viernes, 23 de diciembre de 2011

Del tópico a la herejía.


Por Pep Castelló.
Barcelona-UE.

Desde que guardamos memoria hasta el día de hoy, desear paz en Navidad tanto ha sido un acto de comunicación sincera como la repetición de un tópico que muy poco o nada aporta a quien lo dice y a quien lo escucha. Pero aun así, en nuestra ufana civilización occidental cristiana quien más quien menos acepta y da por bueno que Navidad es tiempo de paz. Tan arraigada está esa idea que no faltaría quien tuviera por necio o por hereje a quien desease una subversiva Navidad a las personas que estima.
Desde los más remotos tiempos, la subversión ha sido condenada y perseguida por quienes ejercían el poder. Tratar de alterar el orden ha sido en casi todas las épocas causa de molestias y dificultades cuando no de graves perjuicios. De aquí que las buenas gentes hayan considerado siempre que lo más sensato sea seguir el orden establecido aunque eso signifique someterse al poder y aceptar calladamente las injusticias que este ejerce.
Las posibilidades de que el poder sea injusto son inmensas. Tener poder significa estar por encima de los demás, no tener que someterse a nadie, imponer la propia voluntad, obligar a los demás a aceptar las propias decisiones… “Todos los reinos del mundo te daré si arrodillándote me adoras”. No hay duda de que el poder es muy tentador para una gran parte de los seres humanos.
Tan atractivo es el poder que a lo largo de los siglos ha sido motivo de traiciones y crímenes sin cuento. ¿Cómo, pues, quienes lo ejercen no van a urdir toda clase de martingalas para permanecer en él?
De que el poder mueve a la injusticia, caben pocas dudas. No hay más que mirar en qué mundo vivimos. Un orden establecido por el poder, consagrado por el poder, defendido por el poder, cuyo único fin es beneficiar a las clases más privilegiadas, que son las que de un modo u otro ejercen el poder. Leyes, usos y “buenas costumbres” que sacralizan los privilegios de quienes los poseen. Exclusión de los desheredados y abuso de ellos por quienes poseen privilegios.
¡Dios! ¡Cómo no rebelarse ante ese poder! ¡Cómo seguir deseándonos paz, una paz acorde con el poder, deseada por el poder, impuesta por el poder, cómplice del poder!
En estas fechas que conmemoran el nacimiento de Jesús de Nazaret, el más ejemplar de todos los rebeldes de nuestra era, capaz de desafiar al orden establecido y trastocar el escalafón social… “No se ha hecho el hombre para el sábado sino el sábado para el hombre”…Bienaventurados los pobres”… “Los últimos serán los primeros”…  ¿Cómo no pensar que el camino hacia la justicia es la subversión y no el acatamiento sumiso del orden establecido? ¿Cómo no desearnos mutuamente valor para sublevarnos contra ese orden injusto, para desafiar a la ortodoxia dominante, esa falsa idea de paz establecida por el poder?
Nunca se transformó nada desde la sumisión y la ortodoxia. Y ya va siendo hora de empezar a cambiar lo que no debe seguir siendo.
Rebeldía pues, insumisión, oposición, al orden dominante, a la ortodoxia dictada por el poder… Herejía, en suma, para las mentes biempensantes, las que con claro sentido del beneficio propio abogan por lo establecido… Pero bienaventuranza para las gentes y los pueblos desposeídos, para los últimos, los desdichados, los oprimidos, los explotados.
¡Que la rebeldía reine ya de una vez en todos los corazones de buena voluntad, para que en un  futuro no muy lejano, a lo largo y ancho de la tierra, pueda tener todo ser humano una ¡Feliz Navidad! + (PE)
Fuente: Apia Virtual

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