02/10/10
La rápida respuesta de todos los países sudamericanos a la crisis que amenazó al presidente ecuatoriano muestra la madurez de la integración regional y su poderoso futuro.
Resta aún despejar el polvo que enturbia la visión de lo que ha ocurrido en estas horas en Ecuador, pero hay un primer dato que sobresale por encima de esas nubes: la reacción de los países de América del Sur frente a este suceso desestabilizante tuvo una extraordinaria solidez, desde la izquierda a la derecha , marcando un límite a la amenaza de violaciones de la institucionalidad. La defensa de la estructura democrática fue planteada inmediatamente. Es un proceso que contempla más de una dimensión, pero que indicó un grado de madurez democrática que fue del que se careció no solo en este espacio global, durante el golpe efectivo que sufrió Honduras en junio de 2009.
Hay otras diferencias substanciales respecto a aquel episodio. Rafael Correa, el presidente de Ecuador, tiene mayor carisma y credibilidad popular que el derrocado hondureño Manuel Zelaya , un hacendado de derecha que giró a posiciones populistas para buscar apoyos que le permitieran otro período en el gobierno. La enorme desconfianza de la población en su liderazgo explicó la reducida y dispersa resistencia al golpe, una de las circunstancias de la que se tomó el grupo ultra que lo llevó adelante.
Hay un fuerte debate respecto a si lo que enfrentó Correa fue efectivamente un intento como aquel para sacarlo del poder o un brote anárquico -en cualquier caso- de destino imprevisible . Lo cierto es que el jefe de Estado --otra importante diferencia con su colega hondureño--, mantuvo siempre la iniciativa. La sublevación policial, que sí existió, se originó en una demanda de esa fuerza en contra de una ley de austeridad recientemente aprobada pero aún no promulgada que le recorta beneficios a los uniformados y demora los ascensos. La protesta se desmadró adquiriendo el carácter de un hecho político con la toma de cuarteles y amenazas. Al calificarla como un golpe, con el argumento del sitio que los rebeldes impusieron al hospital donde quedó retenido, Correa dejó a la intemperie a los sublevados con una factura a pagar mucho mayor que la que habían imaginado y cuyos apoyos en la dirigencia opositora si existieron, se diluyeron en ese instante.
Esa combinación de factores convirtió al presidente en el gran ganador de esta oportuna crisis de horas . Por un lado, neutralizó una bravata que amenazaba con desgastarle el poder si tenía que retroceder con la cuestionada legislación del servicio público. Por el otro, y mucho más relevante, se fortaleció dentro de su propia fuerza política, Alianza País, atravesada por una dura interna con legisladores que ya no acataban sus ordenes. Es por esa situación interna que ahora este conflicto que acabó de modo sangriento y tumultuoso, puede convertirse en el umbral de una eventual elección anticipada que renueve el mandato presidencial y el legislativo.
No sería una derivación sorprendente. Cuando se trata de Ecuador no conviene olvidar que ha sido una de las democracias más inestables de América Latina(la de Argentina no anduvo lejos), con ocho presidentes desde 1996, tres de los cuales cayeron por golpes palaciegos o producto de protestas callejeras. Correa se alzó sobre esa tradición de terremotos políticos, para alcanzar el poder por fuera de los partidos tradicionales en 2006, romper con el viejo orden constituido, disolver el Parlamento y en 2009 obtener un nuevo mandato hasta 2013 con una popularidad del 70% y una nueva Constitución. Participante de la línea “bolivariana” aunque distante del mesianismo imprevisible de Hugo Chávez, Correa comparte, sin embargo, el fervor por el control de la prensa que embandera a esa vereda política de centroizquierda y la noción de la concentración del poder en el vértice del Ejecutivo , otro rasgo distintivo de ese club.
Aquel regreso a las urnas sucedería porque en Ecuador existe un mecanismo constitucional llamado coloquialmente “muerte cruzada” que faculta al presidente para convocar a comicios generales. Es un esquema con cuotas de sistema parlamentario que nació como reacción a esa enorme inestabilidad institucional . El miércoles pasado, poco antes de esta crisis, la ministra Coordinadora del Gobierno, Doris Solis, reveló que Correa preveía la “muerte cruzada”. La razón era que legisladores oficialistas obstruyeron la votación de parte del articulado de esa ley que cuestionad la policía, incluyendo un punto que amplia las facultades del gobernante para remover funcionarios. Solis criticó la “inconsecuencia” de los oficialistas que “decepcionaron” al presidente . La decisión sobre la disolución del Congreso se iba a tomar el jueves pero estalló la rebelión.
Este trasfondo político no debe ser subestimado, aunque lo central de este episodioes la calidad del apoyo que recibió la democracia ecuatoriana . Hay una doble dimensión en esa reacción regional que eleva el pleno respeto que se debe a la Constitución contra cualquier conspiración, pero advierte que sería un esfuerzo inútil si implica recortes en aquello que se defiende. Notar eso es un importante avance en momentos que el juego democrático en este espacio global padece en algunos escenarios de debilidades y amenazas por la persistencia de una visión que tiende a amputar parte de los poderes del Estado.
Esta posición regional que se mostró tan vigorosa, insinúa convertirse en un contrapeso que no sólo enfrente intentonas sediciosas sino que alivie los excesos de los gobiernos contra la democracia . Eso es debido a que esta integración ha crecido y va conformando una alianza de países con una madurez pareja, equivalentes compromisos de crecimiento y acumulación y deberes con el mundo que no admitirían fallas individuales en ese proceso.
Mañana habrá elecciones en Brasil que seguro ratificarán la continuidad en Dilma Rousseff del modelo inaugurado por Lula da Silva que es quien dinamiza ese objetivo regional. Es seguro que el nuevo gobierno profundizará esos pasos: tiempo hace ya que descubrieron que los deberes institucionales son la clave del desarrollo.
Fuente: Clarin.com
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