Hay quienes consideran que el mundo de la fe es ajeno a la vivencia privada. Se dice “La fe, “un don de Dios”. Tal vez nos hayamos acostumbrado a reflexionar sobre unas verdades estáticas, unas verdades, unas normas. Sin embargo, se trata de un conocer dinámico. Y conocer significa una entrega personal a otro. No pongamos el énfasis de la fe en creer en tantas declaraciones dogmáticas ininteligibles que tanta sangre y persecuciones han ocasionado, con los que se creía que negaban la fe verdadera, que es el amor en servicio de la vida.
Por tanto, donde se rompa o falte el amor, no hay fe, como decía Pablo: “Aunque lo dijeran los ángeles – o la iglesia – si no hay amor, esa fe de nada sirve, pues tal fe ya no sabe dar respuesta a los problemas de las personas que sufren o al menos acompañarlas en su dolor. Jesús jamás proclamó un dogma, sino que se preocupó únicamente del hombre y de su felicidad, aunque no pudiera lograrla para cada uno de ellos.
La fe es subversiva, es una experiencia de Dios, el gran desconocido, a quién no podemos ver. No conocemos a otro hombre que lo buscara, lo encontrara, lo revelara tan cercano a nosotros como Jesús. La fe es subversiva por ser tan cercana, pues nos une al hombre, con todos los demás que combaten con rebeldía todas las injusticias, estén donde estén.. La fe es compromiso, no un narcótico que adormece. La fe es más que una utopía, que nos hace vivir siempre en tensión moral y crítica para alcanzar el Reino de Dios. Si Jesús nos lo propuso debe ser realizable, aunque nos llamen locos. La fe es el lugar del encuentro, de todos los que creemos en el Dios de Jesús, que no está encerrado en los muros de la Iglesia. Y también de los que no creen, pues en ellos está la imagen de Dios. Abramos los brazos a toda la humanidad… sin discriminaciones en el amor
El amor se manifiesta en las obras. No basta con amar de palabras; es necesario amar con hechos. Por eso, el que ama de verdad, cumple todos los mandamientos. Los discípulos de Jesús no se distinguen por señales externas, la verdadera señal es el amor. Los que se aman están dispuestos a ayudarse, a compartir sus cosas, a unirse en comunidad. El que ama, no cierra los ojos ante el necesitado: es generoso. No escurre el hombro: es servicial. No cierra sus puertas: es acogedor. No mira por encima del hombro: es sencillo. No se tapa los oídos: es abierto. No levanta la voz: es atento. Es tolerante. No mira las faltas, es comprensivo.
” En esto conocerán que sois mis discípulos: en que os amáis unos a otros” Mt. 5,43-48; 1ª Carta Corintios cap.13. Pero sobre todo, recordemos que la fe profunda es creer al otro. San Agustín en continua búsqueda dice (Fecisti nos ad Te et inquietum est cor nostrum donec requiescat in Te”¿Dónde estás, Señor? Nunca llegamos a encontrar al Gran Desconocido .Otra vez lo añoramos, Me hago eco y asumo las siguientes frases y palabras… sin cambiar de camino Y, al creerlo, por fin alcanzado, de nuevo se ha ido. Dónde, desconocido, estás, deseado y perdido? ¿Has buscado en los hombres que en la vida han sido marginados, despreciados, heridos…?
¡En ellos estoy; sólo en ellos vivo! Si me quieres hallar no hay otro camino. Con la fe subversiva es como puede penetrar en este mundo de riesgo la vivencia de la fe.
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