Al Qaeda se financia secuestrando occidentales en Africa. Aunque los gobiernos europeos lo niegan siempre terminan pagando y así, inadvertidamente, financian el terrorismo que más combaten.
Rukmini Callimachi, The New York Times sáb ago 16 2014
El dinero en efectivo llenó tres maletas: cinco millones de euros. El oficial alemán asignado a entregar ese cargamento llegó aquí a bordo de un avión militar casi vacío, y fue directamente a una reunión secreta con el presidente de Mali, quien le había ofrecido a Europa una solución, que le evitase una vergüenza, a un molesto problema.
Oficialmente, Alemania había presupuestado el dinero como ayuda humanitaria para Mali, una nación pobre y sin salida al mar.
En realidad, de acuerdo a seis altos diplomáticos que estuvieron involucrados directamente en el intercambio, todas las partes sabían que el dinero era para un oscuro grupo de extremistas islámicos que retenía a 32 rehenes europeos,
Las maletas viajaron cientos de kilómetros al norte hasta el Sahara, donde los combatientes barbados, quienes pronto se convertirían en un brazo oficial de Al Qaeda, contaban el dinero en una manta tirada sobre la arena. Eso pasó en 2003 y fue una experiencia de aprendizaje para ambas partes. Once años más tarde, la transferencia en Bamako se ha convertido en un ritual bien ensayado, uno de docenas de ese tipo de transacciones repetidas a lo largo del mundo entero.
El secuestro de europeos para cobrar rescate se ha vuelto un negocio mundial para Al Qaeda, financiando sus operaciones a lo largo del planeta.
Si bien gobiernos europeos niegan que paguen rescates, una investigación de The New York Times arrojó que Al Qaeda y sus afiliados directos han ganado cuando menos 125 millones de dólares en ingresos por secuestros desde 2008, de los cuales 66 millones de dólares fueron solo el año pasado.
En diversos comunicados de prensa y declaraciones, el departamento del Tesoro de Estados Unidos ha citado montos de rescate que, tomados en conjunto, ponen el total cerca de 165 millones de dólares durante el mismo periodo.
Estos pagos fueron efectuados casi exclusivamente por gobiernos europeos, los cuales canalizan el dinero a través de una red de representantes, a veces haciéndolo pasar como ayuda para el desarrollo, de acuerdo a ex rehenes, negociadores, diplomáticos y funcionarios del gobierno en 10 países de Europa, África y Oriente Medio. Los procedimientos internos del negocio del secuestro también fueron revelados en miles de páginas de documentos internos de Al Qaeda hallados por este reportero, mientras estaba en una asignación para The Associated Press en el norte de Mali el año pasado.
En sus primeros años Al Qaeda recibió la mayoría de su dinero de donadores de bolsillos llenos, pero funcionarios de contraterrorismo creen que ahora el grupo financia su reclutamiento, entrenamiento y adquisición de armas con los rescates por la liberación de europeos.
Expresado en términos más audaces, Europa se ha convertido inadvertidamente en un financiador de Al Qaeda.
"Actualmente, el secuestro para cobrar un pago de rescate se ha convertido por sí solo en una fuente más considerable de financiamiento para el terrorismo", comentó David S. Cohen, el subsecretario de terrorismo e inteligencia financiera del departamento del Tesoro, en un discurso de 2012. "Cada transacción alienta otra transacción".
Además, el negocio está en auge: Si bien los secuestradores recibieron alrededor de 200.000 dólares por rehén en 2003, actualmente llegan hasta 10 millones de dólares, dinero que el segundo al mando de la dirigencia central de Al Qaeda describió hace poco como casi la mitad de sus ingresos operativos.
"El secuestro de rehenes es un botín fácil", escribió Nasser al-Wuhayshi, el líder de Al Qaeda en la península Arábiga, "tanto que lo podría describir como un lucrativo comercio y un preciado tesoro".
El flujo de ingresos generado es tan considerable que documentos internos demuestran que incluso hasta hace cinco años atrás, el comando central de Al Qaeda en Pakistán estaba supervisando negociaciones por rehenes capturados incluso en sitios tan lejanos como el África. Y más, las versiones de supervivientes detenidos con miles de kilómetros de separación entre sí muestran que los tres principales afiliados del grupo terrorista -Al Qaeda en el Magreb Islámico, en el norte de África; Al Qaeda en la Península Arábiga, en Yemen; y al-Shabab, en Somalia- están coordinando esfuerzos, así como ciñéndose a un protocolo común de secuestro.
Si bien los secuestradores amenazan con matar a sus víctimas, una revisión de los casos conocidos reveló que solo un pequeño porcentaje de rehenes retenidos por Al Qaeda han sido ejecutados en los últimos cinco años, un giro respecto de hace una década, cuando videos que mostraban decapitaciones de extranjeros atrapados por la filial del grupo en Irak aparecían con regularidad. Ahora, el grupo ya se dio cuenta de que puede lograr el progreso de la causa de la yihad manteniendo con vida a los rehenes e intercambiándolos por prisioneros y maletas de dinero en efectivo.
Solo un puñado de países se ha resistido a pagar, encabezados por Estados Unidos y Gran Bretaña. Si bien estos dos países han negociado con grupos extremistas —evidenciado en fecha más reciente por el intercambio que hiciera Estados Unidos de prisioneros talibán por el sargento Bowe Bergdahl—, han trazado una línea cuando se trata de pagos de rescate.
Es una decisión que ha tenido funestas consecuencias. Si bien docenas de europeos han sido liberados sin daño alguno, pocos estadounidenses o británicos han salido vivos. Unos pocos afortunados huyeron, o fueron rescatados por fuerzas de operaciones especiales. El resto fueron ejecutados o aún están detenidos.
"Los europeos tienen mucho por lo cual responder", dijo Vicki Huddleston, la ex subsecretaria asistente de defensa para asuntos africanos, quien era la embajadora ante Mali en 2003 cuando Alemania pagó el primer rescate. "Es una política totalmente de dos caras. Pagan rescates, y después lo niegan", dijo. "El peligro de esto es no solo que eso acrecienta el movimiento terrorista, sino que eso hace que nuestros ciudadanos sean vulnerables".
En 2004, un operador de Al Qaeda, Abdelaziz al-Muqrin, publicó una guía práctica del secuestro, en la cual puso de relieve la exitosa negociación por un rescate de "nuestros hermanos en Argelia". A los pocos años, hubo una escisión en Al Qaeda, con el afiliado del grupo en Irak capturando extranjeros específicamente para matarlos.
En Argelia, los secuestradores de turistas europeos fueron por otro lado: usaron los cinco millones de euros como el capital semilla para su movimiento, reclutando y entrenando a combatientes que escenificaron una serie de ataques devastadores. Se convirtieron en una fuerza regional y fueron aceptados como una rama oficial de la red de Al Qaeda, que los llamó Al Qaeda en el Magreb Islámico. A medida que los secuestros se convirtieron en su principal línea vital, ellos mejoraron y perfeccionaron el proceso.
Para el 2 de febrero de 2011, cuando sus vigías en el sur de Argelia detectaron a una turista italiana de 53 años, Mariasandra Mariani, admirando las ondulantes dunas a través de un par de binoculares, manejaban una operación elegante.
Mariani se enteraría más tarde que tenían una infraestructura de provisiones enterradas en la arena y marcadas con coordinadas de GPS.
Una tarde, se detuvieron justo en el borde de una duna. Los combatientes bajaron con una pala. Después ella oyó el sonido de un motor de automóvil. Repentinamente, una camioneta de carga arrancó a toda velocidad: habían enterrado un vehículo entero en la montaña de arena.
"Fue en ese momento que me di cuenta, estos no son delincuentes normales", dijo Mariani. Pasaron semanas antes de que los captores de Mariani anunciaran que le permitirían hacer una llamada telefónica. Le pasaron un guión y marcaron el número de Al Jazeera.
Durante los 14 meses que pasó cautiva, cada vez que los secuestradores sentían que la atención había menguado, montaban una casa de campaña en el desierto y obligaban a Mariani a grabar un mensaje en video, mostrándola rodeada por sus captores armados.
Familias a lo largo de Europa se unieron, presionando a gobiernos para que pagaran. Mariani fue liberada junto a dos rehenes españoles, por un pago de rescate que un negociador dijo que estaba cerca de ocho millones de euros.
Después de casi un año de estar cautiva en 2012, Mariani pensó que ya no podía soportarlo. Le dijo a su guardia que su modesta familia, que cultiva olivos en las colinas arriba de Florencia, no tenía el dinero, y que su gobierno se negaba a pagar por rescates. Su captor la tranquilizó.
"Sus gobiernos siempre dicen que no pagan", le dijo a Mariani. "Cuando regrese, quiero que le diga a su gente que su gobierno sí paga. Siempre pagan".
LOS PAÍSES CON MÁS REHENES
De los 53 rehenes que se sabe han sido secuestrados por ramas oficiales de Al Qaida en los últimos cinco años, un tercio eran franceses. Además, naciones como Austria, Suiza y España, que no cuentan con grandes comunidades de expatriados en los países secuestran, representan más de 20% de las víctimas.
Decisión. Estados Unidos y Gran Bretaña no pagan rescates y pocos rehenes sobreviven.
Los negociadores creen que ramas de Al Qaeda tiene claro cuáles gobiernos pagan.
Marcando un contraste, solo se sabe de tres estadounidenses que han sido secuestrados por Al Qaida o sus afiliados directos, representando apenas 5% del total.
"Para mí, es obvio que Al Qaeda los está atacando por nacionalidad", dijo Jean-Paul Rouiller, el director del Centro Ginebra de Entrenamiento y Análisis de Terrorismo, quien ayudó a crear el programa suizo de contraterrorismo.
Fuente: elpais.com.uy
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