Juan G. Bedoya
Fue ayer el tema de una jornada de debates en el Centro Cultural Nicolás Salmerón con el título La mujer en las religiones. La había organizado la Asociación para el Diálogo Interreligioso de la Comunidad de Madrid (ADIM), que preside Pintos. “Las religiones nunca se han llevado bien con las mujeres, que son las grandes olvidadas y perdedoras”, fue una de las conclusiones.
Estas citas, en boca de algunas ponentes, dibujaron una situación, aún inamovible, en la que solo los varones pueden ser sacerdotes en la Iglesia católica, imanes en el islam y rabinos en el judaísmo ortodoxo. Pero ni los textos sagrados ni algunas tradiciones justifican esa marginación, como demostraron ayer Cristina Segura Graiño, catedrática de Historia Medieval en la Universidad Complutense, y las representantes de las confesiones bahái (María Jesús Rodríguez de la Fuente), budismo soka gakkai (Inés Vázquez) y de Brahma Kumaris (Marta Matarín), entre otras ponentes.
El teólogo Juan José Tamayo, que abrió la jornada, dibujó un panorama desolador sobre la relación mujer y religión, pero se mostró optimista porque, dijo, “ha surgido una nueva forma de pensar y de reformular las creencias y las prácticas religiosas”. Se refería a la teología feminista. Según el director de la cátedra de Religiones de la Universidad Carlos III, en la teología feminista las religiones podrían encontrar una salida a una crisis que no cesa. “En el siglo XX las religiones perdieron a la clase obrera porque se colocaron del lado de los patronos y condenaron las revoluciones que luchaban por una sociedad más justa; en el siglo XX perdieron a los jóvenes y a los intelectuales por posiciones filosóficas y culturales integristas y antimodernas, y si continúan por la senda patriarcal, en este siglo XXI perderán a las mujeres”, sentenció.
Fuente: Redes Cristianas
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