Los pueblos, sujetos, no siervos, de la economía
Dignidad contra economía
Profetas para tiempo de crisis
Los pueblos, sujetos, no siervos de la economía Informarse para ser libre
“Siempre hay que preguntar: la libertad, ¿para quién? Porque la libertad no es lo mismo para unos que para otros. En manos del poderoso, la libertad sirve para hacer lo que le dé la gana con los demás”(José Luis Sanpedro).
“Jesús dijo abiertamente que el antidios es el dinero. Esto no es de ningún marxista, ni de ningún teólogo de la liberación. Esto es del Señor Jesús: hijo de Dios y de María de Nazaret. Realmente, el dinero es el pecado, el diablo, la muerte” (Pedro Casaldáliga).
1. Quienes investigan, nos preguntan
La opinión pública y la salud democráticas de nuestros pueblos van descubriendo, en su aparente pasividad y anonimato, que la crisis viene de donde viene, urdida secretamente con protagonistas y finalidades ya indisimulables. Es hora de apuntar a la realidad y no seguir alanceando ingenua o interesadamente molinos de viento.
¿Quién determina la crisis que sacude a Europa? La pregunta es clave y más todavía si queremos responderla bien y acertar en la solución.
El mundo en que vivimos nos depara espacios de información y libertad que escapan al control de quienes desearían no existieran. En relación al tema de la crisis actual, son ya muchas las publicaciones críticas, pero puede ser noticia para muchos el libro (298 páginas, 7ª Edición, trece años de estudio), de Daniel Estulin, periodista, ganador de tres premios de investigación en EE.UU. y Canadá, que recoge datos, informes, noticias que ayudan a investigar las actividades secretas del Club Bilderberg y a comprender de donde vienen y por dónde pasan las decisiones que mueven al mundo.
Bilderberg es una organización internacional que incluye políticos, financieros y corporaciones multinacionales y que ejerce un gobierno mundial a la sombra, (sus gestiones a favor del público las lleva siempre en privado) con una reunión anual a la que acuden 120 invitados y en la que dictaminan cómo llevar a cabo sus proyectos. El autor saca a luz su lado más oscuro, ciertamente, que es lo que no se conoce y va describiendo con rigor dónde actúa y a quién controla (Gobiernos e Instituciones internacionales), en qué medida el terrorismo es promovido por los Gobiernos y cómo asegura la manipulación a base del miedo.
Lo nuevo del Bilderberg parece ser su ataque a los derechos de las personas y la democracia, pues disponen de amplios poderes de coacción y terror para acabar con la resistencia. Sin embargo, aplican refuerzos positivos más que negativos para frenar la rebeldía y el resentimiento y lograr que la población se someta sin sublevarse.
. El autor alerta contra la pasividad y rutina de cuantos creen que nada de lo que ocurre les afecta y apuestan por callarse. ¿Seguiremos como esclavos o libres?, se pregunta. “Es un dilema que nosotros debemos resolver”, responde. No sorprende pero da que pensar el gran dominio que Bilderberg tiene sobre los medios de comunicación y que le sirven cómplicemente. ¿Por qué esos grandes medios no hablan nada de esto? Todos parecen suscribir un pacto de silencio, nadie se atreve a hablar.
Bilderberg cuida hábilmente cómo romper la fortaleza psicológica del individuo, disminuir su coeficiente intelectual (a menor nivel intelectual, menos capacidad de resistencia) y cuenta para ello con la televisión y los programas “basura”.
La misión de Bilderberg de llegar a un dominio total es, para el autor, contra naturam, aunque no dudará en generar sucesivas crisis financieras, ambientales, guerras. Pero, ya a pocos convence de que sus guerras son para una mayor democracia , libertad y paz.
Un mercado único es el mercado globalizado, que requiere un sistema económico único globalizado, así como una cultura única globalizada. De esa manera, nuestras necesidades quedan todas ellas supervisadas por el Ordenador Global.
A pesar de todo, el autor apuesta por la esperanza del ser humano, que es la que le hace crear un soterrado y pertinaz movimiento de liberación contra esta opresión y de la que saldrá vencedor. Los pueblos se resisten a entregar su libertad, precisamente en un momento como el nuestro en que la globalización subordinada a una economía deshumanizada de élites, es una amenaza histórica. “La dignidad humana y la diversidad cultural que se entienden al momento en todas partes y no necesitan traducción, son algunos de los aspectos más valiosos de la tradición universal”.
2. Dignidad contra economía
Tras la información, la reflexión. Sabremos mucho o poco de economía. Pero los ciudadanos sabemos que la vida personal y colectiva es algo más que una combinación de acciones y números que nos permiten ganar o perder dinero.
Los señores de la economía, -esa pléyade servidores del capital- han equivocado su función por reducir el ser humano a economía. Y pretenden que nos encuadremos en ese molde sin rechistar.
Si sólo saben de números , de subida o bajada de la bolsa, de primas de riesgo, de bonos, de cobros de deuda usureros, es un problema que remite a reexaminar la atrofia de su personalidad, convertida en robot y que se propone, ¡maldita la gracia!, robotizarnos a todos. Les basa con que sepamos trabajar y consumir, en silencio, absolutamente conformados, y lograr que se cumpla el diseño economicista del nuevo orden internacional, y conseguir los objetivos de quienes, desde su obsceno bienestar, ven cómo se impone en todo el planeta.
Trabajar y consumir, sin desobedecer ni hacer valer otros anhelos ni perspectivas que sólo expresan gente desfasada, de metafísica trasnochada o de religión alienante. El progreso económico rompe ataduras de viejos valores , mitos y aspiraciones que ya no volverán.
Por donde se ve que el tema en cuestión no es la economía sino el ser humano, al que con todos sus recursos, especulaciones y secretismos quieren reducir a mercancía, como una baratija cualquiera.
Si, quienes deben contar con los financieros y economistas, no son capaces de hacerles ver que no hay economía válida que no sirva al ser humano; ni teoría económica válida que no sirva para resolver las necesidades y derechos básicos de cuantos formamos la especie humana; que la dignidad humana está por encima de la avaricia y de la prepotencia de una minoría; que las relaciones de unos pueblos con otros deben resolverse desde principios y valores que aseguren primariamente la justicia, la solidaridad, el respeto, la paz; que la economía debe estar supeditada a la vida humana, a la vida de cada persona, de cada pueblo, de cada nación, de cada continente , de la familia universal del planeta tierra; si no son capaces de hacer valer este orden, que no presuman luego de ser guardianes de la democracia, de los derechos y libertades humanas, de un orden internacional imprescindible, ni quieran persuadirnos por la buenas o por la malas hasta someternos.
No lo haremos. Porque hasta ahí no llega su poder. Y podrán espantarnos con el caos si no aceptamos ajustes, reformas y medidas que ellos imponen, pero darán contra un muro. La dignidad humana no es mercancía, ni se compra ni se vende. Si ellos no lo necesitan o lo necesitaban pero se han prostituido, nosotros mantenemos la dignidad que nos es natural, y no tienen fuerza ni argumento para convertir en rebaño la comunidad ni en mercancía la persona.
Hace tiempo que rebasamos la talla del mero materialismo, del racismo, del nacionalismo imperialista, del clasismo dominante; hace tiempo que nuestra evolución nos hizo ver otro horizonte, otra medida, otra forma de convivencia humana. La suya no vale repetirla, ha fracasado, pues no ha hecho sino frustrar nuestro progreso con enfrentamientos, guerras, sufrimientos y retrocesos.
Lo nuestro es ingénito e indeleble, que no se engañen. Y cada vez más se expande y se torna voz, demanda y derecho público. No podrán quebrar nuestra dignidad ni quemar nuestra moral. Su poder ni las toca.
Los nuevos señores del Orden Internacional lo saben muy bien. Hay cosas que ellos no han creado ni podrán manejarlas nunca, ellos mismos las llevan dentro aunque hayan apostatado y saben, por eso mismo, que se estrellarán y de persistir volverán a sembrar la injusticia, la desgracia y la guerra. Sus ideas son atávicas, fatuas, no se puede ir contra la historia. Y el tiempo lo escribe: pasaron las locuras imperialistas, racistas , nacionalistas y no pueden volver, disfrazadas ahora, de rescate o salvación economicista globalizada. Moverán resortes ideológicos, psicológicos, mediáticos, todo lo que quieran, pero no conquistarán ni un palmo del alma humana, invicta y superior a su codiciosa prepotencia.
3.Profetas para tiempo de crisis
José Luis Sampedro
“Ahora estamos ante la crisis de un sistema que se siente amenazado. Porque el país más fuerte del mundo, el país que tiene el ejército más poderoso de todos, el país que se cree el emperador del mundo, tiene miedo. La prueba es que renuncian a la libertad a cambio de que se les prometa seguridad, que además nadie les garantiza. Están dispuestos a ceder lo que sea con tal de conseguir seguridad.
Si no comprendemos el momento histórico en que se encuentra la parábola de la vida del sistema capitalista occidental no comprenderemos nada. Por cierto, noten ustedes con qué facilidad ha surgido dinero de debajo de las piedras, cientos de miles de millones, para ayudar a los bancos culpables del problema. Si se hubiera pedido para curar el SIDA en África o para educación no hubiera salido un millón de pesetas ni siquiera con treinta comités internacionales. Eso demuestra en qué situación del ciclo vital -porque las sociedades tienen su ciclo vital, y nacen, crecen y se hunden- estamos para comprender la transcendencia de la crisis.
El sistema está para que gane la banca, como en las ruletas de los casinos. El sistema es para eso. ¿Qué quiere decir capitalismo? Que es del capital: pues que gane el capital.
Desde años otros pensábamos de otra manera. Los neoliberales decían que éramos unos atrasados y que la libertad es la solución, la libertad del mercado.
El mercado no es la libertad. El economista, Milton Friedman, dice que La libertad de elegir es el mercado. Bueno: pues vaya usted al mercado sin dinero en el bolsillo y vamos a ver qué elige usted. Esto quiere decir que la libertad la da el dinero que usted lleva, y no el mercado.
Tenemos que defendernos frente a esos neos que lo que hacen es justificar los deseos de los ricos. Siempre hay que preguntar: la libertad, ¿para quién? Porque la libertad no es lo mismo para unos que para otros. En manos del poderoso, la libertad sirve para hacer lo que le dé la gana con los demás. Mientras que para el pobre desgraciado la libertad consiste simplemente en que le dejen vivir su propia vida sin reventar a nadie. Es la gran diferencia.
En el siglo XIX de lo que se habla es de progreso, palabra que tiene un sentido más material que en el mundo de la Ilustración y las Luces. Pero eso del desarrollo se refiere casi exclusivamente a la economía. El progreso es una visión que apunta al perfeccionamiento general del ser humano: progreso es mucho más que crecimiento, es más conocimiento, más sensibilidad, más arte, más ciencia; el desarrollo se acaba quedando en puro desarrollo económico. ¿Por qué? Porque es lo que interesa en una civilización cuyo Dios es el dinero y que ha hecho de todo una mercancía.
Esto no se corregirá por voluntad de los dirigentes, sino porque se hará evidente que no se puede seguir así. Algunos de los últimos estudios que he leído sobre esto afirman que para dar a toda la humanidad el nivel de vida de Gran Bretaña harían falta tres planetas Tierra. Porque el planeta Tierra ya no tiene capacidad para regenerar lo que destruimos cada año.
Son necesarias dos cosas. La una es el decrecimiento, que implica tener sentido de la medida, que es algo de lo que esta cultura nuestra carece. La otra es la redistribución, porque pensar que con la ayuda al desarrollo que se da ahora, muy inferior al dinero que se entrega para sostener los bancos en Estados Unidos, se va a llevar a los pueblos pobres al nivel de los ricos es una ilusión, que no sirve más que para calmar conciencias de los ricos y para dar alguna esperanza a algunos pobres ingenuos. Es completamente ilusorio.
Hay culturas enteras cuyo objetivo principal no es el beneficio económico. Su objetivo principal no es apoderarse de las riquezas naturales, destruirlas y estropearlas, sino todo lo contrario: armonizarse con ellas. Pensamientos como el budismo o el taoísmo nos llevan a solidarizarnos con el mundo exterior, a vivir en armonía con lo que nos rodea y a aprovecharlo, pero a aprovecharlo con sensatez. No con despilfarro ni con destrucción ciega y loca.
Llevo un tiempo diciendo que estamos viviendo una época comparable, salvando las distancias, y entre ellas las tecnológicas, con el caso del desmoronamiento de la civilización romana y de la barbarie que siguió después. Para mí las cámaras de aniquilación de Hitler y las ejecuciones promovidas por Stalin -para que no se diga que uno es partidario de unos u otros- son casos de barbarie. Pero la invasión de Iraq por el señor Bush es también un caso de barbarie. La idea de los ataques preventivos supone volver a la ley de la selva: el ataque preventivo es un ataque sin más justificación que la de hacer más daño si se ataca el primero. Esto sólo lo puede hacer el más fuerte, porque si el más débil ataca primero, lo machacan. La ley del ataque preventivo es, sin más, la ley del más fuerte.
Estamos atacando los principios básicos que fueron de esta civilización. La misma idea de la familia, la de la familia tradicional, está desmontada. Aunque en ciertos aspectos me parece bien, en otros no me lo parece. Usamos las mismas palabras, pero las palabras han cambiado de contenido. El sistema seguirá nominalmente funcionando, pero los valores tradicionales quedarán socavados y eso significa la barbarie.
Estoy deseando que el sistema se desmorone y que desescombren el solar y construyan otra cosa. Porque esto verdaderamente va contra la dignidad humana, que es un valor supremo. De modo que soy optimista. Espero que esto se vaya al garete -yo no lo veré- , pero ustedes disfrutarán del espectáculo. Será incómodo, pero disfrutarán del espectáculo. Y vendrá otra cosa. ¿Cuál? No lo sé. En el feudalismo a nadie se le ocurría que iba a llegar el capitalismo, pero aquello se hundía. De modo que en esta situación estamos y dentro de eso se inserta la crisis”.
Pedro Casaldáliga
El imperialismo es pecado
“El imperialismo es pecado, porque es desviación, porque es negación de los pueblos. Así como cada persona es una imagen individual de Dios, también cada pueblo y cada cultura es una imagen colectiva de Dios. Como personas, como pueblos, como Iglesia tenemos el deber , no sólo el derecho, de defender las culturas, la alteridad cultural, la identidad cultural”.
La gran blasfemia de nuestros días, la macroidolatría del mercado total.
“La herejía suprema de nuestros días es la macroidolatría del mercado total. Esta es la gran blasfemia de nuestros días. Y es, puede ser, la omisión de la Iglesia, la insensibilidad de las religiones, frente a la macroinjusticia institucionalizada hoy en el neoliberalismo que, por esencia, es pecado, pecado mortal, asesino y suicida. Por esencia, digo, el neoliberalismo excluye la inmensa mayoría de la humanidad. Este es el pecado del mundo, y puede ser el pecado de la Iglesia”.
El antidios es el dinero
“El capitalismo colonialista crea necesariamente dependencia y divide al mundo. El capitalismo es la culebra aquella primera, siempre astuta. Jesús dijo abiertamente que el antidios es el dinero. Esto no es de ningún marxista, ni de ningún teólogo de la liberación. Esto es del Señor Jesús: hijo de Dios y de María de Nazaret. Realmente, el dinero es el pecado, el diablo, la muerte.
El precapitalismo, el capitalismo y el neocapitalismo ahora van a utilizar las estructuras de Gobierno que le interesen. Es un camaleón que sabe adaptarse muy bien a las diferentes circunstancias. Hemos acabado con las dictaduras militares e incluso con los imperios. Ahora estamos en el mercado, en el neoliberalismo, en la democracia. El especialista Chomsky afirma que el mundo está estructurado en dos: una minoría, que son un 15 % y que son los que tienen derecho a vivir bien y el resto. Es indudable que el tercer Mundo está en el resto”.
Imposición de una cultura única
“Se nos está queriendo imponer una cultura única. Una macrocultura, que nos la pasan por la televisión, nos la pasan en la cama. En Brasil, en América Latina y en Europa el 70 o el 75 por cien de las películas son gringas, norteamericanas. Y yo digo que una macrocultura acaba siendo más asesina que muchas armas. Culturas impuestas, no sólo matan a los cuerpos, matan las almas, explosionan la salud de los pueblos”.
Fuente: Redes Cristianas
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