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martes, 26 de junio de 2012

En México se mata a migrantes y se amenaza a quienes los defienden: Alejandro Solalinde.



En entrevista desde Italia

En entrevista con Desinformémonos, el padre y defensor de derechos humanos Alejandro Solalinde habla desde Italia acerca de las razones que lo llevaron a salir temporalmente del país, tras recibir varias amenazas de muerte.


Roma, Italia. Miembros de las Brigadas Internacionales de Paz (PBI), Amnistía International y voluntarios del centro social La citta dell’utopia, organizaron el encuentro público ¡Sin fronteras! Migración, derechos y represión en México, con el sacerdote y defensor de derechos humanos, Alejandro Solalinde, para hablar sobre la violencia que padecen los migrantes centroamericanos que cruzan por territorio mexicano en su camino hacia los Estados Unidos.
Solalinde estuvo en Italia con la idea de hablar con funcionarios del Vaticano sobre las recientes amenazas de muerte que ha recibido por su labor al frente del albergue Hermanos en el Camino, en Ixtepec, Oaxaca.

En la siguiente entrevista concedida a Desinformémonos, el padre Alejandro Solalinde habla de su percepción sobre los riesgos que entraña el trabajo de defensor de los derechos de los migrantes y, en particular, sobre sus impresiones acerca de las seis amenazas que ha sufrido desde mayo.
La situación de los defensores y defensoras de los migrantes se ha vuelto muy peligrosa en México, al igual que el trabajo de los periodistas que hablan sobre los altos niveles de corrupción relacionados al tráfico de personas, como los que han sido asesinados en Veracruz. Esto nos dice el alto grado de riesgo que implica la defensa de los migrantes. La ambición crece porque estás defendiendo la mercancía de los poderosos, y nosotros estamos resueltos a defender a las personas, entonces, obviamente hay una confrontación.

Durante su encuentro con el público italiano, Solalinde denunció la reducción del migrante a mercancía por parte de políticos, narcotraficantes y policías, señalando las diversas formas de extorsión y violencia que supone la trata de personas. A continuación el sacerdote detalla el caso de Oaxaca.


Oaxaca es un estado maravilloso con gente muy linda, pero ha sido corrompido durante muchos años por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Este partido se ha mantenido en la región a través del cacicazgo, no hay democracia. Los caciques, a la hora de elecciones, exigen a la gente que entregue sus credenciales de elector, de manera que estos personajes manejan carteras enteras de electores que al final terminan favoreciendo a los candidatos priistas.

Yo mismo, sin siquiera proponérmelo, desenmascaré a un cacique del ex gobernador Ulises Ruíz, un proveedor de votos como tantos, que también es surtidor y negociante de otras cosas, porque ahí en esa zona hay droga.


¿La zona de Ixtepec?


No, es la zona del Bajo Mixe, ahí donde está el pueblo de Nuevo Santiago Tuxtla, es propiamente donde termina la sierra oaxaqueña y comienza Veracruz. Es una zona altamente estratégica por tratarse de la puerta del Golfo, y ahí están los 
Zetas. También han habido muchos secuestros de migrantes. Además, en esta zona se siembra una gran cantidad de estupefacientes. Incluso se sospecha que podrían existir laboratorios, dada la alta concentración de amapola y marihuana.

Curiosamente es una zona muy cuidada y defendida por Ulises Ruíz. Ahí el ex gobernador tiene un rancho, y tiene a su compadre –al que ha defendido a capa y espada. Pero ese compadre ahorita está señalado ante la justicia por sus actividades, yo mismo le puse una denuncia, pero además de la mía hay doce más de gente desplazada de sus tierras por este señor, gente que antes no se animaba a denunciar, pero ahora sí. Y nosotros hemos estado presionando a las autoridades, especialmente a la Procuraduría de Justicia, para que se trabaje, porque si no hay presión no hacen nada. Por esa razón Ulises Ruíz me odia a muerte, porque yo nunca le he permitido que nos quiten el albergue, y entonces él no puede hacer sus negocios tranquilamente. El albergue le estorba. ¿Me explico?

¿O sea que
la defensa de los migrantes que ustedes llevan a cabo les altera el negocio, por así decirlo?

Si, absolutamente, es un negocio el tráfico de migrantes y la presencia de un albergue de esta naturaleza es un obstáculo. Las amenazas de muerte las comencé a recibir desde abril y mayo.

¿Las amenazas coincidieron con el proceso legal que ustedes llevan adelante en contra del compadre del ex gobernador?


Claro, nosotros logramos concentrar en el albergue a los desplazados mixes e hicimos el centro jurídico para que llegaran los ministerios públicos y los procuradores a recibir las denuncias de los mixes. Y eso debe haberle dolido mucho a Ulises, porque le toqué a su encargado, a su incondicional. Ulises armó a este señor, le dio armas de alto poder, de manera que prácticamente tiene un grupo paramilitar en la zona. Este cacique, por otro lado, ha puesto columnas de cemento con cadenas, y es el único que puede decir quién pasa y quién no, no olvidemos que a través de esta zona se conecta la capital de Oaxaca con el estado de Veracruz, es un lugar estratégico.

A las personas que entran, las amenaza. A mí de hecho me detuvieron junto con mis escoltas, los desarmaron y uno de ellos fue golpeado. A mí me encañonaron con un arma larga, y esta persona ordenó que fuéramos llevados a la cárcel. Nos quitaron los celulares. Se contravinieron todas las medidas cautelares a la hora de nuestra detención. Y quién sabe si hubiéramos salido con vida de ese lugar, de no haber sido por la intervención de la madre de uno de mis escoltas, seguramente nos hubieran matado como lo han hecho ya con mucha gente.

Alejandro Solalinde se refiere al ataque que sufrió en el pueblo de Nuevo Santiago Tuxtla, el 30 de diciembre de 2011. El cacique local lo encarceló a él y a sus escoltas durante cinco horas en la prisión municipal; Solalinde visitaba a la familia de un migrante que vive ahí. El religioso y sus escoltas lograron escapar tras la intervención de policías armados enviados por el gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, luego de que la madre de uno de los escoltas se comunicara con el procurador del estado. Se cree que las amenazas de muerte están relacionadas con este incidente, pues el ejército comenzó a “peinar” la zona, encontrando varios sembradíos de droga, tal como afirmó Solalinde.

¿Cuál ha sido la respuesta de la gente a toda esta situación? ¿Ustedes han llevado a cabo labor de concientización?


Hemos tratado de hacerla, pero con pocos resultados. La repuesta de la comunidad católica ha sido muy triste, como en Ixtepec. La respuesta de las comunidades cristianas y evangélicas ha sido también de indiferencia, y sólo un pastor ha respondido. Los párrocos de la iglesia católica tampoco han respondido, ni siquiera han ido al albergue. No les interesan los migrantes y piensan que yo hago todo esto por protagonismo. El problema real no les importa, por eso nos hemos sentido solos. Cuando se juntaron las amenazas de muerte y vieron que el peligro venía de políticos mexicanos -sobre todo de Oaxaca-, entonces Amnistía Internacional y las Brigadas Internacionales de Paz me pidieron que saliera dos meses de Oaxaca.


¿Cuál fue la respuesta del Vaticano?


Tuve dos contactos con el Vaticano. Uno mediante PBI, ellos solicitaron el encuentro. Lo hicieron pensando que sería interesante plantear la situación de los migrantes, igual que la de las defensoras y los defensores. La cita la teníamos el lunes 4 de junio, era una reunión con el doctor Guzmán Carriquiry Lecour, secretario general de la Pontificia Comisión para América Latina. Llegué puntualmente pero no fui recibido.

Ls secretaria me dijo que el señor Carriquiry no podía recibirme porque estaba con alguien más importante, un obispo, según me dijo. Ella esperaba que yo entendiera la situación porque estábamos en el Vaticano, pero yo insistí. Entonces me mandaron a un sacerdote muy joven que no estaba enterado en absoluto de la cuestión que yo venía a tratar, y al que tuve que explicarle por qué era inútil plantearle la situación a él.

La “reunión” con el Vaticano no rindió frutos. Al margen de la negativa, el padre Solalinde habló de lo mucho que le impresionó el lujo de la capital de la iglesia católica. Estaba impresionado por la fastuosidad de las columnas de mármol y los amplios salones con sus ingresos custodiados por la guardia suiza. Al final de la entrevista, habló sobre su regreso a México.

¿Con qué garantías regresa? 

Con ninguna, con la garantía de nada. Pero no voy a regresar al albergue sino hasta el 3 de julio, porque prometí estar dos meses fuera para que se enfriara el asunto. El equipo del albergue me dice que “si tú estás el ambiente se calienta, es mejor que estés un tiempo fuera para que se enfríe”.

¿Y el albergue sigue funcionando? 

Sí. Gracias a dios tengo un excelente equipo. Pero además, estas tres semanas que faltan estaré haciendo ejercicios espirituales y, más que nada, escribiendo, pues no he tenido tiempo de hacerlo. Tengo muchas cosas que asimilar, muchas cosas que ordenar; voy a aprovechar que estaré en silencio y desconectado de la prensa y de los celulares. Pero yo le prometí a mi equipo una cosa: voy a hacer todo esto, lo voy a cumplir, pero si yo sé que hay algún problema o pasa algo grave en el albergue, entonces rompo mi palabra y voy para allá. Yo puse esa condición, y en eso quedamos.

Hasta ahorita el equipo está trabajando muy bien, son hombres y mujeres muy entregados. Ellos no están pidiendo nada, son voluntarios muy valerosos y muy jóvenes que quieren mucho a la gente.

Ligas 

lunes, 16 de enero de 2012

Día Mundial de las Migraciones... nada representa para ellos.



La Bestia, trampa para cientos de indocumentados centroamericanos.



· Nada representa para ellos el Día Mundial de las Migraciones
· No toda la gente es buena, dura lección en cuatro días de secuestro

Si alguna enseñanza obtuvo Martha de su experiencia al montar La Bestia –el tren de carga que va desde el sur del país hasta la frontera con Estados Unidos–, se podría resumir en pocas palabras: no toda la gente es buena.
La migrante hondureña de 34 años lo entendió de golpe cuando una de las personas a las que ayudó a subir al vagón, pensando que iba al norte como ella, minutos después la bajó a insultos y empujones y le espetó en la cara su verdadera identidad: “somos zetas, pinches perros”.
Martha –nombre falso que proporcionó la trabajadora indocumentada, para no dar pistas de su identidad– no sabía que este domingo 15 de enero se conmemora el Día Mundial de las Migraciones, pero duda que sus actividades sean especiales o distintas a las de ayer: juntar dinero para seguir el viaje hacia Estados Unidos, cuidarse las espaldas, tratar de ir superando emocionalmente el secuestro colectivo que vivió durante cuatro días.
Soy del departamento de Santa Bárbara, en Honduras, y salí de mi país el 15 de diciembre. Llegamos a Tenosique (Tabasco) un viernes, y ese día fue la primera vez que monté un tren, que para mí era algo extraño, recuerda en entrevista con La Jornada.
Cuando finalmente pudo montar a La Bestia, 15 minutos después vio cómo el tren reducía la velocidad para permitir que subieran dos hombres vestidos como la mayoría de los migrantes, y con morrales al hombro. Su sentido de solidaridad, dice, le hizo ayudarlos a subir.
Uno piensa que todos son como uno, pero no. También hay gente mala, lamenta.
Luego de bajarlos a empujones, insultos y encañonados, los secuestradores –que se identificaron como zetas– los hicieron caminar dos horas, pasando ríos, todos enlodados, diciendo que nos iban a matar. Nos tuvieron en la boca de un cerro desde el viernes hasta el lunes, y nos pidieron el número de familiares en Estados Unidos.
Martha quisiera olvidarse del asunto. Ya no pensar en él, no recordar los detalles. Lo único que acepta contar es que ella y su novio pudieron escapar en un descuido de los guardianes. Que regresaron como pudieron a Tenosique. Que está contenta de estar viva. Que sigue en shock y todavía sueña que la persiguen y la matan.
Su necesidad de ir a Estados Unidos es doble: quiere ganar dólares, claro, pero además quiere volver a Nueva York –donde ya estuvo de 2005 a 2011, trabajando como mesera y empleada de limpieza–, porque cuando regresó a su tierra, a visitar a su familia, cayó en la cuenta de que ya no pertenecía ahí.
La estancia es fea, pero cuando uno viene a su país mira todo diferente y ya no se adapta a la pobreza, a la falta de trabajo. Por eso trato de migrar otra vez, para que mis tres niños vivan mejor. Siquiera les voy a mandar unos 200 o 300 dólares, porque el papá de mis hijos vendió mi casa y los dejó sin nada, recuerda con una voz despojada de rabia.
Dentro de todas las malas noticias, una buena: gracias a la intervención de fray Tomás González Castillo, director del albergue de migrantes La 72, las autoridades le dieron a varios indocumentados una visa temporal que les permite viajar sin exponerse tanto a ser secuestrados, robados o asesinados.
A través del cura nos dieron esos papeles, y ya no vamos a arriesgar nuestra vida, aunque uno viene dispuesto hasta a eso para progresar. No hacemos este camino porque sea un encanto. Es muy duro, hay que sufrir hambres, cruzar el desierto, cansados bajo del sol y sin agua ni tener dónde dormir, subraya.
Martha dice una cosa y hace otra. Sigue juntando dinero para irse –ahora en autobús–a la frontera norte, pero recomienda que ninguno de sus paisanos lo haga. No le urge irse, pero no para de hablar de Nueva York. No le ha ido bien en el amor, pero se nota que está enamorada. “Lo que gane se lo voy mandar a mis hijos, porque todavía no estoy casada. Pero bueno, nunca se sabe…”
--o-Ø-o--

Migrantes no tienen mucho que celebrar: CEM

Carolina Gómez Mena / La Jornada 15/01/2012

En víspera de la conmemoración de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado que promueve el Vaticano, Leticia Gutiérrez Valderrama, secretaria ejecutiva de la Dimensión de Pastoral de la Movilidad Humana (DPMH), instancia dependiente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) lamentó que aún no haya un reglamento que haga operativa la Ley de Migración aprobada el año pasado y que el anteproyecto del mismo que elaboró el gobierno carezca de las observaciones realizadas por las organizaciones civiles que conforman el grupo de trabajo sobre la política del sector.
En entrevista con La Jornada, la religiosa precisó que de acuerdo con el plazo puesto por los legisladores el reglamento de la nueva ley de migración debió publicarse en noviembre pasado, pero sobre todo lamentó que en el articulado elaborado desde la Secretaría de Gobernación haya mucha discrecionalidad y carece de espíritu humanitario.
Criticó también que la sociedad civil no haya forzado un diálogo con el gobierno para elaborar el reglamento. Dicen que hay diálogo con la sociedad civil, y no es cierto, no es real. El supuesto diálogo democrático lo justifican diciendo que ya nos preguntaron (su opinión), pero las preguntas fueron ¿qué creen que debe tener el reglamento y nada más. No lo conocimos, y nos lo acaban de entregar hace pocos días, pero no tiene ni la postura ni la visión de la sociedad civil ni de la iglesia respecto al trabajo que hacemos con los migrantes. El articulado que existe ha sido trabajado única y exclusivamente por el gobierno federal.
Al indicar que hoy domingo se conmemora la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, actividad promovida por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Gutiérrez Valderrama indicó que sin duda los migrantes, sobre todo los centroamericanos que cruzan por México hacia Estados Unidos, no tienen mucho que celebrar porque siguen experimentando situaciones adversas sobre todo a manos de la delin- cuencia organizada, cuyos personeros los secuestran, extorsionan y en ocasiones los asesinan, pero reconoció que hay algunos avances, aunque todavíamuy pequeños, muy insignificantes y citó que entre los pasos hacia adelante está la referida Ley de Migración y el hecho de que algunos ya han podido acceder a la justicia.
No obstante dijo que sin duda aún hay mucho dolor y una deuda con ellos por parte del gobierno mexicano, porque no tenemos aún un reglamento con espíritu humano de respeto a la persona migrante, no lo tenemos y lo exigimos; que se nos convoque a una comunicación real y efectiva.


Fuente: Chacatorex