domingo, 31 de agosto de 2014

Cuestiones sobre la interpretación del ‘misterio humano de Jesús’.


José Manuel Maurí

La investigación histórica realizada en los últimos siglos, especialmente en la segunda mitad del siglo XX, ha recuperado a “Jesús histórico”. Hoy la gran tarea es recuperar también a “Jesús real”, que intuyeron sus amigos y discípulos, como maestro de seguimiento tanto de praxis de vida –que comprender mejor a Jesús ha permitido su seguimiento en praxis más humanas–, como de experiencia de vida interior –su apertura a Dios y experiencia de Filiación–.

Para poder realizar esta tarea en la actualidad –recuperar a “Jesús real”–, sería conveniente tomar conciencia del impedimento y la dificultad que entraña seguir manteniendo, en nuestro pensamiento, las interpretaciones cristológicas que se dieron en la antigüedad sobre Jesús.

Por el contrario este proceso requeriría atender a nuestro mundo moderno que ha adquirido una nueva conciencia y elementos importantes, de los que no se disponía en épocas anteriores, que permiten adentrarse en esta tarea:
Con la ayuda de las aportaciones de las investigaciones científicas
Con la ayuda de las ciencias humanas: antropología, psicología humanista, incluyendo la biología, genética, etcétera
Con la ayuda de las ciencias históricas, la exégesis…
Con la ayuda de nuestra experiencia interior pensada y elaborada
Con la ayuda de la observación de otras experiencias humanas significativas

Utilizando expresiones de Marcel Légaut para expresar el “misterio de Jesús” de forma más inteligible para el siglo XXI, podríamos decir que Jesús es un hombre como nosotros. Conocernos en nuestra interioridad más profunda nos abre a conocer mejor a Jesús no sólo en su humanidad, sino en su divinidad, que podemos formular diciendo que Jesús, en la Plenitud de humanidad, es de Dios, Misterio de Dios, Dios con nosotros.

Estas definiciones, más acordes con la perspectiva humana de Jesús, me han dado pie a plantear la siguiente comparación:
¿Cómo es posible que los relatos evangélicos nos los presenten a Santiago, el hermano de Jesús, siendo de la misma familia que éste, con características humanas tan opuestas?

De Santiago sabemos que fue judaizante, se erigió como cabeza de la Iglesia de Jerusalén vinculada al templo y, lo que hoy benévolamente diríamos, fue conservador…

De Jesús conocemos su apertura, discernimiento e intuición, su ruptura con las cargas de su religión, su ruptura con las instituciones judías, principalmente el templo, y con las leyes, cuando eran inhumanas, su talante liberador etcétera.

En determinados ambientes se podría decir que este itinerario de Jesús fue porque “Jesús era Dios”. También he oído decir que Jesús se retiraba a orar –no obstante, la experiencia nos dice, que este hecho, analizando distintos personajes religiosos, no es ninguna garantía de apertura humana–, y también hoy se podría decir que en una familia todos los hermanos son diferentes.

En mi opinión para poder entender los diferentes procesos humanos realizados por Santiago y por Jesús sería conveniente aplicar y tener en cuenta las 5 ayudas, marcadas con puntos, al inicio de este artículo:
De Santiago, podríamos deducir, aplicando la perspectiva de las ciencias humanas modernas, que fue fiel y se dejo socializar por el ambiente familiar, por la mentalidad de la sociedad de Galilea, por su fidelidad religiosa judía –recordar que “la madre de Jesús y sus hermanos, lo fueron a buscar porque pensaban se había vuelto “loco”, al saltarse lo “religiosamente establecido y admitido”–, también por el templo, seguramente por el lógico nacionalismo contra los romanos, etcétera, como muestra su actividad en la Iglesia de Jerusalén que fue coherente con la trayectoria adquirida.
De Jesús, por los evangelios, conocemos, que su proceso de evolución humana fue completamente diferente, tuvo capacidad de discernimiento, fue crítico con su sociedad, no se dejó socializar por el entorno y supo recoger de su familia, sociedad y tradición de Israel lo mejor para su vida…

Podríamos preguntarnos ¿cómo fue posible, para Jesús, esta trayectoria en un ambiente de mayoría hostil? ¿Cómo lo hizo? ¿Qué cualidades, dones… poseía para vivir interiormente lo que vivió? ¿Cómo supo vivir buscando y encontrando el camino de su misión?…

Para analizar esta trayectoria de Jesús y responder a estas preguntas, sería importante, primero, analizar su procedencia:
Jesús proviene de la tradición bíblica profético-mesiánica. Es en esta tradición donde él tuvo la experiencia mesiánica que desarrolló al máximo y marcó toda su vida.
La experiencia nos dice que no sería posible que en Israel surgiera un Buda, o que en la India apareciera un Mesías.
De aquí la importancia de analizar la influencia de la tradición cultural en la vida de aquellos genios que han destacado en su tradición –con la ayuda de nuestra experiencia y la observación de otras experiencias significativas–.

Por ejemplo:
Analizando la historia de la música, no se podría comprender un Mozart o Beethoven fuera de la tradición musical europea.
No se podría entender en los siglos XVIII y XIX –que todavía no se había producido el trasvase cultural existente en la actualidad–, que en oriente, fuera de la tradición occidental, pudiera aparecer algún compositor que fuera capaz de componer sinfonías, ni ningún instrumentista de piano, violín o cantante de ópera.
Tampoco se podría entender a Mozart y Beethoven sin la previa existencia de Bach, ni a Chopin sin previamente Mozart. Verdi sin previamente la existencia de Donizetti y Bellini, posiblemente Bruckner y Mahler sin la previa existencia de Beethoven etcétera.
Los grandes instrumentistas de piano que ya nacen con esas cualidades ¿hubieran sido posibles antes de la existencia del piano y de la tradición instrumentista?
Lo dicho se podría analizar también entre filósofos, artistas, científicos…

Estos ejemplos pueden ser significativos para entender la influencia de la tradición profética y la tradición mesiánica en Jesús.

Jesús, surge dentro de la tradición de Israel. Debió conocer a los grandes profetas y diferentes experiencias mesiánicas. De ellos extrajo lo mejor de su tradición llevándola a su máximo desarrollo. Es así, como en Jesús se da un gran profeta y surgió “El Mesías”.

También sería importante analizar y comprender sus cualidades, sus capacidades, sus dones…

Jesús, para ser y realizarse como “El Mesías” tuvo que estar dotado para ello, tuvo que disponer de las cualidades, capacidades, dones… necesarios –como tuvieron y tienen los grandes genios de la historia en cada uno de sus diferentes ámbitos–, para elaborar y vivir los procesos que las ciencias humanas describen y nuestra experiencia elaborada nos enseña, para madurar y crecer humanamente lo que le facilitó su apertura interior para la vida y para la intimidad con su Abbá:
Jesús tuvo que ir adquiriendo la inteligencia y la capacidad intelectual necesaria para el análisis de su realidad y conocimiento de su tradición.
Tuvo que ser una persona intelectualmente muy abierta a todos los aspectos de la realidad, sin compartimentos estancos ni rechazos intelectuales a cuestiones molestas e incómodas –Jesús atravesaba Samaría y hablaba con los samaritanos-.
En Jesús se dieron los procesos de maduración, de crecimiento, de liberación, de integración de lo saludable de su tradición familiar, cultural y religiosa, y al mismo tiempo procesos de separación de las tradiciones del entorno familiar, social y religioso… que pudieran impedir su maduración.
También tuvo que poseer una inteligencia intuitiva, de discernimiento, de inspiración, de búsqueda, de apertura interior para madurar y crecer, de apertura a nuevos proyectos que le permitió ir descubriendo y desarrollando su misión, en la cual descubrió, al acercarse a los más desfavorecidos y rechazados por la sociedad, aquello que constituía el proyecto de Dios para los seres humanos.
Y también hubo de poseer, una inteligencia espiritual, una capacidad de apertura interior… para establecer una relación e intimidad especial con quién denominó su Abbá-Padre, que le condujo a su experiencia de Filiación.
Podríamos decir que Jesús tuvo el don y la máxima capacidad para elaborar estos procesos que le permitieron desarrollar su vida en plenitud como camino y preparación para su Vida definitiva.
Es por esto que Jesús se constituye en camino de seguimiento para sus discípulos, que según las aptitudes yposibilidades de cada uno, tomando conciencia, pueden emprender también este camino.

De lo dicho se desprende que si Jesús fuera “un dios encarnado bajado del cielo”, no hubiera tenido necesidad de realizar los procesos que he descrito, y que hoy conocemos gracias a las ciencias humanas y nuestra propia experiencia elaborada, ni hubiera tenido que buscar y encontrar el camino para su misión…

Tampoco podría ser modelo de seguimiento para sus discípulos, porque ¿quién podría seguir a un “Dios encarnado”? ¿qué facultades se necesitarían? El ser humano no dispone de los atributos necesarios para ser un “Dios”–dicho en lenguaje convencional–.

Misión de la teología actual

Dado lo expuesto es de suponer que la institución y la teología oficial, al no haberlo realizado ni después de Galileo, ni después de Darwin, Einsten, etcétera, al menos en este siglo XXI debido a que, por la divulgación principalmente de los conocimientos científicos, ha aparecido una nueva conciencia trasversal y nuevos paradigmas teológicos, no tendrá más remedio que justificar y dar razón a los cristianos, de las creencias que mantiene y pretende que continúen con fórmulas de la metafísica griega y de una época mítica-pagana precientífica.

Las creencias de las interpretaciones de los credos y dogmas se expresan simplemente en formulas con lenguaje filosófico griego, pero estas fórmulas se mantienen sin justificar al no confrontarlas con las ciencias del mundo moderno.

Así, por ejemplo: ¿quién nos ha comunicado la pre-existencia de Jesucristo? ¿De qué “cielo” ha bajado Dios? Después de lo expuesto, ¿Jesucristo ha bajado del “cielo”? ¿A qué “cielo” ha subido Jesús y María? ¿Cómo puede coexistir “el Dios mítico y metafísico” en el interior de un ser humano? etcétera, etcétera, –preguntas también formuladas en un lenguaje clásico–.

En cuanto a la cristología, no debiera ser posible en la actualidad mantener y elaborar una reflexión e interpretación del “misterio humano de Jesús” sin tener presente –como ya he expuesto–, las aportaciones de la ciencia moderna en todos sus campos.

Al no entender –al menos los cristianos no teólogos–, los textos evangélicos de la infancia, prólogo de Juan… como símbolos poéticos y teología –a veces fruto de una mala exégesis–, sino más bien como realidad fáctica, se podrían realizar varias preguntas:

¿Cómo ha sido posible el nacimiento de Jesús de una virgen, saltándose todas las leyes de la biología? ¿Cómo se ha podido “Dios”, el Espíritu, encarnar en un óvulo femenino y elaborar durante nueve meses un ser humano sin genes humanos, ADN? –sobre estas preguntas he oído decir, porque “Dios” todo lo puede–. ¿Por qué “Dios” ha necesitado encarnarse únicamente en el homo sapiens ¿para redimirlo de sus pecados? Para ello, ¿la única posibilidad era tener que morir torturado? etc. etc.

P. D.

He de decir que tener que escribir todas estas expresiones y preguntas me hace sentir incómodo. Pero ante absurdos teológicos, los cristianos, que no somos teólogos, y pertenecemos al mundo moderno, no tenemos más remedio que responder con preguntas también absurdas, para cuestionar todas aquellas creencias con las que ha catequizado la religión católica a nuestra generación. (José Manuel Mauri).

Fuente: Atrio

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