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viernes, 17 de mayo de 2019

¿Busca EE.UU. una nueva Crisis del Petróleo?



La estrategia brzezinskiniana de EE.UU. consiste en lograr la total rusodependencia energética china para en una fase posterior acabar enfrentándolas entre sí y finalmente someterlas e implementar el nuevo orden mundial bajo la égida anglo-judío-estadounidense.


La Doctrina Kissinger abogaba por la implementación del G-2 (EEUU y China) como árbitros mundiales. Así, en un artículo publicado por el New York Times, titulado “La ocasión para un nuevo orden mundial”, Kissinger considera ya a China una gran potencia (felow superpower), desaconseja el proteccionismo o tratar a China como enemigo (lo que llegaría a convertirla en verdadero enemigo) y pide que se eleven a un nuevo nivel las relaciones entre Estados Unidos y China sobre la base del concepto de destino común,( siguiendo el modelo de la relación trasatlántica tras la segunda guerra mundial), con lo que asistiríamos a la entronización de la Ruta Pacífica (América-Asia) como primer eje comercial mundial en detrimento de la Ruta atlántica (América- Europa). Sin embargo, el objetivo inequívoco del Pentágono sería la confrontación con la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), fundada en 2001 por los Cinco de Shanghai (China, Rusia, Kazajistán, Kirgistán, Tajikistán) más Uzbekistán y convertida junto con los países del ALBA e Irán en el núcleo duro de la resistencia a la hegemonía mundial de Estados Unidos y Gran Bretaña.

¿Provocará la guerra comercial EEUU-China el finiquito de la globalización económica?

El retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU-Rusia tras la crisis de Ucrania y la imposición de sanciones por UE-Japón-EEUU contra Rusia marcarían el inicio del ocaso de la economía global y del libre comercio, máxime al haberse demostrado inoperante la Ronda Doha (organismo que tenía como objetivo principal de liberalizar el comercio mundial por medio de una gran negociación entre los 153 países miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y haber fracasado en todos sus intentos desde su creación en el 2011.Así, asistiremos al finiquito de los Tratados Comerciales transnacionales (TTIP, NAFTA y TTP) y a la implementación por las economías del Primer Mundo de medidas proteccionistas frente a los países emergentes cuyo paradigma sería el establecimiento por EEUU de medidas antidumpin contra el acero y el aluminio chinos, mediante la imposición de aranceles del 25% y del 10% respectivamente que significaron el inicio de una guerra Comercial y el retorno al Neo-Proteccionismo económico. El siguiente paso será el inicio de la Guerra de las Divisas que consistirá en una progresiva devaluación de las diferentes divisas por parte de los Bancos Centrales Mundiales, a la ruptura del sistema de paridad de las divisas internacionales y la posterior Libre fluctuación de las mismas, lo que terminará por dibujar en el horizonte del próximo quinquenio un escenario en el que se pasará de las guerras comerciales al proteccionismo económico, con la subsiguiente contracción del comercio mundial, posterior finiquito a la globalización económica y ulterior regreso a los compartimentos estancos en la economía mundial.

¿Busca EE.UU. secar las fuentes energéticas de China?

China habría asumido el reto de construir un nuevo canal en Nicaragua (Gran Canal Interoceánico) similar al canal del istmo de Kra que tiene proyectado entre Tailandia y Birmania para sortear el estrecho de Malaca, convertido “de facto” en una vía marítima saturada y afectada por ataques de piratas e inauguró en el 2010 el gasoducto que une a China con Turkmenistán y que rodea a Rusia para evitar su total rusodependencia energética al tiempo que diversifica sus compras. Además, China estaría construyendo una extensa red portuaria, que incluiría puertos, bases y estaciones de observación en Sri Lanka, Bangladesh y Birmania y del que sería paradigma, el puerto estratégico en Pakistán, Gwadar, (la “garganta” del Golfo Pérsico), a 72 kilómetros de la frontera con Irán y a unos 400 kilómetros del más importante corredor de transporte de petróleo y muy cerca del estratégico estrecho de Ormuz.

El puerto fue construido y financiado por China y es operado por la empresa estatal China Overseas Port Holding Company (COPHC), pues la región circundante al puerto de Gwadar, contiene dos tercios de las reservas mundiales de petróleo y por allí pasa el 30 por ciento del petróleo del mundo y el 80 por ciento del que recibe China y está en la ruta más corta hacia Asia (Ruta de la Seda).Asimismo, el acuerdo chino-venezolano por el que la empresa petro-química estatal china Sinopec invertirá 14.000 millones de dólares para lograr una producción diaria de petróleo en 200.000 barriles diarios de crudo en la Faja Petrolífera del Orinoco, (considerado el yacimiento petrolero más abundante del mundo), sería un misil en la línea de flotación de la geopolítica global de EEUU.

En consecuencia, tras el golpe de mano del Ejército en Tailandia, asistiremos a sendos golpes de mano de la CIA en Venezuela y Nicaragua para defenestrar a Maduro y Ortega con el objetivo inequívoco de secar las fuentes energéticas de China, pues el objetivo confeso de EEUU sería la confrontación con la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), fundada en 2001 por los Cinco de Shanghai (China, Rusia, Kazajistán, Kirgistán, Tajikistán) más Uzbekistán y convertida junto con los países del ALBA e Irán en el núcleo duro de la resistencia a la hegemonía mundial de Estados Unidos y Gran Bretaña.

Respecto a Irak, según un artículo publicado por el New York Times, una buena parte de la producción petrolera de Irak tendría como destino China, dado que las compañías occidentales (Exxon Mobil, Shell, BP y otras serían reacias a invertir en dicho país, pues las regalías, impuestos y otros cargos cobrados en Irak suelen engullir el 90% o más de las ganancias de una empresa petrolera, mientras que las inversiones en EEUU consiguen una ganancia del 50% aunado con el hecho de que EEUU importa tan sólo el 3% de sus necesidades petrolíferas de Iraq. Así, el Gobierno de Al Maliki firmó en 2008 un acuerdo con China cifrado en 3.000 millones de dólares, mediante el cual la firma estatal China National Petroleum Corp. (CNPC) obtuvo los derechos de explotación durante 23 años del campo petrólifero de Al Ahdab (el mayor yacimiento abierto en Irak durante las dos últimas décadas con una producción estimada de 25.000 barriles diarios) recibiendo de parte china la condonación del 80 por ciento de la deuda heredada de la época de Sadam Hussein, estimada en unos 8.500 millones de dólares por lo que asistiremos al sabotaje por comandos de Israel y EEUU de grandes campos petrolíferos como el citado de Al Ahdab que serán atribuidos al Estado Islámico.

Irán, la bestia negra de Israel

El ex-Consejero de Seguridad Nacional del presidente Carter, Zbigniew Brzezinski en un discurso ante al Consejo Nacional Irano-estadounidense (NIAC), afirmó que “creo que los EE.UU. tiene derecho a decidir su propia política de seguridad nacional y no seguir cual mula estúpida lo que hagan los israelíes”. Además, Brzezinski, estaría enfrentado con los lobbys neocon republicano y judío de EEUU y con su habitual mordacidad habría desacreditado la miopía geoestratégica de ambos grupos de presión al afirmar que “están tan obsesionados con Israel, el Golfo Pérsico, Irak e Irán que han perdido de vista el cuadro global: la verdadera potencia en el mundo es Rusia y China, los únicos países con una verdadera capacidad de resistir a Estados Unidos e Inglaterra y sobre los cuales tendrían que fijar su atención”.

Nos encontraríamos pues en un momento crucial para definir el futuro mediato de Oriente Próximo y Medio (Oriente PROME), pues tras la llegada de Donald Trump de la Casa Blanca estaría aumentando la presión del lobby pro-israelí de EEUU ( AIPAC) para proceder a la desestabilización de Irán por métodos expeditivos, momento que será utilizado por EEUU, Gran Bretaña e Israel para proceder a rediseñar la cartografía del puzzle inconexo formado por dichos países y así lograr unas fronteras estratégicamente ventajosas para Israel, siguiendo el plan orquestado hace 60 años de forma conjunta por los gobiernos de Gran Bretaña, Estados Unidos e Israel y que contaría con el respaldo de los principales aliados occidentales.

Así, tras la aprobación por el Congreso y Senado de EEUU de una declaración preparada por el senador republicano Lindsey Graham y el democráta Robert Menéndez que señala con rotundidad que “si Israel se ve obligado a defenderse y emprender una acción (contra Irán), EEUU estará a su lado para apoyarlo de forma militar y diplomáticamente”, con la Administración Trump asistiremos al aumento de la presión del lobby pro-israelí de EEUU (AIPAC) para proceder a la desestabilización de Irán por métodos expeditivos.

En una primera fase de dicho plan, el Senado de EE.UU. renovó de forma unánime hasta el 2.026 la Ley de Sanciones contra Irán (ISA por sus siglas en inglés) y tras el lanzamiento de un nuevo misil balístico por Irán, Trump amplió las sanciones contra varias empresas iraníes relacionadas con los misiles balísticos sin violar el Acuerdo Nuclear firmado entre el G+5 e Irán en 2.015 , conocido como Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés) y que tan sólo serían fuegos de artificio para distraer la atención del maquiavélico Plan esbozado por la Alianza anglo-judía en 1960 que incluiría del balcanización de Irán. Así, EEUU e Israel habrían empezado a teledirigir al DAESH para mediante atentados mediáticos y selectivos desestabilizar el régimen del Líder Supremo, ayatollah Ali Khamenei y cuyo primer paradigma sería el reciente doble atentado en el corazón de Teherán. Dicha guerra será un nuevo episodio local que se enmarcaría en el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría EEUU-Rusia e involucrará a ambas superpotencias teniendo como colabores necesarios a las potencias regionales (Israel, Egipto, Arabia Saudí e Irán), abarcando el espacio geográfico que se extiende desde el arco mediterráneo (Libia , Siria y Líbano) hasta Yemen y Somalia y teniendo a Irak como epicentro ( rememorando la Guerra de Vietnam con Lindon B. Johnson (1963-1.969).

¿Busca EE.UU. una nueva Crisis del Petróleo?

En una entrevista a Brzezinski realizada por Gerald Posner en The Daily Beast (18 de septiembre de 2009) afirmó que “una colisión estadounidense-iraní tendría efectos desastrosos para Estados Unidos y China, mientras Rusia emergería como el gran triunfador, pues el previsible cierre del Estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico donde atraviesa el transporte de petróleo destinado al noreste asiático (China, Japón y Sur-Corea), Europa y Estados Unidos, elevaría el precio del oro negro a niveles estratosféricos y tendría severas repercusiones en la economía global, pasando a ser la UE totalmente crudodependentiente de Rusia”.

Para evitarlo, la Administración Trump intentará sustituir la rusodependencia energética europea (30% del gas que importa la UE procede de Rusa) por la frackingdependencia, inundando el mercado europeo con el GNL, gas natural frackeado en EEUU y transportado mediante buques gaseros para hundir los precios del gas ruso. Otro objetivo sería impulsar la utilización de la técnica del fracking en todos los países de la Europa Oriental, el llamado “arco del fracking europeo” que se extendería desde los Países Bálticos hasta la Ucrania europea, pasando por Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria y que dependerá de la tecnología de empresas estadounidenses como Chevron o Shell.

Respecto al estrecho de Ormuz, según estimaciones de la AIE (Agencia Internacional de la Energía), 13,4 millones de barriles por día (bpd) de crudo pasarían a través del estrecho canal en buques petroleros, (lo que representaría el 30 % del suministro de crudo que se comercializa mundialmente), y en el supuesto de verse bloqueado, dicho cierre del tráfico naval por mimetismo se extendería al paso del Canal de Suez . Dicho Canal es considerado como uno de los puntos más importantes para el comercio mundial ya que transporta 2,6 millones de barriles de crudo al día (lo que representa casi 3% de la demanda mundial diaria de petróleo) y asimismo es una ruta relevante para el gas natural licuado (GNL), pues cerca de 13% de la producción mundial de dicho gas transita por ella y su hipotético cierre provocaría la interrupción del suministro de alrededor de 2,6 millones de barriles diarios y al Golfo de Adén que conecta a través del Canal de Suez el Océano Índico con el Mar Mediterráneo y con un tránsito de más de 18.000 buques. Todo ello conllevará un peligroso incremento de los precios del crudo (rondando los 100 $) que dará lugar a unas tasas de inflación desbocadas, incrementos del precio del dinero por parte del Banco Popular de China (BPC) y la asfixia económica de incontables empresasdentro de la estrategia brzezinskiniana de lograr la total rusodependencia energética china para en una fase posterior acabar enfrentándolas entre sí y finalmente someterlas e implementar el nuevo orden mundial bajo la égida anglo-judío-estadounidense.

GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ-Analista

miércoles, 30 de enero de 2019

La invasión digital de los cuerpos y las mentes.

Imagen: SoyTecno
Por Sally Burch*
ALAI, 29 de enero, 2019.- Ya no es novedad para nadie que el uso de Internet trae crecientes problemas de privacidad y seguridad. Sería un error pensar que son fallas del sistema; más bien son la esencia misma del actual modelo de desarrollo de Internet, que responde a los intereses de grandes corporaciones –y de agencias de seguridad–, antes que de los usuarios.
Los datos, que son el oro de la nueva economía, representan la conversión en formatos digitales de rasgos de comportamiento de personas y grupos sociales. No sólo lo que expresan o exteriorizan al interactuar en Internet, sus búsquedas, intereses y redes de contactos, sino también, y cada vez más, datos biométricos de los cuerpos, junto con los pensamientos, gustos, dolencias y estados de ánimo que todo ello desvela, y que los aparatos inteligentes, cámaras, sensores y algoritmos son cada vez más expertos en captar e interpretar.
Para las empresas que explotan Internet, la privacidad es un estorbo a sus ganancias. Pero como saben que para sus usuarios eso es un contrasentido, buscan nuevas maneras de extraer sus datos, con o sin su consentimiento. Allí entra la “Internet de las cosas”… Si te pueden convencer que un auto que monitorea cómo manejaste protege mejor, que una cama inteligente te ayuda a dormir, y que la “condición necesaria” será compartir estos datos con la empresa proveedora, allí está el negocio redondo. Una fuente inagotable de datos para vender a empresas de seguros, de somníferos, incluso a entidades políticas.
Se estima que hoy en el mundo hay entre 10 y 20 mil millones de aparatos conectados a Internet. Algunos pronósticos prevén que con las conexiones 5G, que transmitirán a una velocidad mucho mayor, se podría llegar a un billón en pocos años. Con los espacios públicos invadidos de cámaras y sensores y con 8 o 10 aparatos “inteligentes” en cada hogar, hasta la privacidad más íntima prácticamente dejará de existir.
Pero posiblemente esto no es lo más grave. El 5G, que es la condición para esta Internet de las Cosas, ya está en fase de experimentación y se espera masificarlo a partir de 2020.Como sólo funciona a corta distancia, se prevé instalar antenas cada 10 a 12 casas en áreas urbanas, lo que aumentará enormemente la exposición a estas radiaciones. Muchos estudios científicos señalan la nocividad de esta exposición, con evidencias de efectos cancerígenos, estrés celular, aumento de los radicales libres dañinos, daños genéticos, cambios del sistema reproductivo, déficit de aprendizaje y memoria, trastornos neurológicos e impactos negativos en el bienestar general. Y efectos nocivos también en animales y plantas.
Es más, ni siquiera las zonas rurales y remotas escaparían a estas radiaciones, ya que se prevé instalar satélites de baja órbita para llegar a todos los rincones de la tierra, con efectos posiblemente aún más dañinos. Miles de científicos de todo el mundo han firmado peticiones (como por ejemplo éste, en versión español, que invita adhesiones aquí 5gspaceappeal.org) pidiendo que gobiernos y organismos multilaterales pongan una moratoria al despliegue de la tecnología 5G, al menos hasta hacer los estudios de impacto adecuados.
¿Qué alternativas existen frente a este proyecto desquiciado de sociedad que busca mercantilizar lo más íntimo de nuestros cuerpos y nuestras mentes, al precio de someternos a un experimento tecnológico de alto riesgo para la salud y el medio ambiente?
No es que la tecnología digital en sí sea mala; podría traer grandes beneficios a la sociedad, siempre que la humanidad establezca prioridades para su desarrollo, como el principio de precaución y estudios de impacto antes de generalizar nuevas tecnologías; y colocar los derechos humanos por encima de intereses mercantiles. Es más, ya existen iniciativas de desarrollo de Internet con criterios más humanos, bajo modelos descentralizados, como las redes libres:lo que llamamos la “Internet ciudadana”. Con inversiones adecuadas, éstas se podrían ampliar y perfeccionar, si bien podemos esperar resistencia e intentos de cooptación por parte de las fuerzas que controlan Internet.
Una Internet de las Cosas masiva, bajo un modelo centralizado en manos de megacorporaciones o gobiernos, no responde a ninguna necesidad social real; pero a estas alturas, parece que sólo un amplio movimiento ciudadano podría frenarla.
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*Sally Burch es periodista angloecuatoriana, directora ejecutiva de la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI) y miembro del grupo coordinador del Foro Social de Internet/ALC. Participante en el Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica (FCINA).
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Fuente: Publicado el día 22 de enero 2019 por ALAI: https://www.alainet.org/es/articulo/197691. Artículo publicado originalmente en el suplemento de NODAL.am, Internet, ¿emancipación o dominación?
Fuente: Servindi

viernes, 11 de enero de 2019

Siria: la guerra que no nos han querido contar .

El conflicto en el país de Oriente Próximo se sustenta en mentiras: las grandes potencias defienden sus intereses políticos y económicos. El pueblo es lo de menos.

ALBERTO RODRÍGUEZ

En Siria no hubo en 2011 ninguna revolución. La guerra de Siria es el resultado de un conflicto entre dos sistemas; el secularismo socialista del Partido Baaz frente al islamismo liberal en lo económico de los Hermanos Musulmanes. Se trata de un enfrentamiento que lleva desangrando Siria desde los años sesenta, cuando los baazistas tomaron el poder por primera vez, y que en 2012 se recrudeció cuando islamistas de todo el mundo acudieron a la llamada de la yihad hasta provocar el conflicto que, entre disputas de poder y fuego cruzado, ha convertido a Siria en un puzzle de cientos de milicias, organizaciones e intereses que se sostienen sobre la muerte.

Desde el principio, la guerra se sustentó en mentiras. Estados Unidos busca mantener la hegemonía de sus aliados en la región para que sus empresas sigan operando en el mercado de los recursos. Junto a Estados Unidos, Francia, Qatar y Arabia Saudí necesitaban encuadrar la opinión pública a su favor para que ésta respaldase una intervención directa dentro de Siria dando apoyo logístico, militar y financiero a los rebeldes. En ningún momento se planteó qué porcentaje de población local estaba a favor de su gobierno y qué porcentaje de población estaba a favor de derrocarlo porque, sencillamente, no importaba.

Rusia por su parte, bajo la excusa de defender Siria, decidió involucrarse en el conflicto para proteger tanto su estratégica salida al Mediterráneo en el puerto de Tartús como sus intereses comerciales y políticos. Con la Siria de Bashar al-Assad, Putin sabe que sus enemigos regionales no podrán construir un gaseoducto desde Qatar hacia Europa pasando por Siria, por lo que los rusos se aseguran ser los únicos que suministren gas natural a Alemania y países vecinos a través del mar Báltico. Al beneficio económico se le añade la ventaja política de poder chantajear con recursos básicos.

Irán, Israel, Turquía y Arabia Saudí están enfrascados en una disputa por la dominación regional, algo en lo que Estados Unidos juega un papel vital a favor de su principal aliado Israel.


CON LA SIRIA DE BASHAR AL-ASSAD, PUTIN SABE QUE SUS ENEMIGOS REGIONALES NO PODRÁN CONSTRUIR UN GASEODUCTO DESDE QATAR HACIA EUROPA

Entre las manifestaciones legítimas por reformas de 2011 y quienes querían derrocar al gobierno, hay una gama de grises que, tanto los Hermanos Musulmanes en el exilio como las Estados Unidos, Arabia Saudí, Francia y aliados supieron explotar, y que las organizaciones yihadistas aprovecharon para hacerse un hueco dentro de Siria.

Éstos países ya tenían en 2011 un objetivo claro: pedir una intervención para salvar al pueblo sirio, pero sin preguntar al pueblo sirio.

“Esta revolución es por dignidad”, “la ‘primavera árabe’ tumba a tres dictadores y otros tres permanecen en el poder” o “la primavera árabe se marchita”, titulaban algunos medios, la gran mayoría refiriéndose a la primavera árabe como un movimiento democratizador homogéneo; como una receta que podía aplicarse en cualquier país.

Las revueltas de Bahrein estaban lideradas por la oposición chií, mientras que en Túnez el movimiento islamista suní Ennahda buscaba aprovechar las protestas contra la dictadura para hacerse con el poder. Del mismo modo, Siria siguió un camino distinto que desembocó en la guerra que los Hermanos Musulmanes, un partido ilegalizado y responsable de varios intentos de golpe de Estado y magnicidio, llevaba deseando iniciar desde hacía tres décadas.

Lejos de lo que decían los titulares de prensa, la Siria presidida por Bashar al-Assad no era un país de partido único. Si bien hasta la reforma constitucional de 2012 el Partido Baaz Árabe Socialista gozaba de una posición privilegiada como partido del Estado, también son legales el Movimiento Socialista Árabe, Unión Socialista Árabe de Siria, Partido Comunista Sirio, Partido Comunista Sirio (unificado), Unionistas Socialdemócratas, Unionistas Socialistas, Partido de Unión Árabe Democrática, Partido Unionista Socialista Democrático, Movimiento de Pacto Nacional, Partido Social Nacionalista Sirio y Nasseristas.

Para entender el conflicto irreconciliable entre el Estado sirio y los Hermanos Musulmanes hay que conocer la base ideológica de ambos.

El Partido Baaz surge tras la descolonización y tiene como base ideológica el secularismo y el socialismo no marxista. Su ideología nacionalista árabe busca unir a una población desarraigada y sin identidad tras el Imperio Otomano y la colonización francesa, al tiempo que hace frente al panislamismo. Para ello apuesta por la construcción de un estado secular y anti-imperialista que reconozca todas las etnias y confesiones que conforman el país más diverso de Oriente Medio.


Los Hermanos Musulmanes, en cambio, buscan recuperar la identidad islámica de los países árabes y son liberales en lo económico y conservadores en lo social. Aunque se presentan como una organización islamista moderada, los Hermanos Musulmanes tienen un largo historial de violencia en Oriente Medio y el Norte de África. En los años 40 asesinaron al primer ministro de Egipto Mahmud Pasha, en los años 50 intentaron asesinar al presidente egipcio Gamal Abdul Nasser, y en 1988 se unieron al Frente Islámico de Salvación en Argelia, en un alzamiento islamista que provocó una guerra civil en la que murieron más de 200.000 personas.

La hermandad bebe del deobandismo, una corriente integrista del islam que busca volver a los orígenes del mismo para vivir como en los tiempos del profeta Mahoma y que también comparten los talibanes. Esta escuela persigue eliminar cualquier vestigio cultural, social y político que no tenga raíces islámicas.

En Siria no tardaron en convertirse en la principal fuerza de oposición sectaria al secularismo del Baaz, y desde que este llegase al poder en los años 60, han intentado derrocar al gobierno en múltiples ocasiones.

Además del rechazo que sienten los HHMM hacia las ideologías claramente seculares y “occidentalizadas” como la del Baaz (Renacer), hay que añadir que Bashar al-Assad es alauita, una minoría dentro del chiísmo. Según las escuelas jurídicas que engloban el integrismo suní, los chiíes son herejes a los que hay que eliminar, lo cual lleva la lucha política también al ámbito religioso sectario.

Hay que matizar que los HHMM no representan a todas las corrientes integristas que actualmente combaten en Siria, ya que, a pesar de compartir raíz ideológica, cada una busca aplicar la ley islámica de su escuela jurídica. Por ejemplo, los principales clérigos salafistas han declarado fatwas contra la hermandad porque consideran la actividad política un peligro para la da’wa y su objetivo final de instaurar la sharía destruyendo las instituciones previas.


SIRIA NO ES UN PAÍS MUSULMÁN SINO MULTICONFESIONAL Y MULTIÉTNICO

El problema de ideologías pan-islamistas como la de los Hermanos Musulmanes reside en que Siria no es un país musulmán sino multiconfesional y multiétnico. Un Estado gobernado por la sharía llevaría inevitablemente a limpiezas étnicas y el exterminio de la mitad de la población.


Cuando Bashar al-Assad llegó al poder en el año 2000, hizo reformas que limitaban el control del Estado sobre la población. Esto provocó que la oposición islamista contase cada vez con menos base social, lo que se tradujo en que fracasasen todos sus intentos de golpe de Estado, por lo que se vieron forzados a buscar apoyos en el exterior; principalmente británico, francés y de EEUU. Poco antes de que estallase el conflicto, la oposición ligada a los Hermanos Musulmanes y asentada en Londres creó Barada TV, el medio de referencia que se utilizó para pedir el derrocamiento de Bashar al-Assad e informar en Europa de forma parcial y propagandística sobre las protestas sirias.

Según Barada TV, cientos y hasta miles de personas eran asesinadas por “las fuerzas de Assad” cuando protestaban contra el estado de emergencia, situación que vivía Siria desde hacía más de cincuenta años debido a los constantes golpes de Estado y la guerra con Israel, que lejos de haber terminado se mantiene con la ocupación israelí de los Altos del Golán. Según cables difundidos por Wikileaks, desde 2006 y tras congelar sus relaciones con Siria en 2005, los Estados Unidos entregaron a Barada TV más de 6 millones de dólares para operar el canal y financiar “actividades de la oposición” dentro de Siria. La financiación no terminó tras el mandato de Obama, sino que continuó con la administración Trump. Se estima que, entre 2005 y 2010, Estados Unidos introdujo en Siria unos 12 millones de dólares para financiar a grupos insurgentes opositores al Gobierno de Al-Assad antes de que estallase la guerra, una cifra que aumentaría exponencialmente durante la guerra hasta alcanzar los 12.000 millones.

Las diversas injerencias muestran que el conflicto se forzó desde el exterior, principalmente de la mano de potencias extranjeras y del entorno de los Hermanos Musulmanes en Europa, donde cuentan con 500 asociaciones ligadas a la Federación de Organizaciones Islámicas en Europa (FOIE), entre las que destaca el Movimiento para la Justicia y el Desarrollo, que entró en Siria –donde estaba ilegalizado– durante la guerra.


EL CONFLICTO SE FORZÓ DESDE EL EXTERIOR, PRINCIPALMENTE DE LA MANO DE POTENCIAS EXTRANJERAS Y DEL ENTORNO DE LOS HERMANOS MUSULMANES EN EUROPA

La demonización de Siria permitió justificar políticas como la de sanciones impuestos por parte de EE.UU., que tenían como objetivo debilitar la economía y agravar una crisis acentuada por la corrupción y el aperturismo económico que trajo por ejemplo consigo la retirada de algunos subsidios en zonas rurales afectadas por una sequía que en 2011 cumplía su quinto año. Estas políticas llevaron la economía al límite, acentuaron la desigualdad en un país más equitativo que Rusia, EE.UU. o España según el índice GINI y buscaron provocar una debilidad con la cual forzar el conflicto social.

Aprovechando el contexto de las protestas de 2011, los islamistas pudieron infiltrarse entre las masas e introducir combatientes extranjeros para derrocar al Gobierno o, de no lograrlo, iniciar la guerra. El plan había funcionado.


Hacia un nuevo orden mundial: la guerra ha reinventado las Relaciones Internacionales

Desde 2011 Siria se ha convertido en una especie de tablero de ajedrez en el que cada país tiene su pieza. El eje Estados Unidos, Israel, Arabia Saudí, Jordania y Emiratos Árabes Unidos está enfrentado a Rusia, Irán y China. Qatar y Turquía se mueven entre dos aguas, y países como Corea del Norte llegan a acuerdos con Siria sin hacer demasiado ruido. En medio, se encuentra la población siria, que solo anhela la paz y que todo vuelva a la normalidad.

¿Pero por qué terceros países iban a querer invertir millones de dólares en una guerra que no es la suya? En unos casos lo que persiguen no son más que acuerdos comerciales y el dominio de una región que conecta Asia con Europa. En otros, se trata de sobrevivir.


LA SUPERVIVENCIA ES LO QUE MUEVE A ISRAEL Y ARABIA SAUDÍ, QUE SE SIENTEN BAJO ASEDIO

La supervivencia es lo que mueve a Israel y Arabia Saudí, que se sienten bajo asedio. Tras la guerra de 2006 en la que Hezbollah se impuso a Israel en el sur de Líbano, el Eje de Resistencia formado por Hezbollah, Siria, Irán y Palestina se popularizó enormemente en el mundo árabe. Esto suponía un riesgo para la monarquía de los Saud, con una inestabilidad interna –acentuada por la minoría chií fuertemente reprimida– que el Estado nunca llega a controlar y un riesgo para Israel, que no podía ver fortalecidos a los enemigos con los que comparte frontera. Además, Israel es una potencia emergente con problemas demográficos debido al gran número de población judía de todo el mundo que acoge, por lo que mantener su política de asentamientos y el territorio ocupado del Golán se ha convertido en una necesidad. Todo apunta a que tras la guerra de Siria, habrá un recrudecimiento de las tensiones con el sur de Líbano donde hay una importante reserva de gas natural.

Las protestas de 2011 fueron una gran oportunidad para descabezar el Eje de Resistencia al intentar aislar Líbano, Siria y Palestina de Irán. Para ello, Israel y Arabia Saudí se valieron de compartir un objetivo común con los integristas suníes que buscaban eliminar el eje ante el temor de una dominación chií y pro-iraní en todo Oriente Medio.

Irán, al igual que Arabia Saudí, sabe que su supervivencia está en juego. La disolución de la Media Luna Chiíta (Irán, Irak, Siria y Líbano) haría que el país persa quedase completamente aislado y a merced de sus enemigos regionales e internacionales. Irán se ha involucrado en la guerra de tal modo que anualmente invierte miles de millones de dólares en dar apoyo a Siria tanto a nivel militar como logístico, entregando petróleo y ayuda humanitaria. Las cifras varían según las fuentes entre los seis mil millones y los veinte mil millones de dólares. Además del gasto monetario, los iraníes han perdido más de un millar de soldados en suelo sirio.

Este enfrentamiento entre Arabia Saudí e Irán ha afectado a las relaciones de los saud con Qatar, que es un importante aliado de los iraníes, desembocando en una crisis política en 2017 con bloqueos a Qatar por parte de Arabia Saudí y el cese de las relaciones diplomáticas de Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Bahrein y Arabia Saudí con Qatar. Durante unas semanas se llegó a hablar de una invasión saudí, pero eso jamás sucedió ya que en la capital de Qatar, Doha, Estados Unidos cuenta con una de sus mayores bases en la región, al-Udeid, con 11.000 efectivos y 100 aviones operativos.



Datos hasta mediados de diciembre. 



Rusia no ha entrado en Siria por solidaridad internacionalista. Siria proporciona actualmente a Rusia la baza estratégica de la salida al mar Mediterráneo, por esta razón intervino militarmente para salvar del colapso al gobierno sirio cuando los rebeldes se encontraban más fuertes –antes de las luchas de poder que les han sentenciado–.

Los rusos no entraron a Siria hasta 2015. Durante los primeros años de la guerra, el Kremlin mostró cierta disposición a colaborar con EE.UU. en propuestas como la destrucción del arsenal químico sirio en 2013, pero vetaba constantemente las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas contra el gobierno de Bashar al-Assad. Hasta 2015 sus bases de Tartous, Latakia y Hmeymim se encontraban en zonas relativamente estables controladas por el Gobierno sirio. En 2015, sin embargo, el Gobierno se encontraba en una posición muy frágil y Rusia veía peligrar su salida al Mediterráneo. Es entonces cuando el Kremlin decide atender la petición del parlamento sirio y entrar con fuerza en Siria.

Otro interés central de Rusia es el tráfico de gas natural, que juega un papel fundamental en sus relaciones internacionales. Los rusos venden su gas a Alemania y países vecinos por el mar báltico, a través de Gazprom, a unos precios contra los que Estados Unidos no puede competir. Por ello, cuando hay una crisis diplomática Rusia siempre puede amenazar, como hizo durante la crisis en Ucrania, con cortar los suministros de gas. Evitando que Estados Unidos venda gas natural catarí a través de un gaseoducto que tendría que pasar por Siria, Rusia consigue mantener su dominio diplomático del centro de Europa y mitiga el efecto de las sanciones impuestas por EE.UU.

Estados Unidos que busca mantener la hegemonía de sus aliados en la región para que sus empresas sigan operando en el mercado de los recursos, ha invertido al menos 500 millones de dólares según los datos oficiales solo en entrenar a los rebeldes. Sin contar el gasto de sus dos ataques con misiles Tomahawk en 2017 y 2018 contra múltiples posiciones sirias. Solo entre 2014 y 2018 reconocen haber invertido 12 mil millones de dólares en Siria para crear nuevas fuerzas de seguridad en territorios de la oposición, entregarles armamento, estabilizar localidades, organizar operaciones militares y civiles… según el exembajador de EE.UU. en Damasco.


ESTADOS UNIDOS HA INVERTIDO AL MENOS 500 MILLONES DE DÓLARES SEGÚN LOS DATOS OFICIALES SOLO EN ENTRENAR A LOS REBELDES

Una de las razones que alega Estados Unidos para justificar su inversión y apoyo a los rebeldes son los crímenes que atribuye al Gobierno sirio, entre los que juegan un papel clave ante la opinión pública los ataques químicos. Sin embargo, su atribución al gobierno de Al Assad es controvertida, ya que la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), respaldada por Naciones Unidas, sigue sin encontrar evidencias que inculpen al Gobierno sirio y organismos como Médicos Suecos por los Derechos Humanos o Theodore Postol del Instituto Tecnológico de Massachusets la cuestionan.

Los supuestos ataques químicos son claves para lograr la demonización de Siria y el desgaste de la imagen de Rusia ante la opinión y en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Erdogan, desde Turquía, busca convertirse en el máximo referente entre la comunidad suní a nivel mundial. A pesar de liderar un gobierno declaradamente hostil al de Damasco, el intento de golpe de estado que sufrió Erdogan en 2016 supuso un punto de inflexión en sus Relaciones Internacionales, por lo que se acercó cada vez más a Irán y Rusia. Esto ha repercutido en las negociaciones trilaterales de Ankara sobre el proceso de paz en Siria, haciendo que Erdogan esté más dispuesto a negociar un final de la guerra favorable para Assad.

La actual crisis económica que amenaza a Turquía tras las sanciones impuestas por Estados Unidos ha hecho que un indeciso Erdogan se aleje aún más de la OTAN para intentar buscar un lugar al amparo de la economía rusa y el BRICS, un mercado común compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

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La próxima semana publicaremos la segunda parte de este análisis, titulada La democracia era la excusa; la guerra, el objetivo.

Alberto Rodríguez es periodista independiente, activista y amante de la fotografía. Escribe sobre Siria.

AUTOR

Alberto Rodríguez


Fuente: ctxt.es

jueves, 3 de agosto de 2017

América Latina, en clave geoeconómica.


Alfredo Serrano Mancilla *

Siempre igual. Después de un periodo de tormenta, se reordenan las piezas en el tablero global. Así ha sucedido en repetidas ocasiones a lo largo de la historia. En 1870, ante una crisis de sobreproducción del capitalismo central, la región latinoamericana quedó reinsertada de otra forma en la economía mundial; además de seguir proveyendo materias primas, debía servir a partir de entonces como zona consumidora. Después, a lo largo del siglo XX, nuevamente se sucedieron algunos clivajes económicos que reacomodaron las relaciones de la región con el mundo. La última fase histórica fue indudablemente la llegada del neoliberalismo, que supuso un patrón de subordinación en lo financiero, en lo tecnológico, en propiedad intelectual.

Iniciado el siglo XXI, la ola de procesos de cambio en la región puso freno a ese encaje. Las políticas económicas llevadas a cabo por los gobiernos posneoliberales fueron claves para resituar geoeconómicamente al bloque latinoamericano. Si bien es cierto que muchos países continuaron exportando materias primas, esto se hizo de otra forma, bajo nuevas condiciones de soberanía y con relaciones más diversificadas (China, India, Rusia). Nacieron nuevos espacios de integración. Disminuyeron los acuerdos de libre comercio. Se redujeron en gran medida los tratados bilaterales de inversión y los acuerdos sobre los aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio. En lo financiero se puso algún límite a los mecanismos especulativos, aunque con un impacto mucho menor a lo que se logró en otros ámbitos. En suma, el cambio se notó también en lo exterior. El Sur latinoamericano recuperó en cierta medida un espacio geoeconómico en el mundo. El Norte seguía mandando, pero mucho menos de lo que estaba acostumbrado.

Y entonces llegó la explosión financiera del 2007-2008, y supuso un punto de quiebre en el orden geoeconómico dominante. La gran debacle económica, que lleva ya casi una década, ha provocado que todo se mueva. Estamos en un ciclo de estancamiento, en el que la economía real sale como gran perdedora. La contracción es duradera. El consumo sigue sin recuperarse. Los precios de los commodities se han reducido significativamente. La productividad sigue a la baja. La expansión cuantitativa monetaria no da sus frutos porque el dinero creado no va a parar a la actividad económica. Los nuevos dólares y euros se dirigieron únicamente a sanear finanzas que están absolutamente desligadas de la inversión productiva. Así, la economía mundial no repunta, la tasa de ganancia tampoco y lo único que sigue siendo altamente rentable es el mundo financiero. La financiarización se propaga sin barreras. La deuda mundial continúa siendo el asidero perfecto para ganar dinero sin trabajar. La cifra asusta: el mundo adeuda 3.3 veces su PIB. La concentración del capital continúa a pasos agigantados. Los países centrales buscan nuevas fórmulas para expandirse. Las cadenas globales de valor son cada vez más difusas.

Y América Latina no está ajena a este proceso.

1. Al interior de la región se ha producido un acelerado proceso de fusión y absorción empresarial. Las grandes han fagocitado a las más pequeñas. El mercado transaccional de América Latina ha crecido 89.42 por ciento en lo que llevamos del año. Las multilatinas son ya un hecho económico consolidado que condiciona la matriz de intercambio regional. Son agentes económicos centrales en las economías en los países donde están presentes. Y además tienen tanto interés adentro como afuera. La transnacionalización ha llegado también al interior de la región.


2. Otro asunto no menor es el desembarco de las medianas empresas de los países centrales. La crisis de demanda interna se compensa saliendo afuera. Las medianas empresas europeas o estadunidenses buscan mercados afuera y procuran instalarse en países latinoamericanos para garantizar un plan de negocios sostenible a escala global. Esto, indudablemente, condiciona a las economías locales, porque desplaza la producción nacional.

3. La balcanización amenaza seriamente la integración económica regional. Se impone un sálvese quien pueda en la medida en que las cosas se ponen muy complicadas. Cada uno acuerda con quién y cómo puede. Cada vez hay menor homogeneidad en la forma en que los miembros de un bloque se relacionan con países del exterior, lo que debilita el proyecto común a lo interior.

4. La salida asiática es cada vez más deseada. Son muchos los países que han priorizado las relaciones económicas con ese espacio geoeconómico. Y da igual el corte ideológico del gobierno de turno. Por ejemplo, Venezuela, Brasil, Perú, Chile, Bolivia y Argentina han estado presentes en la última reunión del Banco Asiático en Inversiones e Infraestructura. Por otra parte, los datos de China abruman: en menos de 10 años la inversión extranjera directa en América Latina desde China se ha multiplicado por más de 10. El Consenso de Beijing está más omnipresente que nunca.

5. Si el Mercosur se alinea con la Unión Europea esto significará un importante movimiento en el orden geoeconómico global, porque se trata de dos espacios de grandes dimensiones. No es fácil que lleguen a un acuerdo rápidamente, a pesar de la presión de los grandes grupos económicos. Todavía hay mucha tela que cortar para sintonizar tantos intereses contrapuestos. Todo dependerá de cuánto dure la restauración conservadora en Argentina y Brasil.

6. Mientras continúe la tasa de interés tan baja en los países centrales, los flujos financieros buscarán resguardo en la región gracias a su alta rentabilidad de la deuda externa. La inversión extranjera en América Latina ha caído al mismo tiempo que crecen las emisiones de bonos. La fábrica de la deuda externa está más activa que cualquier otra actividad económica.

7. En la medida en que crece la fragmentación geográfica de la producción mundial, se reducen las posibilidades de que proliferen las cadenas regionales de valor. Se importa mucho valor agregado. La visión cepalina de industrializarse por la sustitución de importaciones ha de adaptarse a los nuevos tiempos. Hoy día es más importante generar un insumo intermedio demandado globalmente que procurar producir un buen final si no se cuenta con todos los insumos.

La región no camina sola. Lo hace siempre de la mano de lo que sucede a escala global. Creer que todo ocurre sin que el entorno exterior cambie es más propio de la economía hegemónica neoclásica, que es incapaz de explicar casi nada de lo que nos acontece. La nueva economía latinoamericana (Nel) debe estar muy atenta al cambio de época geoeconómico al que estamos asistiendo.

* Director de Celag, doctor en economía.


miércoles, 10 de mayo de 2017

Nos sale carísimo mantener a los ricos.


(elsalmoncontracorriente, attacmadrid,4-5-2017)

El sistema legal, económico, político y cultural dominante que sufrimos promueve los comportamientos egoístas y predatorios. Se admira a quienes con más eficacia y de manera no recíproca vampirizan y acaparan la riqueza generada por ecosistemas o el trabajo de comunidades humanas. En un planeta finito y ecológicamente degradado, la acumulación de riqueza de unas personas es siempre a costa de la desposesión de otras.

Una sociedad sostenible y saludable debería, en cambio, dotarse de mecanismos que penalicen el abuso de lo común e incentiven aquellos comportamientos que mejoren la vida de toda la comunidad y regeneren el medio ambiente del que depende todo ser vivo (humano y no humano). Hasta que no comprendamos que la prosperidad, la seguridad y la felicidad solo se consiguen mediante colaboración, confianza y reciprocidad seguiremos atribuyendo la causa de la enfermedad a sus síntomas. Pensaremos, erróneamente, que las víctimas de un sistema perverso—y no el sistema en sí que funciona aplastando a cada vez más personas en beneficio de unos pocos privilegiados—son nuestro problema.

No conviene confundirse de enemigo: lo que resulta socialmente corrosivo y peligroso es la desigualdad y la asimetría de poder, no sus víctimas (las personas más vulnerables). Los que se apropian del bien común son los ricos y poderosos, no los pobres e inmigrantes. Solo hay que recordar que un puñado de personas que caben en un bar pequeño de barrio acaparan más riqueza que el 50% de la población mundial o que el 1% de los humanos dispone de tanta riqueza como el 99% restante. Con estas cifras en mente, nadie puede argumentar que a la sociedad le sale caro mantener a las personas en riesgo de exclusión social sin que suene a distorsión malintencionada de la realidad.

El dinero público y la riqueza generada por las personas trabajadoras no está subvencionando a los pobres, sino a los ricos. Los ricos se subvencionan devorando lo público y lo común (lo generado por la sociedad y por los ecosistemas) y reproducen su capital sin necesidad de trabajar (intereses, rentas, herencias, especulación). El trabajo y la riqueza, en cambio, lo crea la sociedad, no las macro-corporaciones o la adicción estructural al crecimiento económico (mucho menos la especulación financiera); dichos actores, de hecho, generan dinámicas que precarizan o destruyen tanto el empleo de calidad como el medioambiente del que depende todo ser vivo que habite nuestro planeta (incluidos los seres humanos millonarios).

Las personas vulnerables no quitan el trabajo a nadie. Realmente, además de la creciente automatización que sustituye al trabajo humano, es la dinámica del capitalismo neoliberal la que condiciona que no florezcan empleos de calidad necesarios para la reproducción y el mantenimiento de una vida humana próspera (en agroecología, diseño sostenible y biomímesis, economía ecológica, construcción de casas pasivas, energías renovables, ecología urbana y un largo etcétera).

En lugar de dar más poder a las corporaciones y a los dueños del capital (la falacia de que desregulando y privatizando lo público y facilitando la vida a las macro-corporaciones se crea empleo) deberíamos, por el contrario, tasar intensamente los bienes inmuebles y el capital a partir de cierto umbral (pues se trata de la riqueza que se reproduce rápidamente no solo sin necesidad de contribuir al bien común, sino acaparándolo y destruyéndolo), no el trabajo (la contribución, monetarizada o no, al bien común y la sostenibilidad socioeconómica) para, de este modo, reducir la desigualdad y subvencionar con lo recaudado una disminución general de las horas semanales de trabajo con salarios mínimos más altos para acabar con el desempleo, el estrés y la explotación laboral y medioambiental.

Ahora bien, la deliberación sobre qué trabajos son necesarios para la reproducción social y cuáles son social y ecológicamente indeseables debería ser decidido por la sociedad en su conjunto, no por la dinámica, facilitada por el poder estatal, de crecimiento económico a toda costa o por las corporaciones transnacionales cuyo objetivo no coincide, en la mayoría de los casos, con el bien común.

Obviamente, si se generasen debates abiertos entre el conjunto de los habitantes de una ciudad para decidir qué empleos hay que fomentar y cómo diseñar el espacio urbano, muy poca gente defendería la necesidad de endeudar masivamente a la ciudad y buscar inversiones extranjeras millonarias para construir autopistas o aeropuertos innecesarios y obras faraónicas disfuncionales que dejan infraestructuras monstruosas carísimas de mantener, deudas eternas, corrupción urbanística y degradación ambiental (estadios olímpicos, macro-casinos, expos, rascacielos). Estos proyectos siempre subvencionan, con dinero público, una dinámica de acumulación que beneficia a los que ya son ricos y generan un espacio urbano deplorable para los demás.

La mayoría de vecinas y vecinos preferirían, sin duda, espacios públicos a escala humana para el disfrute común y cotidiano, mucho más asequibles y fáciles de mantener, y que mejoren la calidad del aire y el agua, reduzcan el ruido y el estrés, favorezcan las relaciones sociales, y no dejen una mella en las arcas públicas: parques, huertos urbanos, zonas verdes y peatonales, bibliotecas y centros sociales, etc. Espacios donde la comunidad pueda encontrarse, sin necesidad de gastar y consumir, para jugar, enamorarse, charlar, hacer ejercicio o aprender y enseñar taichí, yoga, permacultura, carpintería, reparación de electrodomésticos, etc. ¿Cuántos niños y ancianos necesitan o van a usar un estadio olímpico que cuesta millones? ¿De qué manera va a mejorar dicha construcción el día a día de la ciudad para las personas de a pie? Un parque agradable es mucho mejor para la vida cotidiana, la salud y el bienestar, cuesta muy poco si se planea bien, es positivo para el medio ambiente y cohesiona la comunidad.

No nos podemos permitir a los ricos alimentando sus excentricidades, megalomanías y porfolios financieros a costa del bienestar social y ecológico. Que no nos engañen, los que sufren las consecuencias más dolorosas de este sistema perverso no son la causa del problema, sino sus víctimas. Equivocarnos al identificar las causas de nuestro malestar tiene el contraproducente efecto de enfrentar a los oprimidos y, en consecuencia, fortalecer al opresor. Centrarnos en las causas de los problemas, y no solo en sus síntomas, es el primer paso para intentar crear un sistema socialmente deseable, económicamente estable y ecológicamente viable.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Para reactivar la economía, emplear a más mujeres.



Muchos economistas lo venimos diciendo desde hace mucho tiempo. Facilitar la incorporación de las mujeres al empleo no es solo una estrategia esencial para evitar la discriminación injusta entre mujeres y hombres y para que éstas últimas puedan elegir y realizarse como personas en las mismas condiciones y con la misma libertad que los hombres. Además de eso, que no es poco, favorecer el empleo de las mujeres es fundamental porque la evidencia empírica demuestra que cuando una mujer se incorpora al empleo remunerado el número total de empleos de la economía no aumenta solo en una persona sino en algo más. Eso es así porque el empleo femenino (dicho con palabras muy llanas) “tira” de otros puestos de trabajo remunerados adicionales y porque, además, aumenta la demanda total, lo que hace que sean necesarios más empleos para satisfacer el consumo adicional de las nuevas mujeres con ingresos propios.

Lina Gálvez y Ruth Rubio-Marín acaban de publicar un artículo muy interesante con propuestas para lograr ese objetivo (El mercado tiene sexo: ¡la desigualdad también!). Y, casualmente, acaba de publicarse una nota del Fondo Monetario Internacional que insiste en que para impulsar el crecimiento lo que conviene es emplear a más mujeres (To Boost Growth: Employ More Women).

Me alegra que una institucion tan conservadora, habitualmente reacia a hacer planteamientos que se salgan del pensamiento mayoritario y que tanto ha dificultado la incorporación de las mujeres al empleo remunerado, imponiendo políticas que reducen el gasto social y la provisión de servicios públicos, esté empezando a asumir que es fundamental cambiar de rumbo. Años atrás, algunos de sus economistas publicaron estudios que demostraban que, cuanto más empleo femenino hay, se generan mejores rendimientos macroeconómicos, y ahora menciona un caso exitoso como es del Canadá.

Según los análisis que se han realizado para este país, si desapareciera la brecha entre la tasa de actividad de la población masculina y la femenina (de 7 puntos porcentuales a favor de los hombres) el PIB de Canadá sería un 4,5% más elevado que el actual. Aunque ya sabemos que el PIB es un indicador bastante bruto, al menos sirve ahora para indicarnos que el efecto de esa mayor actividad femenina no es poca cosa.

Al leer esos datos he pensado los avances que se podrían producir en España si nuestros gobiernos adoptaran políticas efectivas para promover el empleo femenino como las que proponen Lina Gálvez y Ruth Rubio-Marín en su artículo mencionado o en otro trabajo anterior y más amplio titulado Por una política económica que incorpore la igualdad de género. Y si, además, entendieran que para crear empleo masculino o femenino (y, en general para generar ingresos dignos para toda la población) es fundamental modificar la distribución de los tiempos de trabajo y, sobre todo, asumir de manera efectiva como principio de actuación que el trabajo humano no es una mercancía. Un principio, por cierto, que muchísimos países (entre ellos España) han asumido al ratificar la Declaración de Filadelfia de la Organización Internacional del Trabajo que así lo señala expresamente.

En nuestro país, la diferencia entre la tasa de actividad de mujeres y hombres es aún mayor que la canadiense (11,3 puntos, según la EPA del segundo trimestre de 2016), lo que quiere decir que, posiblemente, podríamos lograr un impulso incluso aún mayor si la hiciésemos desaparecer. Pero, eso sí, siempre que esas políticas no se lleven a cabo de cualquier forma.

La brecha en las tasas de empleo de mujeres y hombres ha disminuido muchísimo en los últimos años en España (del 24,7 a 11,2, según Eurostat: aquí o aquí). Sin embargo, esa disminución no se puede considerar como un fenómeno por sí solo positivo. Se ha producido a costa de una gran precarización del empleo y de un incremento muy grande de las mujeres empleadas, contra su voluntad, a tiempo parcial, lo que ha reforzado la división de trabajo tan sesgada que “especializa” a las mujeres en el trabajo doméstico, al que dedican cada vez más horas y muchas más que los hombres.

Si en España se pudiera conformar un gobierno de progreso apoyado en una amplia mayoría parlamentaria, una de sus tareas más importantes debería ser la de poner en marcha, en colaboración con todas las autonomías y administraciones locales, una estrategia estatal para la igualdad y la corresponsabilidad entre mujeres y hombres que facilitara de verdad el empleo femenino. El impulso económico que produciría sería extraordinario y el aumento del bienestar que llevaría consigo mucho más impresionante.

Desgraciadamente, los dirigentes de los partidos que podrían llevar a cabo un plan de este tipo prefieren seguir tirándose los trastos a la cabeza.

martes, 27 de septiembre de 2016

Ante la grave crisis socio-ambiental, la urgencia de una ética planetaria.


23 septiembre 2016 · by Oscar Mateos · in CJ, Cuadernos CJ, Ecología, Economía, Ética, Globalización


[Este artículo forma parte del Cuaderno CJ número 200 y corresponde al primer capítulo del mismo. Durante las próximas semanas publicaremos en este blog el resto de capítulos del cuaderno.]

Oscar Mateos. 

Nuestro mundo globalizado y su modelo de consumo son un gran transatlántico con rumbo al desastre. Dicha afirmación no es algo distópico ni exagerado: nuestra huella ecológica ha alcanzado niveles extraordinarios, el planeta ya no es capaz de regenerar buena parte de lo que consumimos y los expertos advierten de que si mantenemos el ritmo actual de consumo, en 2050 necesitaremos el equivalente a por lo menos tres planetas para abastecernos. Las consecuencias de todo este modelo son sabidas y reconocidas por todos: calentamiento global, cambio climático, refugiados ambientales…

El sentido de urgencia respecto a esta grave coyuntura ha sustituido al tratamiento casi anecdótico que la cuestión del cambio climático recibía hace tan solo unos años. La justicia ambiental se ha convertido así en parte intrínseca e ineludible del debate amplio sobre la justicia en el siglo XXI. 

Desde grandes organismos internacionales hasta los principales líderes mundiales, pasando por científicos o multinacionales, todos hoy reconocen algo que es innegable y ha sido denunciado repetidamente por algunas voces desde hace años: el modelo de vida occidental no es universalizable. 

El gran crecimiento económico de los llamados países emergentes en base al modelo de desarrollo capitalista no ha sido una buena noticia, pues ha servido para constatar que el desarrollo era algo más que crecimiento económico y que el progreso se ha alcanzado en nombre de la depredación ambiental y la consolidación de un modelo de consumo insostenible. Ha sido necesario esperar a que centenares de millones de personas en el Sur global (especialmente en China e India) abrazaran el modelo, que antes únicamente ostentábamos el 15% del planeta, para darnos cuenta de que el progreso y el desarrollo deben definirse siguiendo unos criterios y valores que no se limiten a la capacidad de consumo y la riqueza económica.

Estamos en un callejón sin aparente salida, una verdadera encrucijada, una cuenta atrás a la que la humanidad debe ser capaz de dar la más urgente y diligente de las respuestas. «El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad» (Laudato Si’, nº 25). «Un grito que viene de la humanidad y de la Tierra misma, uno que tiene que ser escuchado por la comunidad internacional», exhortaba Francisco a los reunidos en la Conferencia de París sobre Cambio Climático(COP21) celebrada en diciembre de 2015. No cabe duda de que la COP21 ha significado un primer paso al poner de relieve la urgencia de la situación actual, pero asimismo ha mostrado una vez más la falta de instrumentos y alternativas para trascender el modelo de producción, consumo y desarrollo que se practica. La rueda del capitalismo necesita seguir girando… En palabras de Pere Casaldàliga: «¿Quién, cómo y cuándo bloqueará sus radios?».

Regular por arriba: una comunidad terrestre con un destino común

La coyuntura es compleja. Existen instrumentos o iniciativas que abordan algunos de los efectos colaterales de todo este desvarío medioambiental, configurando una «gobernanza fragmentada». No obstante, seguimos careciendo de instrumentos vinculantes que conformen una verdadera gobernanza global, poniendo de relieve uno de los dramas de este siglo XXI: mientras que nuestros problemas se han globalizado, los mecanismos de los que disponemos para regularlos se han quedado atrapados en el marco del Estado-nación.

Dentro de este preocupante contexto nos queda por lo menos una buena noticia: parece existir cada vez mayor consciencia de que esta cuestión no es algo ficticio, ni teórico, ni procedente de un reducido grupo de científicos, sino que cunde una creciente sensación de que estamos ante un problema real y acuciante. Incluso el Foro Económico Mundial, que se reúne anualmente en Davos, o los informes de los principales centros de inteligencia mundiales como la CIA han incluido este asunto en sus agendas tras calificarlo como la principal amenaza a la seguridad mundial. Esta toma de conciencia es positiva,siempre que no sea ya demasiado tarde.

Sea como fuere, la inexistencia de una ética planetaria y la hegemonía de un modelo económico, social y cultural muy individualista, basado en el consumo, hace difícil afrontar el problema buscando una solución global.

Como afirma el prólogo de la Carta de la Tierra, «somos una sola familia humana y una única comunidad terrestre con un destino común». Un destino que no solo nos compromete a nosotros sino también a otras especies, así como a las generaciones que están por venir. El sentido de interdependencia es hoy mucho más importante que en cualquier otro momento histórico: interdependencia con la biosfera e interdependencia con las generaciones futuras.

No debemos eludir ese sentido de urgencia. Necesitamos un gran pacto global que supere el paradigma de la seguridad nacional para abrazar el de la seguridad planetaria. Un pacto que implique, comprometa y obligue a todos (individuos, estados, organizaciones, empresas…) a producir, consumir y estar en el planeta de una forma que garantice el futuro de todos. Esa gobernanza global, tan difícil y casi inimaginable en un contexto en el que los intereses nacionales y privados priman por encima del bien común, deberá ser posible si queremos que el planeta siga existiendo.

Desbordar por abajo: hacia una civilización de la sobriedad y la pobreza compartidas

Pero además de regular este modelo por arriba, es necesario un modo de vida que sea capaz de extenderse y desbordar al sistema por abajo, impulsando una transformación cultural, re-politizando y re-educando nuestras conciencias y nuestros hábitos, pasando, como señala Jorge Riechmann, de una «cultura de la hybris [de la desmesura] a una cultura de la autocontención».

Desbordar el capitalismo por abajo sería posible aplicando un modelo de civilización basado en la sobriedad y la pobreza compartidas, y tratando de que la política vuelva a recuperar el poder. Son ya muchas las iniciativas que abogan por el cambio para trabajar en red de una forma mucho más democrática y más participativa. Iniciativas emergentes que aportan la consciencia de que es necesario otro modelo social y cultural.

Este modelo cultural debe ser desbordado también desde el plano de la identidad, construida en torno al consumo, entendido como una especie de comensalidad histórica que jerarquiza y genera estratificación social. Todo el mundo consume, pero no todo el mundo consume bien. Deconstruir esta dimensión más cultural, yendo más allá de la dimensión política y gubernamental, es un reto clave para evitar la homogeneización. El diálogo entre civilizaciones y la recuperación de la diversidad cultural del planeta, de sus prácticas y saberes, se impone como un importante reto a tener en cuenta y asumir.

Este es nuestro reto. Como Francisco en su encíclica Laudato Si’, somos cada vez más conscientes del diagnóstico, de las alternativas de las que disponemos y de la responsabilidad que supone condicionar la vida de las generaciones futuras. Ahora bien, la cuenta atrás ha empezado, no podemos esperar más. Un modelo basado en la sobriedad y la pobreza no es algo únicamente deseable sino algo necesariamente posible que puede verse potenciado y reforzado a través de la espiritualidad que conlleva el diálogo interreligioso e intercultural.

jueves, 16 de julio de 2015

El mal de endeudamiento.


Jaime Richart, Antropólogo y jurista

Todos los países del mundo están en Deuda, ylos que no lo están, están embargados. Desde Japón, cuya deuda asciende en 2013 al cósmico porcentaje del PIB del 245%, hasta Irán que tiene escasa­mente el 14,5. En realidad hay dos últimos acreedo­res que jamás reco­brarán el préstamo global: la humani­dad y el planeta. Ambos son quie­nes pagan las últimas consecuencias de los excesos que propi­cian la Deuda. Yo, por mi parte, jamás he contraído deuda al­guna. Y así he sabido paladear las mieles de la verdadera liber­tad…

Endeudarse es perder la libertad y la independencia, cediendo una y otra al prestamista. Lo estamos viendo con viveza ahora en la situación que atraviesa Grecia. Por eso Grecia no debiera tener escrúpulos para recobrar su independencia que, en el capita­lismo financiero, consiste en no pedir ni pagar. La autar­quía no es nega­tiva. Al contrario, es fuente de oxígeno y de libertad..

Porque en la vida ordinaria, aunque nos pasamos la vida an­siando libertad e independencia, lo cierto es que la mayoría (y desde luego gobierno y Estados) es capaz de perder tan precia­dos valo­res en un abrir y cerrar de ojos con tal de recibir en un instante unas migajas o bien sumas siderales a través de los bancos naciona­les o extanjeros; siendo así que al final del pro­ceso de endeudamiento y reembolso son el Estado, los gobier­nos y la ciuda­danía quienes responden de la deuda contraída por los ban­cos…

Como vemos, es terrible no ser ni sentirse uno independiente, es terrible endeudarse, es terrible deber dinero a implacables acreedo­res. En efecto, la Deuda es una trampa infernal, porque además, como digo atrás, quien la contrae en realidad no es quien firma el tratado en cuya virtud el montante del préstamo lo recibe otro, no el obligado a la devolución sino, como ahora se está viendo en Grecia, quien ha heredado la obligación de amorti­zarlo. Si éste la rechaza (como pueden hacerlo los particula­res que here­dan derechos y obligaciones) el problema, aun arduo, a la larga se aminora. Pero si acepta el pago que no puede afrontar sino con un optimismo peligroso, tampoco re­suelve nada. Lo único que hace es aplazar la ejecución (como la que lleva aparejada todo desahu­cio), hasta que los acreedores deci­dan qué han de hacer si no cum­ple, y nunca dicen basta. Por eso la decisión de ejecutar el impago no es económica ni jurídica: es política. Si no fuese así Japón, que tiene un 245 % del PIB, hace mucho que hubiera debido declarar la quiebra o haberla declarado técnicamente en su nombre los acreedores apropiándose, por ejemplo, de cualquiera de sus islas. Y sin embargo nada de eso ha sucedido ni sucederá.

Grecia, a mi juicio, debiera salir del euro y refugiarse para su desarrollo en otros países más solidarios aun en caso de eventua­les incumpli­mientos. Ganaría en tranquilidad y en pro­pia estima. No debemos permitir que las razones economicistas atraviesen y emponzoñen la vida colectiva. Es de nobles pagar las deudas, pero también es de estúpidos tratar de liquidarlas sin tener recur­sos, ni presentes ni futuros, y esforzarse inútil­mente en saldar lo que recibieron otros prestatarios que las han aplicado a su prove­cho, al despilfa­rro o al difuso interés espu­rio de bancos y personas pertenecientes todos a un europeísmo prostituido cuyo espíritu está trufado de economi­cismo sin otros valores igualitaristas que esperá­bamos cuando se consti­tuyó la UE, y que definitivamente se han malogrado o han fraca­sado…

domingo, 28 de septiembre de 2014

Hacia el estancamiento económico mundial.



El fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estén interrelacionados entre sí debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos corporativos, por lo que la irrupción de la crisis económica en la aldea global ha provocado la aparición de nuevos retos para gobiernos e instituciones sumidas en el desconcierto y en la incredulidad.

Así, la política suicida de las principales entidades bancarias mundiales en la concesión de créditos e hipotecas de alto riesgo aparece como detonante de la crisis de las subprime de EEUU, seguida de la aparición de los activos tóxicos, un goteo incesante de insolvencias bancarias, una severa contracción de los préstamos bancarios y una alarmante falta de liquidez monetaria y de confianza en las instituciones financieras ( costo estimado de 4,5 Billones de para países como EEUU, Reino Unido y Japón y 2,5 Billones para la UE), aunado con el estallido de la burbuja inmobiliaria que ha provocado el hundimiento del castillo de naipes económico de Estados como Florida, California y New York y de los países periféricos europeos ( Irlanda, Italia, Grecia, Portugal y España) pues su economía se ha basado en el último decenio en la conocida “dieta mediterránea”cuyos ingredientes principales eran el “boom” urbanístico, el turismo y el consumo interno y que creaba excelentes platos minimalistas, de apariencia altamente sugestiva y precio desorbitado pero vacíos de contenido culinario y con fecha de caducidad impresa (2008), lo que ha originado la desestabilización económica global y el estancamiento o entrada en recesión de las principales potencias económicas mundiales.

Riesgo de estancamiento económico mundial

La entrada en escenarios de RD ( Recesión + Deflación) de varios países de la eurozona, la crisis de Ucrania y ciertos indicadores macroeconómicos recientes de países como China o EEUU han alertado del riesgo de que el estancamiento económico se adueñe de la economía mundial en el 2015 tal como ha advertido el FMI y la Reserva Federal (Fed) , quien ha rebajado sus previsiones de crecimiento para el 2015 en EEUU ( horquilla del 2,6 % al 3%) y ha mantenido intacta la previsión sobre la tasa de paro (6%).

Además, la total retirada por la Fed en el 2015 de sus medidas de estímulo a la economía estadounidense aunado con una posible subida de tipos de interés , hará que los inversionistas se distancien de los activos de renta variable y que los bajistas se alcen con el timón de la nave bursátil mundial, derivando en una psicosis vendedora que provocará que el Dow Jones de Industriales (situado por encima de la barrera ionosférica de los 17.000 puntos), salte por los aires y termine por desencadenar el estallido de la actual burbuja bursátil que sería hija de la euforia de Wall Street (y por extrapolación del resto de bolsas mundiales) tras las políticas monetarias de los grandes bancos centrales mundiales que han inundado los mercados con centenares de miles de millones de dólares y euros con la esperanza de relanzar la economía, más aún cuando las colocaciones sin riesgo ( deuda de EEUU o de Alemania), no retribuyen nada a los inversionistas lo que aunado con un posible repunte del precio del crudo debido a factores geopolíticos desestabilizadores (Ucrania e Irak), podría producir un nuevo crash bursátil en el escenario del 2015.

Dicho estallido tendría como efectos benéficos el obligar a las compañías a redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar sus finanzas y restablecer su crédito ante el mercado (como ocurrió en la crisis bursátil del 2000-2002) y como daños colaterales la ruina de millones de pequeños inversores todavía deslumbrados por las luces de la estratosfera, la inanición financiera de las empresas y el consecuente efecto dominó en la declaración de quiebras , frecuentes estallidos de conflictividad laboral e incrementos de la tasa de paro hasta niveles desconocidos desde la época de la II Guerra mundial aunado con incrementos espectaculares del déficit Público y de la Deuda Externa.

¿Hacia el Proteccionismo económico?

El retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU-Rusia tras la crisis de Ucrania y la mutua imposición de sanciones entre UE-Japón-EEUU por un lado y Rusia por el otro, marcarían el inicio del ocaso de la economía global y del libre comercio, máxime al haberse demostrado inoperante la Ronda Doha (organismo que tenía como objetivo principal de liberalizar el comercio mundial por medio de una gran negociación entre los 153 países miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y haber fracasado en todos sus intentos desde su creación en el 2011.

Así,no sería descartable la implementación por las economías del Primer Mundo de medidas proteccionistas frente a los países emergentes (Fomento del Consumo de Productos nacionales) en forma de ayudas para evitar la deslocalización de empresas, subvenciones a la industria agroalimentaria para la Instauración de la etiqueta BIO a todos sus productos manufacturados,Elevación de los Parámetros de calidad exigidos a los productos manufacturados del exterior y la imposición de medidas fitosanitarias adicionales a los productos de países emergentes, lo que obligará a China, Brasil e India a realizar costosísimas inversiones para reducir sus niveles de contaminación y mejorar los parámetros de calidad, dibujándose un escenario a cinco años en el que se pasaría de las guerras comerciales al proteccionismo económico, con la subsiguiente contracción del comercio mundial, posterior finiquito a la globalización económica y ulterior regreso a los compartimentos estancos en la economía mundial.

GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ -Analista

lunes, 11 de agosto de 2014

Un momento crucial para América Latina.


RAÚL ZIBECHI

El periodista uruguayo explica la situación creada en torno a la deuda Argentina a raíz de la sentencia del juez Thomas Griesa a favor de los fondos buitre, haciendo un repaso de la evolución de la deuda de ese país durante los cuarenta años previos a la suspensión de pagos de 2001. La situación actual, «corolario de ese saqueo», parte de la dictadura, con el apoyo de EEUU y la banca internacional, asegura.

2014/08/02
Se puede trazar una línea roja entre la especulación financiera (incluyendo, claro, el petróleo) y las guerras, los golpes de estado y las dictaduras. La dramática situación por la que atraviesan los escenarios más críticos del mundo –desde la destrucción de Siria y la guerra contra los niños en la Franja de Gaza hasta la escalada de conflictos en Ucrania– tienen un común denominador: desestabilizar, generar caos y corrupción para hacerse con gigantescas ganancias, que pueden ser reservas de gas, petróleo o minerales.

El caso de Argentina se despeja con una sencilla revisión cronológica de su deuda. En 1976 la deuda era de 8.200 millones de dólares, a razón de 320 dólares por cada argentino. En 1983 llegó a 43.500 millones de dólares. En 1996, trepaba a 96.000 millones y en 2001, cuando se declara la cesación de pagos, llega a 144.000 millones, a razón de casi 4.000 dólares por habitante.

Lo que sucedió en estos cuarenta años explica la situación actual. La deuda estalló en el breve período 1976-1981, el período más duro de la dictadura militar, bajo el gobierno de Jorge Rafael Videla. Se multiplicó por cinco en siete años. La política económica de la dictadura es explicada por Eric Toussaint, en su libro “Deuda externa en el Tercer Mundo: las finanzas contra los pueblos”.

Para obtener préstamos de los bancos privados, el Gobierno exigía que las empresas públicas se endeudaran. Un caso paradigmático fue el de la petrolera estatal YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), una empresa exitosa cuya deuda en 1976 era de 372 millones y contaba con recursos suficientes para financiar su desarrollo. Siete años después su deuda alcanzaba 6.000 millones de dólares. Pero lo peor es que la mayor parte del dinero no llegó a la caja de la empresa; quedó en manos de los militares. La gestión fue tan desastrosa que en 1982 todo el activo de la empresa estaba prendado por deudas.

Las reservas del Estado argentino «no eran administradas ni controladas por el Banco Central», escribe Toussaint, sino que los empréstitos contratados con los bancos del Norte «eran inmediatamente recolocados como depósitos en esos mismos bancos o en otros bancos competidores». Más del 80% de las reservas obtenidas por los préstamos fueron colocadas en bancos fuera del país, a intereses menores que los que se pagaban por la deuda. De ese modo, se obtenían recursos para financiar importaciones y comprar armas, al precio de desangrar al país e hipotecar su futuro.

Dos datos más para cerrar este triste capítulo. Al finalizar la dictadura, el Banco Central declaró que no tenía registro de la deuda externa pública, lo que llevó a que las autoridades «tuvieran que basarse en las declaraciones de los acreedores extranjeros y en los contratos firmados por los miembros de la dictadura», aunque no hubieran pasado por el control del Banco Estatal. Lo segundo es que el Estado asumió la deuda de las filiales argentinas de las multinacionales, entre ellas Renault, Ford, IBM, Bank of America, Deutsche Bank, y otras.

La destrucción del patrimonio argentino y su endeudamiento fueron posibles por el terrorismo de Estado, los 30 mil desaparecidos y la brutal represión instalada por los militares. El régimen no se hubiera sostenido sin el apoyo de los Estados Unidos y de la banca internacional. Lo que vino después, fue consecuencia de este breve y brutal saqueo. Bajo el gobierno de Caros Menem se privatizó YPF con una pérdida de 60.000 millones de dólares, porque el gobierno encargó al banco estadounidense Merril Lynch la evaluación del precio de la empresa, para lo que redujo deliberadamente en un 30% las reservas de crudo disponibles.

La privatización de Aerolíneas Argentinas fue más grotesca aún. Los Boeing 707, que siguieron volando en la empresa privatizada, se cotizaron a 1,54 dólares cada uno, precio de chatarra para aviones que todavía tenían vida útil. Todo lo anterior, que parece ciencia ficción, viene detallado en el libro de Toussaint (Editorial Nueva Sociedad, México, 1998, pp. 189-195), así como en otros trabajos.

Lo que está sucediendo ahora es el corolario de este saqueo. En 2005 y 2010 el 92,4% de los tenedores de títulos entraron en el canje de deuda que están cobrando sin contratiempos. Pero el 7% restante fueron comprados por los fondos buitres, que ahora presionan a través de la justicia estadounidense. Si el Gobierno argentino les pagara, los que entraron en el canje deberían recibir el mismo beneficio, lo que tendría un costo que podría llegar a los 500.000 millones de dólares, más que el PIB del país.

Sin embargo, los buitres del sistema financiero son apenas una parte del problema. La otra está en la región, que no acierta a sentar las bases de una nueva arquitectura financiera. Hasta los grandes empresarios brasileños están exigiendo que el Gobierno se involucre. El presidente del Consejo de Comercio Exterior de la poderosa Federación de Industrias de São Paulo, dijo que «así como Estados Unidos ayudaron a México en 1995», durante la crisis de la deuda, «Brasil debe jugar un papel de mediador en esta situación». La industria brasileña depende, en gran medida, de sus exportaciones hacia Argentina, donde coloca el 20% de las ventas del sector.

Recientemente los países latinoamericanos se pronunciaron a favor de Argentina, a través de la OEA, la Unasur y el Mercosur. En la reunión de los BRICS en Fortaleza, Brasil, los países sudamericanos marcaron su posición junto a los emergentes, lo que fue un gesto interesante si no queda en retórica. Sin embargo, como señala Carlos Lessa, expresidente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil durante el primer gobierno de Lula, los países de la región están lejos de tener un proyecto nacional.

«Existen muchos países en la globalización que persiguen proyectos nacionales. El ejemplo principal es China, pero de cierto modo India y Rusia también tienen proyectos nacionales, en tanto Brasil no lo tiene» (IHU Online, 28 de julio de 2014). Ese es el punto. La falta de proyecto afecta a todos los países sudamericanos, incluso a Brasil, que lo tiene en los papeles pero no es consecuente con la hora de ponerlo en práctica.

Los países integrados en la Alianza del Pacífico (Colombia, Perú y Chile) juegan a favor de la hegemonía estadounidense. Los del Mercosur tienen todas las condiciones para avanzar, pero los grandes proyectos fueron, o bien olvidados, como el Gasoducto del Sur, o están estancados, como el Banco del Sur. Los cinco países del Mercosur, más Bolivia y Ecuador, tienen la suficiente fuerza como para neutralizar a la Alianza del Pacífico. Falta voluntad y bastante coraje político.

Este es un momento de inflexión. Hasta el conservador empresariado industrial brasileño, por instinto de supervivencia, estaría de acuerdo en acelerar la integración. En los papeles figura incluso la posibilidad de crear una moneda regional, digamos un euro sudamericano. Es cierto que cualquier paso en la dirección de salirse de la hegemonía del dólar implica la posibilidad de que la superpotencia comience maniobras desestabilizadoras, como hace en Venezuela.

Nada que no pueda enfrentarse si se tienen claros los objetivos. El principal obstáculo, pienso en las elites que gobiernan Brasil, Argentina y Uruguay, es que romper con Washington implica asumir costos políticos (como la desestabilización) que sólo pueden afrontarse apelando a la movilización popular. Es posible que el temor a la calle haga retroceder a estos gobiernos, como sucede en Brasil desde las manifestaciones de junio de 2013.