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jueves, 20 de junio de 2019

Si la pobreza tiene rostro de mujer, la teología no puede no tenerlo.


Duele. Y aunque muchas veces -tanto mujeres como hombres- quisiéramos pretender que esa realidad no existe, ser mujer significa, tarde o temprano, verse enfrentada a la violencia. Violencia verbal, psicológica, económica, sexual, física. Muchas veces la pobreza tensa aún más la situación: ¡cuánto más difícil es para las mujeres pobres encontrar caminos, oportunidades y apoyo para hacer frente a la violencia! En realidad, ¡la pobreza femenina es, en sí misma, una de estas violencias! El Papa puso el dedo en la llaga cuando en Colombia, ante los obispos de ese país y del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), denunció el clericalismo, diciendo: “las mujeres no pueden ser siervas de nuestro clericalismo” (Colombia, 2017). Permítanme ser aún más clara: siendo el clero masculino, el clericalismo es la forma eclesial del machismo. No concibo opción preferente por los pobres si no significa también una opción preferente por la mujer. Incluso, y particularmente, en la teología y dentro de la Iglesia.

Los datos hablan por sí solos. En Chile, según la CASEN 2015, el porcentaje de mujeres jefas de hogar casi se duplicó entre 1990 (20,2%) y 2015 (39,5%). En el primer decil, este porcentaje llega hasta el 52,8%, mientras en el décimo decil (la población más rica) representa un no despreciable 30%. Por otra parte, más del 77% de las mujeres jefas de hogar conforman hogares monoparentales, según la misma encuesta. Con respecto al índice de pobreza por ingresos, éste es de 12,9% para mujeres jefas de hogar, mientras que para los hombres llega solo a un 8,8%.

Si bien ha bajado considerablemente desde 2006, la brecha de ingresos entre hombres y mujeres era aún de 24,6 puntos en 2015. Además, se evidencia una diferencia considerable en el trabajo no remunerado de cuidado (hijas e hijos, padres, parientes con discapacidad): Según un informe mundial del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), las mujeres trabajan 2,5 veces más que los hombres en tareas no remuneradas en el hogar (cuidado)[1]. Tanto hombres como mujeres padecen un peakde pobreza cuando alcanzan la edad de jubilar, pero éste es considerablemente más alto en las mujeres que en los hombres (32,4% vs 28,3%)[2]. Finalmente, según la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, 65 mujeres fueron víctimas de femicidio en Chile durante el 2016[3], ¡en un país de solo 17 millones de habitantes! Una de cada tres mujeres (68%) ha sufrido acoso[4]. De hecho, el 88,9% de las mujeres en Chile afirma que es verdad que “la mayoría de las mujeres es acosada sexualmente alguna vez en su vida”[5].

La exhortación apostólica Amoris Laetitia del Papa Francisco, publicada en 2015, reconoce estas realidades que son semejantes en todo el mundo (AL 242). Menciona también las distintas categorías de pobreza y violencia que sufrimos las mujeres (AL 54), y la dificultad que la pobreza significa especialmente para las mujeres jefas de hogar. ¡Peor aun cuando se encuentran encarceladas! Como escuchamos, conmovid@s, a Jeannette Zurita, durante la visita del Papa al Centro Penitenciario Femenino de Santiago.

Las mujeres somos las que damos vida a las parroquias y a muchas obras sociales. En labores voluntarias, completamente gratis, o con trabajo muchas veces mal pagado. Pero, ¿recibimos la atención, como mujeres, que debiéramos recibir? ¿Cuestionamos nuestra propia mirada hacia cómo se hacen las cosas, tratando de reflejar que la “pobreza tiene rostro de mujer”?[6] Me preocupa especialmente, pensando que los discursos crean y mantienen las realidades: ¿cómo las mujeres podemos participar en el discurso y diálogo teológico si estamos muchas veces en condiciones que limitan nuestro empoderamiento, nuestra dignidad, nuestra igualdad con los varones?


Mi deseo es que el anuncio del Evangelio y la teología tomen en cuenta (¡y en serio!) los signos de los tiempos en relación a la realidad de nosotras, las mujeres. Si la pobreza tiene rostro de mujer, una teología de los signos de los tiempos no puede no tenerlo. La verdad sobre la pobreza material y eclesial, que también tienen rostro de mujer, nos hará libres, a mujeres y hombres.

¿Cómo participar en la teología en una Iglesia donde hay discriminación estructural contra las mujeres? Es una Iglesia donde las monjas, según una denuncia de L’Osservatore Romano, muchas veces trabajan en situaciones de “servidumbre”, sufren abuso de poder, y no se les permite desarrollar sus dones (especialmente, intelectuales) a causa de una comprensión misógina de “humildad” que solo se aplica a las mujeres y no a los hombres[7]. Es una Iglesia donde el Vaticano acaba de vetar a tres conferencistas mujeres, invitadas al encuentro Voces de Fe, convocado para el 8 de marzo de 2018, por sus posturas sobre la homosexualidad: la ex presidenta de Irlanda, una activista lesbiana de Uganda, y una teóloga polaca. Los organizadores no vieron otra opción que realizar la conferencia fuera del Vaticano para mantener las tres conferencistas[8].

Una teología y el anuncio del Evangelio ante la “pobreza con rostro de mujer” no es posible sin una real y verdadera participación de la mujer en la teología misma y en la toma de decisiones en la Iglesia. Así se lograría que no sea una teología sobre nosotras, sino una teología hecha por nosotras y con nosotras, y concebida especialmente, paralas que más sufren de violencia y pobreza.

Ivone Gebara, teóloga feminista brasilera, indica que incluso la Teología de la Liberación ha tenido sus sesgos y cegueras machistas. No ha visto el sesgo de la educación diferenciada para varones y niñas, no está consciente de su error al asumir que para la liberación femenina sería necesario lo mismo que para la liberación “del hombre”. La Teología de la Liberación no ve, concluye, la necesidad de la liberación femenina en la Iglesia[9]. Este sesgo se puede percibir también en Amoris Laetitia, aunque el Papa, en un paso sorprendente para muchos, reconoce explícitamente las contribuciones del feminismo “cuando no pretende la uniformidad” (AL 173). No está completamente claro lo que ha querido señalar con esta condicionalidad, pero es la primera vez que un Papa reconoce algún valor positivo al feminismo.

Es necesario promover una relectura de la Teología de la Liberación desde la perspectiva femenina, que se ha ido desarrollando desde los años 90 en América Latina, Estados Unidos y Alemania: una relectura que no se quede en los rincones de los congresos de mujeres teólogas, sino que permee las prédicas dominicales, las facultades de Teología y las listas de lectura de sus ramos principales. Una relectura, además, que no se quede en una sola versión de cómo ver a la mujer, sino que admita y busque la pluralidad de visiones que tenemos las mujeres, así como la diversidad de posturas que tienen las teólogas. Ciertamente, ha habido un debate teológico en varias de estas facultades, sin embargo, no han sido debates que hayan tenido mayor eco en la jerarquía, ni replicados entre el pueblo de Dios.

Creo que nadie podrá dudar seriamente de la capacidad femenina de participar en la reflexión teológica en distintos ámbitos, conociendo su desempeño en las otras ciencias. Además, tenemos una segunda fuente que justifica nuestra participación: nuestra igual dignidad, nuestras experiencias de fe, nuestro conocimiento. Finalmente, y como sugiere Martha Zechmeister cj: “José Batista Metz (tal como Ignacio Ellacuría) habla mucho sobre la autoridad de los que sufren, que Dios nos habla en las situaciones de sufrimiento y, a partir de ahí, debemos determinar nuestra praxis”[10]. Ciertamente, ¡ésta es una propuesta polémica para muchas mujeres! ¡Que no sea solamente desde su calidad de víctimas que hable la mujer! Sin embargo, que también hable desde allí, que pueda gritar sus sufrimientos invisibilizados, su sufrimiento en y por la Iglesia, pero que no sea tampoco lo único que se le permita decir. Las mujeres también gozamos, queremos hablar de nuestra dignidad, de nuestra fuerza en la superación de la pobreza y otras tantas dificultades… en fin, de nuestra experiencia de Dios.

Mi deseo es que el anuncio del Evangelio y la teología tomen en cuenta (¡y en serio!) los signos de los tiempos en relación a la realidad de nosotras, las mujeres. Si la pobreza tiene rostro de mujer, una teología de los signos de los tiempos no puede no tenerlo. La verdad sobre la pobreza material y eclesial, que también tienen rostro de mujer, nos hará libres, a mujeres y hombres.



[3] Véase por la diferencia de esta cifra con las cifras oficiales de SERNAMEG, ADN Radio, http://www.adnradio.cl/noticias/nacional/organizaciones-de-mujeres-contradicen-cifras-oficiales-de-femicidios-en-chile/20180108/nota/3683162.aspx, 8 de enero de 2018.

[4] Véase Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) y el Observatorio contra el Acoso Callejero (OCAC Chile), “Jóvenes y acoso sexual callejero: opiniones y experiencias sobre violencia de género en el espacio público”, 2015.


[6] Para las muchísimas referencias a esta expresión, véase en presentación, CEPAL, XIII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, Montevideo, 26 de octubre de 2016.

[7] Revista Donne, Chiesa, Mundo, Marzo 2018, resumido en BBC, Monjas pizza, http://www.bbc.com/mundo/noticias-43254029.


[9] Entrevista con Ivone Gebara, por Hugo José Suárez: “Ivone Gebara, teóloga y feminista”, disponible en http://www.mujeresenred.net/spip.php?article2062.

[10] Entrevista con Martha Zechmeister, religiosa y teóloga, evaluando el papel de la mujer en la Iglesia en el pontificado de Francisco. Por Cristina Fontenele, 17 de febrero de 2016, www.evangelizadorasdelosapostoles.wordpress.com.




HACE UN AÑO

Alemana, vive en Chile y es miembro de la CVX adultos. Cientista Político por la universidad Johannes Gutenberg, de Mainz, Alemania, y Doctora en Derecho por la universidad de Essex, Reino Unido. Académica, especialista en derecho internacional y derechos humanos.

Fuente: territorioabierto

sábado, 11 de mayo de 2019

Diaconisas o feminiclericalismo.

Pepe Mallo

Aristóteles: “La mujer es un hombre incompleto.”
Santo Tomás de Aquino: “La mujer es un error de la naturaleza, nace de un esperma en mal estado.”
¡¡¡Si nuestra mítica ancestral Eva levantara la cabeza!!!
¿Qué pensaría del tratamiento actual que se le da a la mujer, ella que fue la protagonista primordial de los primeros pasos de la humanidad? ¿Qué pensaría de las filosóficas deducciones de Aristóteles y santo Tomás, metidos a eruditos científicos, ella que escuchó de Adán el primer piropo de la humanidad: “Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”? Excesivo tributo el que ha tenido que pagar la mujer por un placentero mordisco al delicioso fruto seductor, “boccato di cardinale”. ¡Y pensar que todavía está amortizando aquella “felix culpa”!… Además de “desahuciada”, hipotecada…

Las mujeres han sido y son las grandes derrotadas de la religión
El patriarcalismo ha monopolizado el fenómeno religioso y lo ha instrumentalizado y sacralizado. Es evidente que el machismo está incrustado profundamente en la cultura de la Iglesia de todos los tiempos. ¿No será (la pregunta es retórica por mi parte) que se ha creado un Dios machista, homotrinitario, muy padre, pero poco madre? Nuestra época está viviendo el resurgir de la mujer a favor de la igualdad de género y de sus derechos y contra la discriminación social y laboral. Del feminismo por la igualdad se ha pasado al feminismo por la identidad. La mujer posee identidad propia. A nivel social y de partidos políticos se reivindica cada vez más la representación de la mujer y se barajan mayores porcentajes de participación. Y se ha establecido, aunque quede mucho por hacer, el principio de paridad. Algunas cabezas, en la Iglesia, la “paridad” solo la asocian al parto. Y lo triste es que no pocas mentes machistas se empeñan en crear una especie de confrontación entre “hombre-mujer”.

En numerosas ocasiones, Francisco nos desconcierta. Pero cuando habla de la mujer, nos apabulla y perturba muchas mentes ya de por sí perturbadas:
– “La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones”. (Evangelii Gaudium, n. 103)
– “Sufro, lo digo de verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas organizaciones eclesiales que la función de servicio de la mujer, que todos tenemos y debemos tener, se transforma en un papel de servidumbre” (Conmemoración del 25 aniversario de la carta `Mulieris Dignitatem´ de Juan Pablo II.)

-“El papel de la mujer en la Iglesia no es fruto del feminismo, es un derecho de bautizada con los carismas y los dones que el Espíritu le ha dado” (12 mayo 2016)
– “La Virgen María era más importante que los Apóstoles, los obispos, los diáconos y los sacerdotes. La mujer, en la Iglesia, es más importante que los obispos y los sacerdotes; el cómo es lo que debemos intentar explicitar mejor” (Conferencia de prensa durante el vuelo de regreso a Roma, 28 de julio 2013).
Radical polarización: dos posturas enfrentadas

Hasta el presente, Roma ha sostenido, sostiene y mantiene que la mujer no puede ser ordenada sacerdote. Incluso el diaconado permanente excluye a las mujeres. Sin embargo, no son pocas las voces que respaldan el diaconado femenino conforme a la vivencia de los primeros siglos de la Iglesia. En un extremo se atrincheran quienes repugnan el proyecto, lo impugnan, y pugnan por imponer sus teorías. En la grada contraria se asientan los que abogan por el acceso de las mujeres al diaconado y al sacerdocio. Abundan en razones los unos y los otros. El principal argumento de los primeros es que “Jesús eligió solamente a hombres, y solo ordenó sacerdotes a los Doce, no ordenó a mujeres”. ¿Un Jesús misógino? (¿Qué diría María Magdalena, la pecadora, que fue la primera elegida para anunciar la resurrección de Jesús?). El considerando fundamental de los segundos es que a lo largo y ancho de los Evangelios se habla de mujeres que seguían a Jesús y le “servían” (diakonía); y san Pablo deja notoria constancia de mujeres que ejercían el ministerio en las comunidades, y usa el término “diaconisas”. Práctica que duró varios siglos.

Temo la solución del “machismo con faldas”
Así las cosas, “después de intensa oración y de madura reflexión”, el papa Francisco en julio de 2016 estableció una comisión para estudiar el papel de las mujeres en la Iglesia primitiva. Parece que Francisco busca el modo de revitalizar el papel de la mujer en la Iglesia y darles mayor participación en la toma de decisiones, pero evita prudentemente “clericalizarlas”. Y va a resultar que en esto radica el quid de la cuestión, o el hueso duro de roer. Porque me sospecho que esta reivindicación feminista, justa pero arriesgada, enmascara un peligro y una trampa; vale decir, esconde la pretensión de ingresar en unas “estructuras diseñadas por y para hombres”; en definitiva, conseguir la “dignidad clerical”, ver la Iglesia con ojos de mujer pero con antiparras de hombre.

Así lo recela también Francisco:
“Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del “machismo con faldas”, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista. Las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar.” (Entrevista, 19 agosto 2013)

¿Mujer ministro o mujer clérigo?
Si de hecho se quiere reformar y renovar los ministerios, resultaría nefasta la utilización de la mujer para revalidar y fortalecer esa estructura de absoluto poder religioso en que se ha constituido la Iglesia. Se convertiría en un incongruente “feminiclericalismo” que vendría a reforzar el privilegio estructural, la autocracia clerical. La mujer perdería su propia identidad en favor de un autoritario poder.

Sin embargo, la cuestión es más de fondo. La pregunta del millón sería: ¿Por qué hay que sacramentalizar los ministerios? ¿Es evangélico sacralizar (ordenar “in sacris”) a las personas? ¿No habría que disociar “ordenación” y “ministerio”? Cierto que Jesús no ordenó a mujeres; pero tampoco ordenó a hombres, y menos en el sentido, aspecto y categorías que disfrutan hoy los clérigos. Jesús no instituyó ningún sacramento del “Orden Sagrado”, ni para mujeres ni para hombres. Las funciones de diáconos y diaconisas, así como de presbíteros y obispos de los que hablan las Cartas, eran puramente ministerios de la comunidad y para la comunidad. No dignidades y privilegios de supremacía y dominio. Y entre los “carismas” (dones del Espíritu), jamás se nombra el sacerdocio.

Dejémonos, pues, de elucubraciones y volvamos a la genuina tradición
A la práctica de las primeras comunidades. Se hace necesario reconocer “de hecho” el sacerdocio de todos los bautizados, hombres y mujeres (1Ped.2,9), potenciarlo y llevarlo a la práctica, con las consecuencias e implicaciones pertinentes. No cabe un diaconado adjetivado, sino un único diaconado ejercido por hombres y por mujeres. Es necesario repensar los ministerios. Aún nos queda un largo recorrido para implementar la originalidad del Evangelio de Jesús: “ministerios de iguales entre iguales”. Por tanto, proclamo y reclamo: Diaconisas, sí. Feminiclericalismo, no.

viernes, 8 de marzo de 2019

Cuando el machismo también 'asfixia' la salud de la mujer.

Las mujeres han estado hasta los 90 excluidas de la investigación y de los ensayos clínicos de nuevos medicamentos, lo que ha causado graves errores en el tratamiento de enfermedades.

ULISES CULEBRO

Bernardine Patricia Haley describió por primera vez el síndrome de Yentl en 1991. La definición, que apareció publicada en la prestigiosa revista The New England Journal of Medicine no hacía, sin embargo, referencia a ninguna enfermedad física. Era mucho más que eso: era la constatación de la invisibilidad las mujeres en muchos aspectos de la Medicina.

En concreto, Haley, que fue la primera mujer que dirigió los Institutos de Salud de EEUU, denunciaba el hecho probado de que las mujeres estaban siendo excluidas en la investigación, prevención y diagnóstico de los trastornos cardiovasculares. Y, en consecuencia, esto estaba afectando negativamente al pronóstico y abordaje de la enfermedad.

Haley puso el foco sobre los trastornos del corazón, pero, en realidad, el síndrome estaba mucho más extendido.

«Tradicionalmente, las mujeres han estado excluidas de la investigación biomédica», explica María Teresa Ruiz Cantero, que, como especialista en Epidemiología y Salud Pública en la Universidad de Alicante, ha estudiado a fondo el fenómeno.

«Siempre se ha considerado que el varón representaba al ser humano de ambos sexos, que era la medida, por lo que no se consideraba necesario estudiar a las mujeres, excepto en lo que se refiere a la especificidad reproductiva», coincide Eulalia Pérez Sedeño, profesora de investigación en Ciencia, Tecnología y Género en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC y autora, junto a S. García Dauder de la obra Las 'mentiras' científicas sobre las mujeres ( Catarata).

De hecho, en 1977 el organismo que regula la investigación y aprobación de fármacos en EEUU -FDA por sus siglas en inglés-, rechazó explícitamente la participación de mujeres en edad fértil de los estudios clínicos bajo el pretexto de proteger a una posible descendencia de los efectos de fármacos en estudio.

«Suena bonito y ético, porque parece que se está protegiendo la salud materno-infantil. Pero la realidad es que esos medicamentos cuyos efectos no se han probado en mujeres, sí se prescriben a mujeres. Y esto tiene consecuencias», subraya Ruiz Cantero.
EL ANALGÉSICO QUE TUVO QUE SER RETIRADO

Por ejemplo, que aparezcan más efectos secundarios o que las dosis del tratamiento no sean efectivas o adecuadas. «Entre otras diferencias, las mujeres tenemos una variabilidad hormonal que no tienen los hombres, lo que puede afectar al metabolismo de los fármacos», aclara la especialista, quien añade que además de la infrarrepresentación en la investigación, también se ha producido una ceguera específica en cuanto al impacto de los fármacos en las mujeres.

Como ejemplo de esta ceguera, Ruiz Cantero cita el caso de Vioxx, el analgésico que tuvo que ser retirado del mercado por sus riesgos vasculares. Los resultados de los ensayos realizados con el medicamento no especificaron el impacto en ambos sexos ni consideraron la variabilidad hormonal. Sin embargo, explica, después se comprobó que el 78% de las reacciones adversas reportadas en España correspondía a mujeres.

Otro ejemplo es la apnea del sueño. Hasta hace poco, se consideraba un trastorno mayoritariamente masculino. Pero cada vez hay más evidencias de que, en realidad, la enfermedad en mujeres ha permanecido oculta a los ojos de la ciencia.

«El conocimiento que generamos cometiendo sesgos de género no se adecua bien a la realidad de gran parte de la población. Eso también explica, por ejemplo, que hasta hace bien poco no se diferenciaran bien los síntomas de un infarto de miocardio en hombres y mujeres», añade Sara Menéndez Espina, doctora en Psicología e investigadora del Grupo Workforall de la Universidad de Oviedo.

La decisión de la FDA permaneció vigente hasta 1993, cuando las nuevas guías recomendaron evaluar las diferencias en función del sexo en los ensayos clínicos. Pero, según las expertas citadas, eso tampoco solucionó el problema.

«Para empezar, la agencia homóloga europea, la EMA, no tomó la misma determinación y si bien recomienda un análisis diferenciado, sus guías también reconocen que esto solo puede hacerse si la muestra es lo suficientemente representativa», señala Ruiz Cantero, quien añade que sobre todo en las primeras fases de la investigación, la infrarrepresentación del sexo femenino sigue siendo patente.

Además, hoy en día se siguen dando otros sesgos de género en la investigación. «Por ejemplo a la hora de determinar cuáles son las prioridades científicas; en los modelos teóricos y las preguntas de investigación; en el planteamiento de hipótesis y definición de las variables; en los diseños y muestras empleadas; en la recogida de datos; en la interpretación de resultados y también en su publicación», apunta Pérez Sedeño.

«Un sesgo clásico es el uso de las muestras», coincide Menéndez. «Podemos encontrar estudios con 300 hombres y 300 mujeres que sacan resultados para toda la población, en una especie de ceguera de género».

Para Pérez Sedeño la solución al problema no sólo pasa por proponer protocolos que incluyan a más mujeres en los ensayos clínicos -algo que ya se ha hecho-, «sino en cambiar el modelo estrictamente biomédico por otro biopsicosocial que atienda a otros factores que pueden afectar a la salud de las mujeres, como la etnia, la clase social o el entorno en el que viven».

Fuente: elmundo.es

sábado, 5 de enero de 2019

Cuatro millones de mujeres forman un muro humano de 620 km por la igualdad en India.

La reivindicación quiere criticar la polémica tras la entrada de dos mujeres de cuarenta años en el templo de Sabarimala en el estado de Kerala. 


PÚBLICO/AGENCIAS


La polémica suscitada por la entrada de dos mujeres de cuarenta años en el templo de Sabarimala en el estado de Kerala (India), el pasado miércoles, ha hecho que cuatro millones de mujeres formen un muro humano para pedir igualdad.

La reivindicación, que ha llegado a cubrir una superficie de 620 kilómetros, quiere criticar la prohibición centenaria que impide a las mujeres en edad de menstruar -entre los 10 y los 50 años- su entrada en los templos.

A pesar de que el Tribunal Supremo levantó esta prohibición en septiembre, cerca de 200 personas conservadoras intentaron evitar su entrada al templo. Tras el incidente, las protestas contra este acto reivindicativo han dejado decenas de heridos, casi un centenar de vehículos destruidos y policías y periodistas atacados.

"Ha habido algunos incidentes esporádicos de violencia en algunos distritos del norte del estado, pero la situación está totalmente bajo el control de la Policía de Kerala", ha afirmado una fuente regional de seguridad que prefirió mantener el anonimato.

Por su parte, la activista Trupti Desai ha afirmado que "la entrada de mujeres en Sabarimala es una victoria histórica”. Algo que defiende el propio Gobierno ya que consideran que se trata de una cuestión de derechos civiles.

Fuente: publico.es

domingo, 21 de octubre de 2018

Indígenas peruanas piden al mundo respetar a la madre tierra.

Alertó sobre los peligros del uso de químicos y los productos procesados por la industria petroquímica e hizo un llamado a cuidar el agua como el elemento vital que garantiza la vida.


Un grupo de líderes indígenas peruanas exhortó al mundo a preservar la alimentación saludable, respetar a la Madre Tierra y luchar contra la contaminación ambiental, en el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Alimentación.

Valentina Churqui Mamani, representante de las mujeres indígenas de la provincia de Carabaya, departamento de Puno (sur), participó en Lima junto a delegaciones de todos los rincones de Perú en una ofrenda a la Madre Tierra (Pachamama) y en una exposición de alimentos.

“Este es un ritual de nuestra Santa Tierra, que nosotros, de año en año, desde nuestros abuelos, tatarabuelos, estamos siguiendo lo que ellos han hecho: respeto a la Pachamama”, dijo Churqui Mamani durante un colorido ritual en la céntrica avenida Javier Prado de la capital peruana.

“Nosotros somos productores, los que labramos la tierra, trabajamos día y noche para vivir (…) para que produzca nuestro Perú, pero a nosotros no nos valoran”, expresó.

Según Churqui Mamani, quien es indígena quechua, las mujeres rurales mantienen un equilibrio entre el consumo y el respeto a la naturaleza como parte de su cosmovisión andina.

“Las mujeres rurales, nosotras, no nos vestimos de ropa de petróleo, de ropa de plástico, nosotros nos vestimos naturalmente de nuestras ganaderías, ovejas, alpacas, llamas; esa es la ropa que nosotros mismos nos hacemos”, explicó.

Alertó también sobre los peligros del uso de químicos y los productos procesados por la industria petroquímica.

“Nosotros nos cuidamos de la contaminación, porque cuando nosotros utilizamos todo plástico, todo químico, es la contaminación que afecta nuestro territorio en el campo, a nuestra tierra”, sostuvo.

De igual forma, la líder indígena hizo un llamado a cuidar el agua como el elemento vital que garantiza la vida de todos los seres vivos y las plantas en la Tierra.

“Vivimos del agua, también las plantas viven del agua, nuestra agricultura es con el agua y con el sol”, anotó, al manifestar su preocupación por los riesgos de contaminación del agua.
ACTIVIDADES CONMEMORATIVAS

Churqui Mamani realizó un largo viaje desde la región Puno, unos 1.540 kilómetros al sur de Lima, a través de las altas montañas andinas, acompañada de 10 campesinas, para reunirse con 250 mujeres rurales de todo el país que participan en diversas actividades del 15 al 25 de octubre en la capital peruana.

Estas mujeres, lideradas por la presidenta de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas Nativas y Asalariadas del Perú, Lourdes Huanca, desarrollaron una serie de foros sobre seguridad alimentaria, medio ambiente y rituales ancestrales.

La líder de esta organización resaltó el rol de las campesinas indígenas que con su trabajo en el campo han logrado preservar los alimentos ancestrales como el maíz, la quinua y la papa nativa andina.


“Nos preocupamos de que nos falte la comida en nuestro país y en el mundo”, declaró Huanca durante un ritual en las escalinatas del Ministerio de Cultura.

Como parte del programa por el Día Mundial de la Alimentación, el grupo de mujeres rurales también visitó el Ministerio de Agricultura y Riego y el Ministerio de Ambiente, para exponer sus necesidades.

“Estamos cansados de las migajas que nos dan (…) necesitamos una buena educación, una buena salud”, subrayó.

Durante su participación en el Ministerio de Agricultura, las mujeres rurales llevaron semillas y granos andinos ancestrales, como una muestra de su labor de custodia de estos alimentos.

Huanca sostuvo que la alimentación también tiene que ver con la forma en que se valoran las semillas nativas que existen en la zona andina, donde hay variedades únicas conocidas como “superfoods” (superalimentos) por su alto valor alimenticio.

“Es sumamente importante cuidar nuestras semillas y nuestra cultura, porque la sabiduría de nuestros ‘apus’ (cerros sagrados), nuestros sabios, que son nuestros abuelos y nuestras abuelas, es lo que tenemos que valorar”, subrayó.

Perú registra un despoblamiento de las tierras altas de los Andes, debido a que los jóvenes se marchan a las ciudades en busca de mejores oportunidades y se quedan sólo los viejos a cuidar la tierra y a sus animales.


domingo, 24 de junio de 2018

Reseña de libro: “Sacerdotas” de Yolanda Alba.


¿”Sacerdotas”? Definitivamente sí. O mujeres curas, o presbíteras….Y por ende, reverendas y obispas, arzobispas, mujeres cardenales y mujeres papas, y también mujeres popes, mujeres mulás, mujeres dalai-lama…..
Al igual que otras religiones monoteístas (existen rabinas, imanas y alguna ayatolá), algunas ramas del cristianismo permiten la ordenación de mujeres y éstas alcanzan incluso altas jerarquías religiosas (obispas luteranas). En los primeros siglos de la religión cristiana hubo diaconisas, apóstolas y mujeres oficiantes, hasta que la oficialización y sacralización de lo que la autora denomina ‘kyriarcado’ hizo que fueran excluidas del derecho a ser ministras de la iglesia y de impartir sacramentos, subvirtiendo el mensaje de Yeyoshúa el rabino-Jesus el Cristo-, el genial profeta galileo que predicaba un cambio histórico mediante un revolucionario ideal ético igualitario señalando la hipocresía de las jerarquías religiosas.

Pero esta larga historia de discriminación de las mujeres en la iglesia católica está siendo cuestionada con énfasis en los últimos tiempos: en algunos países existen mujeres ordenadas sacerdotes, o sacerdotas, como muchas quieren denominarse más allá de la idoneidad del término no sexista que levanta interesantes discusiones.

Aquí están sus voces. Más allá de la etimología la ordenación de las mujeres es un tema muy polémico, debatido en el seno de la institución donde se levantan voces a favor de la ordenación de mujeres, desde la teología hasta las instancias vaticanas.
El rol de las mujeres forma parte de los grandes desafíos a los que están confrontadas las religiones hoy, incluido el tener acceso al sacerdocio, es decir: poder dirigir los cultos. Por ello la autora se aleja hacia el pasado más remoto para recordar la existencia y el importante rol de las mujeres oficiantes en las religiones antiguas (las sacerdotisas) y también el de las ministras del culto en las otras religiones actuales (wiccas, santeras, machis, chamanas, nueva ola etc…) a la vez que cuestiona la misoginia existente en religiones que parecieran no padecerla (p.e. el budismo).

sábado, 23 de junio de 2018

Mujeres indígenas amazónicas elevan su voz para defender sus derechos y territorios.


Coica, 21 de junio, 2018.- El II Congreso de Mujeres Indígenas Amazónicas de la COICA se realizó el 18 de junio de 2018, en la ciudad de Macapá, estado de Amapá en Brasil, una ciudad representativa de la región, por estar ubicada en la desembocadura del Río Amazonas hacia el Océano Atlántico y en línea ecuatorial.
Se trata de un estado brasileño que alberga a 11 pueblos indígenas amazónicos con 5 lenguas originarias. Es en este lugar que lideresas que elevan la voz de la mujer indígena amazónica para la defensa de sus derechos y sus territorios adoptaron resoluciones que se han sintetizado en un documento: 



SEGUNDO CONGRESO DE MUJERES INDÍGENAS AMAZÓNICAS
Resoluciones 

Reunidas en la IV Cumbre Amazónicas y el X Congreso General de la COICA del 18 al 22 de junio de 2018, con la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) y sus organizaciones miembro de los nueve países de la cuenca amazónica: COIAB (Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña) de Brasil, CIDOB (Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia) Bolivia, AIDESEP (Asociación Interétnica de desarrollo de la Selva Peruana) Perú, CONFENIAE (Confederación de las Nacionalidades de la Amazonía Ecuatoriana) de Ecuador, OPIAC (Organización Nacional de los pueblos indígenas de la Amazonía Colombiana) Colombia, ORPIA (Organización Regional de Pueblos Indígenas del Amazonas) de Venezuela, APA (Asociación de Pueblos Amerindios de Guayana) de Guyana, OIS (Organizaciones Indígenas de Surinam) Surinam y FOAG (Federación de Organizaciones Autóctonas de Guayana Francesa) Guyana Francesa; se ha llevado adelante el 18 de junio de 2018, en la ciudad de Macapá (estado de Amapá en Brasil), el II CONGRESO DE MUJERES INDÍGENAS AMAZÓNICAS de la COICA. Manifestamos al mundo, que se ha realizado de forma exitosa el II Congreso de Mujeres Indígenas Amazónicas de la COICA, como un espacio único que brinda a las mujeres de los 9 países de la Cuenca Amazónica, la oportunidad de discutir y acordar estrategias. Este espacio permite continuar con sus esfuerzos de visibilizar la importancia de las mujeres en la lucha por el respeto de los derechos territoriales y los derechos humanos de los pueblos originarios amazónicos; y las formas de participar en la toma de decisiones e incidir en los diferentes espacios nacionales, regionales e internacionales. Denunciamos las amenazas que atentan contra la vida de las mujeres y sus familias, vulnerando los derechos de los pueblos amazónicos, su forma de vida y sus territorios. Al mismo tiempo exigimos la participación activa y efectiva de la mujer como eje de la familia y de los pueblos indígenas amazónicos, en las diferentes instancias en la toma de decisiones locales, nacionales e internacionales. Elevamos nuestras voces para respaldar a las lideresas y líderes criminalizados y perseguidos por defender los derechos de nuestros hermanos indígenas amazónicos y nuestros territorios. Rechazamos y honramos a los más de 400 hermanas y hermanos indígenas defensores de la Amazonía asesinados cada año, caídos en la lucha. Por eso es urgente implementar el programa de defensa de defensores de la COICA. Rechazamos el modelo de desarrollo extractivita basado en minería, hidrocarburos, infraestructura, agro-negocios con agresiones permanentes a nuestros territorios.

Todo el documento aquí en este enlace:




Fuente: servindi.org

viernes, 4 de mayo de 2018

Las mujeres, creadoras de la Iglesia.

Detalle de El descendimiento de Domingo Valdivieso Henarejos.

Bernardo Pérez Andreo.

Los evangelios son textos escritos de, así me gusta llamarlo, tercer momento. El primer momento es la experiencia que da origen a los textos, el segundo la tradición oral que se transmite entre las personas que forman parte de esa experiencia; los que vivieron con Jesús cuentan lo que oyeron y vieron y lo transmiten a quienes no tuvieron esa suerte. En un tercer momento está la escritura de los textos que conocemos como evangelios, que pasaron por una redacción en varias fases. 

Pues bien, en la última fase del tercer momento tenemos que las comunidades que sustentan la escritura de los evangelios ya habían comenzado a ocultar la participación de las mujeres. Es triste que fuera así, pero así sucedió. Y lo sabemos por lo que no se ocultó por ser palmario y evidente aún para los que no habían conocido a Jesús: que se rodeó de mujeres que le servían, es decir, que estaban con él compartiendo su misión por el Reino de Dios. 

De aquellas mujeres se cita a varias por su nombre, pero ninguna con la importancia de María Magdalena, de quien tenemos sospecha de que representó para los seguidores de Jesús un papel similar al que tras la Pascua fue adoptando Pedro. El rol de Pedro como puente entre dos partidos diferenciados, el de Santiago en Jerusalén y el de Pablo, fue tomando cuerpo en los textos tras constatar su misión conciliadora en las comunidades primitivas, entre los que mantenían una posición más cercana al judaísmo y los que abrían los grupos de forma clara a los gentiles, sin necesidad de exigir circuncisión o sumisión al Templo y los ritos judíos. Por eso vemos que se legitiman con palabras de Jesús posiciones que solo tienen sentido tras la Resurrección. Esto no sucedió en el caso de María Magdalena. Solo disponemos de evangelios apócrifos para hacernos una idea de su importancia en la vida de Jesús.

María Magdalena es la primera persona a la que se aparece el Resucitado. Este dato no podían ocultarlo los evangelios, pero sí podían atenuarlo, colocando inmediatamente a Pedro o a otros varones como garantes de la Resurrección. Sin embargo, es María Magdalena la que experimenta la Resurrección y serán las mujeres las que se encargarán de continuar la obra de Jesús. Ellas son las que se ocupan de los ritos funerarios y de las comidas en honor del fallecido. Ellas son las que continuarán la memoria subversiva de Jesús y las que construirán, con sus experiencias, con su labor, con su memoria, el origen de la Iglesia. Los varones salieron en desbandada, y solo es tras un periodo largo, tipificado como Pentecostés, cuando, fruto de la labor callada y constante de las mujeres, los seguidores se vuelven a reunir y se constituyen las comunidades. Con su labor, las mujeres dieron origen a la Iglesia y la constituyeron en sujeto político de la revolución del Reino, como he contado en La revolución de Jesús. El proyecto del Reino de Dios (PPC, 2018). Luego vendrán los varones y se encargarán de la dirección, pero fueron las mujeres las que lo posibilitaron y las que aun hoy se encargan de que la labor de la Iglesia se realice a pesar de todo.

Es importante que naciera la Iglesia de mano de las mujeres, porque ellas fueron capaces de convertir un cuerpo político en ciernes, las primeras comunidades de Jesús, en sujeto político. La diferencia es sustancial. Un cuerpo político se constituye como una unidad de población bajo unas leyes o normas, o como un grupo dentro de una población que se distingue por sus prácticas. Si la Iglesia hubiera sido un simple cuerpo político podría ser considerada como un grupo más dentro del judaísmo. Lo que hacen las mujeres desde la comensalía de los ritos funerarios, construyendo una realidad social alternativa que refleja la práctica de Jesús, es extender la nueva mesa de Jesús, la comensalía abierta a los excluidos, como verdadera estructura social. No es cuestión de incluir a los excluidos, como el asistencialismo suele proponer, sino de crear una realidad nueva a partir de los excluidos. Esto es lo que convierte al cuerpo político de los seguidores de Jesús en sujeto político, sujeto político de una revolución, la revolución del Reino de Dios.

Este sujeto político va a desarrollar una teología anti-imperial que contrasta con la teología imperial de legitimación. Frente a la teología imperial que impone el sometimiento al único Señor (el emperador) como salvador (soter) y portador de las buenas noticias (euangelia), la Iglesia, propone una teología en la que el Señor, el Salvador y el heraldo de la Buena Nueva es Jesucristo. Él es el origen de una manera de vivir en misericordia, justicia y amor. Es el anunciador de un Reino sin rey, una soberanía sin dominio y una humanidad fraterna de hombres y mujeres. Se trata de una teología anti-imperial o de una anti-teología, pues pretende ser una subversión de los valores imperantes. Los valores del Reino son valores que siempre han portado las mujeres, que permiten una sociedad del cuidado común, de la cercanía amorosa y de la misericordia como movimiento de las entrañas ante el sufrimiento. Por eso Jesús compara el Reino de Dios con una mujer que mezcla tres medidas de harina y una de creciente y todo se convierte en una masa nutritiva. La acción de la mujer de unir lo puro, la harina, y lo impuro, la creciente, es la que permite la existencia de una realidad completamente nueva.

Es hora de ir recuperando el papel de las mujeres en la Iglesia, de romper el aura sensiblera que el clericalismo ha construido entorno a ellas y de sentar las bases de la Iglesia del tercer milenio en continuación con aquellas mujeres, casi todas anónimas, que permitieron, con su labor abnegada, que la Iglesia siguiera adelante con el proyecto del Jesús, el Reino de Dios, donde las prostitutas y los publicanos guían a los que se tienen por puros, donde los niños y marginados tienen un lugar por derecho propio, y donde los varones, para poder acceder, deben hacerse eunucos, es decir, renunciar a su posición de dominio social por la que ejercen el poder.

viernes, 9 de marzo de 2018

Las religiosas quieren evangelizar, no ser camareras.


Alvaro de Juana – Ciudad del Vaticano

Lucetta Scaraffia tenía muy claro desde que tomó las riendas del suplemento femenino de «L’Osservatore Romano», «Mujeres, Iglesia, Mundo», que su misión era poner en valor el papel de la mujer dentro de la Iglesia. Así, en el último número ha sacado a la luz la situación de clara desigualdad y hasta de esclavitud por la que atraviesan miles de religiosas en todo el mundo.

-¿Qué le llevó a realizar este reportaje?

-Que es una situación real que existe y se da en nuestro días. Esto también ocurre porque hay gente en la sociedad que ya no son disponibles a realizar ciertos roles que tienen que ver con la subordinación. Son mujeres que eligen la vida religiosa para evangelizar el mundo y después se encuentran haciendo, por ejemplo, de «camareras» de eclesiásticos o de instituciones de la Iglesia. Eso no es una vida religiosa, sino otra cosa.

-Sin embargo, es una situación que se ha convertido en normal en la Iglesia…

-Sí, pero, por ejemplo, Francesca Cabrini, que es una santa que yo conozco muy bien, en el 800, al llegar a Nueva York, cuando los sacerdotes que la habían llamado la dijeron que tenía que ocuparse de los servicios de asistencia parroquial ella dijo que no, que no iba. Así que no es sólo una cosa de ahora, de hoy. Las religiosas tienen sus proyectos, sus ideas de cómo evangelizar, de cómo es su congregación y también de cómo vivir la misión hoy. No pueden ser reducidas a chicas de la limpieza.


-La publicación ha tenido una enorme repercusión… ¿Ha recibido alguna queja del Vaticano?

-No sé si alguno se habrá enfadado…. A mí nadie me ha dicho nada. El otro día leí unas declaraciones del Cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, hablando de la huelga feminista que se ha convocado en España para el día 8. Me ha parecido interesante, porque él dice que «también la Virgen María habría seguido la huelga».

-¿Y el Papa se ha pronunciado?

-Por el momento creo que no ha dicho nada sobre lo publicado… pero ya antes él mismo había dicho cosas muy significativas sobre la mujer. Por ejemplo, que en la sociedad hay todavía una mentalidad machista (se refiere al prólogo escrito por el Papa en el libro «Diez cosas que el Papa propone a las mujeres» cuya autora es María Teresa Compte). También ha dicho que no se debe confundir el servicio con la servidumbre. Él mismo ha hablado muy claro.

-¿Cree que gracias a la denuncia que han hecho quizá en alguna institución de la Iglesia o algún eclesiástico pueda plantearse un cambio?

-Espero que sí. Si las cosas permanecen escondidas pueden perpetuarse, pueden durar, pero si se sacan a la luz es más difícil continuar en estas situaciones, así que espero que por ellas, por las monjas, las cosas cambien.

-En el reportaje, las religiosas evitan dar su verdadero nombre y utilizan uno ficticio. ¿Tenían miedo a represalias?

-Sí, porque tenían y tienen miedo de que sus congregaciones sufran algún problema por ellas, por haber hablado. Pero en definitiva es normal que tengan miedo a ser «castigadas» de alguna manera.

-Y después de hablar habrán sentido cierta liberación…

-Sí, ellas necesitaban hacerlo y se han sentido aliviadas cuando han hablado. Han contado los problemas que ellas viven y que son tantos. Pero pienso que después de nuestro artículo estos problemas serán afrontados. Confío mucho en esto.

-A lo largo de sus 5 años de Pontificado, el Papa ha hablado en multitud de ocasiones de la mujer y del papel que desempeña en la Iglesia. Pero, ¿qué es lo que falta por hacer?

-Debe tratar a los hombres como a las mujeres. Esto no significa estar a favor del sacerdocio femenino. Yo estoy en contra de eso. Ni tampoco cancelar la diferenciación entre hombre y mujer, pero sí reconocer a las mujeres la mima dignidad, la misma importancia que a las mujeres, independientemente del sacerdocio. El Papa está siguiendo esta línea, pero se necesita tiempo porque hay ciertas costumbres que no son tan fáciles de cambiar. No es algo facilísimo, pero pienso que está transformación está en el buen camino.



La Razón – Reflexión y Liberación

lunes, 22 de enero de 2018

Patriarcado, Madre Tierra y feminismos.


Raúl Zibechi


Cuidar el medio ambiente o la Madre Tierra es cosa de mujeres, según un reciente estudio de la revista de divulgación Scientific American publicado a fines de diciembre, donde se destaca que las mujeres han superado a los hombres en el campo de la acción ambiental; en todos los grupos de edad y países(goo.gl/yW6U3v).

El artículo titulado Los hombres resisten el comportamiento verde como poco masculino, llega a esa conclusión luego de haber realizado una amplia encuesta entre 2 mil hombres y mujeres estadunidenses y chinos. El estudio afirma que para los varones actitudes tan elementales como utilizar bolsas de lona para hacer las compras en vez de las de plástico es considerado poco masculino.

El trabajo está enfocado en el marketing, con el objetivo de conseguir que los varones se sientan masculinos aún comprando artículos verdes, con lo que llega a conclusiones penosas como que los hombres que se sienten seguros en su hombría se sienten más cómodos comprando verde.

Sin embargo, consigue rastrear algunos comportamientos que permiten ir algo más allá, en el sentido de comprender cómo el patriarcado es una de las principales causas del deterioro ambiental del planeta. Donald Trump no es una excepción, al negar el cambio climático y alentar actitudes destructivas, desde las guerras hasta el consumismo.

Propongo tres miradas que pueden ser complementarias y que afectan al mundo de los varones, no para que adoptemos actitudes políticamente correctas (con sus dosis de cinismo y doble discurso), sino para aportar al proceso de emancipación colectiva de los pueblos.

La primera se relaciona con el capitalismo de guerra o acumulación por despojo/cuarta guerra mundial que sufrimos actualmente. Este viraje del sistema, que se ha acelerado en la última década, no sólo provoca más guerras y violencias sino un profundo cambio cultural: la proliferación de los machos alfa, desde los mandamases de los grandes y poderosos estados, hasta los machos altaneros de las barriadas que pretenden marcar sus territorios y, por supuesto, a sus dominados y, sobre todo, dominadas.

Sacar músculo geopolítico permite posicionarse en este periodo de decadencia del imperio hegemónico. Que se complementa con la aparición de infinidad de machitos alfa en los territorios de los sectores populares, donde narcos y paramilitares pretenden sustituir al cura, al comisario y al padre de familia en el control de la vida cotidiana de los de abajo.

La segunda mirada viene insinuada en el estudio citado, cuando concluye que las mujeres tienden a vivir un estilo de vida más ecológico, ya que desperdician menos, reciclan más y dejan una huella de carbono más pequeña (goo.gl/yW6U3v).

Esto se relaciona directamente con la reproducción, que es el punto ciego de las revoluciones, empeñadas en un productivismo a ultranza para, supuestamente, sobrepasar a los países capitalistas. La producción fabril y el obrero industrial han sido piezas centrales en la construcción del mundo nuevo, desde Marx en adelante. En paralelo, la reproducción y el papel de las mujeres han sido siempre desconsiderados.


No podemos combatir el capitalismo ni el patriarcado, ni cuidar del medio ambiente ni de nuestros hijos e hijas, sin instalarnos en la reproducción que es, precisamente, el cuidado de la vida. Entiendo que la reproducción puede ser también cuestión de varones, pero eso requiere una política explícita en esa dirección, como señalan las comandantas que convocan el encuentro de mujeres en el caracol Morelia.

Como dice el comunicado de convocatoria del Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de las Mujeres que Luchan, los varones zapatistas se encargarán de la cocina y de limpiar y de lo que se necesite(goo.gl/MeFoUU).

¿Acaso esas tareas son menos revolucionarias que estar parado en un templete bajando línea (como decimos en el sur)? Nos dan menos visibilidad, pero son las tareas oscuras que hacen posible las grandes acciones. Para involucrarnos en la reproducción, los varones necesitamos un fuerte ejercicio para limitar nuestro ego, más aún si se trata de un ego revolucionario.

La tercera es quizá la más importante: ¿qué podemos aprender los varones heterosexuales y de izquierda de los movimientos feministas y de mujeres?

Lo primero sería reconocer que las mujeres avanzaron mucho más que nosotros en las últimas décadas. O sea, ser un poco más humildes, escuchar, preguntar, aprender a hacernos a un lado, a guardar silencio para que se escuchen otras voces. Una de las cuestiones que podemos aprender es cómo ellas se han puesto de pie sin vanguardias ni aparatos jerárquicos, sin comités centrales y sin necesidad de ocupar el gobierno estatal.

¿Cómo lo hicieron? Pues organizándose entre ellas, entre iguales. Trabajando al patriarca interior: al padre, al dirigente bien hablado, al caudillo. Esto es bien interesante, porque las mujeres que luchan no están reproduciendo los mismos roles que combaten, ya que no se trata de sustituir un opresor por una opresora, ni un opresor de derecha por un opresor de izquierda. Por eso digo que avanzaron mucho.

La segunda cuestión que podemos aprender es que la política, en grande, en escenarios bien iluminados y mediáticos, con programas, estrategias y discursos grandilocuentes, no es más que la reproducción del sistema dominante. Ellas han politizado la vida cotidiana, el cocinar, la cocina, el cuidar a los hijos e hijas, las artes de tejer y de sanar, entre tantas otras. Creer que todo esto es poco importante, que existen jerarquías entre unas y otras dimensiones, es similar a seguir buscando machos alfa que nos emancipen.

Seguramente hay muchas otras cuestiones que podemos aprender de los movimientos de mujeres, que ignoro o que aún debemos descubrir. Lo que importa no es tener la respuesta ya preparada, sino tallarnos en sencillez y humildad para aprender de este maravilloso movimiento de mujeres que está cambiando el mundo.


sábado, 30 de diciembre de 2017

Latinoamérica. Luchas, resistencias y rebeldías feministas de mujeres de los Pueblos Indígenas.

Resumen Latinoamericano / 26 de diciembre de 2017 / Martina Paillacar Mutizábal, Mapuexpress

Son las mujeres de los Pueblos Indígenas en Sudamérica, sujetas que día a día, luchan desde el feminismo indígena de forma cada vez más activa por la defensa de sus Derechos políticos, sociales, económicos, culturales; por el respeto a los Derechos colectivos e individuales que como mujeres tienen; por el desafío a las estructuras de poder; por la transformación social con equidad de género. Cada vez más partícipes de diversos espacios políticos en la búsqueda de igualdad de condiciones, las mujeres feministas e indígenas se reúnen para cuestionar críticamente y luchar contra el colonialismo, el patriarcado, el capitalismo, para acabar con las desigualdades, con las prácticas de violencia, impunidad, discriminación, negación, invisibilización, represión, persecución y violación a los Derechos Humanos, que diariamente viven en distintos territorios sudamericanos.

En ese sentido, las luchas de resistencia y rebeldía de las mujeres feministas e indígenas que plantean la liberación de las mujeres, proponen el Buen Vivir como paradigma y principio regidor y especialmente como alternativa al modelo de desarrollo capitalista. Emerge por tanto la organización, las estrategias de resistencia, lo comunitario, la articulación, la solidaridad y las redes de apoyo. Así, cuestionan críticamente a los Estados y a las políticas que judicializan y criminalizan las diversas luchas por la autonomía y libre determinación de los Pueblos Indígenas y que, como es ampliamente conocido, niegan sistemáticamente sus derechos. A su vez, se critica sólidamente al modelo extractivista y con ello, a las industrias y empresas nacionales y transnacionales que a través de la implantación de proyectos invasivos contra la naturaleza – como las mineras, hidroeléctricas, forestales, salmoneras, petroleras, entre otros- afectan gravemente al medio ambiente, generando negativas consecuencias socio culturales contra los Pueblos, dañando con ello particularmente a las mujeres indígenas, que en general se ven aún más afectadas en Sudamérica por su calidad de mujeres, de indígenas y en muchas ocasiones empobrecidas.

Es así como las mujeres en general e indígenas en particular, sufren problemáticas asociadas a la violencia, sea ésta sistémica, física, económica y patrimonial, psicológica, sexual, simbólica, y a su vez, viven problemáticas asociadas al racismo y clasismo, que se extiende más allá de toda frontera. En esa línea, el machismo y androcentrismo- flagelo y opresión ampliamente presente en espacios públicos y privados- se acentúan con el colonialismo y el neoliberalismo y se reproduce y profundiza a través de las políticas públicas y los medios tradicionales de comunicación que responden a los intereses políticos dominantes.

Bajo el actual modelo en Sudamérica, en muchas ocasiones son las mujeres indígenas quienes deben asumir las responsabilidades del hogar y la familia, quedando marginadas y reducidas al espacio privado del hogar, en la crianza de niños y niñas. A pesar de ello, su rol no es pasivo, si no al contrario, cada vez más, asumen la urgencia de participar en espacios colectivos de organización política para la defensa de sus derechos.

“Las mujeres indígenas tienen una situación bastante preocupante”

Al respecto, la educadora y política Maya-quiché, referente latinoamericana en cuanto al activismo y defensa de los Derechos Humanos con énfasis en los derechos de las mujeres, Otilia Lux de Cotí [1], nos comenta sobre las mujeres indígenas a lo largo de Latinoamérica: “Las mujeres indígenas tienen una situación bastante preocupante: muchas mujeres indígenas forman parte de los indicadores del Sub desarrollo en el ámbito educativo. Hay demasiadas mujeres indígenas rurales analfabetas, otras con escolaridad muy baja y hay de la misma forma muerte materno-infantil reflejadas por las mujeres indígenas y rurales, donde los servicios básicos no están a su alcance dado que los sistemas gubernamentales descuidan las áreas donde habitan. Ello afecta a la niñez de los Pueblos Indígenas, puesto que son las madres quienes son las dadores de vida, cultura, de valores y principios y los/as niños/as están muy cerca de lo que es la mujer indígena”.

Sobre la participación de la mujer indígena en la política a lo largo de Latinoamérica, Otilia relata que la mujer aún participa muy poco: “Primero porque tienen que dar respuesta a las necesidades alimentarias y cuidado de los/as hijos/as en sus hogares, entonces no tienen la oportunidad para una participación plena y efectiva en el ámbito político, especialmente en el ámbito local”. Hay sin embargo, según explica, avances a nivel local, nacional e internacional, así “hay mujeres indígenas estudiando carreras, participando en política, veo a mujeres indígenas artistas, cantautoras…hay avances, hay mujeres que han dado un paso adelante en aspectos educativos, es cierto, pero no es del todo”, explica. “Estamos preocupadas por las mujeres que todavía están fuera de los alcances de los objetivos del desarrollo sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas: esa agenda exhorta a todos los países del mundo a trabajar por los más pobres, por quienes tienen más necesidades, entonces se han planteado erradicar la pobreza, tener alimentos sanos y que todos tengan la posibilidad de tener alimentos. Así se habla de seguridad alimentaria, ello es importante verlo como mujeres indígenas. No hay todavía asistencia de los Estados a las mujeres rurales”, comenta.

Así, continúa explicando la educadora, que en la actualidad hay muchas mujeres indígenas que han salido de las Universidades y que participan en la vida política:“Bolivia es una muestra de ello: tiene el 52% de mujeres en el ámbito del poder nacional, pero no es así en todos los países. Hay escasa participación de mujeres indígenas, afrodescendientes, mestizas, o de otra cultura. Es difícil ya que el sistema político limita mucho la participación, por eso el movimiento de mujeres lucha por las acciones afirmativas en cuotas o paridad. Por ejemplo México, Costa Rica, Nicaragua, Ecuador y Bolivia tiene paridad, el resto de países sólo tiene cuotas, tiene 30%, 40 %, de ahí no pasa, pero todavía no se ha llegado al 50%. Los más rezagados son Uruguay junto a Venezuela y Guatemala que no tienen cuota ni paridad, entonces la participación política de las mujeres se torna mucho más difícil, así cuesta que lleguen a concejalas, alcaldesas, gobernadoras, diputadas. Si en dado caso hay mujeres en el ámbito político, llegan algunas mujeres indígenas, pero es muy reducida su participación”.

Sobre las organizaciones de mujeres señala que son un mecanismo importante que permite que las mujeres indígenas se vean beneficiadas: “permiten que las mujeres que no tienen oportunidad de estar organizadas puedan ser beneficiadas por algún plan de acción que tengan las organizaciones o que puedan hacerse partícipes de programas de participación educativa, artística, de desarrollo, les permite a las organizaciones ver referentes y motivarse para buscar alternativas a su situación” señala.

Según nos explica Otilia Lux, los desafíos de las mujeres indígenas son: “hacer trabajos de proyección para las mujeres que no tienen oportunidades, hacer trabajos en las áreas rurales y marginales donde hayan necesidades. Es importante apoyar a otras mujeres que no han tenido la oportunidad para empoderarse en el ámbito político y así promover su participación. Asimismo, es necesario que las mujeres participen mucho más en las actividades y en las acciones que promueven las organizaciones indígenas”. 

Por otro lado, nos comenta que sería importante que se realicen seguimientos a las políticas sociales que plantean los gobiernos para así “ver si las mujeres rurales e indígenas puedan ser beneficiadas por una política social en el ámbito educativo; social; económico; de producción; de empoderamiento de las mujeres; para saber qué es un plan de gobierno y ver si éstos orientan sus programas hacia las mujeres”, comenta. A ello agrega: “Sería conveniente realizar una sistematización de estudios que puedan dar información sobre dónde están las áreas a trabajar y cuáles son los temas que demandan las mujeres: por ejemplo algunas dirán que necesitan un taller de elaboración de tejidos, o que necesitan fortalecer el liderazgo, todo dependerá de la visión que nos den las mismas mujeres”.

Es en ese sentido que la activista por los Derechos Humanos comenta la trascendencia de la educación y la formación para la transformación social: “ya sea en el ámbito del medio ambiente, en cuestiones de alimentación y seguridad alimentaria, en liderazgo, en procesos organizativos, en la toma de decisiones, en cómo organizar un mercado. Por ello, hay que potencializar el liderazgo de las mujeres y la capacidad para trabajar con organizaciones, buscar estrategias de trabajo en conjunto”, expresa.

“Chile: debe ser un país multicultural, plural, un país que oriente sus políticas sociales hacia la diversidad”

Sobre la situación particular en Chile y la situación del Estado en relación a los Pueblos Indígenas, Otilia Lux nos comenta: “En Chile hay elementos que se reflejan en otros países: no hay una voluntad de un sector que está bloqueando alguna iniciativa que pueda ser efectiva en un Congreso. Si Chile tiene Pueblos Indígenas, considero que debe ser un país multicultural, plural, un país que oriente sus políticas sociales hacia la diversidad. Es cuestionable por qué no se atendieron las demandas de los Pueblos Indígenas: es el mismo Estado que ha creado conflictividad en el caso de la tierra, territorio y recursos naturales, que es un tema omitido” comenta. Así, reflexiona: “Chile adoptó la Declaración de Naciones Unidas y debiera colocarla en su Constitución Política. ¿Cuál es el temor de los Estados?”, se cuestiona: “Aquí, lo globalizo a lo largo de América Latina: si ya hay países como Bolivia, Ecuador -y Colombia que va por ese lado- si ya hay países que le han dado el reconocimiento de sus Derechos Colectivos a través de la tierra y el territorio ¿por qué no hacerlo acá en Chile o en Guatemala?”. Así, ejemplifica: “En el caso de Guatemala, es el sector económico que bloquea y manipula al sector político, que tiene en sus manos el Congreso de la República, entonces lo domina”.

Luego, explica que Chile debe hacer más consciencia de lo que están demandando los Pueblos indígenas y sus derechos colectivos y ciudadanos: “Ningún Pueblo está solicitando la secesión, no estamos pidiendo dividir el país, si no que estamos pidiendo se nos reconozca en la Carta Magna: con ello estamos diciendo que somos ciudadanos todos/as y tenemos los mismos derechos a honrar artículos, ya que las Constituciones dicen que somos iguales en oportunidades y derechos, entonces no habría problema en que reconozcan a los Pueblos Indígenas”.

Para finalizar, reflexiona: “En estos tiempos, puesto que somos diversos, necesitamos políticas diversas. Necesitamos un presupuesto nacional orientado a la diversidad. Por otro lado se requiere que el Estado cumpla el Convenio 169 que señala que, cuando las empresas con el aval de los Estados quieran hacer algún tipo de mega proyecto hacia territorios indígenas, debe existir un consentimiento libre, previo e informado, que es un principio Universal para cualquier grupo humano, un derecho para todos y todas. Cuando no están consultando, están violando la Ley y los Derechos Humanos”.

“Seamos o no indígenas, debemos unirnos para que cumplan nuestros derechos como mujeres”

Desde el Centro de América, Aura Recimos, Guatemalteca, nos comenta sobre algunas problemáticas que viven, entre ellos la violencia hacia la mujer que particularmente afecta de manera más profunda a la mujer indígena, según nos relata. Así, nos explicita además sobre diversas problemáticas asociadas a los conflictos medioambientales, a la tierra y territorio, al agua, a funcionarios que no atienden las necesidades, a la crítica situación que se vive en los hospitales, a la escasez y precariedad laboral, entre muchos otros. “Las mujeres, seamos o no indígenas, debemos unirnos para que cumplan nuestros derechos como mujeres”, nos comenta Aura.

Tal situación, se repite a lo largo de Sudamérica según nos relatan mujeres Aymara, Cacha, Charrúa, Colla, Diaguita, Guaraní Occidental, Harakbut, Kankuamo, Likan Antai, Mapuche, Rapa Nui, Quechua y Wayu, que a continuación comparten parte de su historia, cosmovisión, problemáticas, y su visión sobre los desafíos de las mujeres indígenas en Sudamérica.

Voces y luchas de las mujeres indígenas en Sudamérica

Aymara

Maribel Santamaría Mamani, secretaria de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia Bartolina Sisa de Bolivia, de la Nación Aymara, nos comenta sobre su Pueblo en contexto Boliviano: “Somos un Pueblo milenario, que tiene historia, cultura, conocimientos, sabidurías, un diálogo con la Pachamama, para cualquier reunión se pide permiso para la madre tierra, a través de la hoja de Coca, que está presente en toda reunión: en las reuniones familiares, comunales, en algún taller, para empezar la siembra, así hay una comunicación constante. Pedimos fuerza, sabiduría, valor, energías positivas para seguir fortaleciéndonos. Llevamos dos símbolos muy importantes en nuestras vidas: nuestra abuela Bartolina Sisa y Tupac Katari, héroes que han luchado por la liberación de nuestros Pueblos en la época colonial, llevamos ese ejemplo, esa fortaleza, estamos siguiendo sus pasos”.

Sobre las problemáticas que viven en Bolivia, nos explica: “No es fácil implementar los cambios, si bien Bolivia es un Estado plurinacional, tenemos dificultades en implementar las normativas. Es importante descolonizar la descolonización. La descolonización es todo un proceso, estamos en ese proceso, de despatriarcalizar, todavía tenemos mucha lucha por seguir, hemos dado un pasito, nos falta mucho más por trabajar”. Así, metafóricamente, nos comenta: “Para eso estamos como organizaciones, fortaleciéndonos orgánicamente, es importante tener ejércitos, soldados organizados, Aymaras, Quechuas, Guaraníes, de todas las nacionalidades porque si no estamos organizados no vamos a poder lograrlo. Estamos en ese proceso de construcción”.

“Son muchos los desafíos que tenemos que hacer como mujeres indígenas”, señala. Así, comenta: “Tenemos que mantener nuestra identidad, hemos traspasado más de 500 años y seguimos actualmente mostrando nuestra identidad, nuestra cultura”. Así, nos explica que el rol de la mujer ha sido muy fundamental en mantener la identidad. Luego, se refiere a la relevancia del idioma materno “por medio del idioma nos hemos comunicado y persistido hasta la fecha. Debemos seguir recuperando nuestros idiomas de los pueblos indígenas que se están perdiendo”. Así, nos relata sobre diversos aspectos de su Pueblo, entre ellos, las vestimentas que tienen toda una historia: “nuestros tejidos tienen todo ese conocimiento que nos han heredado nuestros abuelos”, para finalmente destacar la necesidad mantener la identidad, el idioma y dialogar entre los Pueblos. “El vivir bien es el futuro que tenemos que reconstruir todos”, finaliza señalando Maribel.

Doris Moscoso Castro, Aymara, de la Comunidad de Cancosa, en la comuna de Pica, ubicada en la zona alto andina de la región de Tarapacá en Chile, nos comenta las problemáticas que viven y que están asociadas a las mineras, que “generan escasez de agua y causando daño a la flora y fauna principalmente” según nos explica. Luego, nos comenta que uno de los principales desafíos de las mujeres indígenas son “el trabajar en comunidad con los/as pobladores/as, y conocer las herramientas jurídicas que son el sustento para defendernos ante el gobierno, ante las empresas y mineras extranjeras, frente a las autoridades locales y regionales” comenta. Por su parte, Nélida Moscoso Moscoso, de la Comunidad de Cancosa igualmente, Aymara, integrante de la organización “Asociación indígena de mujeres de la región de Tarapacá” que está dirigida al fortalecimiento para las mujeres indígenas de diversos Pueblos Indígenas, nos comenta sobre los impactos ambientales que causa la extracción minera en el norte, particularmente BHP Billinton, Cerro colorado y que afectan a su Pueblo: “Hoy estamos en un proceso de demanda con la minera porque no fuimos incluidos en la consulta. Le exigimos el Estado que, dado que el permiso de la Resolución de Calificación Ambiental que aprueba el proyecto de BHP sea dejado sin efecto, dado que no se cumplieron los presupuestos que establece la Ley. Es una situación difícil, sin embargo esperamos fortalecer nuestras bases para proteger nuestros territorios”.

Sobre los desafíos de las mujeres indígenas, nos señala: “Tenemos que sensibilizar a nuestras bases”. Así, finaliza señalando: “Tengo la convicción que la unión es la única forma de lograr nuestros objetivos, en este caso proteger nuestros orígenes, proteger nuestra cosmovisión y revitalizarla. Como mujer tenemos esa tarea.”

Por su parte, Rosa Quispe Huanca, mujer Aymara y cantautora en Pozo Almonte de la Provincia del Tamarugal, en la región de Tarapacá en Chile, nos señala sobre las problemáticas que viven como Pueblo: “Sufrimos de la sequía y falta de agua por ser extraídas de forma injusta e inconsciente por las mineras que están extrayendo los materiales propios de nuestra tierra”. Así, nos comenta que hay otras problemáticas, algunas internas como “la desunión en el Pueblo”, así comenta: “como desafío me planteo unir a nuestras mujeres para organizadamente luchar contra estas problemáticas que no solo atañen a nuestro pueblo si no que a todo Ser Humano que habita nuestra tierra, llamada por nosotros “Pachamama”. Es importante poder unirnos para luchar para cambiar la situación que estamos viviendo”. Sobre el cuidado de la naturaleza, señala que en general hay una falta de consciencia en cuanto a la contaminación ambiental: “partiendo por las bolsas de plástico, las botellas desechables… Las mineras están contaminado el aire, por otra parte, se están instalando paneles solares de forma extensa en grandes terrenos lo que finalmente afecta la salud. Es un problema para toda la comunidad”. Así comenta: “Las leyes están hechas para favorecer a los grandes empresarios que lucran con la naturaleza, con el agua, el aire, la vegetación, flora y fauna”.

Finalmente, se refiere a otra problemática que viven como Pueblo: “La proliferación de jóvenes que consumen droga. Al respecto, los políticos ni los gobiernos han tenido la capacidad para enfrentar estos problemas que no sólo atañen a nuestro Pueblo si no a los otros, a los no indígenas. Es triste ver a las mamás preocupadas de sus hijos y no tener donde recurrir” comenta.

América Calle Calle, del Pueblo Aymara, de la comuna de Camarones, de la provincia de Arica en Chile, nos comenta sobre la cosmovisión de su Pueblo y sobre diversas problemáticas que viven, entre ellas el no reconocimiento en la constitución chilena. Luego se refiere a la disputa entre el Pueblo Socoroma y la entrega de territorios ancestrales indígenas por parte de Bienes Nacionales al Ejército para fines militares. Sobre la mujer indígena, comenta: “A futuro debieran aparecer futuras líderes que tengan mayor incidencia, debiera haber más unión y trabajo en equipo, un pueblo unido jamás lo vencerán”. Así, agrega: “Debiéramos dejar un legado y ser reconocidos en la Constitución política de acuerdo a los estándares que nosotros como Pueblos Indígenas solicitamos, eso sería un gran avance. Todos los pueblos necesitamos ser reconocidos”, finaliza señalando.

Finalmente, Rosa Maita Querquezana, Aymara en la región de Arica y Parinacota, concejala, presidenta de la Comunidad Indígena de Visviri en la Comuna de General Lagos, secretaria de la Asociación Colliri Yatiri Pachacutaniña que es una asociación indígena que trabaja con medicina tradicional indígena, nos comenta sobre alguna de las problemáticas que afectan a su Pueblo: “Todos los territorios son de particulares, no hay problemas de tierra, pero sí hay problemas de agua, ya que está escaseando. Eso entra en conflicto con el gobierno y la reforma al Código de Aguas”. Luego, nos comenta que las mujeres debieran tener una preparación técnica y legal “para enfrentar a las mineras o a quienes quieran depredar nuestros territorios con bases técnicas”, comenta. Finalmente, Rosa señala: “Debemos empoderarnos, capacitarnos para incidir, para formar a las lideresas según sus propias necesidades. Los Pueblos indígenas deben unirse, es un desafío, armar fuerzas, sobre todo en Sudamérica”. 

Cacha

Carmen Tiupil, del Pueblo Cacha en Ecuador, nos comenta sobre la historia de su Pueblo: “Somos la raíz de la nacionalidad Ecuatoriana porque es la tierra donde nacieron los héroes, los grandes luchadores y guerreros en la época de Tawantisuyo: es la tierra de Atawalpa, de Purawá”. “En 1980-comenta- fue reconocida como la Primera Parroquia Indígena de Ecuador en el gobierno del abogado Jaime Mendoza. Nuestro Pueblo tiene a dos héroes que han sido reconocidos, que lucharon en la época de García Moreno por los diezmos y se rebelaron contra el trabajo voluntario, contra el tema que existía sobre las tierras: ellos son Fernando Daquilema y Manuela León, nuestros dos líderes”. “De acuerdo a ello- agrega- tenemos ese espíritu de movilización, de resistencia. Somos un Pueblo de historia y cultura”.

Así, nos comenta que actualmente son aproximadamente 3.700 personas como población, ya que la migración ha sido muy fuerte, situación que se repite en diversos Pueblos Indígenas en Sudamérica. Luego, nos comenta sobre la artesanía que realizan: “Nos caracterizamos por ello. Las mujeres tejen nuestras prendas de vestir, los hombres tejen sus ponchos”. Luego, Carmen se refiere a las problemáticas relacionadas a la tierra y el agua y que afectan a su Pueblo: “En muchas vertientes desaparece el agua, las tierras se han erosionado”. Del mismo modo, se refiere a las problemáticas asociadas a la educación: “Lastimosamente con la última ley que hubo en el anterior gobierno, se estancó el ingreso de los jóvenes de las comunidades a las Universidades”.

Finalmente comenta: “las mujeres debemos seguir educándonos, preparándonos ya que somos nosotras con nuestra sabiduría heredada de nuestros/as abuelos/as, más la ciencia que aprendemos de la teoría de las clases y de la formación política organizativa, quienes debemos debatir y emitir propuestas ante los gobiernos. Pero más allá de eso, debemos empoderar a nuestros Pueblos para que las mujeres veamos que sí tenemos un poder de liderazgo y demostrar que somos las herederas de la cultura”. Así, finaliza señalando: “De nosotras la mujeres depende que la historia de los pueblos permanezca y se fortalezca”.

Charrúa

Mónica Michelena, mujer indígena del Pueblo Charrúa, miembro del Consejo de la Nación Charrúa en Uruguay, nos cuenta sobre la cosmovisión de su Pueblo: “Nuestra cosmovisión es totalmente horizontal. Tenemos los cuatro puntos cardinales, los cuatro colores, las cuatro estaciones del año. Tenemos un vínculo muy fuerte con las 600 generaciones para atrás que nos respaldan y guían nuestros pasos. Cada vez que nace un/a niño/a, se lo/a presentamos a la Luna, ella nos guía, a ella recurrimos en los momentos fuertes de nuestra vida”.

Con ello, nos relata sobre la historia de su Pueblo: “Sufrimos un gran genocidio en 1831, tenemos 300 años de resistencia ante varios imperios: frente a los españoles, portugueses, ingleses y brasileros. Luego, el primer gobierno de la República de Uruguay realiza el genocidio por los territorios, porque nuestro modo de vida ancestral no se ajustaba a los planes de propiedad privada, de desarrollo, del avance de la civilización contra “la barbarie”. Así, en una encerrona, con engaños, encierran a 500 Charrúas y los masacran en 1831, en el genocidio de “Salsipuedes”, que aún no ha sido reconocido. 300 sobrevivientes los reparten como sirvientes y en las casas de familia de Montevideo, repartidos en el medio rural y en las ciudades. De esta dispersión es que nosotros resistimos. Somos comunidades dispersas, sufrimos el genocidio y etnocidio”.

“Hoy- nos comenta- estamos en un proceso de resurgencia, estamos recuperando nuestra memoria oral, estamos sistematizando, rescatando esas memorias y costumbres ancestrales. Algunos ritos y costumbres no se perdieron y otras, las estamos resignificando, es decir, practicando desde el hoy. Dentro del Consejo de la Nación Charrúa (CONACHA) hay un grupo de jóvenes muy fuerte, que es la punta de lanza para la defensa del territorio que está muy masacrado, es como una revolución dentro de nosotros mismos”.

Luego, Mónica nos comenta sobre los proyectos extractivistas que aquejan el territorio: en Uruguay hay 3 pasteras, cultivos de eucaliptus, soya transgénica, agrotóxicos, y proyectos de minería, lo que se repite a lo largo de Sudamérica.

Posterior a ello, nos comenta el trabajo que realizan en CONACHA: “Estamos en red con la Asamblea Nacional Permanente que tiene más de 30 organizaciones ambientalistas, con los cuales trabajamos activamente” y así, nos cuenta sobre el Proyecto de la Escuela Intercultural Charrúa Itinerante, que es una escuela de formación interna, donde realizan talleres llegando a diferentes comunidades rurales y de la capital para reforzar su identidad y cultura, para fortalecer los derechos indígenas, la soberanía alimentaria, la recuperación de la memoria oral y los conocimientos ancestrales, Así, nos comenta: “Hacemos énfasis en los derechos porque una cultura sin cruzarla con los derechos indígenas se convierte muchas veces en folclorismo. La defensa de la tierra y del territorio sustentan a su vez los derechos indígenas, para así recuperar la cultura política”.

Sobre los retos de las mujeres indígenas, comenta: “Como mujeres indígenas debemos cumplir con nuestro rol de guardiana de nuestros saberes, como dadoras de vida, la mujer en el pueblo Charrúa ancestral tenía un papel muy protagónico y de complementariedad con nuestros hermanos hombres, de gran responsabilidad porque ella guarda la memoria ancestral, cuidaba los saberes y conocimientos tradicionales, tenía un vínculo muy fuerte con la luna”.

Para finalizar, Mónica señala: “Nosotras tenemos la palabra de la memoria, somos las que transmitimos esa memoria ancestral vinculada con nuestros territorios ancestrales que estamos en vía de recuperar lentamente porque el Estado uruguayo todavía no nos reconoce como Pueblo Indígena, pero tenemos algunos sitios que son sagrados que quisiéramos recuperar y estamos en camino a ello”.

Colla

Ana Quispe Gerónimo, de la Comunidad Indígena Colla Runa Urka, nos comenta: “Somos una comunidad de transhumancia, mantenemos de generación en generación nuestra cosmovisión. Somos crianceros de animales, siempre lo hemos tenido y vamos a morir con eso”.

Así, nos comenta de las afectaciones e impactos ambientales producto de las mineras Kinross y un proyecto arquero en la localidad: “Las mineras contaminan las aguas, secan las vegas, y con ello no hay alimento para los animales. Esa es nuestra batalla con las mineras, ellas se preocupan de extraer el mineral pero no se preocupan de dejar un ambiente que se pueda usar. Con la fuerza y pelea de nosotros ellos tienen que hacerlo. Nosotros no le pedimos que fueran para allá, ellos están invadiendo el territorio. Hoy estamos peleando nuestros derechos. Ellos creen que nos hacen pasar por tontos pero no lo somos: somos indígenas, no tontos”, enfatiza. En ese sentido, Ana plantea que no hay solución para la contaminación, sino llevar un monitoreo de aguas, cuidar la flora y la fauna, y especialmente las plantas medicinales que utilizan por sobre la medicina tradicional. Así, nos comenta sobre la importancia de educar a niños y niñas en la cosmovisión indígena: “Nosotros estamos luchando ahora, pero los/as pequeños/as tienen que aprender, para que sigan con la lucha, para que nunca se termine la transhumancia”.

Finalmente, Ana se refiere a los desafíos de la mujer indígena: “Como mujeres indígenas debemos seguir en la lucha, no decaer, no caer en las palabras de los poderosos, ser fuertes, de una sola línea en la lucha por nuestras tierras, por nuestros animales, por la transhumancia, para que el Estado no pase llevan a los comuneros, a las comunidades ni al medio ambiente. Siempre tenemos que luchar, todo indígena tiene el tema de tierras, de agua, todos luchamos por lo mismo, si nos unimos podemos lograr muchas cosas. Antiguamente los indígenas eran todos comunitarios, nadie era dueño de nada, todos los indígenas debieran defender comunitariamente los derechos”, nos relata.

Diaguita

María Gabriela Calderón Álvarez, del Pueblo Diaguita en el norte de Chile, nos comenta: “Varias comunidades están enfrentando problemas de tierras ancestrales donde se encuentran tratando de lograr el reconocimiento de ellas, sin embargo, no han contado con el apoyo ni han sido escuchados. Llevan mucho tiempo luchando por el reconocimiento de las tierras ancestrales. Hay otras comunidades afectadas por la escasez de agua producto de la gran minería. En la zona se encuentra Pascua Lama que pone en peligro y afectación a los glaciares que son los hielos eternos. Hay otros proyectos importante que están en veremos y por eso se está en alerta”.

Luego, se refiere a los desafíos de las mujeres indígenas: “Debemos prepararnos, capacitarnos para poder enfrentar las problemáticas de cada pueblo, con los conocimientos adecuados para poder ser oídos. Debemos poder aplicar las herramientas jurídicas, hay que capacitar a los/as dirigentes en temas normativos y jurídicos y entender todo esto con la cosmovisión de los Pueblos”. En ese sentido, comenta que se requieren equipos multidisciplinarios que tengan claridad en las problemáticas de cada uno de los Pueblos. “Si logramos unirnos para trabajar en conjunto, los objetivos que se pueden lograr son más grandes”, comenta. “Desde cada una de nuestras áreas podemos aportar, para lograr incidencia y generar cambios”,finaliza señalando.

Guaraní Occidental

Lis Carolina Orúe Cruzabie es de la comunidad de Santa Teresita en el Chaco Paraguayo, del Pueblo Guaraní Occidental, estudiante de Derecho e integrante de la Coordinadora de Organizaciones Campesinas e Indígenas del Paraguay CONAMURI, organización en la que “se trabaja con mujeres indígenas y campesinas que buscan la independencia del Estado, y fomentan la política alimentaria sana” según nos explica.

“Actualmente– comenta- vivimos un problema de Educación, ya que no hay buenas Facultades que quieran ir a enseñar, no hay profesores, eso hace que los jóvenes migren a la ciudad y no vuelven al Pueblo Originario”. Sobre los desafíos de las mujeres indígenas, comenta: “debemos saber nuestra raíces porque al olvidar de dónde venimos, no sabemos hacia dónde vamos. Debemos enseñarle a las mujeres que depende de nosotras el cambio, para que no se violen nuestros derechos y principios fundamentales consagrados en los Derechos Humanos”.

Harakbut

Katherine Quique, del Pueblo Harakbut en la Amazonía Sur oriente del Perú nos comenta sobre su Pueblo, que abarca 10 comunidades que hablan el mismo idioma y que pertenecen a una zona de reserva de co-gestión entre el Estado y las Comunidades.

Así, se refiere a diversas problemáticas que afectan a su pueblo, entre ellos la tala ilegal de madera, la extracción indiscriminada de castañas, y la minería ilegal “principalmente por la presencia de personas externas que han venido gracias al Estado que les ha dado concesión dentro del territorio comunal, lo que ha generado conflictos socioculturales, medioambientales y legales”, comenta.

En el pueblo, nos comenta no se ven mujeres lideresas indígenas empoderadas, por tanto destaca la necesidad de fortalecer ello “para hacer frente al Estado junto con los hombres”, según nos cuenta.

Kankuamo

Omaira Cárdenas Mendoza, mujer indígena del Pueblo Kankuamo del Cerro Nevada Santa Marta en Colombia, nos comenta: “Tenemos el deber de la salvaguarda de la humanidad en cuanto a nuestros principios y mandatos espirituales”, así relata sobre la historia de su Pueblo: “Fuimos víctimas directas del conflicto armado, potencialmente con más de 400 indígenas Kankuamos asesinados, con una población esparcida y desplazada en todo el territorio nacional colombiano. Tenemos por tanto un impacto por el caso del desplazamiento forzado en seis capitales de Colombia: ello nos hace preguntarnos sobre qué implica ser indígena en la ciudad”.

Omaira comenta que como Pueblo siempre han tenido la resistencia como la identidad: “Sabemos de dónde venimos, sabemos de dónde somos”. Así explica: “Hemos podido mantener la unidad en medio de las dificultades y diferencias del contexto geopolítico de hoy, sabiendo que Colombia recientemente suscribió el Acuerdo de Paz. Como dicen las autoridades espirituales: nosotros somos históricamente dueños de nuestro territorio, eso lo tenemos claro para defender. Hemos permanecido en el tiempo no sólo como personas sino como indígenas Kankuamos donde quiera que vayamos”.

“Para nosotros- comenta- la resistencia, la minga, la movilización, la preparación, es importante. Así, nosotras las mujeres indígenas somos instrumento importante para que las generaciones presentes y sobre todo las futuras, sepan de dónde venimos y cuál es nuestro legado espiritual para seguir defendiendo lo que denominamos el Corazón del mundo. Como Pueblos Indígenas estamos llamados a la unidad, al territorio, a la identidad cultural, a la resistencia, a la movilización”. Los desafíos y retos que tienen como Pueblo son “seguir en la defensa de nuestros mandatos y legados espirituales traídos por nuestros ancestros” y como organización social en defensa de la justicia social, la equidad y participación son “seguir hablando, seguir haciéndonos escuchar en todos los escenarios donde nos encontremos a través de nuestros propios mecanismos. Es importante visibilizar nuestras luchas haciendo alianzas estratégicas, sobre todo en países latinoamericanos que tenemos crisis políticas, económicas, sociales, y aunar esfuerzos para eso”, explica.

Sobre las mujeres indígenas comenta: “Como mujeres somos Territorio, somos Vida, somos guardadoras de la humanidad, estamos llamadas a la palabra dulce, a seguir tejiendo el pensamiento al lado de nuestra complementariedad. Estamos guiando caminos para seguir en esta lucha incansable, para seguir combatiendo las diferencias y seguir construyendo una mejor humanidad, un mejor mundo”, finaliza señalando.

Likan Antai

Paula Zuleta, abogada indígena de la Comunidad Indígena de Toconao, del Pueblo Likan Antai en Chile, nos comenta sobre las problemáticas que viven y que están asociadas a la explotación del Litio: “a la zona llegaron empresas mineras que ha generado disputa territoriales y escases de agua. Actualmente estamos en contra del proyecto minero Purickuta que pertenece a una empresa canadiense Durus Cooper. Ellos tienen el derecho minero sobre las tierras, tienen el derecho de exploración y explotación en un sitio que es de Reserva Nacional de flamencos. Por ello las comunidades indígenas han decidido a través de asamblea rechazar el proyecto y llegar hasta las últimas instancias para que no se desarrolle este proyecto en la zona para proteger a los flamencos y la biodiversidad que es escasa y el agua. El proyecto que es la explotación de salmuera necesita harta agua, por eso hemos presentado recursos de protección. Estamos esperando la resolución del SEA para ver si la empresa requerirá una Declaración de Impacto Ambiental” señala.

Como mujeres, comenta Paula “debemos empoderarnos. Es fundamental la información, el conocimiento respecto a las problemáticas indígenas, como la aplicación del Convenio 169 de la OIT, la Ley indígena, entre otros. Debemos saber los mecanismos de defensa que tenemos para defender nuestro patrimonio histórico, cultural y territorial, para rescatar el cuidado, respeto y amor hacia la tierra que nuestros abuelos nos enseñaron”.

Mapuche

Glenda Cayuqueo Riquelme, Mapuche, encargada de la Oficina de Asuntos Indígenas de la comuna de Carahue en la región de La Araucanía en Chile, nos comenta que en la zona, el Pueblo Mapuche es tranquilo, trabajador, que busca el Mapuche Mongen, tratando con ello de mantener el equilibrio y espiritualidad en el Pueblo, respetando sus espacios culturales, espirituales y ancestrales. En la comuna, comenta que les afecta la escasez y contaminación de las aguas, debido principalmente a las forestales que sobre utilizan el agua para sus plantaciones y las contaminan a través de las fumigaciones con pesticidas. Asimismo, Glenda se refiere al vertedero que funciona de manera ilegal y que se encuentra junto a las comunidades Mapuche y que no cuenta con los requisitos mínimos para su funcionamiento, contaminando con ello los ríos Colico e Imperial y afectando social y económicamente a las comunidades Mapuche. En esa línea, plantea se están movilizando para cerrar el vertedero, así, asevera “vamos a cerrar el vertedero, es un desafío”.

De la misma forma, Glenda se refiere al reconocimiento a través del izamiento de la bandera Mapuche en Carahue, paso importante para que la comuna sea una comuna intercultural, si bien en Chile no existe reconocimiento constitucional hacia los Pueblos Indígenas: “Puerto Saavedra, Imperial y Tirúa ya son interculturales, el izamiento en Carahue es el primer acto para ser una comuna intercultural”, comenta. Finalmente, Glenda reflexiona: “Las comunidades indígenas, sean Mapuche, Aymara, o de cualquier otro Pueblo estamos sufriendo lo mismo a nivel Latinoamericano, todos tenemos similares problemas asociados a las aguas, a la tierra y territorio”.

Rapa Nui

Isabel Pakarati Tepano, Rapa Nui, reconocida como Tesoro Humano Vivo, se refiere a las problemáticas en su Pueblo: “Nuestro problema es el Estado de Chile. Pascua sufrió el maltrato y discriminación del continente hacia la gente de la isla. Las generaciones que supieron eso, lo llevan dentro del corazón. Eso quedó marcado y lo comparten por medio de la transmisión oral”. Así, nos cuenta extensamente sobre la historia y cosmovisión de su Pueblo. Nos comenta: “Hace tiempo atrás, Pascua fue declarado por el Estado como una isla con lepra que llegó desde afuera, por eso la gente de la isla fue discriminada por las autoridades del Estado. Ese maltrato se mantiene, de forma distinta, pero se mantiene, aunque hay leyes como la Ley indígena y el Convenio 169. Hoy igual peleamos por nuestros derechos” nos comenta. Posterior a ello, nos explica: “Como mujeres Rapa Nui debemos luchar por nuestros derechos. Debemos tener tierra para generar los recursos propios, en el caso de nosotros, debemos tener mar”. Así, Isabel se refiere a la contaminación de las aguas en la isla: “La vida de la isla está cambiando por la contaminación del mar. Los otros países botan la basura al agua, lo que afecta a los peces: llega un plástico muy fino que se mete entre las piedras, en las orillas de las playas, los peces lo comen y se enferman. La contaminación mundial afecta a todos los Pueblos Originarios”.

Finalmente, Isabel realiza el Kai Kai, juego de hilos entrelazados entre sus manos que forman figuras, relatando con ello un antiguo relato de profunda significación en la cosmovisión Rapa Nui.

Quechua

Luisa Cuenca Bravo, del Pueblo Quechua del Departamento de Potosí, integrante de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia Bartolina Sisa de Bolivia, nos comenta: “Vivimos el problema de la contaminación de las concesiones mineras, pero estamos trabajando con el Estado en una Ley de cooperativas mineras de metalurgia y medio ambiente; para tratar de solucionar el problema. Estamos dialogando con los hermanos mineros, porque nosotros en Potosí vivimos con los minerales, no podemos contradecir ello”. Así, Luisa comenta: “Como mujeres hay que avanzar y asumir el diálogo, capacitar a las hermanas de la comunidad, formar líderes, con eso podemos salir de la pobreza y de nuestros problemas. Si no podemos estar organizadas, estar unidas no podemos hacer nada. Nosotras somos millones de mujeres organizadas en Bolivia”, finaliza señalando.

Wayu

Yasmily Palmar, del Pueblo Wayu en la Península de la Guajira, en la zona sur de Venezuela es integrante de la Organización Regional de Pueblos Indígenas del Zulia, que está conformada por los 5 Pueblos indígenas de la región y que es base del Consejo Nacional Indio que tiene participación política como partido político dentro del Consejo Nacional Electoral Venezolano. Yasmily nos comenta: “Tenemos problemas de discriminación hacia las mujeres indígenas de parte del Estado, la guardia Nacional, el Ejército no reconoce nuestra forma de cultural como tal. Nos atropellan, la misma población occidental nos tienen estigmatizados. Hoy con el problema de la guerra económica que tiene Venezuela nos dicen que somos las “bachaqueras”, es decir, las personas que contrabandeamos la comida para Colombia”. De igual forma, se refiere a las afectaciones sociales y medioambientales producto de la minería: “Tenemos el problema de la minería en el sur de Venezuela en la Amazona, porque el Estado dio unas concesiones mineras a empresas chinas que se llama “Arco Minero”. A pesar que en Venezuela tenemos un amplio piso jurídico, ya que tenemos las leyes de demarcación de tierras colectiva, que son títulos de propiedad colectiva, el Estado no nos ha cumplido en cuanto a esa titulación, sino más bien ha permitido a que las empresas privadas hayan entrado a nuestras tierras indígenas. Eso ha traído grandes consecuencias en movilizaciones actualmente, las organizaciones se están manifestando, demandando al Estado por la entrada de las mineras”, comenta.

Finalmente, se refiere a algunos desafíos de las mujeres indígenas, entre ellos la formación y educación en el Buen Vivir de los/as niños/as: “para que nuestros hijos sientan lo que sentimos nosotros por nuestra tierra, por nuestra cultura, que ellos/as no pierdan el sentido de pertenencia a la comunidad, a su Pueblo, para que no se avergüencen de ser indígenas. Los/as niños/as son las semillas, de ahí parte todo, porque así tendremos siempre líderes y lideresas en el ámbito regional, nacional e internacional. De nosotros depende la formación en nuestra propia cultura. Debemos tener cuidado de decirles que cuiden el ambiente, las relaciones y mitología. En el mundo occidental eso se va perdiendo, solamente así podremos mantener la cultura”,comenta.


* El presente artículo, se realiza en el marco del Diplomado para Fortalecimiento del Liderazgo de la Mujer Indígena en Chile, realizado en octubre del año 2017 en Santiago de Chile, impulsado por el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC), a través de la Universidad Indígena Intercultural (UII), la Corporación Nacional de Desarrollo indígena (CONADI) y la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

[1] Otilia Lux de Cotí fue Ministra de Cultura y Deportes de Guatemala; miembro del Foro Permanente para Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas; diputada al Congreso de Guatemala por el movimiento político indígena WINAQ; representante de Guatemala ante el Consejo Ejecutivo de la UNESCO; directora Ejecutiva del Foro Internacional de Mujeres Indígenas FIMI, entre otros.