sábado, 24 de abril de 2010

Vaticano: lágrimas de Cocodrilo y el próximo "Vice-Dios"


Lágrimas de cocodrilo

Eduardo Ibarra Aguirre

Conmovido hasta las lágrimas, Benedicto XVI escuchó durante 25 minutos y a puertas cerradas, en La Valeta, los testimonios de ocho malteses víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes entre 1988 y 1990, en un orfanato católico.

La sala de prensa del Vaticano, encabezada por Federico Lombardi –criticado por ineficiente en las tareas de divulgación–, subrayó que el encuentro fue “intenso y emotivo”, pero que se realizó en una atmósfera relajada en la que el alemán les prometió “llevar a los responsables ante la justicia y tomar medidas efectivas para proteger a los jóvenes en el futuro”, todo ello después de rezar juntos para lograr la “curación y reconciliación” (sic).

De promesas y buenas intenciones está empedrado el camino del señor que apenas hace cinco años sustituyó a Juan Pablo II, el polaco beligerantemente anticomunista y sobre el que declaraba con mucho orgullo Joseph Ratzinger: “Soy el perro fiel del Papa”, si nos atenemos a los escritos del experto Raúl Roberto Macín Andrade en la revista Forum.

Rezos, promesas y ahora hasta lágrimas son la respuesta papal al gravísimo problema de la pederastia de la que fueron víctimas miles de católicos en Irlanda, Estados Unidos, Alemania, Suiza, Malta y México; casos hasta hoy generalmente documentados mientras que en otros países aún no trascienden ejemplos específicos, pero que a juicio de los vaticanólogos colocan al pontificado “en el peor momento” de su primer quinquenio.

Para Bernardo Barranco V. “La credibilidad de la Iglesia está contaminada por los abusos sexuales de menores y por el silencio sistémico que durante décadas mantuvo la Iglesia regida por el Vaticano”. Silencio al que no fue ajeno Ratzinger durante su prolongado desempeño como prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe (la moderna Santa Inquisición) y antes como arzobispo de Munich y Freising, Alemania, de acuerdo a testimonios de víctimas sexuales que ahora pretenden ser descalificados como “chismorreos” por una gerontocracia que rebasa los 72 años de edad. O de plano ignorados, como lo hizo el alto clero español que se congregó en una “misa de desagravio” en la que expresaron su “adhesión incondicional” al Papa número 265.

Persistir en “una gradual y desgastante ruta de maquillaje”, implicará el pago de un alto precio por el control de daños por parte de la formalmente mayoritaria Iglesia de la aldea, pese al “estado de crisis permanente” en que vive.

Los resultados de la visita a Malta, a la luz de las declaraciones de las víctimas –“Todos hemos llorado, pero ahora estamos muy felices”–, estimulan la política del maquillaje y alejan la adopción de una línea de transparencia y estímulo de la acción de la justicia terrenal.

Las conductas de Norberto Rivera Carrera tampoco contribuyen. Primero defendió ilimitadamente a Marcial Maciel Degollado –“un delincuente y en gran medida protector de la muerte”, Josefina Vázquez Mota dixit–, enseguida al sacerdote pederasta Nicolás Aguilar Rivera –caso por el cual es nuevamente demandado en Los Ángeles, California–, y en Semana Santa hizo una encendida homilía contra la paidofilia. Nadie le creyó, con todo y que reconoce que atraviesan “una etapa oscura”.

Para reafirmar la política de las lágrimas de cocodrilo del otrora integrante del Flak –escuadrón antiaéreo– y de la infantería nazi, por lo cual fue prisionero de guerra de los estadunidenses, Pedro Agustín Rivera reveló que los escándalos de abuso sexual en la Iglesia se magnifican. De las 3 mil acusaciones de pedofilia registradas en la última década por el Vaticano, “sólo 10 por ciento corresponden a situaciones de pederastia”. Ni ellos se la creen.

Fuente: APIA VIRTUAL

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El próximo Papa

por Mirko Lauer

La República

Después de las críticas han empezado los juicios, y ahora comienzan los pedidos de renuncia a Benedicto XVI por encubrimiento de sacerdotes pedófilos varios. En medio de eso algunos juegan con la posibilidad de que la actitud pro perversión con su toma de partido militante por la extrema derecha eclesiástica tenga todo que ver con el asunto.

En un primer momento el Papa calculó mal lo que se venía, y optó por satanizar a sus críticos. En pocas semanas se ha visto obligado a retroceder: pide juicios penales a los acusados, presenta disculpas a las familias de las víctimas, declara a la iglesia que le fue encomendada “herida y pecadora”. Todavía nada sobre su propia responsabilidad.

La herida a la que se alude el Papa es real, pues toca una de las actividades claves de una iglesia: educar a los niños y los jóvenes. La ruptura a escala planetaria de esta confianza es el tipo de fenómenos que va a producir cambios en la feligresía, algo para lo cual no parece haber realmente remedio a corto plazo.

La imagen papal ya venía desdorada por una serie de actos y comentarios polémicos, por decirlo de alguna manera: el indulto a un obispo británico negador del Holocausto, la mención del Islam como una religión asociada a la violencia, desaconsejar el uso del condón en un África devastada por el SIDA. Son los casos más sonados, no los únicos.

Sobre la renuncia papal misma, las apuestas en el hemisferio norte han pasado de 12 contra una posibilidad de que ella se produzca, a tres contra una. Un contraargumento es que si bien la renuncia está contemplada en el derecho canónico, la última fue en 1415. No hay, pues, una vocación de renuncia en ese gremio.

Un argumento importante en el tema es que el Vaticano considera que las críticas sobre la pedofilia y su encubrimiento son en realidad ataques que vienen de fuera. Se alude en parte a católicos que no son sacerdotes, pero de paso también a sectores de la propia iglesia que no comparten las posiciones de Benedicto XVI y sus protegidos.

Cabe esperar una larga temporada de denuncias por actos de pedofilia sacerdotal, pasada o en tiempo real, cada una de las cuales afectará en cierto modo la imagen del Papa, y reabrirá la discusión sobre por qué se ha producido y tolerado esta situación en primer lugar. La herida va a permanecer abierta un buen tiempo.

Las movidas que viene haciendo Benedicto XVI dan la impresión de ser demasiado poco demasiado tarde. Con cada día que pasa el tema de la responsabilidad del Vaticano se extiende más allá de este caso específico, hacia la crítica de toda la visión social de estos últimos dos papados. La atención ha empezado a trasladarse hacia el próximo Papa.

Fuente: REDES CRISTIANAS

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