos de la Iglesia, y la letra de las canciones que se cantaron en este evento católico.



Ni el cansancio ni el frío de una mañana gris apagaron los ánimos de los congregados que desde antes del amanecer llenaron la plaza de bailes, risas, rezos y cánticos.

Miles de jóvenes de Polonia, donde se celebrará la próxima Jornada Mundial de la Juventud en 2016, pero también de España, Alemania, de Brasil, México, Perú, Estados Unidos, Uganda, y de otros rincones del Globo corearon en diversas ocasiones el himno de las JMJ "Jesus Christ, you are my life".

"El papa Juan Pablo II fue el papa de los jóvenes, ahora estamos aquí para asistir a su canonización, para nosotros es un momento de mucha alegría", dijo el español Rodrigo Ruiz.

Sentimiento que también compartió el venezolano Jesús Aular que, contento por vivir las canonizaciones en su primer viaje al Vaticano, pidió que Juan Pablo II ayude desde el cielo a lograr la paz en Venezuela.

Jóvenes, pero también mayores, niños, familias, parejas, monjas y sacerdotes recibieron al papa emérito Ratzinger con aplausos y gritos de "Benedicto" cuando éste llegó a la plaza.



Aplausos que se repitieron durante las más de dos horas de celebración en diversas ocasiones, como cuando el papa Francisco se acercó a abrazar a Benedicto XVI, y que se intensificaron cada vez que las cámaras del Vaticano proyectaban la imagen de Juan Pablo II en las pantallas.

Uno de los momentos más emotivos del acto fue cuando la costarricense Floribeth Mora, segundo milagro de Juan Pablo II, subió al altar del pontífice polaco para llevar una de sus reliquias y la plaza al completo estalló en vítores y aplausos.

Hombres y mujeres polacos, algunos incluso vestido con trajes típicos del país, levantaron sus banderas en homenaje al nuevo santo de su país.

Poco después del mediodía la despedida de los dos papas, Francisco y Benedicto XVI, la Plaza de San Pedro estalló en vítores, aplausos, abrazos y cánticos en honor a los dos papas ya santos.

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