Por Nelson Pilosof.
Montevideo. Uruguay.
Este tema del Secularismo, me viene persiguiendo desde hace años. Pienso que en el fondo se trata de una forma "potable" que algunos intentan de proclamarse ateos, pero que no lo parezca. Hay una esclavitud de las palabras, y esto pesa en este tema. El ateísmo descarnado, ya no está tan de moda. Secularizar algo, es una forma de desvanecer de Trascendencia a la realidad.
Mientras no se distinga entre Religión y Religiosidad, se continuará escapando del tema central: la relación diaria, a cada momento, entre Dios y el hombre. Las Religiones esperan siempre la Revelación. Se presentan como una forma importante, pero diferente de la actividad de todos los días. Muchos la practican como una pausa, que da al hombre una oportunidad para salir de lo cotidiano, y elevarse hacia la Divinidad.
Se distingue entre religioso y no religioso. Se piensa que la Religión es una de las esferas de las actividades del hombre. Incorporarse a una Religión, o asumir la que se ha recibido por tradición, requiere responder a padrones morales, ritos, dogmas y jerarquías terrenales, que se ofrecen como garantías que existe el mundo de lo Absoluto. La Fe es el símbolo de esa identificación con Dios.
Tener Fe en Dios es creer que hay Dios, que es Creador y Destino del universo y del Hombre. La Fe cubre el espacio del Dios ausente. Se buscan o se aceptan "pruebas" de que Dios existe. Se polemiza con quienes no comparten la Fe, y se trata de demostrar que no están en la esfera de La Verdad. Los ateos hacen lo mismo, pero al revés.
Sin embargo, y como sagazmente lo escribió el filósofo francés Gabriel Marcel, no todos los ateos reniegan de Dios, ni todos los creyentes le son fieles. Se puede creer en Dios, y vivir lo cotidiano como si Dios no existiese. Otros, en cambio, dicen estar convencidos que Dios no existe, pero su manera de vivir se corresponde con las enseñanzas divinas. Entre las palabras y la realidad, no siempre hay coincidencia.
El tema no es solamente "Creer" en Dios. Parece poco importante si uno se considera ateo. Lo que cuenta es cómo actúa en su vida personal: si deja o no un "espacio" a Dios entre la gente, en la cotidianidad de la vida. Sin esperar "Milagros". El milagro excepcional que se espera, ocurre con más frecuencia de lo que estamos dispuestos a aceptar.
Es preferible un ateo que realiza a Dios, que aquel creyente que lo niega con su comportamiento. ¡Cuántas crueldades se han hecho y se siguen haciendo en Su Nombre! Hay también muchos ateos que sustituyen el culto a Dios por el culto a personas. Muchas dictaduras ateas del siglo XX y las que surgen en el XXI, se han convertido en “religiones seculares” que han sustituido el culto a Dios por el Culto al Dictador.
Religiosidad es la actitud del hombre que asume la existencia trascendente del Misterio. Que dicho Misterio, por tal, está destinado a ser Misterioso. La religiosidad es la respuesta del hombre al Misterio Universal. Lo identifica, lo reconoce y lo respeta. Siente que, no obstante ser Misterioso, es posible entrar en comunicación con el Misterio.
No es indispensable esperar o tener esperanza en actos que habrán de mostrar que Dios existe. Dios está más cerca y se manifiesta con sus mensajes en los momentos más sencillos de la vida. Pero sin una actitud Trascendente, no se lo reconoce, y por tanto, se pierde a cada momento el don de sentir Su Gracia.
Sin percatarse muchas veces de ello, quienes creen en Dios, y esperan el milagro de su Revelación, están como esperando que Dios demuestre que existe. Dios está más cerca de uno, si se sabe descubrir su Presencia, en los mensajes que a diario recibimos, pero los desoímos o los Secularizamos. O sea, si les quitamos todo el encanto del misterio universal, que nos habla en cada momento. mientras nos empeñemos en la actitud científica de tratar de develar el misterio, el misterio seguirá siendo siempre misterioso.
Dejemos al Misterio que permanezca en el Misterio. Intentemos, en lugar de develarlo, dialogar con El. La vida cambiará de sentido. Sentiremos lo trascendente, y lo secular se vestirá de religiosidad. Desaparecerán las palabras, para escuchar el Silencio de la Eeternidad.
Dios es Presencia, más que Memoria o Esperanza. Sus revelaciones pasadas son fuente de inspiración y renovado compromiso. Desde este momento Presente, intensamente asumido, es proyección en el tiempo y confianza que el Hombre brega por no ser enemigo del Hombre, sino su Hermano.
Desde esta perspectiva, la soledad acuciante del Hombre, vibrará con las energías que provienen de una tierna mirada abierta, de una mano mendicante que encuentra una respuesta generosa, de la justicia que no se profiere con palabras o forma parte de programas políticos, sino que se practica poniendo la mano en el bolsillo propio y no en el ajeno, en la decisión comprometida de mejorar cada día el mundo en que nos toca vivir, porque los valores trascendentes compartidos son el único sendero que da sentido a nuestras vidas y nos hacen sentir que vale la pena vivir y realizar lo Supremo, en la responsable acción del Hombre concreto y sencillo que debemos arriesgarnos a ser.
Se trata de un cambio radical de perspectiva existencial, que nos abrirá horizontes insospechados de elocuente felicidad, que nos traerá paz espiritual. Es una reconversión del alma consigo misma.
Lo Secular quedará entonces como un inexpresivo disfraz del hombre, que se ha atrevido a asumir Ahora su trascendente destino.+ (PE)
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Mientras no se distinga entre Religión y Religiosidad, se continuará escapando del tema central: la relación diaria, a cada momento, entre Dios y el hombre. Las Religiones esperan siempre la Revelación. Se presentan como una forma importante, pero diferente de la actividad de todos los días. Muchos la practican como una pausa, que da al hombre una oportunidad para salir de lo cotidiano, y elevarse hacia la Divinidad.
Se distingue entre religioso y no religioso. Se piensa que la Religión es una de las esferas de las actividades del hombre. Incorporarse a una Religión, o asumir la que se ha recibido por tradición, requiere responder a padrones morales, ritos, dogmas y jerarquías terrenales, que se ofrecen como garantías que existe el mundo de lo Absoluto. La Fe es el símbolo de esa identificación con Dios.
Tener Fe en Dios es creer que hay Dios, que es Creador y Destino del universo y del Hombre. La Fe cubre el espacio del Dios ausente. Se buscan o se aceptan "pruebas" de que Dios existe. Se polemiza con quienes no comparten la Fe, y se trata de demostrar que no están en la esfera de La Verdad. Los ateos hacen lo mismo, pero al revés.
Sin embargo, y como sagazmente lo escribió el filósofo francés Gabriel Marcel, no todos los ateos reniegan de Dios, ni todos los creyentes le son fieles. Se puede creer en Dios, y vivir lo cotidiano como si Dios no existiese. Otros, en cambio, dicen estar convencidos que Dios no existe, pero su manera de vivir se corresponde con las enseñanzas divinas. Entre las palabras y la realidad, no siempre hay coincidencia.
El tema no es solamente "Creer" en Dios. Parece poco importante si uno se considera ateo. Lo que cuenta es cómo actúa en su vida personal: si deja o no un "espacio" a Dios entre la gente, en la cotidianidad de la vida. Sin esperar "Milagros". El milagro excepcional que se espera, ocurre con más frecuencia de lo que estamos dispuestos a aceptar.
Es preferible un ateo que realiza a Dios, que aquel creyente que lo niega con su comportamiento. ¡Cuántas crueldades se han hecho y se siguen haciendo en Su Nombre! Hay también muchos ateos que sustituyen el culto a Dios por el culto a personas. Muchas dictaduras ateas del siglo XX y las que surgen en el XXI, se han convertido en “religiones seculares” que han sustituido el culto a Dios por el Culto al Dictador.
Religiosidad es la actitud del hombre que asume la existencia trascendente del Misterio. Que dicho Misterio, por tal, está destinado a ser Misterioso. La religiosidad es la respuesta del hombre al Misterio Universal. Lo identifica, lo reconoce y lo respeta. Siente que, no obstante ser Misterioso, es posible entrar en comunicación con el Misterio.
No es indispensable esperar o tener esperanza en actos que habrán de mostrar que Dios existe. Dios está más cerca y se manifiesta con sus mensajes en los momentos más sencillos de la vida. Pero sin una actitud Trascendente, no se lo reconoce, y por tanto, se pierde a cada momento el don de sentir Su Gracia.
Sin percatarse muchas veces de ello, quienes creen en Dios, y esperan el milagro de su Revelación, están como esperando que Dios demuestre que existe. Dios está más cerca de uno, si se sabe descubrir su Presencia, en los mensajes que a diario recibimos, pero los desoímos o los Secularizamos. O sea, si les quitamos todo el encanto del misterio universal, que nos habla en cada momento. mientras nos empeñemos en la actitud científica de tratar de develar el misterio, el misterio seguirá siendo siempre misterioso.
Dejemos al Misterio que permanezca en el Misterio. Intentemos, en lugar de develarlo, dialogar con El. La vida cambiará de sentido. Sentiremos lo trascendente, y lo secular se vestirá de religiosidad. Desaparecerán las palabras, para escuchar el Silencio de la Eeternidad.
Dios es Presencia, más que Memoria o Esperanza. Sus revelaciones pasadas son fuente de inspiración y renovado compromiso. Desde este momento Presente, intensamente asumido, es proyección en el tiempo y confianza que el Hombre brega por no ser enemigo del Hombre, sino su Hermano.
Desde esta perspectiva, la soledad acuciante del Hombre, vibrará con las energías que provienen de una tierna mirada abierta, de una mano mendicante que encuentra una respuesta generosa, de la justicia que no se profiere con palabras o forma parte de programas políticos, sino que se practica poniendo la mano en el bolsillo propio y no en el ajeno, en la decisión comprometida de mejorar cada día el mundo en que nos toca vivir, porque los valores trascendentes compartidos son el único sendero que da sentido a nuestras vidas y nos hacen sentir que vale la pena vivir y realizar lo Supremo, en la responsable acción del Hombre concreto y sencillo que debemos arriesgarnos a ser.
Se trata de un cambio radical de perspectiva existencial, que nos abrirá horizontes insospechados de elocuente felicidad, que nos traerá paz espiritual. Es una reconversión del alma consigo misma.
Lo Secular quedará entonces como un inexpresivo disfraz del hombre, que se ha atrevido a asumir Ahora su trascendente destino.+ (PE)
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