Jaume Patuel
El título lo he escogido de un libro, publicado en 1998, que expresa el pensamiento y compromiso de un profesor de psicología, Ignacio Martín-Baró, jesuita, asesinado por la guerrilla salvadoreña del poder militar, con otros compañeros, entre ellos Ellacuría, el 6 de noviembre de 1986. Todos ellos profesores de l’UCA (Universidad Centro Americana) de El Salvador, que continúa con la misma labor de denuncia. Por tanto, el libro se refiere a un contexto muy concreto: el latinoamericano, pero el título es universal. Pertenece a la aldea global: Liberarla. La Psicología, en mayúscula, tiene su compromiso personal-social: Desenmascarar o conscienciar.
La Psique, término griego, puede llevar a confusión si se la reduce sólo a lo emocional o únicamente a lo cognitivo o solamente a lo conductal. La Psique abraza y abarca la totalidad del Ser Humano. Y esa totalidad se denomina con otros términos en otras culturas. De ahí la Sabiduría. Y psique está en psiquiatría, psicología y psicoanálisis para concretar en tres términos más usuales, pero no únicos ya que como sufijo está en gran cantidad de términos. Y como dato informativo, aunque psique sea un término helénico, su traducción en nuestras lenguas puede también producir confusión o no dar con el sentido genuino del autor. Así, por ejemplo, el término “aparato mental” freudiano, en inglés e incluso en castellano, no refleja lo que Freud quiso expresar siempre con el término el ”aparato psíquico”. Los términos mental y psíquico no expresan lo mismo. Freud quiso indicar siempre la totalidad. Este aspecto parcial ha sido un defecto de fábrica o peligro que ha caído el psicoanálisis. Y más, en haberlo reducido prácticamente a psicopatología. Dice Freud:”… el psicoanálisis deja de ser una ciencia auxiliar de la psicopatología, y es más bien el esbozo de una ciencia del alma, nueva y más fundamental , que se vuelve indispensable también para entender lo normal”.(Autopresentación, 1925). En otro ligar afirma: El psicoanálisis es la ciencia de los procesos anímicos inconscientes, que con todo acierto es denominada también psicología de lo profundo”. (Enciclopedia británica, 1926). También considerado de otra forma se puede explicar que el psicoanálisis es el arte técnico-científico de poder ayudar a hacer consciente el inconsciente a fin de poder fortalecer el yo sobre el ello como sobre el superyó, conseguir una equilibración: donde era el ello (id), haya el yo y donde era el superyó, haya el yo.
Teniendo en cuenta el pensamiento anterior, la Psique puede estar prisionera, alienada, o no desarrollada por el ámbito familiar o el ambiente cultural que la rodea, pero a niveles que el yo no es consciente. Por lo tanto, todo psíquico, sea de la escuela o tendencia que sea, debiera en su compromiso liberar el sujeto de este encapsulamiento que pudiera encontrase sin ser consciente de ello. De ahí: Psicología de la liberación.
Sabemos que el entorno modula la subjetividad del infante desde el si materno y de forma especial en los primeros años. Y a lo largo de toda su vida, su cuarta herida narcisista –como me gusta indicar: la influenciabilidad está siempre abierta. Somos mucho más influenciables de lo que nos podemos imaginar. El narcisismo nos obnubila y a veces ciega.
Un dato factual que constato desde hace muchos años, es el desconocimiento de nuestra constitución psíquica o de nuestra totalidad psíquica. Si a una persona de cierto nivel cultural se le preguntara cuál es la lámina mental para visualizar este mundo psíquico, muy probablemente se imaginaría la lámina del cerebro, aprendida en la escuela. Y el cerebro no es la Psique, o la totalidad del Ser Humano. Ni tampoco la mente. Y aún se continúa reduciendo, siguiendo la psicología tradicional filosófica, la Psique al “yo cartesiano”. Esa psicología tradicional filosófica que aún está en el mercado sin considerar la aportación copernicana freudiana de que existe el inconsciente o la otra tendencia de la psicología de la cantidad de “yoes” y todos ellos conocidos. Además podemos constatar, hoy en día, que se habla de la sombra, término junguiano, pero que se puede llegar a conocer en su totalidad, y esto último no es pensamiento de Jung. Pero ya es mucho que se acepte que hay un ámbito psíquico desconocido y que es actuante y determinante en nuestra vida y afecta a nuestras decisiones.
La psicología de la liberación nos lleva a poder ser lo más consciente posible de nuestras cadenas, de nuestras falsas creencias, de nuestros deseos imposibles, de saber que la estructura humana es limitada, pero no por “el pecado original”, sino por entidad propia. Las separaciones de castas, de clases sociales como la división entre ricos y pobres es fruto del narcisismo y de la depredación humana. El neoliberalismo no es un proyecto social divino sino concebido por mentes humanas que no tienen en consideración el Ser Humano sino solo el lucro, el interés. Así hay que entender las expresiones neoliberales de “Recursos Humanos” o “Capital humano” cuando debieran ser los humanos con recursos y los humanos con capital.
La psicología de la liberación lucha y da a conocer que el neoliberalismo educa al Ser Humano a devenir un ente robótico. Una máquina y un número más del sistema. Y permitir ver que el llamado mundo global o aldea global no lo es más que en una sola dimensión, muy poderosa y que deviene poder fáctico, no controlado por otros poderes: el factor económico. Situado en las etapas oral y anal, además de estar bien impregnadas de narcisismo. Y para mantener fijada esta tendencia se habla, se cultiva y se forma en la “cultura del éxito”, “del consumismo”, “de la tecnocracia”, “de la agresiva”, sobre todo “de la inmediatez” y con un largo etcétera. Criterio que coincide en el nuevo sistema de enseñanza propuesto por el actual ministro de ¿educación? del estado español. Aquí sí que les espera un gran trabajo a los psicólogos escolares para liberar al alumnado junto al profesorado de sus esclavitudes, que algunas han devenido eslóganes de crecimiento como la competitividad, premiar sólo a los ganadores por resultado y no por el esfuerzo, la constancia y otros.
La psicología de la liberación lleva a pensar por uno mismo. Conocerse a sí mismo. Saber cómo se funciona psíquicamente y que el Ser Humano está inmerso en un mundo individual, grupal, colectivo y cósmico. Está arralado, enraizado, en una totalidad de la que es una gota, pero con identidad propia sin perder su esencia universal y libertad.
Y concluyo con la frase última de ese libro, que ha dado pie al título del artículo, y que cada uno puede parafrasear a su propio placer y enjundia:
“Queridos filósofos,
Queridos sociólogos progresistas,
Queridos psicólogos sociales:
No jodan tanto con la enajenación
Aquí lo más jodido
Es la nación ajena”.
(De Roque Dalton, Poemas clandestinos)
Jaume PATUEL i PUIG es Pedapsicogogo i psicoanalista
Fuente: ATRIO
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