Homero Bazán
Diciembre de 2011
Durante esta época decembrina, cientos de miles de capitalinos no disfrutarán de vacaciones o días libres, inclusive el 24 y el 25 de diciembre, pero no precisamente porque sus labores sean vitales para la seguridad nacional o sean los encargados de cuidar los índices de radiación en una planta nuclear, sino sencillamente porque sus jefes desean dar la imagen de productividad a costillas de su descanso.
Contrario a la idea que durante mucho tiempo perduró a cerca de los mexicanos, retratados como unos flojos, cifras internacionales muestran que México y su capital principal es uno de los países donde los empleados gozan de menos semanas vacacionales al año.
Mientras en numerosos países de Europa los empleados gozan de entre cuatro y hasta ¡siete! semanas de descanso al año, en México perdura la idea de que tomar vacaciones es considerado un acto que atenta con las directrices del sector productivo.
Revisando en la hemeroteca ediciones de periódicos de mediados del siglo XX, me encontré con que el fenómeno no es nuevo, y existe una programación muy vieja para hacer sentir culpables a los mexicanos por exigir tomar vacaciones. “Mientras todos nuestros flojos competidores toman vacaciones, nosotros le ofrecemos servicio en toda fecha festiva”, “en esta oficina trabajamos sin descanso los 365 días del año”.
Hace poco escuche los siguientes comentarios: “es un flojo, siempre que hay vacaciones las pide”, “necesito un empleado workaholic, que no me salga con que quiere vacaciones”, y “mi esposo fue un santo, trabajó para nosotras como negro, nunca tomaba vacaciones”.
De acuerdo con un estudio que nos facilitaron los investigadores María Luisa Barath y Fernando Monteros, el no tomar descansos frecuentes del trajín laboral, es algo tan dañino para la salud física o emocional, como el alcoholismo o el consumir cocaína y heroína.
El empleado que trabaja sin descanso y no goza de descansos mayores a 14 días seguidos cada seis meses, tiene un mayor riesgo de perder nociones básicas de vida personal, olvidar metas personales, descuidar su salud, tener malos hábitos de alimentación, sedentarismos, sufrir frustración, ira, poca motivación, lo cual lo hace un blanco fácil de numerosas adicciones que derivan en depresión, ansiedad generalizada (ataques de pánico), presión arterial alta, diabetes y problemas cardiacos
“Yo dudaría mucho de la eficiencia y productividad de un equipo de trabajo en alguna empresa publica y privada donde lo empleados no toman vacaciones”, afirma el especialista, quien comparó a las empresas u oficinas que no toman descansos con un automóvil que es forzado a nunca detener su marcha y no recibir mantenimiento.
“Lo mismo sucede con una empresa cuyos empleados están saturados por la falta de descanso, dejaran de ser eficientes y la productividad descenderá hasta en un 50 por ciento”, afirma Maria Luisa Barath.
De nada sirven, agrega, los llamados “puentes laborales”, que tanto critican los tecnócratas, pues muchos empleados explotados los utilizan para hacer actividades vitales que no pueden hacer en días de saturación laboral.
Se calcula que las pérdidas económicas por no tomar vacaciones, arroja, tan sólo en México, la conservadora cifra de 25 mil millones de dólares cada año. Por el contrario, algunas de las medianas y grandes empresas más productivas de la última década, fueron aquellas que otorgaron a su personal más de cuatro semanas de vacaciones al año.
Se requiere, afirman, de una urgente modificación a la ley para exigir a las empresas e instancias públicas un aumento en los periodos vacacionales al año, así como de una línea telefónica para denunciar a patrones y servidores públicos que no otorguen descansos a sus empleados.
“Es un problema de salud grave que bien podría estar causando muchos de los problemas de salud, violencia y depresión que viven muchos mexicanos”, agregaron.
Fuente: ApiaVirtual
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