viernes, 22 de abril de 2011

La dimensión política de la Semana Santa: Viernes Santo.



Arnaldo Zenteno (de las Comunidades Eclesiales de Base de Nicaragua)

VIERNES SANTO. La Pasión de Dios es el Amor sin límites y la verdad plena. La pasión del hombre deshumanizado, es la ambición de poder, la injusticia y la mentira. Todos nosotros conocemos bien lo que celebramos el Viernes Santo y que se expresa en la Liturgia y en la devoción popular. Pero no sé si en nuestras celebraciones destacamos su esencial dimensión política.

No basta con afirmar, lo cual es esencial, al Amor del Padre que nos entrega a su Hijo y el Amor de Jesús y su entrega sin medida. No basta con cjava-scriptrnos ante los sufrimientos físicos de Jesús (mostrados desbordadamente en la película de M.Gibson), ni basta sentir en el corazón su sufrimiento moral ante el abandono, la traición y el rechazo. Todo esto es esencial, pero queda incompleto, si no lo enmarcamos en el por qué ejecutaron a Jesús, si hizo tanto bien. Ni basta decir fue por la maldad de los sumos sacerdotes.

El sentido pleno de la entrega de Jesús y del por qué deciden condenarlo, lo encontramos en su vida misma antes del Jueves y Viernes Santos. Jesús nace pobre y entre los pobres. Aun pequeñito ante la maldad de Herodes es emigrante con José y María. Y si al regresar no se quedan en Belén, es por el peligro que para su vida representa el hijo de Herodes.

Y ya en su vida pública desde el comienzo (Mc 3) se unen herodianos (los “malos”) con los fariseos (“los buenos”) para buscar cómo eliminarlo. ¿Razón? Jesús rompe su Ley de el Sábado, parte esencial de su control sobre el Pueblo. Jesús no pregunta si puede curar en sábado, si no si se puede hacer el bien- por la vida o matar y destruir la vida. Jesús condena con firmeza su hipocresía y el poner cargas sin límite sobre el pueblo, y no tener misericordia del Pueblo. Les recuerda que el Sábado y toda Ley está al servicio del hombre-mujer, y no al revés. Rompiendo prejuicios y leyes injustas, habla en público con la Samaritana, defiende a la Mujer sorprendida en adulterio, acepta que a él y a los discípulos lo acompañe un grupo de Mujeres, desafía su autoridad en el Templo, rechaza sus interpretaciones amañadas de la Ley. Y vive así en el seno del Pueblo enfrentándose con las autoridades religioso-políticas de su tiempo. Todo esto, sin duda tiene una dimensión político-religiosa. Y si el sanedrín lo condena por “blasfemo”, eso es falsa vestidura que oculta lo que ellos han hecho y dicho repetidamente: conviene que un hombre muera, y hay que buscar eliminarlo, pues ha puesto en cuestión su liderazgo y su autoridad, y cuestionado el querer servir a dios y al dinero. Lo rechazan también porque está del lado del Pueblo, de los Pobres y no de su lado, ni de los ricos.

Cuando lo dicen que lo anda buscando Herodes- que antes ajustició a Juan Bautista, Jesús les dice a los que le dan tal información: díganle a ese zorro… y es fuerte llamar zorro a ese reyezuelo dependiente de Roma. Ante Pilatos proclama su pasión-vocación por la Verdad, y el sentido de su reinado. Y si Pilatos lo condena es motivos políticos: lo amenazan, si lo sueltas, no eres amigo del César. Y sus acusadores lo presentan como revoltoso, sublevado, y se hace llamar Rey.

Podemos preguntarnos qué tan presente está esta dimensión política en nuestras celebraciones del Viernes Santo. Y si al pensar en los crucificados de nuestra historia, reflexionamos no solo en su dolor físico y moral, sino también en las causas sociales, económicas y política de su crucifixión.


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