viernes, 31 de mayo de 2013

El ocaso de la globalización.


Germán Gorráiz

El fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estén interrelacionados entre sí debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos corporativos por lo que la crisis económica será global y vinculante. Para llegar a dicha crisis, (cuyos primeros bocetos ya están perfilados y que terminará de dibujarse en el próximo quinquenio), han contribuido los siguientes elementos:

Sustitución de la doctrina económica de Equilibrio presupuestario de los Estados por la del Déficit endémico, práctica que por mimetismo, adoptarán las economías domésticas y las empresas y organismos públicos y privados contribuyendo a la desaparición de la cultura del ahorro, endeudamiento crónico y excesiva dependencia de la Financiación Exterior aunado con la instauración del consumismo compulsivo en los países desarrollados,favorecido por el bombardeo incesante de la publicidad, el uso irracional de las tarjetas de plástico, la concesión de créditos instantáneos con sangrantes intereses y la invasión de una marea de productos manufacturados de calidad dudosa y precios sin competencia, provenientes de los países emergentes.

Política suicida de las principales entidades bancarias mundiales, en la concesión de créditos e hipotecas de alto riesgo: Inmersos en la vorágine expansiva de la economía mundial del último decenio y en aras de optimizar su cuenta de resultados, actuarán obviando las más elementales normas de prudencia crediticia, convirtiéndose en meros brockers especulativos y descuidando las dotaciones a los Fondos de Provisión e Insolvencia.
Unido a la falta de supervisión por parte de las autoridades monetarias de los índices de solvencia de las entidades bancarias, originará la crisis de las subprime de EE.UU., seguida de un goteo incesante de insolvencias bancarias, una severa contracción de los préstamos bancarios y una alarmante falta de liquidez monetaria y de confianza en las instituciones financieras.

Obsesión paranoica de las multinacionales apátridas o corporaciones transnacionales, por maximizar los beneficios, debido al apetito insaciable de sus accionistas, al exigir incrementos constantes en los dividendos. Para ello, no han dudado en endeudarse peligrosamente en aras del gigantismo, mediante OPAS hostiles e intensificando la política de deslocalización de empresas a países emergentes, en aras de reducir los costes de producción, (dado el enorme diferencial en salarios y la ausencia de derechos laborales de los trabajadores), lo que ha provocado un severo impacto en los sectores del calzado y marroquinería, textil, equipamiento deportivo, electrodomésticos de baja y media gama e industria auxiliar del automóvil de los países desarrollados, la consiguiente inanición laboral y el retorno a tasas de paro desconocidas desde la II Guerra Mundial.

Brutal incremento del consumo de materias primas y productos elaborados por parte de los países emergentes, debido a sus espectaculares crecimientos de los PIB anuales en el último decenio que coadyuvado por la intervención de los brockers especulativos, ha conllevado una espiral de aumentos de precios imposibles de asumir por las economías del Primer Mundo, (al no poder revertirlas en el precio final del producto dados sus altos costes de producción). Como consecuencia de lo anterior, se ha producido una sensible pérdida de su competitividad, estancamiento de sus exportaciones y aumento de los Déficits por Cuenta Corriente y Deuda Externa, dibujándose un escenario a cinco años en el que se regresaría al proteccionismo económico, con la consiguiente contracción del comercio mundial y subsiguiente finiquito a la globalización económica.

¿Hacia la crisis alimentaria mundial?: La carestía de productos agrícolas básicos para la alimentación (trigo, maíz, arroz, sorgo y mijo) y el incremento bestial de dichos productos en los mercados mundiales que tuvo su punta de iceberg en el 2.007, irá presumiblemente “in crescendo” a lo largo de la próxima década hasta alcanzar su cenit en el horizonte del 2.021. Para llegar a dicha crisis, (cuyos primeros bocetos ya están perfilados y que terminará de dibujarse con toda su crudeza al final del decenio) han contribuido los siguientes elementos:

Desarrollo económico suicida de los países del Tercer Mundo con crecimientos desmesurados de macrourbes y megacomplejos turísticos y la consiguiente reducción de superficie dedicada al cultivo agrícola aunado con el Cambio de patrones de consumo de los países emergentes (debido al aumento espectacular de la clases medias y su poder adquisitivo), la debilidad del dólar y el hundimiento de los precios del crudo con el consiguiente desvío de inversiones especulativas a mercados de materias primas.

A ello se unirá el incremento del uso por los países del primer mundo de tecnologías depredadoras (biocombustibles) que bajo la etiqueta BIO de países respetuosos con el Medio Ambiente no dudarán en fagocitar ingentes cantidades de maíz destinadas en un principio a la alimentación para la producción de biodiesel , aunado con inusuales sequías e inundaciones en los principales graneros mundiales. Recordar que el repunte en los precios de los productos agrícolas en el 2012 se debió a factores coyunturales, como las malas condiciones climáticas (sequías, falta de humedad y bajas temperaturas) que se registraron en las principales zonas productoras del mundo en el 2012 . Así, según prensa.com, la ola de calor y la persistente sequía en estados graneros de EEUU, tuvo un efecto inmediato en el alza del precio de los cereales (la soja alcanzó en la Bolsa de Futuros de Chicago (CBOT) un nuevo récord y el maíz se situó en el precio más alto en cuatro años con subidas del 30%).

Con respecto al 2013, según managementsociety.net, importantes estados-granero de EEUU habrían sufrido fuertes lluvias y nevadas que han originado el retraso en la siembra de los cultivos y que está ya ejerciendo presiones al alza en los precios. Así, el Departamento de Agricultura de EEUU (USDA), anunció que a fecha de 28 de abril, el maíz sembrado en EEUU alcanzaba tan solo el 5% del total esperado y respecto al trigo de primavera la extensión sembrada sería de tan sólo un 12%, lo que además de retrasar las fechas de cosecha podría afectar seriamente a los rendimientos agrícolas.

Teniendo en cuenta que EEUU maneja los inventarios de maíz más bajos desde el año agrícola 1995/96, que se trata del principal exportador mundial de trigo, maíz y soja (porcentajes del 22% , 32% y 37% respectivamente) y que es previsible el regreso de la especulación de la mano de los fondos de inversión agrícolas , no sería descartable que los precios de las commodities agrícolas (trigo, maíz y soja), se disparen hasta niveles estratosféricos en el segundo semestre del 2013, con los consiguientes efectos colaterales en incontables países.

Por otra parte, el hundimiento del precio del crudo durante el Bienio 2.008-2.010 (a pesar de los sucesivos recortes de producción por parte de la OPEP) debido a la severa contracción de la demanda mundial y a la huida de los brockers especulativos, ha imposibilitado a los países productores conseguir precios competitivos (rondando los 90 $) que permitirían la necesaria inversión en infraestructuras energéticas y búsqueda de nuevas explotaciones, por lo que no sería descartable un posible Estrangulamiento de la producción mundial del crudo en el horizonte del 2.018.

Ello originará presumiblemente una psicosis de desabastecimiento y el incremento espectacular del precio del crudo ( rondando los 150 $) que tendrá su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrícolas, lo que aunado con la aplicación de restricciones a la exportación de los principales productores mundiales para asegurar su autoabastecimiento terminará por producir el desabastecimiento de los mercados mundiales, el incremento de los precios hasta niveles estratosféricos y la consecuente crisis alimentaria mundial que afectaría especialmente a las Antillas, México, América Central, Colombia, Venezuela, Paraguay, Egipto, India, China, Bangladesh, Corea del Norte y Sudeste Asiático, ensañándose con especial virulencia con el África Subsahariana y pudiendo pasar la población atrapada en la inanición de los 1.000 millones actuales a los 2.000 millones estimados por los analistas.

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