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miércoles, 12 de febrero de 2020

¿Qué papel va a jugar la psicología en la lucha contra el cambio climático?

Foto: Contrainformación

Todas las causas justas necesitan darse la mano, reconocerse y caminar juntas. ​Y es que todas esas luchas tienen un objetivo común: cuidar la vida en general y mejorar la calidad de vida de todas las personas y su convivencia en la casa común.

Por Helena Vidal*

Contrainformación, 12 de febrero, 2020.- Cada vez más, desde distintos sectores de la Psicología, surge la pregunta de cómo ésta va a ser útil socialmente como ciencia aplicada, ante el urgente reto que tendrá que afrontar la civilización para asegurar su supervivencia. Así pues, para empezar con esta lectura, es necesario recoger cómo podemos relacionar estos dos temas: psicología y cambio climático.

En primer lugar, podemos comenzar hablando de las consecuencias biopsicosociales que tiene el cambio climático en las personas: enfermedades, pobreza, conflictos, así como los consecuentes desplazamientos masivos de refugiadas por las condiciones climáticas extremas que generan, entre otros, malestares psicológicos por la exposición a situaciones vitales estresantes como pueden ser trauma, ansiedad o depresión.

En segundo lugar, de forma indirecta, la contaminación del aire o las temperaturas extremas tienen un mayor impacto en personas de grupos más vulnerables como la infancia, mayores, con enfermedades crónicas y afectadas en salud mental.

Un ejemplo de ello es el efecto que tienen los cambios de temperatura en los ciclos del sueño o el estado de ánimo, convirtiéndose estos cambios en un factor de riesgo en casos de suicidio.

En relación con esto último, está aumentando la investigación e interés en la psicología ambiental, que estudia la relación entre las personas y su entorno (natural o creado por el ser humano). Para reflejar esta influencia bidireccional, el activista y filósofo Glenn Albretch describe que la percepción de la destrucción de la biodiversidad del planeta y la insostenibilidad de la vida humana genera ecoansiedad, descrita esta como miedo crónico a la destrucción medioambiental.

Por otro lado, el duelo ligado a la destrucción del medio ambiente lo denominó solastagia, un sentimiento que cada vez sienten más personas, especialmente aquellas que tienen una mayor sensibilidad, cercanía y contacto con esos espacios naturales donde la pérdida de biodiversidad es más evidente.

De esta manera, el autor recoge el dolor que siente un gran número de personas, muchas de ellas acuden a consulta con esta sintomatología. En el lado opuesto, podemos encontrar personas para las que la perspectiva de un cambio climático a nivel global es tan aterradora que activan defensas psicológicas como la negación, es decir, no aceptar el suceso, que afrontarlo de forma más proactiva.

Asimismo, el psicólogo Juan Antonio Corraliza explica que aparecen actitudes de ecofatiga, ecosaturacion, ecofatalismo o ecoindefensión, todas ellas expresiones de negación.

Define los términos anteriores de la siguiente forma: la ecoindefensión como sensación que aparece por la valoración de que la acción individual no tendrá ninguna influencia sobre el problema; el ecofatalismo, que se produce cuando se considera que el problema es tan desmesurado que la solución no depende de las acciones particulares, el entorno se percibe incontrolable; la actitud de ecofatiga, que implica atribuir la responsabilidad a otros como estados o empresas, negando de esta forma la importancia de nuestras propias decisiones; y, por último, la ecosaturación, que lleva a la persona a no querer saber ni hablar de todo aquello que tenga que ver con las consecuencias del cambio climático.

Sin embargo, este psicólogo explica que lo sano, lo coherente y lo terapéutico es actuar; a esto me gustaría añadir y especificar no solo actuar en el plano individual, sino que es preciso organizarnos colectivamente.

Una vez dicho todo esto y habiendo establecido algunas de las relaciones que podemos encontrar entre Psicología y cambio climático, aparece en escena un dilema que abordar: la comunidad científica y los movimientos ecologistas piden un cambio de sistema precisamente porque es un sistema incompatible con la sostenibilidad de la vida.

Es ante este dilema que desde la Psicología necesitamos admitir que la ciencia no está exenta de valores, pues tenemos que decidir si formamos parte de quienes individualizan y responsabilizan a todas las personas al mismo nivel de la influencia de la humanidad sobre el cambio climático, la destrucción de la biodiversidad y de hacer peligrar la sostenibilidad de la vida humana, o nos ponemos de frente junto a la sociedad organizada, apoyamos sus movilizaciones y señalamos directamente al sistema como principal responsable.

Y es que, por un lado, si no nos concienciamos de que el cambio climático, y lo que va a suponer, es cosa de todas, no vamos a tener suficiente fuerza para poder exigir ningún cambio de sistema. Pero por otro, es necesario hablar con claridad y honestidad, es decir, si 100 personas (CEO) emiten el 70% de los gases de efecto invernadero, no podemos responsabilizarnos todas las personas por igual.

Atención, quiero resaltar que estos dos puntos no se excluyen mutuamente si no que se retroalimentan: necesitamos que la sociedad en su conjunto exija esos cambios a las instituciones y para ello necesitamos una sociedad concienciada y dispuesta a cambiarlo todo.

Ese cambio del que hablamos supone un cambio de visión del mundo, de una visión antropocéntrica a otra ecocéntrica (sistema de valores centrado en la naturaleza) y sistémica (más que las individualidades, importan las relaciones de interdependencia).

Comprendí la trascendencia que este cambio puede tener a todos los niveles gracias a Grian A. Cutanda, psicólogo y activista medioambiental, promotor de Extincion Rebellion España. Estamos hablando de aprender a apreciar el valor intrínseco de la vida porque como se dice en las movilizaciones de Extinction Rebellion, “No estamos defendiendo la Naturaleza, somos la naturaleza defendiéndose a sí misma”.

Pues si desde la Psicología facilitamos ese “darse cuenta” de que la naturaleza no es la Otredad, sino que somos todas las personas, todo ser vivo de este planeta y sus interrelaciones podremos tomar esa conciencia para pasar a la acción y al cambio.

Retomando el papel que tiene la Psicología en este tema, el pasado mes de noviembre se celebró en Lisboa la I Cumbre sobre Psicología y Salud Global donde el Consejo General del Colegio de Psicología (CGCOP), la American PsychologicalAssociation, la British Psychological Society o la Ordem dos PsicologosPortugueses, entre otras organizaciones. En ella, estas entidades firmaron una declaración dirigida a emprender acciones específicas en favor de la lucha contra el cambio climático.

El CGCOP, concretamente, reconoce que se han dedicado esfuerzos insuficientes para conocer la relación entre el cambio climático y la salud (como continuum bienestar-malestar psicológico), que desde la psicología se puede ayudar a modificar los comportamientos humanos que provocan el cambio climático o que es necesario tener en cuenta a todas las partes implicadas a la hora de estabilizar las emisiones con soluciones viables, entre otras cuestiones.

Todo esto suena a buenas noticias, sin embargo, me pregunto si vamos a ser lo suficientemente valientes como para mojarnos y ponernos manos a la obra buscando soluciones eficaces que vayan a la raíz del problema, o vamos a estar más en las medias tintas y en cuestiones superficiales.

Quiero finalizar este artículo reflexionando. En números anteriores, escribía mi compañero Carlos Blanquer sobre la necesidad de que el ecologismo y el antiespecismo “se enamoraran”. En mi opinión, añadiría que todas las causas justas necesitan darse la mano, reconocerse y caminar juntas.

Y es que todas esas luchas tienen un objetivo común: cuidar la vida en general y mejorar la calidad de vida de todas las personas y su convivencia en la casa común.

Por eso mismo, el ecologismo necesita al feminismo (ecofeminismo) al igual que necesita sumarse al resto de luchas: contra el racismo, la LGTBIQfobia, el clasismo, el fascismo, el capacitismo (discriminación y prejuicios hacia las personas con discapacidad), el colonialismo (ideología que apoya la dominación y explotación de un estado extranjero a otro u otros) y el especismo (discriminación basada en la pertenencia a una especie, representada habitualmente en el antropocentrismo moral).

En definitiva, necesitamos organizarnos para alcanzar un sistema social, económico y cultural que ponga la vida y los cuidados en el centro. Quiero pensar que es ahí donde las y los profesionales de la Psicología vamos a estar.

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*Helena Vidal es coportavoz de Equo Región de Murcia y activista de la Red Equo Joven. Graduada en Psicología, especializada en Intervención social y Mediación.
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sábado, 29 de abril de 2017

Educar en la atención interior.



José Carlos García Fajardo, Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)

También los pequeños pueden aprender que las emociones van y vienen, que no tienen que ser gobernados por ellas y que pueden caer en la cuenta de que como vienen se irán si las dejamos ir sin obsesionarnos.
¿Qué lleva a un hijo a agredir a sus padres? ¿En qué momento el móvil empezó a ocupar un lugar central en la vida de los jóvenes? ¿Desde cuándo los más pequeños viven con prisas y estrés? ¿Por qué tenemos la sensación de que los niños se encuentran desorientados? ¿Qué se nos perdió en el camino?, se pregunta Luis López.
La respuesta está en que hemos dejado de mirar el interior. Sabemos que la atención es la capacidad de estar completamente presente, consciente de lo que está pasando, tanto dentro como fuera de nosotros mismos.

Nos ayuda a auto regularnos, tomar decisiones sin dejárselas al piloto automático en forma de respuestas condicionadas, y a no saltar o abrumarnos sin más por lo que está pasando a nuestro alrededor.
Si está demostrada la eficacia de detenernos y tomar consciencia de nuestra respiración o de lo que vemos o sentimos, lo que algunos llaman meditar algunos minutos al día, imaginemos las consecuencias que tendría enseñar desde muy niños a tomar consciencia de lo que sea durante dos o tres minutos. Ya fue un avance el enviarlos “al rincón de pensar” en lugar de otro tipo de “castigos”

Lo que denominamos atención plena o tomar conciencia por unos momentos de lo que estamos viviendo se está convirtiendo en el camino a seguir como el mejor antídoto para el estrés ante una prueba, trastornos de atención, problemas de ansiedad en la infancia y sobre todo transforma la autoestima.
Un niño acostumbrado a este juego de paradas y de prestar atención completa a algo, son capaces de auto-calmarse cuando están molestos, y les ayuda a tomar mejores decisiones.
Antes de que podamos comenzar a enseñar este regalo a la siguiente generación, primero debemos establecer nuestra propia práctica: la manera más fácil de hacer esto es tener una práctica de meditación formal.

Prestar atención a las experiencias a través de nuestros sentidos y pensamientos. No examinarnos ni juzgarnos ni etiquetar sentimientos y situaciones como “malo” o “bueno” sino aceptar lo que está sucediendo. Esta práctica hecha hábito calma nuestra mente y corazón.
No hay que esperar para usar la reflexión como una “cura” para rabietas o intentar que un niño muy activo se siente en silencio “a pensar”. Ni que se formen una reacción del estilo “A ver qué he hecho mal hoy”. Porque hay personas capaces de encontrar una mota en la indumentaria o en la forma de apoyarse o de hablar de su hijo, siempre. Reserve su observación para otro momento.
Enseñar a nuestros pequeños a entender que las emociones van y vienen. Ellos aprenderán que no tienen que ser gobernados por sus pensamientos o emociones sino caer en la cuenta de que como vienen se irán si las dejamos ir sin obsesionarnos o luchar contra ellas, ni culpabilizarse.

Somos animales de costumbres, y un minuto de atención sin juicio, puede practicarse una vez o varias al día. Los profesores pueden utilizar la atención para ayudar a los niños a calmarse después del recreo y los padres pueden utilizar la atención como una forma de terminar el día con sus hijos. Se trata de unos minutos de silencio centrado en la respiración, de calmarse y descubrir que son capaces de hacerlo.
Se puede comenzar con una historia, anécdota o cuento cuando se utiliza la atención para hacer frente a una situación difícil, y que compartan sus historias.

En clase o en casa se les puede pedir, en algún momento, que se sienten con la espalda derecha y los ojos cerrados.
Decirles: “Voy a hacer un sonido. Escuchar con atención hasta que ya no se pueda oír el sonido más y levantar la mano cuando regrese y se pueda oír más. Se puede usar una pequeña campana, cuenco o percusión suave.
Pedir a los niños a apoyar la mano sobre su estómago y sentir su respiración, cómo su abdomen se mueve hacia arriba y hacia abajo. 
Toda la práctica repetida unas cuantas veces, no toma más de 2-3 minutos.
Hay otras cosas que puede hacer para criar a los niños conscientes, en casa o cuando van de viaje: Identificar el mayor número de sonidos en su entorno.

Que describa algún sentimiento en ese momento; este es un ejercicio que enseña a los niños que las emociones van y vienen, al igual que los cambios de clima. También aprenden a reconocer que no pertenecen a la tormenta, pero que están viendo la tormenta.
La práctica consciente de comer. Que ellos tomen un bocado de algo, y describirlo: textura, sabor, temperatura.
Jugar al “Veo, veo”. Puede modificar esto para incluir “Oigo con mi oído” o “huelo con mi nariz…” Pero que sea divertido y sencillo. Hay muchas oportunidades para ser consciente – y es una maravillosa manera de conectar con sus hijos mientras se les enseña una habilidad valiosa de la vida.

miércoles, 27 de enero de 2016

Los sueños. ¿Canal de revelación?



 
 


La presencia de los sueños en la Biblia, como canal de revelación es uno de los hechos más enigmáticos de la Escrituras. Son muy diversas las situaciones en las que se indica que el rey, juez o profeta de turno recibe la revelación de Dios a través de un sueño. Un sueño que es interpretado o bien por el propio soñador o por un intermediario adivino o mago, algo en sí mismo contradictorio ya que en Israel estaba prohibida toda adivinación o magia (Lev. 19:26, Deu. 18:10). Veamos algunos casos y algunas advertencias que se hacen en la Biblia en torno a los sueños:

Abimelec, rey de Gerar, engañado por Abraham, pretende tomar a Sara su mujer, apoyándose en la mentira de Abraham. “Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He aquí, muerto eres, a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido” (Gén. 20:1-3).
“·Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él” (Núm. 12:6). Mensaje transmitido por Jehová a Aarón y María.
Jehová se manifiesta igualmente a Jacob y a su suegro Labán, en torno a la relación tramposa que se establece entre ambos. Uno y otro reciben en sueños las indicaciones pertinentes a cada uno (Gén. capítulos 30 y 31.
Los emblemáticos sueños de José, tanto el que le produjo los conflictos con sus hermanos (Gén. 37:5) como los que le dieron prestigio y ganancias, actuando como intérprete de los sueños de Faraón (Gén. 40 y 41).
En los diálogos de Job con sus amigos se registra una curiosa afirmación acerca de dos maneras que tiene Dios de hablar; una de ellas es “por sueño, en visión nocturna, cuando el sueño cae sobre los hombres” (Job 33:15).
Bien es cierto que el autor de Eclesiastés, preocupado por la deriva que del uso de los sueños hacen algunos, alerta acerca del peligro que encierran: “Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras” (Ecl. 5:7)
Por su parte, Jeremías, en su denuncia de los falsos profetas, que ya los había entonces y sigue habiéndolos en nuestros días, advierte lo siguiente: “El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquél a quien fue mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo, dice Jehová?” (Jer. 23:28). Y aún insiste, ya que el problema parecía ser grave: “He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan y hacen errar a mi pueblo…· (Jer. 23:32).
El libro de Daniel refiere los sueños de Nabucodonosor, que no era precisamente un devoto de Jehová. Narra cómo después del fracaso de los magos y de los astrólogos, será Daniel el que se encargue de interpretarlos. Una experiencia en paralelo con la vivida anteriormente por José en Egipto; el caso de Daniel está envuelto en un tipo de literatura apocalíptica que hace más compleja su comprensión. (cfr. Daniel cap. 2),
En el Nuevo Testamento únicamente Mateo, cuyo evangelio va destinado precisamente a los judíos, menciona el tema de los sueños, y lo hace en tres ocasiones. La primera, para que un ángel informe a José en sueños que María está en cinta (1:20); la segunda, para alertar a los magos que eviten a Herodes, dadas sus aviesas intenciones (2:12); y, la tercera, a la mujer de Pilatos, para que previniera a su marido contra el crimen que estaba a punto de sentenciar, aunque no se trata propiamente de una relación sino más bien de una premonición: “No tengas nada que ver con este justo, porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él” (27:19).

La lectura y análisis de estos textos bíblicos nos sugiere algunas preguntas. ¿Por qué el tema de los sueños como medio de comunicarse con Dios, se produce en el ámbito y cultura judía y no se proyecta posteriormente, en el ámbito cristiano? ¿Es fiable y fidedigno el mensaje que podemos percibir a través de un sueño? ¿Es razonable, comprensible y teológicamente admisible que Dios mantenga diálogos más o menos coloquiales con los humanos? ¿Por qué ese medio de revelación no es reconocible en nuestros días como tal, salvo en casos aislados?

Según investigaciones recientes, una doceava parte de la vida de una persona se pasa soñando; y esto aparte de los sueños mientras permanecemos despiertos y de las ensoñaciones diurnas. El sueño es una experiencia alojada en la intimidad de una persona, que escapa a su propio control y que le traslada al mundo onírico de lo simbólico. En una misma noche se pueden mezclan unos sueños con otros, sin que al día siguiente seamos capaces de establecer una relación entre ellos ni podamos, frecuentemente. Conectarlos entre sí, recordarlos e interpretarlos de forma coherente. Para los psicoanalistas, los sueños son una de las fuentes principales del material simbólico; otras veces adquieren un valor premonitorio. Por lo regular, soñamos con lo que nos preocupa, con lo que nos ha impresionado de manera excepcional, con los deseos o ambiciones, amores y desamores.

Sobre el tema de los sueños se han ocupado en profundidad etnólogos, parapsicólogos, médicos psiquiatras, teólogos y todo tipo de investigadores. Sigmund Freud (1856-1939) hizo de la interpretación de los sueños no sólo un oficio sino una ciencia (Psicoanálisis), como un medio para llegar al conocimiento del alma. Lo que se atribuía en la antigüedad a los magos hoy se ha convertido en una herramienta de la ciencia, si bien existen muchas discrepancias entre los neurólogos y psicólogos que se ocupan del tema. No hay nada más que estudiar a Freud y a Carl Gustav Jung (1875-1961) para darse cuenta de lo distantes y contradictorias que pueden llegar a ser tanto la metodología como las conclusiones a las que ambos podrían llegar sobre el tema partiendo de idénticos datos. El hecho de tener que convertir en símbolos las diferentes imágenes de los sueños complica en gran medida el análisis y lo convierte en un ejercicio extremadamente confuso. Una de las conclusiones a las que llegan los especialistas es que el sueño escapa a la voluntad y a la responsabilidad del sujeto, si bien expresa algunas de las aspiraciones más profundas del ser.

Desde el punto de vista histórico se sabe que en el Egipto antiguo se prestaba a los sueños un valor sobre todo premonitorio, de lo cual tenemos constancia en la Biblia. Era misión de los sacerdotes, escribas sagrados, adivinos o magos, el interpretarlos, según claves transmitidas de generación en generación. No es, sin embargo, el único lugar ni la única cultura donde los sueños se perciben como una forma de comunicarse los dioses con los seres humanos. Algunas culturas africanas como los bantú, mantienen que los sueños son producto de una especie de transmigración de las almas que se separan del cuerpo mientras se duerme. En lo que a los hebreos liberados de la esclavitud se refiere, no debemos olvidar que participan activamente de la cultura egipcia, con la que han convivido durante varios siglos, lo cual justifica suficientemente que en los tiempos en los que se escribe la Torá siga siendo para ellos un medio importante de comunicación entre Dios y los seres humanos.

Ciertamente en la antigüedad, y no sólo entre los egipcios o los judíos, se aceptaba como un hecho normal que los sueños ponían a los seres humanos en contacto con el mundo de los dioses y de los espíritus y, por ello, son tenidos a menudo como revelación del futuro o manifestación de cosas ocultas. Esa creencia, como ya hemos apuntado, llegó a hacerse común entre los israelitas. Además de los textos mencionados anteriormente, podemos hacer referencia al propio Samuel (1Sam.28:6, 15) y algunos otros casos que confirman esta práctica. Con todo, reiteramos que el tema de proyectar las palabras de Dios a través de los sueños era contemplado con bastante reticencia por ser motivo frecuente de fraude, confundiendo sueños con ensoñaciones humanas que eran indebidamente atribuidas a Jehová.

Por supuesto que no ponemos en duda ni la soberanía ni la capacidad de Dios para comunicarse con los seres humanos en la forma, en la medida y en el tiempo que se ajuste a su voluntad omnímoda. Por otra parte, no dudamos en aceptar el testimonio de algunas personas que afirman haber recibido con nitidez mensajes específicos a través de los sueños que no les cabe la menor duda de que proceden de Dios o bien que Dios se ha servido de ellos para transmitirles un mensaje; es éste un terreno que respetamos, pero poniendo mucho cuidado en evitar elevarlo a una categoría normativa de carácter universal, la misma reserva que el autor de Eclesiastés se planteaba. El sueño en sí será indudable e indiscutible; la simbología o premonición que encierre puede resultar muy instructiva o admonitoria; la deducción que de él se extraiga puede resultar eficaz y servir, incluso, para que la persona afiance su fe y confianza en Dios ya que “para los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Rom. 8:28). De todas las experiencias puede sacarse una enseñanza. Sin embargo, ninguna de esas razones autoriza a decir que haya sido Dios mismo, de una forma personal, quien haya establecido una conversación con la persona que ha tenido el sueño. No debemos perder de vista que el “así dice Jehová”, que con tanta frecuencia se utiliza en el Antiguo Testamento, es una forma de expresión literaria para manifestar el convencimiento del profeta o autor bíblico de que está siendo intérprete de la voluntad divina.

domingo, 10 de agosto de 2014

Propaganda y Capitalismo.


Escrito por matapuces

Esta propaganda se basa en la psicología para provocar deseos que suelen derivar en dependencias, de esta forma se tiene al hombre atado a una serie de circunstancias que le son ajenas.

La obsesión por el dinero que padece de forma neurótica la sociedad actual se la debemos en gran medida a la propaganda, debemos tener en cuenta que el materialismo histórico promulgado por Marx y Engels no deja de ser una doctrina que favoreció y favorece al capitalismo – en plena expansión- que supo aprovechar las deficiencias de ésta y que pretendía en teoría contrarrestar el capitalismo, pero que en la práctica fue absorbida por las fuerzas primero del Estado y después del Capital, el pensamiento marxista fue asimilado finalmente por el capitalismo de Estado ya fuese en su versión socialdemócrata o “comunista”.

Otra de las causas de la obsesión por el capital podría ser la seguridad que proporciona la acumulación de bienes, pero esto no deja de ser un contrasentido ya que tampoco aseguraría en última instancia la supervivencia del individuo hasta una cierta edad, los motivos psicológicos son más profundos y su principal causa es el temor a la pérdida o falta de recursos para poder sobrevivir.

En mi opinión habría que adentrarse en los motivos psicológicos y sociológicos que inducen y acaban conformando la conducta y el pensamiento del individuo y de las sociedades, como la voluntad de poder, el aumento del super-Ego, es decir, una serie de motivaciones que aparte de lo dinerario provocaran este tipo de conducta y pensamiento aberrante y nocivo.

Si la seguridad – en forma de acumulación de capital- es el concepto que rige la voluntad y el pensamiento de la inmensa mayoría de los hombres es debido entre otras causas a la desconfianza mutua que existe entre ellos, que no deja de ser una forma de temor al prójimo e inseguridad en uno mismo. Estos dos conceptos serían claves para el desarrollo y funcionamiento de una sociedad capitalista. “Leviatán” de Hobbes marca un hito en la historia de la humanidad y formula un nuevo entendimiento sobre el modelo y el estilo de vida que se debe instaurar dentro de la sociedad.

A esto también habría que añadirse factores sociológicos, culturales, religiosos, filosóficos, lo que en última instancia no deja de ser la propaganda ejercida y fomentada desde el poder para condicionar a las masas.

Esta propaganda se basa en la psicología para provocar deseos que suelen derivar en dependencias, de esta forma se tiene al hombre atado a una serie de circunstancias que le son ajenas.

Las emociones y sentimientos como el placer, el miedo, la alegría, el sufrimiento, el aburrimiento son las claves de la propaganda para alterar la conducta humana, éstas por ejemplo, son utilizadas por la autoridad, psiquiatras, psicólogos, sociólogos para modificar estados de ánimo con ayuda de los psicofármacos o mediante otro tipo de drogas legales e ilegales como el fomento del consumo a través de la publicidad de alcohol, tabaco, y también por medios más velados del cannabis.

La publicidad comercial utiliza este tipo de técnicas basadas en las emociones y sentimientos más primarios y a la vez más profundos para provocar deseos en base al placer que se obtiene cuando se compra un tipo de mercancía por ejemplo, un coche.

Los Estados también las utilizan cuando desean provocar, alterar u omitir algún acontecimiento que repercuta en las sociedades por ejemplo atentados terroristas de diversa índole.

A esto hay que añadir la influencia histórica heredara culturalmente y que ha estado condicionada por la difusión de la propaganda a través de una élite de poder como la religión, y que ha servido y sirve para modificar el pensamiento y la voluntad del resto de la humanidad a lo largo de los siglos.

El objetivo de la élite del capitalismo en el poder es tener el monopolio de la propaganda, para de esta forma conformar los pensamientos y con ellos las emociones y los sentimientos de las masas.

Fuente: ApiaVirtual

domingo, 5 de mayo de 2013

La psicología de la liberación.


Jaume Patuel

El título lo he escogido de un libro, publicado en 1998, que expresa el pensamiento y compromiso de un profesor de psicología, Ignacio Martín-Baró, jesuita, asesinado por la guerrilla salvadoreña del poder militar, con otros compañeros, entre ellos Ellacuría, el 6 de noviembre de 1986. Todos ellos profesores de l’UCA (Universidad Centro Americana) de El Salvador, que continúa con la misma labor de denuncia. Por tanto, el libro se refiere a un contexto muy concreto: el latinoamericano, pero el título es universal. Pertenece a la aldea global: Liberarla. La Psicología, en mayúscula, tiene su compromiso personal-social: Desenmascarar o conscienciar.

La Psique, término griego, puede llevar a confusión si se la reduce sólo a lo emocional o únicamente a lo cognitivo o solamente a lo conductal. La Psique abraza y abarca la totalidad del Ser Humano. Y esa totalidad se denomina con otros términos en otras culturas. De ahí la Sabiduría. Y psique está en psiquiatría, psicología y psicoanálisis para concretar en tres términos más usuales, pero no únicos ya que como sufijo está en gran cantidad de términos. Y como dato informativo, aunque psique sea un término helénico, su traducción en nuestras lenguas puede también producir confusión o no dar con el sentido genuino del autor. Así, por ejemplo, el término “aparato mental” freudiano, en inglés e incluso en castellano, no refleja lo que Freud quiso expresar siempre con el término el ”aparato psíquico”. Los términos mental y psíquico no expresan lo mismo. Freud quiso indicar siempre la totalidad. Este aspecto parcial ha sido un defecto de fábrica o peligro que ha caído el psicoanálisis. Y más, en haberlo reducido prácticamente a psicopatología. Dice Freud:”… el psicoanálisis deja de ser una ciencia auxiliar de la psicopatología, y es más bien el esbozo de una ciencia del alma, nueva y más fundamental , que se vuelve indispensable también para entender lo normal”.(Autopresentación, 1925). En otro ligar afirma: El psicoanálisis es la ciencia de los procesos anímicos inconscientes, que con todo acierto es denominada también psicología de lo profundo”. (Enciclopedia británica, 1926). También considerado de otra forma se puede explicar que el psicoanálisis es el arte técnico-científico de poder ayudar a hacer consciente el inconsciente a fin de poder fortalecer el yo sobre el ello como sobre el superyó, conseguir una equilibración: donde era el ello (id), haya el yo y donde era el superyó, haya el yo.

Teniendo en cuenta el pensamiento anterior, la Psique puede estar prisionera, alienada, o no desarrollada por el ámbito familiar o el ambiente cultural que la rodea, pero a niveles que el yo no es consciente. Por lo tanto, todo psíquico, sea de la escuela o tendencia que sea, debiera en su compromiso liberar el sujeto de este encapsulamiento que pudiera encontrase sin ser consciente de ello. De ahí: Psicología de la liberación.

Sabemos que el entorno modula la subjetividad del infante desde el si materno y de forma especial en los primeros años. Y a lo largo de toda su vida, su cuarta herida narcisista –como me gusta indicar: la influenciabilidad está siempre abierta. Somos mucho más influenciables de lo que nos podemos imaginar. El narcisismo nos obnubila y a veces ciega.

Un dato factual que constato desde hace muchos años, es el desconocimiento de nuestra constitución psíquica o de nuestra totalidad psíquica. Si a una persona de cierto nivel cultural se le preguntara cuál es la lámina mental para visualizar este mundo psíquico, muy probablemente se imaginaría la lámina del cerebro, aprendida en la escuela. Y el cerebro no es la Psique, o la totalidad del Ser Humano. Ni tampoco la mente. Y aún se continúa reduciendo, siguiendo la psicología tradicional filosófica, la Psique al “yo cartesiano”. Esa psicología tradicional filosófica que aún está en el mercado sin considerar la aportación copernicana freudiana de que existe el inconsciente o la otra tendencia de la psicología de la cantidad de “yoes” y todos ellos conocidos. Además podemos constatar, hoy en día, que se habla de la sombra, término junguiano, pero que se puede llegar a conocer en su totalidad, y esto último no es pensamiento de Jung. Pero ya es mucho que se acepte que hay un ámbito psíquico desconocido y que es actuante y determinante en nuestra vida y afecta a nuestras decisiones.

La psicología de la liberación nos lleva a poder ser lo más consciente posible de nuestras cadenas, de nuestras falsas creencias, de nuestros deseos imposibles, de saber que la estructura humana es limitada, pero no por “el pecado original”, sino por entidad propia. Las separaciones de castas, de clases sociales como la división entre ricos y pobres es fruto del narcisismo y de la depredación humana. El neoliberalismo no es un proyecto social divino sino concebido por mentes humanas que no tienen en consideración el Ser Humano sino solo el lucro, el interés. Así hay que entender las expresiones neoliberales de “Recursos Humanos” o “Capital humano” cuando debieran ser los humanos con recursos y los humanos con capital.

La psicología de la liberación lucha y da a conocer que el neoliberalismo educa al Ser Humano a devenir un ente robótico. Una máquina y un número más del sistema. Y permitir ver que el llamado mundo global o aldea global no lo es más que en una sola dimensión, muy poderosa y que deviene poder fáctico, no controlado por otros poderes: el factor económico. Situado en las etapas oral y anal, además de estar bien impregnadas de narcisismo. Y para mantener fijada esta tendencia se habla, se cultiva y se forma en la “cultura del éxito”, “del consumismo”, “de la tecnocracia”, “de la agresiva”, sobre todo “de la inmediatez” y con un largo etcétera. Criterio que coincide en el nuevo sistema de enseñanza propuesto por el actual ministro de ¿educación? del estado español. Aquí sí que les espera un gran trabajo a los psicólogos escolares para liberar al alumnado junto al profesorado de sus esclavitudes, que algunas han devenido eslóganes de crecimiento como la competitividad, premiar sólo a los ganadores por resultado y no por el esfuerzo, la constancia y otros.

La psicología de la liberación lleva a pensar por uno mismo. Conocerse a sí mismo. Saber cómo se funciona psíquicamente y que el Ser Humano está inmerso en un mundo individual, grupal, colectivo y cósmico. Está arralado, enraizado, en una totalidad de la que es una gota, pero con identidad propia sin perder su esencia universal y libertad.

Y concluyo con la frase última de ese libro, que ha dado pie al título del artículo, y que cada uno puede parafrasear a su propio placer y enjundia:

“Queridos filósofos,
Queridos sociólogos progresistas,
Queridos psicólogos sociales:
No jodan tanto con la enajenación

Aquí lo más jodido
Es la nación ajena”.

(De Roque Dalton, Poemas clandestinos)

Jaume PATUEL i PUIG es Pedapsicogogo i psicoanalista



Fuente: ATRIO

viernes, 11 de mayo de 2012

El fundamentalismo religioso.


Me han asaltado muchas dudas sobre cómo abordar este tema con sus numerosas facetas y perfiles. He optado por no referirme a los aspectos históricos del fundamentalismo religioso (génesis, evolución), a sus factores desencadenantes (psicológicos, políticos, económicos, culturales), a la enorme diversidad de sus manifestaciones (en las diferentes religiones y en el interior de cada religión).
¿Qué queda entonces? Aun a riesgo de situarme en un plano demasiado desencarnado, formal y excesivamente genérico, he optado por algo muy simple, incluso simplista: señalar algunos rasgos básicos de los diferentes fundamentalismos religiosos, pero indicando cada vez los resortes decisivos que las propias religiones poseen en sus fuentes para superar la tentación fundamentalista.
Quiero destacar que ninguna religión carece de antídotos propios para sus patologías fundamentalistas, mortales para la religión.
He optado también por no ensañarme en la descripción de las miserias, que seguramente son nuestras propias miserias, son ciertamente las mías. No sería coherente ser fundamentalistas contra el fundamentalismo.
No se trata con ello de edulcorar la gravedad del fenómeno, empezando por el catolicismo. Está en juego el futuro de la religión. Y no es eso lo grave. Está en juego el futuro de la comunión en el planeta, este querido y frágil planeta que somos, que habitamos, que queremos seguir habitando juntos.
El término “fundamentalismo” propiamente dicho, se remonta como se sabe, a 1909 en EEUU, cuando la Iglesia Presbiteriana del Norte, en reacción a la teología liberal desarrollada en la Alemania protestante durante el siglo XIX, declaró como “fundamentales” (Fundamentals), y por lo tanto intocables, estos cinco principios:
la inerrancia de la Biblia,
el nacimiento virginal de Jesús,
su poder de hacer milagros,
su muerte expiatoria en la cruz a causa de nuestros pecados
su resurrección física.
Ello dio lugar a la creación en 1919 de la World’s Christian Fundamentals Association. Se llamaron a sí mismos “fundamentalistas”, lo cual indica que esta denominación no tenía para ellos ninguna connotación peyorativa, sino al muy contrario.
Los tiempos han cambiado y hoy nadie dice “Yo soy fundamentalista”, aunque haberlos haylos. Cien años después de aquella acta de nacimiento del fundamentalismo protestante norteamericano, el catolicismo oficial de hoy sigue defendiendo sus mismos principios en los mismos términos.
[Muchos advierten, seguramente con razón, que habría que ser más rigurosos en el lenguaje y reservar el concepto "fundamentalismo" para su significado originario, ligado al protestantismo. El fenómeno análogo dentro del catolicismo habría que denominarlo más propiamente "integrismo". El fundamentalismo protestante apela a la Biblia absolutizada, mientras que el integrismo católico se aferra a la tradición absolutizada. Así es, pero el uso hace al lenguaje, y el término "fundamentalismo" está siendo masivamente utilizado para designar el integrismo católico, sino también toda clase de manifestaciones similares en otras religiones, movimientos e ideologías. De modo que, para simplificar, utilizaré el término "fundamentalismo" en este sentido general].
El fundamentalismo no es en modo alguno un fenómeno exclusivamente cristiano.
Hindúes radicales queman mezquitas en la India;
budistas extremistas atacan a cristianos en Sri Lanka;
judíos ortodoxos reivindican toda la tierra del “Gran Israel”, “desde Dan hasta Bersheba”, como tierra regalada por Dios a Israel a expensas de los cananeos de entonces y de los palestinos de hoy;
musulmanes islamistas pretenden imponer la sharia como constitución allí donde pueden.
Y no solamente existen fundamentalismos religiosos. Padecemos también un “fundamentalismo político”, un “fundamentalismo económico”, un “fundamentalismo neoliberal”.
La palabra “tiene una presencia omnímoda en todos los debates, cualquiera que fuere el tema” (J.J. Tamayo, Fundamentalismo y diálogo entre religiones, 74).
“El Fundamentalismo es el clima ambiental de la época”, escribe Mardones; “recorre la sociedad y la cultura, aunque tenga un aposento especial en la religión” (10 Palabras clave sobre Fundamentalismos, 9.10).
Es un tiempo de sensibilidad fundamentalista, afirmaba René Girard en 1997. Y Samuel Huntington, el famoso profesor del cambio social de Harvard, defiende la tesis de que el fundamentalismo es la religiosidad adecuada a la modernidad tardía en que vivimos.
Así se entiende la alianza moderna, puesta en marcha a finales de los años 70, entre el fundamentalismo religioso (judío y cristiano en este caso) con el fundamentalismo político-económico de corte neoliberal; entre el conservadurismo político y el conservadurismo religioso.
Y no hay que ir muy lejos para verlo, aunque la cosa empezó en los EEUU de Ronald Reagan, apoyado por el Reino Unido de Margaret Thatcher.
Los valores neoliberales (tradición, orden, trabajo, ahorro, familia) y los valores supuestamente religiosos (fidelidad acrítica a la tradición, obediencia sumisa a la jerarquía, centralidad obsesiva de la moral sexual y familiar tradicional) se dieron la mano, y siguen de la mano.
Pero no incidiré en todos esos aspectos tan importantes. Me centraré, como he indicado, en algunos rasgos básicos del fundamentalismo religioso, pero poniendo especial énfasis en los antídotos que los propias religiones disponen en sus textos y tradiciones fundantes.
Señalaré siete rasgos del fundamentalismo y sus correspondientes antídotos religiosos.
Y una limitación más de las páginas que siguen: en ellas me referiré casi exclusivamente a las religiones de nuestra tradición abrahámica (el judaísmo, el cristianismo, el Islam), privilegiando además claramente las referencias judías.

sábado, 11 de febrero de 2012

¿Recursos humanos o humanos con recursos?


Jaume Patuel, 11-Febrero-2012

Esta vez el artículo mensual del psicopedagogo y psicoanalista Jaume, surgido como los otros de una visión profunda de lo concreto de nuestra sociedad, es el mejor comentario que podemos presentar a la “extremadamente agresiva” reforma laboral que se acaba de desvelar. Con ella el gobierno español regala al dios del liberalismo la mejor ofrenda: el anticuado derecho laboral ya no impedirá eficaces políticas de “recursos humanos” que favorezcan las operaciones financieras de fusión y reubicación.

Supongo que todos sabéis muy bien, por experiencia, que al entrar en una fábrica o en cualquiera otra clase de entidad se encuentran diversos departamentos. Y así, tenemos el departamento de informática, el departamento de didáctica, el departamento de material técnico, departamento de investigación y otros. Pero también hay uno que se llama departamento de recursos humanos.

En una sociedad neoliberal que quiere aparentar ser humanizadora, que quiere tener en cuenta la dimensión de la persona para hacer rendir más a los hombres y mujeres en el trabajo, le conviene poner un departamento humano. Así se tiene en consideración a los trabajadores. Además, se les explica muy bien en qué consiste.

Ahora bien, ¿se les considera más bien como personas o, mejor dicho como un recurso más de la rentabilidad de la entidad?

En principio, el rótulo de departamento de recursos humanos nos indica que es algo que puede ser puesto o sacado en beneficio de la entidad. Los departamentos se ponen y se sacan según las necesidades del momento o conveniencias de la época o momento por los que pasan las entidades. Y no digamos ahora en plena crisis donde se demuestran que son realmente “recursos”.

Por otro lado, este departamento está bajo la guía del poder de la dirección. Muchas veces este poder pasa a las direcciones o mandos intermedios. Y esto genera otro problema. Como, por ejemplo, el abuso de poder, el mobbing, fuertes presiones implícitas. Todo con un conato de disimulo. Además, lo consiguen.

En consecuencia, como recurso humano se puede sacar o poner en otro lugar como anularlo o prescindir de él. Es solo un recurso. Recurso, esto sí, que tiene voz, tiene pensamiento, tiene sentimiento, Pero, ¿puede expresar lo que siente, ve y piensa?

Entonces nos encontramos que debe haber un gran cambio en las entidades que tienen este departamento y perfilarlo de otra forma para que sea eficaz, rentable y sea recurso transformador, transformante y transformado de la entidad. ¿Cómo se gestiona todo esto en estos momentos de crisis?

A mi entender, creo que el rótulo se tendría que cambiar y que fuese un departamento transversal y que dependiera directamente de la alta dirección y que esta fuese razonable, ¿posible? Entonces sería adecuado poner HUMANOS CON RECURSOS. Dicho de otra forma, potenciar y formar las personas no como recursos sino como sujetos. Una subjetividad que trabaja sus recursos o cualidades. Y esto iría a más, si el alto standing o la alta dirección fuesen también “Humanos con recursos”.

La entidad tendría consciencia de ser alguna cosa más que una simple entidad de ganar dineros sin límites y tener robots a su disposición. Sería un capitalismo civilizado con ojos humanos. La crisis nos está demostrando todo lo contrario.

Se precisa una nueva mentalidad de entidad de servicio. El dinero por si mismo no es nada. Las ideas son las que hacen que el dinero tome una dirección u otra por la voluntad humana de progreso, la voluntad de superar la depredación que todo ser humano experimenta en su interior.

En esta nueva mentalidad de servicio, de innovación, de creación, de cambio, también sería preciso otro elemento. La entidad no debiera ser un capital humano que debe rendir de acuerdo a sus premisas, sino que tendría que tener Humanos con capital. Capital de invención, de creación, de innovación, de cambio, de transformación.

Estamos de lleno en una sociedad de conocimiento, pero no únicamente técnicos, sino también de la corporalidad (neurociencias), de la psique (niveles de consciencia) y de humanidad: la Sabiduría perenne de toda tradición y también la actual que toda persona tiene en su interior. Este es el capital que es preciso buscar, sacar, purificar y hacer rendir para crear una nueva civilización o cultura en beneficio de todos y evitar ser recurso o capital humanos para llegar a ser humanos con capital y recursos.

Entonces, tendremos realmente un nuevo modelo de crecimiento global. Sin soñar imposibles, pero no dejar de hacerlo. Y evitar el efecto Bradley (decir una cosa para quedar bien, pero realizar otra). Hay personas muy especializadas en este discurso esquizofrénico: Decir una cosa y ser consciente que la realidad es totalmente otra.

Sin embargo, el lugar donde debe comenzar este cambio es en nuestro metro cuadrado de supervivencia. El lugar donde vivimos. Es vivir que los que están a nuestro alrededor, empezando por la familia, son humanos con capital y con recursos y no al revés: recursos humanos al servicio del poder-familiar. Y así poder superar la segunda parte de la frase de Bertrand Russell:

“Gran parte de las dificultades por las que pasa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes están llenos de dudas”. La persona con sentido común, inteligente, que sabe que no es un recuso ni un capital sino un humano con recursos y capital, a mi entender, creo que podrá ayudar a construir un nuevo modelo global de humanización. Y así pueda realizar un paso a un nuevo cambio histórico en la conciencia de la humanidad.

Acaba de ser publicado un libro bajo el título Manifiesto de derechos humanos (2011), traducido del inglés.

Este nos corrobora que el hombre no es un recurso sino que tiene recursos. Y así reconocer el poder intrínseco del derecho a la dignidad humana, núcleo antropológico irreductible.

Fuente: ATRIO

martes, 27 de diciembre de 2011

La psicología positiva, un nuevo enfoque para lograr el bienestar.



Trabaja sobre el sentido del humor y la gratitud. Y propone una mirada al futuro.


Es una terapia breve que se dedica a poner el foco en lo positivo y en las soluciones a los problemas. Se trabaja con el paciente el desarrollo de la gratitud y la atención diaria a las cosas buenas, proponiendo una mirada sobre el futuro. La psicología positiva es el estudio científico del funcionamiento humano óptimo. Se dedica a estudiar los aspectos menos conocidos de la ciencia psicológica como el sentido del humor, el perdón, el optimismo, la esperanza y, en particular, el bienestar, lo que ha hecho que algunos la definan como “La ciencia de la Felicidad”.
“Las aplicaciones son innumerables: desde trabajos de intervención de desarrollo de la esperanza en familias con enfermos crónicos, mejora del bienestar en las empresas en busca del alineamiento entre el sentido de la vida y el trabajo, o programas para desarrollar y utilizar el optimismo o el sentido del humor en la enseñanza de los proyectos de intervención positiva a poblaciones que viven en la marginalidad y la pobreza”, explica Luis Miguel Neto, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Lisboa, en Portugal.
Los especialistas sostienen que para incluir la psicología positiva a la terapia es fundamental ayudar a la gente a que se quite la costumbre habitual de mirar más lo que funciona mal que lo que realmente anda bien. Para eso, en el modelo habitual que utiliza para evaluar al paciente se incluyen preguntas nuevas que apunten hacia lo positivo: “¿En qué momentos de tu vida te sentís o sentiste bien con vos?”, “¿Qué hacías?”, “¿Cuáles dirías vos que son tus habilidades o fortalezas máximas?”.
Una de las claves de la psicología positiva está centrada en la realización de acciones que ayuden a lograr ese bienestar tan ansiado. “Involucrarme en actividades en las que pongo en juego la creatividad, ser amable, agradecido, cultivar los vínculos, aprender a perdonar y a saborear con atención plena las cosas que nos suceden, buscar nuestras fortalezas, comprometerme con mis objetivos, amar y ser amados, el sentido del humor, aumentar mi percepción de autoeficacia, hacer ejercicio físico, desarrollar habilidades nuevas”, ejemplifica Viviana kelmanowicz, docente titular de la cátedra Psicología Positiva en la Práctica de la Licenciatura en Psicología de la Universidad de Palermo y miembro de la Asociación Internacional de Psicología Positiva.
“Buscar vidas comprometidas con algo donde podamos invertir nuestras virtudes y fuerzas personales y tener momentos de fluidez. Tener una buena dieta de emociones positivas, ya que los estudios muestran que quien decide y escoge sentimientos positivos, independientemente de lo que pase, tiene una longevidad en media de más de diez años que los que se irritan, frustran, entristecen o estresan a cada momento”, agrega Neto.
La diferencia entre la terapia convencional y la psicología positiva es que ésta última tiene como fundamento optimizar y alargar lo que hay de bueno, de funcional y de positivo en las personas, poniendo el foco en el crecimiento postraumático y no tanto en términos de estrés postraumático, de felicidad y bienestar en vez de depresión.
Fuente: Clarín.com

lunes, 26 de diciembre de 2011

El poder del pensamiento positivo.


Laura Tardón | Madrid


Ya desde el parvulario los pequeños saben que el pensamiento positivo les hará más felices y en esta tarea parece que los padres desempeñan un importante papel. Su optimismo puede ayudarles a entender cómo influyen los pensamientos en las emociones.
Según los autores del estudio que analiza esta cuestión, publicado en'Journal Child Development', "nuestros datos demuestran que los progenitores son clave para que los niños aprendan a usar el pensamiento positivo para sentirse mejor ante situaciones difíciles".
Con tan sólo cinco años se dan cuenta de que las personas con pensamiento positivo se sienten mejor que aquellas con ideas más negativas y, según van creciendo, entre los cinco y los 10 años, aumenta su conciencia sobre cómo las reflexiones internas pueden modificar las emociones incluso ante circunstancias objetivamente negativas.
Así le ocurría a la mayoría de los 90 niños (entre cinco y 10 años) incluidos en la investigación desarrollada en la Universidad de Jacksonville y de California (EEUU). Escuchaban seis historias ilustradas en las cuales había dos personajes que vivían una experiencia positiva, negativa y un tercer escenario en el que experimentaban una situación ambigüa. Uno de los dos mostraba un pensamiento optimista y otro, uno más derrotista. Los niños tenían que describir y explicar las emociones de ambos. Como señalan los autores, captaban perfectamente la diferencia. Percibían que el primero se sentía mejor, independienteme del acontecimiento que afrontara. En definitiva, "entendían que pensar en positivo mejora las emociones y la negatividad, sin embargo, hace sentir peor".
Desde muy pequeños, confirma Mara Cuadrado, psicóloga infantil del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, "ya se dan cuenta de quién es más feliz y quiénes ven la vida de forma más triste. En los colegios, por ejemplo, cuando han tenido una profesora risueña, optimista y que no se deja llevar por el malhumor momentáneo ante las incidencias del día, tienden a preguntar por ella y querrían volver a verla".

El ejemplo de los padres

La investigación estadounidense también refleja hasta qué punto puede ayudar el optimismo y la esperanza de los padres en sus hijos. Según los autores del estudio, estos dos aspectos proporcionan más habilidades al pequeño para entender el poder del pensamiento positivo. Como asegura Christi Bamford, una de las responsables del trabajo y psicóloga en la Universidad de Jacksonville, "aparte de la edad, lo que más ayuda a un niño a conocer los beneficios del pensamiento positivo es el nivel de esperanza y optimismo de sus padres".
La psicóloga lo ve en su consulta. "Veo padres tristes, que no se emocionan por nada y dejan que pase el día. Esos niños, a menos que tengan otras influencias, probablemente tomen esa misma actitud. Al fin y al cabo, aprendemos de lo que vemos y escuchamos, entre otras cosas". Y agrega: "Especialmente entre los cinco y los 12 años, los padres tenemos mucha capacidad para influirles y ellos tienen una enorme facilidad para adaptarse. Podemos ayudarles a ser más felices a pesar de las experiencias difíciles que les toque vivir".
Un padre positivo, incide Cuadrado, "potencia lo mejor del niño y le enseña a confiar en sí mismo y en los demás. Le enseña que un hecho negativo es un problema, pero un problema que él puede resolver con sus propias herramientas". Sin embargo, un padre negativo "les hace ver a sus hijos las desgracias de la vida y a desconfiar de todo el mundo; reduce su autoestima".

El optimismo en la consulta

En la práctica clínica, "muchas terapias cognitivo-conductuales se centran en el pensamiento positivo, intentando cambiar los negativos por los más optimistas", afirma Diego Padilla, psicólogo clínico del Área de Gestión Clínica de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Universitario 12 de Octubre. La idea es habilitar a la persona para que maneje sus pensamientos. Cuando es positivo, "el niño es más feliz, estudia más, se relaciona con mayor facilidad...". Sin embargo, cuando es negativo, como por ejemplo cuando piensa "se van a reír de mí", el pequeño tiende a lo contrario, a retraerse más.
Sin embargo, el hecho de que el pequeño sepa manejar mejor sus pensamientos no depende sólo de los padres, recalca el experto español al comentar el estudio. Ellos pueden ayudarle a entender que permiten sentirse mejor en cualquier circunstancia de la vida, pero existen numerosos factores que influyen en la capacidad del niño para ser más optimista. "El contexto social, cultural, político, económico, sus propias experiencias, etc. conforman el estado emocional del menor", subraya.
No obstante, este psicólogo señala que en la consulta clínica empiezan a manejar otras herramientas para cambiar los comportamientos de los niños con problemas. "Cuando el menor cree, por ejemplo, que no va a aprobar una asignatura, en lugar de intentar cambiar esta idea por otra más optimista, procuramos que se centre en otros valores (familia, amigos, etc.) y practique ejercicios para que sean capaces de distraerse, de alejarse de los pensamientos 'dañinos'".
Aunque cambiar los pensamientos negativos por los positivos produce mejoras en un plazo corto de tiempo, a la larga, "no funciona tanto. Obliga a la persona a luchar contra sus propias emociones y eso es muy difícil de cambiar. Parece que da mejores resultados aceptar los pensamientos de uno mismo e intentar alejarse de aquellos más dañinos". En el hospital donde trabaja este especialista, están desarrollando un estudio sobre esta nueva estrategia y "vemos que en unas seis o siete sesiones ya podemos dar el alta al 50% de los niños que vienen a consulta, por ansiedad, problemas adaptativos, depresión o trastornos de déficit de atención e hiperactividad".
Fuente: elmundo.es

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Literatura de Todos los Santos.



Ensayos y novelas que tratan sobre la pérdida de seres queridos llenan la mesa de novedades ¿Puede servir la escritura para superar la melancolía del duelo?


JORDI SOLER


Para paliar el dolor insoportable de la pérdida, la escritora neoyorquina Joyce Carol Oates empezó a poner por escrito su propia historia frente a la muerte de su esposo. Como durante el proceso de duelo no podía escribir páginas largas, porque la pena y sus fantasmas recurrentes ocupaban la mayor parte de su energía, dedicó aquel periodo oscuro a vaciar su experiencia en textos breves, en una serie de entradas de diario que con el tiempo, y la perspectiva, fue convirtiéndose en Memorias de una viuda, una conmovedora obra literaria. La pérdida y el duelo de Joyce Carol Oates la llevaron a construir una historia por un camino que no había recorrido antes, el de la narración construida a fuerza de fragmentos, y el proceso de escritura de esta obra la ayudó a sobreponerse a la muerte de su esposo.


Situada también en ese territorio terapéutico de la literatura está Meghan O'Rourke, poetisa nacida en Brooklyn que, a partir del duelo que sentía por la muerte prematura de su madre, escribió The long goodbye.

Estas dos historias y otras que tratan la pérdida de los seres queridos y pueblan la mesa de novedades justamente hoy, Día de Todos los Santos, son parientas de El año del pensamiento mágico, que la escritora californiana Joan Didion publicó en 2005, una historia sobre la muerte, que es un tema tabú en Estados Unidos y que empieza con estas líneas contundentes: "La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar y la vida que conoces se acaba". Didion nos cuenta, en este libro sobrecogedor, la crónica de sus propias acciones, reacciones y reflexiones frente a la muerte súbita e inesperada de su marido.


Estas obras de pérdida y duelo, que además son memorias de una etapa negra y salvavidas de quien las escribe, funcionan también para los lectores que consiguen encontrar en ellas elementos con los cuales encuadrar mejor, y eventualmente reconducir, la onda expansiva de una pérdida.

Reflexionando sobre esto, la poetisa Meghan O'Rourke sostiene, en una entrevista reciente, que este tipo de historias son, entre otras cosas, un espacio público donde se puede conversar, sin ningún riesgo, sobre la pérdida y el duelo, son "una respuesta orgánica a la pérdida".

Estas historias escritas desde el dolor que produce la muerte de alguien muy querido, cuyo filón terapéutico no tiene nada que ver con los libros de autoayuda, han ido llegando en los últimos meses a las librerías, como una versión actual de esa escritura de duelo que ha existido siempre en la literatura, comenzando por Hamlet, ese melancólico arquetípico que va arrastrando la muerte de su padre, una pena que lo parte en dos y que tiene que purgar solo, con una intensidad que es la sustancia de la historia, porque Gertrude, su madre, ya se ha ido con su tío Claudio.

Entre los libros de "respuesta orgánica a la pérdida", para utilizar la terminología de Meghan O'Rourke, que han ido apareciendo en los últimos tiempos están Vidas ajenas,del desasosegante escritor francés Emanuelle Carrere; El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, de Patricio Pron; Correr el tupido velo, donde Pilar Donoso disecciona su historia con José Donoso, su padre; Azul serenidad o la muerte de los seres queridos, de Luis Mateo Díez; Diario del duelo, el oscuro lamento de Roland Barthes por la pérdida de su madre, o Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente.

El psicoanalista inglés Darian Leader aborda el tema de la pérdida y el duelo en un ensayo, de muy reciente aparición, titulado La moda negra y con el subtítulo Duelo, melancolía y depresión. Leader se puso a trabajar a partir del ensayo Duelo y melancolía de Freud y, desconcertado ante la poca información que encontraba en los libros de sus colegas, recurrió a la literatura y ahí encontró una gran cantidad de obras que lo hicieron formularse la pregunta que dio origen a su ensayo: "¿Podrían las artes ser de hecho una herramienta vital que nos permita dar sentido a las inevitables pérdidas en nuestras vidas?".

Darian Leader, en sintonía con Meghan O'Rourke, la poetisa de Brooklyn que escribióThe long goodbye, ve en este tipo de obras un elemento terapéutico: "El lugar de las artes en nuestra cultura adquiere un nuevo sentido: como un conjunto de instrumentos que nos ayudan a vivir el duelo. Las artes existen para permitirnos acceder al dolor y hacen esto mostrando públicamente cómo la creación puede emerger de la turbulencia de una vida humana. En nuestro uso inconsciente de las artes, tenemos que ir fuera de nosotros para volver adentro".

La autora de Memorias de una viuda, Joyce Carol Oates, dice que el duelo es la más humana de las emociones, pero que se trata de una emoción que va rigurosamente en un solo sentido, porque no puede ser recíproca.

Darian Leader cita en La moda negra a la psicoanalista Ginette Raimbault, y redondea, de una manera involuntaria, la idea de Joyce Carol Oates: "El trabajo de escritores, artistas, poetas y músicos es muy importante para ayudar a sacar a la luz la naturaleza universal de lo que siente una persona en duelo, pero no en el sentido de que todos sentirán lo mismo. Por el contrario: lo que nadie puede entender de mi dolor, alguien puede expresarlo en tal forma que yo pueda reconocerme a mí misma en lo que no puedo compartir".

Entusiasma la idea de Leader, que comparten las dos escritoras, de que estos libros donde un autor exorciza la muerte sirven también de exorcismo para el lector; la literatura, que, como todas las artes, forma parte de las cosas que no sirven para nada, cobra aquí una dimensión terapéutica. La idea es, desde luego, opinable, pero, de entrada, no está mal que en este milenio en donde todo debe tener una utilidad, y producir algún tipo de ganancia, aparezcan de pronto estas obras que tienen, desde el punto de vista de Leader, una utilidad añadida a sus méritos literarios.

No deja de ser curioso que un tema tan grave como la muerte, y el duelo, se trate con más amplitud y generosidad en la literatura que en el mundo del psicoanálisis, donde Leader buscó ideas infructuosamente; quizá se deba a que estos libros escritos desde el duelo son obras que rozan la ficción y que, aunque sean rigurosamente verdad, utilizan recursos narrativos propios de las novelas. Probablemente la muerte, la pérdida y el duelo, son una realidad tan real, tan insoportablemente puntual y veraz, que termina tocándose con la ficción, con ese mundo de mentiras donde las cosas no existen, hasta el día en que se convierten en verdad.

Fuente: elpais.com