lunes, 29 de agosto de 2011

Libres y comprometidos (2)


Escrito por PEDRO ÁLAMO

Decíamos en la primera parte del artículo que al ser humano le cuesta vivir en libertad. Siempre es más fácil tener normas que nos indiquen lo que podemos y lo que no podemos hacer. Cuando éstas faltan, parece como si nos perdiéramos y no supiéramos orientarnos en la vida.

Intentamos responder a una cuestión básica que tiene que ver con el seguimiento de Jesús y es: ¿Cómo es que somos libres?

Decíamos que somos libres, al seguir a Jesús, de nuestro propio egoísmo, de la tiranía de los demás, de las presiones sociales, de las ideologías políticas. Para complementar esta idea, el apóstol Pedro nos recuerda: “como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” (1ª Ped 2.16). Como libres pero como siervos, lo que daba pie para plantear la segunda pregunta cuando afirmaba al principio que somos libres, pero estamos comprometidos. ¿Comprometidos con qué?

1.Comprometidos con el Reino de los cielos.

Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: “Si permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8.31-32). Así que, en la medida en que permanecemos en la palabra de Jesús de Nazaret, es decir, la verdad de Dios, seremos libres.

Por eso, cada vez que abrimos las Escrituras, hemos de hacernos algunas preguntas: ¿Qué tiene que ver lo que estoy leyendo con el Reino de Dios? ¿Qué compromiso estoy dispuesto a asumir en el Reino de los cielos?

Al comprometernos con el Reino de los cielos, nos comprometemos con el bien y esto se expresa en términos de justicia, paz y libertad. Si nos damos cuenta, la esencia de la convivencia social tiene que ver con estos 3 conceptos: Igualdad de todos los seres humanos, la violencia de género, la delincuencia, la pobreza, la guerra, el derecho a una vivienda digna y a un trabajo remunerado, el reparto de la riqueza, la preocupación por el huérfano, la viuda y el extranjero…

Todo esto tiene que ver con la justicia, la paz y la libertad y eso es estar comprometidos con el Reino de los Cielos.

2.Comprometidos con la Comunidad de discípulos.

Podemos ser creyentes y estar comprometidos con el Reino de los cielos, pero no congregarnos en ninguna Comunidad o podemos entender que el Reino de los cielos tiene que ver con mostrar una comunidad alternativa o una sociedad de contraste que proclame que es posible otra forma de hacer las cosas, a la manera de Jesús.

En cualquier caso, si queremos que la Comunidad Cristiana funcione, se requiere personas comprometidas con el Reino, por supuesto pero, también, con los demás miembros de la comunidad porque, de lo contrario, no podremos desarrollar ningún proyecto de avance.

Para llevar adelante cualquier empresa, hace falta, entre otras cosas, 3 ingredientes: Un proyecto, dinero y personas.

Pensemos en la iglesia:

  • Un proyecto: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mc 16.15). Este es el objetivo del proyecto del Reino de los cielos.
  • Dinero: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2ª Cor 9.7). Somos libres para dar una parte de nuestros ingresos a la obra del Señor. Pero yo me pregunto, ¿por qué, normalmente, es por debajo del 10% y no por encima? Cada uno ofrenda en libertad pero, también, comprometido.
  • Personas: ¿Con quién contamos para desarrollar el proyecto? Alabanza, discipulado, predicación, escuela dominical, orden, limpieza, evangelización, visitar enfermos, obra social, tesorería… Esto es básico porque el futuro de la iglesia depende de que todos y cada uno de sus miembros entiendan que son necesarios.

Hch 2.44,46: “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno… Perseveraban cada día unánimes en el templo, y partiendo el pan por las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. Eran libres, pero se habían comprometido los unos con los otros.

3.Comprometidos con la sociedad.

¿Qué repercusiones sociales tiene nuestra iglesia en el barrio, pueblo o ciudad donde está ubicada? Esto es fundamental, porque si estamos aquí para ser sal y luz, deberíamos analizar el resultado de nuestra misión y, si detectamos que el resultado es pobre o nulo, deberíamos preguntarnos por qué. Tendríamos que analizar las causas y proponer alguna alternativa de avance. Es lo que haría cualquier empresa que deseara conseguir unos objetivos.

Me llama la atención un texto del libro de los Hechos cuando dice que la iglesia estaba “alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo” (Hch 2.47). La palabra usada para “favor” es cavri" “gracia”. Es decir, que la iglesia, conformada por los que habían creído, mostraba gracia para todo el pueblo. Los cristianos habían recibido de gracia y daban por gracia.

El compromiso con la sociedad nos ha de llevar a luchar por un mundo mejor donde la igualdad entre todos los seres humanos sea nuestra bandera, donde no haya saqueadores de mentes sin escrúpulos que intentan imponer las ideas a los demás, donde el poder del dinero no esté corrompido sino que la solidaridad con el prójimo y con los países más pobres sea manifiesta.

El 30 de agosto 2010, Norma Cruz, una defensora de los derechos humanos, recibió una amenaza de muerte en su teléfono móvil. Un hombre le advirtió que mataría a su hija si no abandonaba el caso de una niña víctima de violación a la que apoyaba como abogada. Norma trabaja en la Fundación Sobrevivientes, dedicada a combatir la violencia contra las mujeres en Guatemala. Amnistía Internacional pidió firmas para que el Gobierno de Guatemala proteja a personas como Norma Cruz, comprometida con los derechos humanos. En 2 días ya se habían recogido 18.833 firmas. Acciones pequeñas, sencillas, de miles y miles de personas, pueden ayudar a conseguir un mundo mejor. Un amigo mío ha citado recientemente un proverbio africano: “Personas sencillas, en lugares sencillos, realizando cosas sencillas, pueden cambiar el mundo”.

Tenemos que denunciar la tortura, la violencia, la xenofobia, la injusticia, el abuso de poder…, porque estamos comprometidos con nuestra sociedad.

4.Comprometidos con nuestra propia familia.

Es evidente que el compromiso ha de comenzar por los que Dios pone cerca de nosotros, es decir, nuestra propia familia. Tenemos padres y tenemos hijos.

Hacia los padres, la Escritura nos enseña a honrarlos y proveerles lo que necesitan: compañía, cariño, respeto, dinero… “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa” (Ef 6.2). Dt 5 incorpora este mandamiento en el Decálogo y añade “para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da” (Dt 5.16).

Hacia los hijos: tenemos la responsabilidad de darles educación, alimentos, bienestar, refugio, salud, libertad, respeto… Así que, tenemos una responsabilidad hacia nuestros progenitores y hacia nuestros descendientes y estamos comprometidos con ellos; son los que Dios ha puesto en nuestro camino primeramente.

En resumen, no veamos una contradicción entre la libertad y el compromiso. Podemos conjugarlos perfectamente: somos libres y estamos comprometidos. 1 Cor 6.12: “Todas las cosas me son lícitas (libertad), mas no todas convienen (compromiso); todas las cosas me son lícitas (libertad), mas yo no me dejaré dominar de ninguna (compromiso)”.

“Andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos” (Salmo 119.45). Es mi convicción personal que Dios desea que vivamos en libertad, y ha de ser nuestra decisión que lo hagamos de una manera comprometida porque sólo así veremos avanzar el Reino de los Cielos.

Fuente: Lupa Protestante

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