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jueves, 21 de febrero de 2019

Papa Francisco inaugura cumbre contra abusos y anuncia medidas "concretas y eficaces"


El papa Francisco indicó que lo que se espera de la Iglesia no es solo condenar los abusos de sus clérigos sino “medidas concretas y efectivas” para erradicarlos, durante su discurso al inicio de la reunión para la protección de menores que se celebrará hasta el domingo en el Vaticano.

“El pueblo de Dios nos mira y espera de nosotros no simples y obvias condenas, sino medidas concretas y efectivas”, afirmó el papa ante los 190 representantes de la jerarquía eclesial reunidos para afrontar el problema de los abusos en una cumbre sin precedentes en la historia de la Iglesia. “Se necesita concreción”, remarcó en su discurso.

“Ante el flagelo del abuso sexual perpetrado por los hombres de la Iglesia contra los menores, pensé en consultarme con ustedes, patriarcas, cardenales, arzobispos, obispos, superiores religiosos y responsables, para que juntos(…) podamos escuchar el grito de los pequeños que piden justicia”, comenzó Francisco su discurso de apertura de la cumbre”.

El pontífice indicó a los presentes que “sobre este encuentro pesa la responsabilidad pastoral y eclesial que nos obliga a discutir juntos, de manera sinodal, sincera y profunda sobre cómo enfrentar este mal que aflige a la Iglesia y la humanidad”.

El papa adelantó que se entregará a los participantes, entre ellos 114 representantes de las Conferencias episcopales, unas “líneas-guías” para ayudar a reflexionar y que serán “un simple punto de partida”.

jueves, 27 de abril de 2017

Brasil: la clase obrera no puede perder los derechos que han sido conquistados con tanto esfuerzo.


Varios obispos brasileños llaman a sus fieles a secundar la huelga general del país
"La clase obrera no puede perder los derechos que han sido conquistados con tanto esfuerzo"
El Episcopado del país se reúne desde hoy para estudiar las polémicas reformas del Gobierno Temer


L. M. Modino/Agencias, 26 de abril de 2017


Un buen número de obispos han promovido en sus diócesis diversos eventos en los que han movilizado a los católicos a manifestarse contra las políticas gubernamentales y a participar de la Huelga General

(L. M. Modino/Agencias).- El obispo de Barra do Piraí-Volta Redonda, Francesco Biasin, ha pedido a los fieles de su diócesis que se sumen a la huelga general proclamada por los sindicatos para este viernes 28 de abril. Llamado del que ha hecho eco el arzobispo de Olinda y Recife, Fernando Antonio Saburido, O.S.B., quien ha subrayado que las reformas del Gobierno Temer ponen en entredicho los derechos de los trabajadores.

"Invito a todos a participar y a pedir justicia y dignidad", ha dicho Biasin en un vídeo mensaje publicado en el sitio web de su diócesis y relanzado en las redes sociales. "Es una causa justa defender los derechos adquiridos", ha explicado, "en defensa de la vida y de la dignidad de todos, especialmente los pobres y vulnerables".

La huelga ha sido convocada por todos los sindicatos brasileños en protesta contra la reforma de las pensiones y contra la reforma laboral propuesta por el Gobierno del presidente Michel Temer. Estas reformas tienen como objetivo aumentar la edad mínima para la jubilación y eliminar algunos derechos y garantías laborales, en un supuesto intento por parte del gobierno de reducir el déficit presupuestario y fomentar la creación de puestos de trabajo.

"Hagamos ver a nuestros líderes nuestra indignación con respecto a las reformas impuestas a la población, sin diálogo con la sociedad civil organizada, y para expresar nuestro deseo de construir un Brasil mejor para todos", ha dicho el obispo.

La invitación de Biasin no es la única. Saburido, arzobispo de Olinda y Recife, también ha hecho un llamamiento a los fieles a participar en la manifestación nacional. "La clase obrera no puede perder los derechos que han sido conquistados con tanto esfuerzo", se lee en su declaración.

Hoy comienzan en Brasilia los trabajos de la Asamblea de la Conferencia Episcopal, y el Secretario, Leonardo Steiner, obispo auxiliar de Brasilia, ya ha anunciado que este tema será el que se tratará hoy, 26 de abril.


Los obispos brasileños se preparan para una Asamblea General que se prevé histórica


Comienza este miércoles en Aparecida, casa de la Patrona de Brasil, la 55ª Asamblea General de la CNBB, Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, que se extenderá hasta el próximo 5 mayo, donde se espera la presencia de más de 300 prelados, entre titulares y eméritos, que forman parte de los 18 Regionales en los que se divide la Iglesia Católica en el gigante sudamericano.

El tema general a ser estudiado este año es el de la Iniciación Cristiana, lo que ocupará la mayor parte del tiempo de diálogo y reflexión, y que pretende ser un momento que ayude a crear instrumentos que puedan ayudar a encontrar caminos evangelizadores. En las últimas semanas los obispos han recibido un texto previo, coordinado por el Arzobispo de Curitiba, Monseñor José Antonio Peruzzo, que servirá como punto de partida en las discusiones a ser realizadas en Aparecida.

En opinión del Arzobispo de Curitiba, la iniciación cristiana es un elemento que aparece con fuerza en el Documento de Aparecida, del que se cumplen 10 años en 2017, e insiste en que es necesario un cambio de mentalidad en este campo. En ese mismo sentido, el Arzobispo de Brasilia, Cardenal Sergio da Rocha, Presidente de la CNBB, ve necesario dar mayor atención a la iniciación cristiana, comenzando por el Bautismo, que debe ser más valorado, mejor preparado y vivido.

Junto con el tema central, los obispos brasileños deben abordar aspectos relacionados con los 300 años del encuentro de la Imagen de Nuestra Señora Aparecida, lo que motivó que 2017 fuese declarado Año Mariano, así como el próximo Sínodo de los Jóvenes.

Pero por encima de los temas a ser tratados, lo que puede convertir esta asamblea en un momento histórico es la previsible reacción del episcopado brasileño contra las reformas y políticas promovidas por el Gobierno Temer. A lo largo de las últimas semanas han aparecido diferentes notas de la Presidencia de la CNBB, del Consejo Permanente, de diversos regionales, así como de obispos en particular, que se han mostrado contrarios a las decisiones arbitrarias contra los más pobres tomadas por el actual gobierno brasileño.


A través de diferentes vehículos de información y de las redes sociales muchos obispos se están posicionando al respecto. Un buen número de ellos han promovido en sus diócesis diversos eventos en los que han movilizado a los católicos a manifestarse contra las políticas gubernamentales y a participar de la Huelga General prevista para el próximo viernes, 28 de abril.

Por su parte el Gobierno, preocupado con la postura de la Iglesia Católica, encabezada por su episcopado, ha tratado de manipular informaciones y querer usar la figura del Papa Francisco a su favor. La última tentativa fue un encuentro esporádico en la Plaza de San Pedro del actual alcalde de São Paulo, João Doria Jr, uno de los posibles candidatos de los aliados del actual gobierno a la Presidencia de la República, que ha querido convertir en audiencia privada. Todo en la tentativa de querer mostrar a la sociedad brasileña mayor proximidad con la Iglesia Católica.

Lo cierto es que se espera una reacción de la Asamblea General de la CNBB ante la actual situación política por la que el país está pasando, y muchos creen que ésta será contundente, profética e histórica.

miércoles, 29 de julio de 2015

Sacerdote argentino candidato al Nobel de la Paz.

El sacerdote argentino Pedro Opeka, a quien llaman "Madre Teresa con pantalones"

Un argentino rescató a 500.000 personas de la pobreza extrema en Africa y es candidato al Nobel de la Paz

El padre Pedro Opeka llegó a Africa a los 22 años y allí quedó impactado por la cantidad de gente que vivía de la basura. Con mucho trabajo, creó una ciudad con 17 barrios, cinco guarderías y cuatro escuelas. 


Un argentino rescató a 500.000 personas de la pobreza extrema en Africa y es candidato al Nobel de la Paz. El padre Pedro Opeka llegó a Africa a los 22 años y allí quedó impactado por la cantidad de gente que vivía de la basura. Con mucho trabajo, creó una ciudad con 17 barrios, cinco guarderías y cuatro escuelas. 

El padre Pedro Opeka viajó a los 22 a Madagascar, uno de los países más pobres de África, y se instaló para siempre. Allí rescató a más de medio millón de personas que vivían de la basura, creó pueblos y colegios y hoy es considerado el “Albañil de Dios”. Este año, el argentino, fue propuesto como candidato para el Premio Nobel de la Paz.

En Argentina muy pocos lo conocen, pero en el mundo circulan más de 10 libros sobre su obra y su trabajo quedó registrado en siete documentales, incluido uno de Jacques Cousteau. También lo llaman “La Madre Teresa con pantalones”, “Soldado de Dios”, “El Santo de Madagascar” o “El apóstol de la basura”.


Al Padre Pedro, a los 22 años, la congregación de San Vicente de Paul le ofreció viajar a Madagascar y no dudó. En ese lugar conoció la miseria: “Cuando llegué a Antananarivo, la capital, vi miles y miles de personas que vivían de uno de los basurales más grandes del mundo. Esa noche no dormí y le pedí a Dios que me de fuerzas para rescatarlos de ahí”, cuenta a Clarín.

Le tomó tiempo ganar la confianza del pueblo y utilizó el fútbol para acercarse a la población y romper con el estigma de ser el único blanco. En 1990, puso la primera piedra en Akamasoa (que significa “Los buenos amigos” en el idioma malgache), un lugar para los pobres. 

Akamasoa se convirtió en una gran ciudad, con 17 barrios y 25 mil personas; el 60% menores de 15 años. Hay cinco guarderías, cuatro escuelas, un liceo para mayores y cuatro bibliotecas. En total, 10 mil los escolarizados.



lunes, 13 de julio de 2015

Un fantasma recorre América.


Por Luis Bruschtein

“Queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos. Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra.” Estas palabras provocaron un estallido de aplausos de los representantes de los movimientos sociales de América latina, muchos de ellos ubicados a la izquierda de la izquierda. Y no estaban aplaudiendo a Fidel, a Evo, a Chávez o a Cristina Kirchner, o Lula, sino a la eminencia mayor de los católicos. No se conocen antecedentes en que el máximo líder de la Iglesia pronuncie un discurso como ese discurso en semejante escenario.

El discurso del papa Francisco ante los movimientos sociales reunidos en Santa Cruz de la Sierra tuvo una resonancia inédita y hasta cierta connotación surrealista por lo disruptiva. Un papa católico, junto a Evo Morales y líderes obreros y campesinos en un pequeño y expoliado país de América latina. Más allá del origen latinoamericano de ese papa, la elección de la escena y las palabras que se volcaron implican una decisión política que tiene profundas implicancias en el escenario internacional. Es un papa que ha optado por una papel terrenal, al igual que Juan Pablo II, pero en un registro político muy diferente.

“Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos.” Parece la apropiación de una frase proveniente de otra cultura política. El Papa la formula rodeado de obispos latinoamericanos que fueron designados por sus antecesores y que en buena medida han expresado todo lo contrario. Ese cuerpo de obispos no tiene la misma gimnasia y, seguramente, varios de ellos se sentirán incómodos.

Hubo varias referencias que tienen implicancias directas con muchos de los conflictos argentinos. Al enumerar algunos de los problemas más graves de las sociedades modernas subrayó “la concentración monopólica de los medios de comunicación social”. Mientras hacía estas afirmaciones, que en Argentina tienen una significación concreta con el Grupo Clarín, el enviado de ese medio, Sergio Rubin, comentaba con ironía el extraño obsequio –una hoz y un martillo con un Cristo crucificado en el martillo– que Evo le había hecho al Papa y que había provocado su sorpresa. Mientras la pantalla mostraba el obsequio, que se convertía en ese tratamiento mediático en la demostración que se trataba de dos culturas irrremediablemente contrapuestas, el Papa se despachaba en Santa Cruz de la Sierra en contra de la concentración monopólica de los medios, de la que el Grupo Clarín, como exponente argentino de ese fenómeno, se ha convertido en una especie de ogro latinoamericano.

Palabras como “colonialismo” o conceptos como “Patria Grande” formulados en ese contexto ubican al Vaticano en un registro histórico diferente, porque hasta hace unos pocos años, la idea de colonialismo estaba asociada a la Iglesia Católica, también parte de la estructura de poder de señores feudales en épocas coloniales y de terratenientes y oligarquías en las posteriores. La Iglesia formó parte institucional y simbólica de la estructura de poder de las clases dominantes latinoamericanas, con excepción de algunos obispos, muchos de los cuales fueron expulsados, durante los dos papados anteriores al de Francisco, por haber dicho la mitad de lo que dijo ayer el Papa en Bolivia.

Es inevitable hacer una lectura política, porque cada palabra tuvo esa intención: ¿Qué dirían, por ejemplo, asesores de Mauricio Macri como Carlos Melconian o Federico Sturzenegger de la frase “poner la economía al servicio de los pueblos” y oponerse a “una economía de exclusión e inequidad”, o la afirmación de que “el colonialismo, nuevo y viejo, reduce a los países pobres a meros proveedores de materia prima y trabajo barato”? Pocas horas antes, la presidenta Cristina Kirchner en Tucumán hablaba por la cadena nacional de radiodifusión sobre la importancia de tener una economía independiente de los precios de las materias primas, para lo cual era necesario industrializar el país, como se ha impulsado desde su gobierno. Los portales de los grandes medios la criticaron porque hacía un discurso político el Día de la Independencia. La idea de una historia apolítica forma parte de esa cultura colonizada que criticó el Papa, porque tanto la historia como la Iglesia siempre hacen política. Lo que pasa es que las políticas de derecha tienden a ser naturalizadas como apolíticas por el sentido común hegemónico, que es de derecha.

La mayoría de los obispos latinoamericanos, sobre todo los episcopados de cada país, no está en sintonía con esos contenidos. Representan un factor a veces tan conservador o reaccionario como los que critica el Papa. En los países latinoamericanos donde hay procesos populares con discursos en consonancia con el papal, varios episcopados se han convertido en una parte de la oposición junto a los medios concentrados de comunicación. Hubo momentos que en Argentina, bajo la conducción del mismo Bergoglio, también funcionó de esa manera. El discurso del papa Francisco de ayer, que marcará un hito en la Iglesia Católica, no aparece en línea con esos antecedentes. Si ese fuerte contenido baja hacia la línea de obispos, la gran maquinaria simbólica y concreta de la Iglesia habría producido un giro trascendental con una profunda proyección en el escenario mundial.

Fuente: Atrio

domingo, 21 de junio de 2015

La Iglesia no es “romana”; es ¡católica!.



Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

Normalmente no me suelo exaltar cuando escribo, al contrario de los arrebatos que puedo tener cuando hablo. Aunque procuro que sean los menos. Pero al escribir vas pausando tus impulsos, y controlando y bajando la adrenalina. Pero hoy tengo ganas, si bien no las voy a dejar que salgan libremente a la palestra, de trinar y berrear contra ciertos católicos, de los que dudo, por sus comportamientos y tomas de postura ante el Papa, que sean, o siquiera quieran ser, verdaderos cristianos. No pretendo, y no hago, un juicio ético, sino una valoración teórica y general de ciertas tendencias que están demostrando, hasta la saciedad, que, o sus protagonistas no son miembros de la comunidad eclesial, o no entienden nada de qué pueda significar serlo. Y estas personas a las que me refiero están, viven, o trabajan, en Roma, y son considerados muy afines al papado, y a la curia vaticana. Pero, de vez en cuando, surgen excepciones. Y con el papa Francisco la excepción se está convirtiendo en regla.

Nos hemos enterado hoy que e un periódico italiano, “L’Espresso”, difundió ayer el borrador de la próxima encíclica papal, “Laudato si” (alabado seas, que son las palabras con las que Francisco de Asís comienza su himno de las criaturas). El adelanto de la publicación, no respetando el embargo del documento hasta su publicación oficial, ha enojado mucho a la Santa Sede, y, en `particular y en concreto, al Papa. Se trata, evidentemente, de un acto de hostilidad, según el criterio de todos los vaticanistas. Esta filtración ha sido atribuida por los vaticanistas a medios conservadores romanos, que pretenden hacer daño a la estima de los fieles hacia el papa, así como intentar rebajar los magníficos índices de aceptación de que goza el Pontífice. El reputado, y leal, vaticanista Giacomo Galeazzi, quien ya había señalado que el entorno del L’Espresso”, “había sido especialmente activo en las últimas semanas al atacar algunos artículos de La Civiltà Cattolica, la revista jesuita supervisada por la Secretaría de Estado del Vaticano”. Y opinó que se trata “de un ulterior ataque preventivo a una encíclica que tiene en su haber un primado histórico: es la primera que es atacada aún antes de su salida”. Además señala dos objetivos que persiguen con el adelanto de la publicación de la encíclica: 1º), “Debilitar el mensaje de la encíclica, ya que en algunos puntos critica con dureza las políticas medio ambientales de países económicamente poderosos, y 2º), atacar la figura del Pontífice , azuzando las resistencias a su estilo de renovación de la Iglesia, difundiendo, incluso, bulos, como el de sugerir temas que incluso no están incluidos en el documento, como ciertas propuestas sobre planificación familiar. Se ha apuntado al vaticanista Sandro Magister, que lo es, en verdad, en el arte de criticar y obstaculizar la obra de Francisco.

Y todo esto, ¿por qué? Esa actitud de crítica y enfrentamiento feroz, ¿es solo por antipatía personal al Papa, porque no consiguen crear empatía con su estilo, porque piensan que es un peligro para la Iglesia? Nada de eso. Procuraré aclarar en pocas palabras como entiendo yo esta especie de cruzada contra el propósito del papa argentino de volver al Evangelio, porque ese es, para mí, el auténtico problema.

1º), la Iglesia no es Romana, como he afirmado, ya, en el título. Ya he escrito varias veces que el apelativo de “romana” quiere decir, en la Iglesia, exclusivamente, el rito que emplean algunas Iglesias locales occidentales, que popularmente son llamadas “iglesias católicas apostólicas y romanas”, como en toda América Latina, en contraste con iglesias católicas orientales, que celebran con otros ritos. (Así la Iglesia de Milán podría añadir “…ambrosiana”; o la de Toledo, “…mozárabe”; se trata de ritos católicos diversos al romano). Puede suceder que venga un Papa valiente que actúe como en su tiempo lo hicieron Pedro y Pablo, llevando la sede de la Iglesia al centro del mundo conocido, entonces, Roma; ahora podría ser Nueva York. ¿Por qué no?

2º), así que los romanos se asustan de un papa no romano, ni italiano, -¡encima porteño!-, que se sale del guión de actuación tradicional-secular. Sí, porque no son unos pocos años, se trata de siglos. El mero hecho de vivir en Santa Marta, de calzar zapatos toscos y vulgares, de desdeñar la tradicional cruz dorada pontificia y mantener la sencilla y pobre de hierro, de predicar, y cumplir la pobreza personal; de disponer que el banco Vaticano sea solo eso, un Bnco par ayudar técnicamente a la administración de los bienes de la Iglesia en beneficio de los fieles de todo el mundo, sobre todo los más pobres, y no como máquina y caverna de blanqueo de dinero. Todo eso pone nerviosos a los que durante siglos han identificado Iglesia con la pompa, ostentación, brillo, lujo, elegancia, y poder que se vivían, y derrochaban, en Roma. Porque se deben decir muchos funcionarios vaticanos, o adláteres, periodistas, gente de oficios volcados a la grandeza y magnificencia pontificias, ¿y si ahora el Papa pretende que hagamos todos un giro a la pobreza y a la vida sobria y discreta? Este es, realmente, el miedo de los que con tanto empeño, y a veces, saña, se oponen al Papa.

3º) Es preciso decirlo: durante siglos el Vaticano y su máquina y fuente de poder ha sido, en verdad, un anti-Evangelio. Esto no quiere decir que todos los papas hayan sido nefastos para la Iglesia. Como afirmó hace poco el teólogo español José María Castillo, y a fe que no lo ha hecho en exclusiva, sino que cada vez más teólogos y pensadores cristianos se suman a esa idea, “el problema no es el Papa: es el papado”. Esto quiere decir que si ha habido papas buenos, eficaces y santos, más bien pocos, lo han conseguido a pesar de una estructura que ha sido, desde los siglos V-VI, antievangélica, y poco, o nada, cristiana. Hay en el Nuevo Testamento, (NT), más de 50 enunciados, dichos, sentencias, o enseñanzas de las que, explícitamente, se deduce una clara, rotunda e inexcusable condena del estilo de vida, de práctica del poder, y del abuso de autoridad, que ha significado el mundo vaticano en la Iglesia. Por eso la tentativa seria, cristiana, evangélica y eclesial, del papa Francisco, de volver a los valores evangélicos de verdad, y no con declaraciones rimbombantes, que no cambiaban nada, ni provocaban una metanoia en la Iglesia, tiene tan asustados a los que, además, ven, o intuyen, que como sigan las cosas así, van a perder el inmenso, e ilegítimo poder, que ostentaban. Amén, así sea.

viernes, 6 de marzo de 2015

Un paseo por las duchas del Vaticano, otra innovación de Francisco.


La noticia del día es que Marco Cilurzo se ha dado una ducha calentita. Camina por uno de los bordes de la Plaza San Pedro y, si se lo preguntan, Marco lo confiesa sin pudor: “Llevaba semanas sin bañarme. En la estación Termini cobran 8,50 euros que yo no tengo. Por lo general, uno se lava como puede, de a pedacitos, en las fuentes. No es fácil para nosotros, los clochard (sin techo), y mucho menos ahora, en invierno”, dice mientras esquiva turistas entre las columnas que Bernini diseñó con no poca fatiga entre 1656 y 1667 para lograr el efecto óptico sólo perceptible desde el centro de la plaza del Vaticano. Con las uñas limpias y los mitones sucios, Cilurzo, un romano de 48 años que vive en la calle desde 2002, mete la mano en el bolsillo de la campera azul y saca una edición del diario gratuito Metro: “Lo leí acá. Decían que el Papa había mandando construir duchas para los clochard. No lo podía creer. Uno va, hace la fila y entra a bañarse. Nadie te pregunta nada ni te pide documentos. Te dan todo para la ducha y te cortan el pelo, si uno quiere. Yo hoy me rapé.”

En uno de los límites del Estado Vaticano, entre las oficinas de correo y los container devenidos en baños públicos para aliviar urgencias de los fieles que peregrinan hasta la Basílica de San Pedro, -según la Organización Mundial de Turismo, por año siete millones de turistas visitan Roma y El Vaticano-, Bergoglio encomendó a la Limosnería Apostólica la creación de este purgatorio portátil para los más necesitados: tres duchas y un salón de peluquería que funciona los lunes y los jueves. Ahí no más comenzaron a llegar donaciones de tijeras, peines, cepillos, rasuradoras, un espejo y un asiento de barbero. Asistidos por voluntarios de Cáritas y otras instituciones que distribuyen una muda de ropa interior limpia, toalla, jabón, champú, dentífrico, maquinita de afeitar y espuma, todo aquel que aquí se presente es bendecido con ese bautismo casero que la Real Academia Española define como “agua que, en forma de lluvia o de chorro, se hace caer en el cuerpo para limpiarlo o refrescarlo, o con propósito medicinal”. Y cómo no: para muchas de las personas que aguardan su turno en la fila, esta ducha al reparo del invierno cura.

“El único problema es la cantidad de gente en la cola, sobre todo en la de los hombres, porque son muchos. Yo entré y salí enseguida”, dice Micheline Vrankx, una señora belga que emigró a Italia en los años ’70. Micheline tiene la cabeza recién lavada, las raíces canosas de una tintura caoba vencida y un corte carré que acaban de hacerle en la peluquería del Papa Francisco. Hace trece días que ella y su familia viven en la calle. Los desalojaron del departamento que alquilaban porque su marido, Francesco Casalina, se quedó sin trabajo de florista y su hijo Davide, de 35, no consigue. Se cambian de ropa pero pasan sus días, desde entonces, lejos de la higiene diaria. Duermen en el auto, estacionado en un barrio acomodado de las afueras de Roma. Micheline espera afuera con Yago, la mascota de la familia, un perro marca perro que sigue con avidez las migajas del sándwich de salami con el que un guardia del Vaticano mitiga el aburrimiento: su labor es controlar que las agencias no ofrezcan “visitas pagadas a la Basílica sin hacer cola” –cuando en realidad se puede entrar gratis- en la Plaza San Pedro y que los periodistas no hagan entrevistas dentro de las columnatas que delimitan ese espacio que fue de tierra pisoteada y comenzó a pensarse como “piazza” en el siglo IV, con el Papa Niccolò V. Davide y Francesco Casalina están aguardando su turno para el barbero, un señor muy amable que vive en el Trentino, a 640 kilómetros de Roma, y como el lunes es su día franco aprovecha a hacer voluntariado para el Papa Francisco. Se viene en tren. Ida y vuelta en el día. El boleto se lo paga de su bolsillo.

Micheline desespera porque se acerca el mediodía y si su esposo y su hijo no salen a tiempo de las duchas, no llegarán al comedor comunitario de la iglesia de Santa Lucía donde les darían algo de comer. Si se hace tarde, habrá que resistir con el estómago vacío hasta la hora de la cena, de nuevo en la parroquia. Las duchas papales abrieron el 16 de febrero y funcionan todos los días –salvo los miércoles de audiencia general y los días de celebración en la plaza-. Debajo de las columnas de la derecha, la fila de homeless delante de la puerta vaivén de vidrios biselados con la leyenda Servizi/Toilettes arranca a las nueve de la mañana y se va nutriendo. Alcanza su pico al mediodía y languidece a las tres de la tarde, cuando el servicio ofrecido a los sin techo cierra. Los lunes –día de peluquerías cerradas- y los jueves hay un barbero que corta el pelo y afeita. Algunos peluqueros son profesionales que se ofrecen gratuitamente; otros son alumnos del último año de una escuela de peluquería de Roma. Bergoglio, atento y cuidadoso de aquellos a quienes la necesidad ubica en la periferia de su rebaño, encomendó el proyecto de las duchas a Konrad Krajewski, un arzobispo polaco a quien todo el mundo llama monseñor Corrado y que está al frente de la Limosnería, la dependencia apostólica que se ocupa de la caridad del pontífice.

La caridad papal institucionalizada se remonta a los primeros siglos de la Iglesia. Primero la practicaban los diáconos y luego recaía en algún pariente del Papa de turno con más o menos vocación solidaria. El primer pontífice que le dio rango de Limosnería Apostólica fue Gregorio X (1271-1276). “Seguro que bañarse y lavar la ropa no es suficiente. Es necesario también mejorar la presencia con un corte de cabello y una afeitada –nos dice monseñor Corrado-. Teniendo en cuenta que la gente necesitada también circula en colectivos y en el subte, es por el bien común de la ciudad”. Con el propósito de aumentar el presupuesto de la Limosnería Apostólica que permita mejorar la condición de los más pobres, Francisco adoptó una medida antipática para los comerciantes del Vaticano: las bendiciones, esos pergaminos que hasta ahora podían encargarse –se emiten entre 20 y 30 mil por año- en varios negocios pagando hasta 50 euros –de los cuales un mínimo porcentaje iba para la Limosnería-, ahora se solicitan solamente en esa oficina apostólica y por un valor de entre 6 y 25 euros, según el tamaño, los gastos de emisión y envío.

El 17 de diciembre Francisco cumplió 78 años y lo festejó repartiendo 400 bolsas de dormir a personas que viven en la calle e invitando a la audiencia de los miércoles a ocho homeless –tres mujeres y cinco hombres- que le trajeron de regalo girasoles. Una encomienda con 800 kilos de pollo proveniente de España fue donada por el Papa a los comedores para pobres de la diócesis de Roma así como, en otras ocasiones, Bergoglio hizo repartir algunos billetes entre los linyeras que duermen en la estación Termini o tarjetas telefónicas para los inmigrantes de Lampedusa más allá de haber establecido una lotería de beneficencia en el Vaticano. El domingo pasado, luego del Angelus, Francisco mostró desde su ventana un librito de treinta páginas: “Como siempre, también hoy aquí en la plaza aquellos que pasan necesidad son quienes nos acercan una gran riqueza, la riqueza de nuestra doctrina para custodiar el corazón”, dijo a la multitud. Se refería a los cien homeless que repartieron entre los fieles cincuenta mil copias gratuitas de Custodiar el corazón, un librito con lecturas “para vivir bien el tiempo de la Cuaresma”. “Debemos ser cristianos valientes”, dice el epígrafe firmado por el Papa. La Plaza San Pedro, símbolo del barroco italiano, se pobló de ejemplares de Custodiar el corazón a ambos lados de las columnatas de Bernini, ésas que fueron pensadas también como un abrazo del cristianismo a la humanidad. Limpito y recién afeitado, Marco Cilurzo siente que el abrazo esta vez también le llega a él.

Marina Arcusa. Clarín.

Fuente: feadulta.com

martes, 25 de marzo de 2014

Según el corazón de Papa: Obispos, ¡y no solo obispos!



Pablo Herrero Hernández

Eclesalia

En estas mismas columnas, escribía hace unos días José Antonio Pagola en su comentario a las lecturas de uno de los últimos domingos (ECLESALIA, 26/02/14): «Es sorprendente lo que está sucediendo con el Papa Francisco. Mientras los medios de comunicación y las redes sociales que circulan por internet nos informan, con toda clase de detalles, de los gestos más pequeños de su personalidad admirable, se oculta de modo vergonzoso su grito más urgente a toda la Humanidad: “No a una economía de la exclusión y la iniquidad. Esa economía mata”».

Y, en efecto, en el año exacto que el Papa Francisco lleva ocupando la Sede de Pedro, tengo la impresión de hallarme ante un magisterio torrencial, oceánico, ante el que me cuesta horrores «ponerme al día»; no ha terminado uno de leer varias de sus jugosísimas homilías diarias improvisadas en Santa Marta, cuando la última audiencia, la última homilía, el último encuentro, el último documento reclaman imperiosamente su atención. Por no hablar de la Evangelii gaudium, documento luminoso donde los haya y rompedor en más de un sentido, de la que sí me gustaría compartir con todos los amigos de Eclesalia, en las próximas semanas, algo de lo que más me ha llamado la atención.

Pues bien: en todo este providencial torrente de intervenciones, una que, por su importancia, creía yo que merecería una adecuada atención —esta vez, sobre todo, en medios eclesiales—, no me parece que haya sido lo suficientemente considerada ni meditada, ni siquiera leída. Se trata del discurso que sólo hace unos días, el 27 de febrero, dirigió el Papa a los miembros de la Congregación para los Obispos, que como todos sabemos, es la encargada de proponer al Sumo Pontífice los nombramientos episcopales. El discurso en cuestión lo podéis encontrar ya colgado y traducido al español en “Lo que el Papa Francisco quiere que sean los obispos” de la revista Ecclesia.

Creo que se trata de un discurso que, pese a estar dirigido prioritariamente a la Congregación encargada de los nombramientos episcopales y a los propios obispos, nos interesa a todos, pues, al trazar en él el Papa lo que podríamos llamar el «retrato robot» del obispo según su corazón, indudable y necesariamente está delineando para todos —sacerdotes, religiosos y laicos— el modelo de Iglesia que responde a sus aspiraciones.

Y, aunque nada en este discurso tiene desperdicio, dos o tres frases de él me han llamado la atención de manera muy especial. Escribe el Papa que los obispos han de ser «hombres custodios de la doctrina no para medir lo distante que vive el mundo de la verdad que esta contiene, sino para fascinar al mundo, para cautivarlo con la belleza del amor, para seducirlo con el ofrecimiento de la libertad que da el Evangelio. La Iglesia no necesita apologetas de sus propias causas ni cruzados de sus propias batallas, sino sembradores humildes y confiados de la verdad, que sepan que esta les es nuevamente encomendada una y otra vez y que se fíen de su poder. Obispos conscientes de que, incluso cuando sea de noche y la fatiga de la jornada los encuentre cansados, en el campo las semillas estarán germinando. Hombres pacientes, porque saben que la cizaña nunca será tanta como para llenar el campo. El corazón humano está hecho para el trigo; ha sido el enemigo quien, a escondidas, ha arrojado la mala semilla. Pero la hora de la cizaña ya está irrevocablemente fijada» (n.º 6; la cursiva es mía).

No hallo rastro, en todo el discurso del Papa, de una Iglesia perennemente enfrentada con el mundo y con la humanidad; de una Iglesia erigida en custodia de la única ética admisible y reivindicadora de que sus preceptos morales se conviertan en ley civil y positiva para que sean de obligada aplicación a todos los ciudadanos de una sociedad secular y pluralista; de una Iglesia en perpetuo estado de cruzada, en la que el victimismo y el triunfalismo no son sino las dos caras de una misma moneda; de una Iglesia en permanente estado de guerra —o, cuando menos, de sitio— frente a todo lo que caiga fuera de unos confines que ella misma va haciendo cada vez más estrechos. No hallo rastro de una Iglesia así en estas palabras del Papa Francisco, en las que encuentro, en cambio, la honda aspiración y la gozosa indicación de una Iglesia radicalmente distinta, en permanente proceso de conversión al Evangelio como condición necesaria para predicar ese mismo Evangelio; una Iglesia plenamente digna de ser y de llamarse «cristiana»: la Iglesia de este siglo XXI.

Ojalá no sólo los miembros de la Congregación para los Obispos, sino todas las Conferencias Episcopales y cada uno de sus pastores relean, mediten, interioricen y, sobre todo, «se apliquen» este importante texto del magisterio papal, con el que también todos y cada uno de nosotros, discípulos misioneros según la afortunada figura de la Evangelii gaudium, debemos confrontarnos. Será una ocasión de oro para que seamos Iglesia que «fascine al mundo, que lo cautive con la belleza del amor, que lo seduzca con el ofrecimiento de la libertad que da el Evangelio»; para que pasemos de parecer —y a veces de ser— una Iglesia en contra del ser humano, a ser Iglesia que esté realmente, y con todas las consecuencias, al servicio de él.

Quien estas líneas firma, laico devuelto gozosamente a la fe precisamente hace un año, tras casi veinte de increencia, así se atreve a esperarlo, a pedirlo en la oración y a intentar hacerlo realidad.

pabloherrero.hernandez@gmail.com

MADRID.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

domingo, 29 de diciembre de 2013

El Anglicanismo y la igualdad de géneros.



Antoni Ibañez-Olivares

Intervención durante el XIII Encuentro Interreligioso de Sabadell. Sábado, 16 de noviembre de 2013. Traducción del autor al castellano del original en catalán.

Buenas tardes a todas las personas presentes en este encuentro.

Me llamo Antonio Ibáñez y pertenezco a la Església de Crist, de la calle del Sol de Sabadell, que es de inspiración anglicana.

Estoy bastante de acuerdo con la definición de la religión como un conjunto de creencias en algo misterioso que se encuentra fuera de los límites de nuestra razón. Se trataría de una noble aspiración de los seres humanos a encontrar respuestas a ciertos interrogantes vitales, especialmente a la pregunta sobre qué pasará después de la muerte.

Sin embargo, conviene discernir entre las religiones y los que las administran, a quienes para abreviar denominaré en todos los casos “jerarquía” o “jerarquías eclesiásticas”.

Se puede afirmar que a lo largo de la historia todas las jerarquías han aprovechado los legítimos sentimientos religiosos de las personas para procurarse posiciones de privilegio en la sociedad: los sacerdotes egipcios con los faraones, los obispos cristianos con el emperador romano Constantino, los lamas en el Tíbet, los diversos califatos islámicos, etc.

Pero en el grado más bajo de la jerarquía siempre hemos encontrado mujeres, que como diría el actual papa católico, han ocupado una posición de servidumbre dentro de sus respectivas organizaciones.

Hasta el siglo XVIII, con la Ilustración, la independencia de los Estados Unidos de América y la Revolución Francesa, los estados no empiezan a separarse de las jerarquías eclesiásticas. Se producen las respectivas declaraciones universales del hombre (insisto, del “hombre”), y en 1791, también en Francia, la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. Ya se disponía, pues, de una base social y jurídica para la equiparación: la constitución de estados laicos y las primeras declaraciones de derechos.

En el siglo XX encontraremos, entre otros, dos hitos capitales: en 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (no sólo de los “hombres”) por parte de la ONU, y, en especial, la proclamación también por parte de la ONU, en 1999, del día 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Se puede decir que la mayor parte de la legislación básica de los países democráticos occidentales recoge los principios éticos de estos dos textos.

Pero el problema se halla todavía hoy muy lejos de solucionarse: hace bien poco hemos visto como un príncipe de la iglesia promocionaba en España la publicación de un ensayo muy conservador titulado “Cásate y sé sumisa”, de la periodista italiana Costanza Miriano.

Mi parroquia, que como he indicado, es la Església de Crist, pertenece a la iglesia anglicana en España, oficialmente denominada Iglesia Española Reformada Episcopal (I.E.R.E), la cual, a su vez, forma parte de una fraternidad mundial de iglesias nacionales –la Comunión Anglicana- que, siendo autónomas, tienen como modelo teológico y litúrgico el de la Iglesia de Inglaterra. Nosotros dispusimos durante años de una mujer como rectora: la tan recordada Susan Woodcock, y la junta parroquial, que es elegida -y tiene funciones ejecutivas no meramente consultivas como sucede en otras iglesias- está formada por mujeres en una proporción del 50 por ciento.

Si nos referimos al ámbito español de la I.E.R.E, vemos que todavía nos hallamos en una fase incipiente de equiparación, con dos mujeres ordenadas como rectoras parroquiales, aunque muchas más ordenadas como diaconisas, y, a mayor abundancia, nada impide canónicamente que el episcopado pueda ser ostentado por una mujer.

En la Comunión Anglicana encontramos situaciones muy dispares. Así, mientras que en los países de tradición anglosajona, o nórdicos, las mujeres han llegado no sin conflictos a los máximos niveles de la jerarquía, en otros, como los del Cono Sur americano, o en los del continente africano, se encuentran con fuertes resistencias derivadas de las tradiciones culturales específicas de dichos países.

Un caso positivo y preeminente es el de Katharin Jefferts, obispa-presidenta de la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos (anglicana), y que vendría a ser el equivalente del arzobispo de Canterbury, Justin Welby, primado de la Iglesia de Inglaterra.

Refiriéndonos a la igualdad de género, o, mejor dicho, a orientaciones sexuales en sentido amplio, aún resulta más hiriente la situación de gays y lesbianas. Así, hemos de volver a los Estados Unidos para encontrar ejemplos de obispos o de obispas homosexuales, cuya elección, siendo ya una realidad, ha provocado fuertes tensiones en el seno de la iglesia.

Sabemos que en el pasado los anglicanos pecamos gravemente al ponernos del lado de los poderosos (por ejemplo, durante la época victoriana en el Reino Unido); que sometimos a las mujeres; y que negamos la eucaristía o directamente ejecutamos a los homosexuales. Pero creemos que, una vez arrepentidos, el presente es esperanzador, y que estamos trabando con ahínco para que, con la ayuda del Espíritu Santo, nadie pueda ser discriminado por motivos de género o por su orientación sexual. Y también para que en el futuro las mujeres eviten caer en los mismos errores que los hombres que acapararon y siguen acaparando puestos de mando en la jerarquía de la Iglesia.

Muchas gracias y que Dios os bendiga.

(*) Antoni Ibáñez. Intervención durante el XIII Encuentro Interreligioso de Sabadell. Sábado, 16 de noviembre de 2013. Traducción del autor al castellano del original en catalán.
Antoni Ibañez-Olivares


Em dic Antoni Ibáñez-Olivares, i vaig néixer a Sabadell l’any 1954. Sóc casat i tinc una filla. L’any 1981 vaig obtenir la llicenciatura en Filosofia i Lletres, amb grau, per la Universitat Autònoma de Barcelona, havent cursat estudis de tercer cicle a la mateixa UAB i a la Universitat de Barcelona. Recentment he realitat estudis de Teologia a al SEUT. Formo part del grup de culte de l’Església de Crist de Sabadell (IERE-Comunió Anglicana), on col·laboro, periòdicament, com a predicador i director d’oficis dominicals. També sóc membre del Moviment Ecumènic i del Grup de Diàleg Interreligiós de Sabadell, havent assistit a diverses trobades i seminaris arreu de Catalunya. Tinc publicat un llibre i articles en diversos mitjans escrits i electrònics. El meu blog, que acabo d’estrenar, es diu Fruits Saborosos, i espero que en produeixi, potser no molts, però si ben assaonats.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Es triste encontrar una Iglesia privatizada por el egoísmo y la falta de fe.



Francisco apuntó hoy contra quienes "privatizan la Iglesia para su propia nación, para sus propios amigos" o intereses.
"Es triste encontrar una Iglesia privatizada por este egoísmo y esta falta de fe", sostuvo Francisco en la tradicional audiencia general de los miércoles, de la que participaron hoy unos 40 mil peregrinos.

En su mensaje a los fieles, el Papa Jorge Bergoglio exhortó a realizarse "con el corazón" algunas preguntas, como: "Cuando siento que tantos cristianos en el mundo sufren, ¿soy indiferente o es como si sufriese uno de mi familia?".

Al hablar de la unidad, el Papa dijo que "no hay una Iglesia de los europeos, una de los asiáticos, una de los africanos o de los americanos" y que los pilares que la sostienen y la mantienen unida son "una sola fe, una sola vida sacramental, una única sucesión apostólica, una esperanza común y la misma caridad". 

"La Iglesia es la misma en todas partes, se puede estar muy lejos, esparcidos por todo el mundo, pero los lazos profundos se mantienen firmes cualquiera que sea la distancia", remarcó Francisco.

Fuente: Clarin.com

martes, 20 de agosto de 2013

Quiénes son santos en la Iglesia.


Román Díaz Ayala


Dejábamos la primera parte de nuestras reflexiones con la cuestión abierta de la religiosidad popular, la que se cultiva en el conjunto del pueblo cristiano con el culto a los santos y su consideración de si deberíamos defenderla y ampararla por cuanto esas formas tradicionales que componen nuestra cultura podrían ser auténticas manifestaciones de fe.

Nuestra tesis, sin embargo, es que no debemos ceñirnos al ámbito de la cultura, porque si la Iglesia es un pueblo que va edificándose hasta cumplir su destino mesiánico debemos acercarnos a una fe más auténtica en el Jesús histórico y que no podemos construir en paralelo una élite de “ilustrados en la fe”, negándole al conjunto de los fieles el mensaje liberador de Jesús.

En Jesús el Pueblo de Dios encuentra la revelación de lo que Dios está dispuesto a realizar a favor nuestro. En Dios existe un impulso Creador y Salvador que no nos es lícito separar. Para Jesús, Dios el Padre, (progenitor y autoridad suprema de quién él es su enviado) le ha comisionado la misión de salvar a quienes le pertenecen, por lealtad a la Palabra dada, ya anunciada por los profetas.

Creación y Salvación son los dos aspectos inseparables del impulso amoroso del Padre de Jesús, quien se constituye en su testigo fiel.

Y así lo reflejó en su mensaje: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”.

La santidad es, por tanto, un valor introducido por Jesús para el Reino de los Cielos y un patrimonio colectivo del nuevo Pueblo de Dios. Los santos y santas son aquellos que “ven a Dios”.

En los años sesenta del siglo pasado, la Iglesia se reunía en Concilio, porque adquiría conciencia de que los creyentes se habían alejado de los caminos de justicia para obrar y caminar junto a los poderes de este mundo, y hacía con esta iniciativa un llamamiento al mundo católico para su reforma. En aquellos momentos no se tenía una información clara de cuánto y hasta qué medida, los poderes del mundo la habían impregnado en si interior, y que la batalla para una purificación y vuelta a los principios del Evangelio sería una labor tan larga y de tanto esfuerzo.

De este modo los católicos y católicas teníamos que bregar con la obsolescencia de un pensamiento tradicional acomodado a la realidad mundana y que no aceptaba los nuevos moldes de la mentalidad moderna, en un mundo secularizante, alejándose del universo religioso.

Luego descubrimos, que no existían meros focos de resistencia a los cambios exigidos, sino un frente en toda regla de quienes se resistían a la conversión de sus costumbres y criterios ajenos al verdadero espíritu del Evangelio, que exigía una mejor limpieza de vida. El “Pacto de las Catacumbas” reflejó el verdadero estado de la cuestión. Pues no se trataba de un nuevo llamamiento a una piedad y austeridad individual (de los individuos aislados) en medio de unas estructuras que se resistían a desaparecer.

Tradicionalmente cultivábamos un ideal de santidad muy posicional junto a una espiritualidad individualista que hacían de la santidad misma un ideal, para un grupo de selectos, y cuya perfección sólo era alcanzable fuera de este mundo, para después de la vida, alimentados por una ascética y una espiritualidad “escapistas” que perdían los anclajes necesarios de la existencia.

La Iglesia hasta el Concilio se podía definir principalmente en términos de sociedad perfecta dentro de una concepción jurídica de la misma con su sistema jerárquico que la fundamentaba. La Iglesia se veía a sí misma una sociedad organizada constituida por el ejercicio de poderes. El papa, en la cúspide, vicario de Cristo, asumiendo los poderes de único legislador de la Iglesia, su juez supremo, y quien la gobierna. Sólo podrán ser santos para la consideración general de la Iglesia, quienes jurídicamente estén declarados santos por su autoridad. El culto a los santos estaba oficializado.

Pero quienes éramos instruidos en una nueva Eclesiología en el Concilio, encontramos, sin embargo, mucha dificultad en consensuar lo tradicional y que quedaba atrás con quienes comprobamos que somos santos y santas quienes vivimos para Dios por pertenecer a Su Pueblo, como un beneficio inherente a la Salvación recibida.

La mentalidad tradicional sale al paso de tal dificultad estableciendo el concepto de santidad en sus aspectos más formales y jurídicos. La cercanía a Dios, y un alejamiento de las realidades mundanas, a las que se considera contaminadas por el pecado, y en la búsqueda de unos hechos objetivos de la santidad que se deben perseguir mediante un esfuerzo meritorio.

Ahondar en estos aspectos haría demasiado complejo el presente trabajo, por lo que señalaremos solamente dos circunstancias. La valoración negativa de la materia frente al espíritu, lo espiritual enfrentado a la material, es un dualismo filosófico que habíamos recibido por la cultura greco-romana; la persona humana constituida por alma y cuerpo. En segundo lugar, una construcción teológica que hace separación entre lo santo y lo profano, apoyada en la mentalidad veterotestamentaria, y superada en Jesús. Esta mentalidad hace a los sacerdotes católicos como los levitas del Antiguo Testamente, con una función de intermediarios y agentes de la divino.

Están más arriba, en un estado formal de perfección. Son “el clero”, la heredad de Dios (que también admite mujeres, pero sólo por la consagración de unos votos de vida)

Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
Tú, aseguras mi suerte:
Me ha tocado un lote precioso,
Me encanta mi heredad. (Salmo 16,5 y 6)

Una sana teología del laicado, desprendida del Concilio en sus enseñanzas sobre el Pueblo de Dios, la Iglesia, no puede mantener tales valoraciones.

Aquí radica una motivación muy profunda, elevada a problemas de conciencia, por la que inmediatamente después del Concilio se inició un proceso de secularización del clero y vida religiosa católica en todo el mundo. Hombres y mujeres del clero y congregaciones religiosas abandonaban sus roles en la búsqueda de un encaje más adecuado en la comunidad de los creyentes. No era una deserción, sino un camino purificador de la fe. No dejamos de considerar que existieron también otras causas y muchísimas circunstancias personales. Apuntamos tan sólo a lo que pudo ser la raíz que determinó tendencias.

No podemos enjuiciar la cuestión de simplista, porque no se trata de liberar el individualismo inherente a tal concepto tradicional de santidad, que se reservaba para un pequeño número de privilegiados, y ofrecernos ahora a cambio la salvación como un asunto “social”, algo introducido por Jesús en la vida comunitaria de la humanidad entera soslayando que es también una “cuestión personal”, una exigencia de Jesús de un reconocimiento de su Persona y de su Obra.

La santificación no es un asunto de méritos propios, sino “una gracia”, un don recibido de Dios, un efecto de la obra de la Cruz. La enseñanza tradicional de la Iglesia recalcaba su carácter sobrenatural. Y esa gracia que nos da nuestro carácter “santo”, la Iglesia la llama “gracia habitual o santificante” en el catecismo. Tiene el inconveniente de que se nos enseña con las categorías y definiciones de la filosofía escolástica. Algo demasiado abstracto para ser comprendido de forma ordinaria. Pero eso sólo ocurría en el Occidente Latino. En la parte oriental, tanto católicos y ortodoxos lo explican de otra manera. Allí se comprende mejor el poder transformador del obrar de Dios en nuestras personas. La Teología Oriental nos enseña con claridad el poder y la acción del Espíritu de Dios habitándonos.

La Teología tradicional necesita para elaborar estos conceptos de gracia y de santidad, el considerar a Jesús en su imagen divina (unión hipostática permanente, incluso en la Cruz) prescindiendo, o haciendo abstracción de la realidad plenamente humana del crucificado, reprochándole a Dios, su Padre, el abandono. (Mateo 27.46)

Todo el Pueblo de Dios, hombres y mujeres, hemos sido llamados a ser santos, pero sólo a través de la humanidad doliente de Jesús. Merecemos unos mismos tratamientos, pues somos herederos del Cielo, que es el Reino ofrecido por Jesús. Todos vemos, sin exclusión, el rostro de Dios.

Vivimos en la comunión de los santos y santas, edificándonos en el amor.

Fuente: ATRIO

miércoles, 7 de agosto de 2013

La igualdad: un derecho humano y un propósito de Dios.


Naydú Villamarín Rentería

La declaración Universal de los derechos humanos[1] ha sido un paso importante en el rescate de la dignidad e igualdad de las personas, dice en su artículo primero: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”[2].

Ante este discurso, la Biblia proporciona evidencia que fortalece su pronunciamiento. Sin embargo, la iglesia cristiana no tiene una posición común frente el tema de igualdad entre el hombre y la mujer; por un lado se enseña que son iguales citando a: Génesis 1:27 “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”, y Gálatas 3:28 “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”(rv)[3]

Por otro lado, se hace énfasis en la dominación del hombre sobre la mujer, como en: Efesios 5:22, “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor.” yColosenses 3:18, “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.”; I Pedro 3:1, “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas”; I Pedro 3:5, “Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos.”(rv).

Lo complicado de estos dos tipos de enseñanza es que quienes las enseñan, están convencidos de tener la razón, por estar haciendo sus argumentaciones sobre versículos bíblicos, y con la mejor intención de vivir sus vidas conforme a lo que Dios quiere para ellos. La realidad es que son antagónicas, y lo más conveniente es revisar en la Biblia el origen de la creación de la humanidad, las consecuencias del pecado y su redención, para desde allí dar una perspectiva que coadyuve a construir relaciones saludables que correspondan a la voluntad de Dios.

En el relato de la creación Dios hizo al hombre y a la mujer, a su imagen y semejanza, (Génesis 1:27). El Dios de los cristianos es uno y es el gran “Yo soy”(Éxodo 3:13-14). Se observa entonces que comparten un origen común, vienen de Dios y poseen su misma imagen.

Continuando con la creación se encuentra el propósito de Dios para ellos en Génesis 1:28, “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”(rv). Dios colocó al hombre y a la mujer como señores para que dominaran juntos su creación.

En el huerto del Edén Adán reconoció en Eva a su igual, Génesis 2:23, “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.” (rv). Entendió que era parte de su misma esencia, era de él mismo. A partir de ahí era uno con ella tal como dice Génesis 2:24, “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.”(rv) La premisa de la relación del hombre y la mujer era y sigue siendo en realidad la unidad total (Efesios 5:31), están diseñados para estar juntos, para crecer en familia y en sociedad.

Estos pasajes bíblicos muestran una relación ideal, en donde el hombre y la mujer son complementarios, no se refiere de ninguna manera a la imposición de roles sociales; a que el hombre por serlo, deba hacer determinadas cosas, o a que la mujer por la misma razón, deba hacer otras. Al ser el hombre y la mujer poseedores de la imagen de Dios, son multiplicadores de innumerables posibilidades de desarrollo individual y colectivo, porque no existen en el mundo dos seres humanos iguales, cada uno tiene su propio diseño, cuenta con potenciales y fortalezas que les permiten ayudar a construir familia y comunidad.

Esta relación de compañerismo y complemento se vio afectado por la desobediencia de Eva y Adán, Génesis 3:6, “La mujer vio que el árbol era bueno para comer, apetecible a los ojos, y codiciable para alcanzar la sabiduría. Tomó entonces uno de sus frutos, y lo comió; y le dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió.” (rvc)[4]. Si bien Eva fue engañada, Adán estaba allí con ella, también comió y desde ese momento todo cambio.

El pecado trajo varias consecuencias, entre estas la dominación del hombre sobre la mujer, como se observa en Génesis 3:16, “A la mujer le dijo: Aumentaré en gran manera los dolores cuando des a luz tus hijos. Tu deseo te llevará a tu marido, y él te dominará.” (rvc). Se perdió el equilibrio en su relación, ya no fueron más compañeros, ni complemento, ella quedo sometida a él como castigo por su desobediencia.

Las relaciones entre los seres humanos son diferentes conforme al nivel de dominación que se ejerce sobre los demás, no es lo mismo ser padre o hijo, jefe o empleado, profesor o estudiante, de tal manera que solo existen relaciones de igualdad entre quienes son compañeros.

Pero no debe permanecer así, Dios tuvo plan de salvación para la humanidad que fue llevado acabó a través de Jesucristo (Juan 3:16), que contemplaba la remisión, redención y justificación del hombre y la mujer. I Corintios 6:20, “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (rv); Efesios 1:6-17 “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”(rvc); Mateo 26:28, “porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos, para perdón de los pecados.” (rvc); Romanos 5:1, “Así, pues, justificados por la fe tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”(rvc).

De acuerdo a este plan, el sacrificio que Jesús hizo en la cruz restituye a los hombres y a las mujeres al principio de la creación, en donde los dos tenían un origen y un propósito común; cuando se recibe a Jesús como Señor y Salvador (Romanos 10:9-10), el hombre y la mujer obtienen los mismos beneficios, ¿por qué debería entonces la mujer continuar con el castigo de su desobediencia?, si está continúa cargando con las consecuencias de su desobediencia, aun después de recibir a Jesús, se estará diciendo que ella no ha sido redimida, ni justificada y, por lo tanto, el sacrificio de Jesús sólo habría sido hecho en beneficio del hombre y no de la mujer.

La mejor respuesta para la relación que debe existir entre hombre y la mujer, la dio Jesús a los fariseos cuando le preguntaron sobre el divorcio: Marcos 10:6-8, “Pero, al principio de la creación, Dios los hizo hombre y mujer. Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,” y los dos serán un solo ser, así que ya no son dos, sino uno solo” (rvc). En su respuesta está la clave, pues la puso nuevamente en el principio de la creación, en su diseño original de igualdad, complemento, compañerismo y dignidad.

La iglesia católica ha dado un gran paso reconociendo la igualdad en dignidad del hombre y la mujer[5]. La iglesia cristiana por su gran diversidad no tiene una posición unificada y, mientras en unas se enseña la igualdad, en otras se continúa enseñando la dominación del hombre sobre la mujer.

Independientemente de la enseñanza que se acepte como verdadera, es bueno recordar que Jesús no esperaba que sus discípulos sobresalieran por la dominación de unos sobre otros, sino por el servicio y el amor entre ellos, Mateo 20:26-28, “Pero entre ustedes no debe ser así. Más bien, aquel de ustedes que quiera hacerse grande será su servidor; y aquel de ustedes que quiera ser el primero, será su esclavo. Imiten al Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (rvc). Y porque hicieran realidad aquello de “amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a sí mismos.” (Mateo 22:37-39).

La igualdad de los hombres y las mujeres no es un invento de la sociedad, es el diseño original de Dios, pero no los hace idénticos sino complementarios; el respeto a sus diferencias los ayudará a crecer en unidad y amor.



[1] Historia de la redacción de la Declaración Universal de los derechos Humanos.http://www.un.org/es/documents/udhr/history.shtml




[3] Nota: las citas (rv) son de la versión Reina Valera 1960.http://www.biblegateway.com/


[4] Nota: las citas (rvc) son de la versión Reina Valera Contemporánea.http://www.biblegateway.com/





Naydú Villamarín Rentería

Es Máster en Teología por FATELA, realizó estudios teológicos en RHEMA-Colombia, graduada en administración policial y administración de empresas con especialización en edumática, investigación para la docencia universitaria, investigación criminal y seguridad. Con su esposo ha liderado el ministerio de parejas de la Iglesia Comunidad Cristiana los Ungidos de Dios, en Colombia. Actualmente está cursando el doctorado en Teología en la California Christian University.

lunes, 22 de julio de 2013

Mujeres católicas piden poner fin a la “marginación femenina” en la Iglesia.



Mañana, fiesta de María Magdalena
“Marginando a las mujeres, la Iglesia Católica no está siguiendo el ejemplo de Jesús”
El Colectivo de Mujeres en la Iglesia ha reclamado hoy a la jerarquía eclesiástica de la Iglesia Católica “que finalice la marginación que sin ninguna justificación mantiene hacia las mujeres”.

Con motivo de la celebración mañana, 22 de julio, del día de María de Magdala (María Magdalena), que es la patrona de este colectivo, las mujeres que forman este grupo han publicado un manifiesto en el que ofrecen algunos datos sobre la presencia y actividades de la mujer en las diócesis de Cataluña.
Según el colectivo, del total de personas que trabajan en la actividad pastoral de la catequesis de las diferentes diócesis, un 90 % son mujeres: 12.512 seglares y 1.642 religiosas, frente a sólo 1.569 hombres (800 seglares, 409 religiosos y 360 clérigos).
También en la actividad de Cáritas Diocesana un 63 % del voluntariado esta formado por mujeres, según el colectivo, que denuncia que “marginando a las mujeres, la Iglesia Católica no está siguiendo el ejemplo de Jesús”.
El manifiesto, que ha sido apoyado por varias congregaciones religiosas presentes en Cataluña, reflexiona sobre la discriminación que, a su juicio, sufren las mujeres en el seno de la Iglesia y reproduce algunos textos de autores conocidos que denuncian la marginación femenina en la Iglesia católica.
“La mujer en muchos países del mundo ha pasado de ser objeto a ser sujeto de derecho. Una mujer es objeto de derecho de facto, cuando se la utiliza para trabajar, para servir, cuando su libertad de conciencia se ve recortada o puesta en cuestión por varones que pertenecen a la jerarquía de la Iglesia Católica o cualquier organización jerarquizada”, denuncia el colectivo.
“La mujer es sujeto de derecho cuando tiene los mismos derechos que los hombres en todos los aspectos de la vida”, recuerda el colectivo.
También denuncian que en la Iglesia Católica, “la mayoría de los servicios de limpieza de los templos y espacios parroquiales, cuidado de los ornamentos litúrgicos, servicios de Cáritas, atención a los enfermos, visitas a los presos, cuidados médicos a misiones, casas de acogida, escuelas en el tercer mundo, etc… están, en su mayoría, llevadas por mujeres”.
“Marginando a las mujeres, la Iglesia Católica no está siguiendo el ejemplo de Jesús”, argumenta el colectivo en su manifiesto, reproducido en el boletín de la Unión de Religiosos de Cataluña, que agrupa a todas las órdenes religiosas.
El colectivo de mujeres recuerda que “una encuesta reciente en Alemania muestra que el 85 % de los católicos están a favor de que los sacerdotes puedan casarse, el 79 % creen que los divorciados deberían poder volver a casarse por la Iglesia, y el 75 % están a favor del sacerdocio femenino”.
Y sostienen, mencionando al sacerdote y controvertido teólogo Hans Küng, que éste opina que “es muy probable que en muchos otros países salieran cifras similares”.
También recogen la opinión del jesuita y profesor de Teología en Barcelona José Ignacio González Faus, quien defiende que “las mujeres constituyen en estos momentos el estamento eclesiástico menos contaminado por el poder. Por eso ha sido también el estamento más cercano a los pobres y por eso, seguramente, el más cercano a Dios”.
El colectivo de mujeres afirma que hoy las mujeres pueden ocupar responsabilidades de primer orden en la vida pública, las empresas y el Ejército, pero que sólo en la Iglesia “siguen sin voz y voto”, entre otras cosas, para poder elegir a los responsables de la mayor confesión religiosa en el mundo.(RD/Agencias).

viernes, 3 de mayo de 2013

Iglesia católica ¿semper reformanda?



Uno de los asertos teológicos más consistentes de la Reforma, que define las esencias de la teología protestante,  es la que hace referencia a su estado de  permanente reforma: Ecclesia semper reformanda partiendo, eso sí, de la firme voluntad de volver a los orígenes del cristianismo, una vez despojada de todas las adherencias que fue adquiriendo en los siglos precedentes.
Bienvenida sea, pues, la publicación que acaba de llegar a mis manos, el libro de actas fruto de la recopilación de las ponencias y comunicados producidos en el XV Simposio de Teología Histórica celebrado en octubre de 2010 y auspiciado por la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, precisamente bajo el título Ecclesia semper reformanda[1]; un título aplicado, en este caso, no a la Reforma Protestante sino a la propia Iglesia católica, en cuyo seno se ha propuesto la reformulación teológica a la que hacemos referencia.
Ha sido el profesor Salvador Pié i Ninot el encargado de presentar la ponencia que luego daría título al libro de actas que nos ocupa, a cuya matriz añade el subtítulo: La recepción del Vaticano II: balance y perspectivas. No es la primera vez que teólogos católicos hacen suya esta propuesta de contenido tan marcadamente protestante, si bien creemos que hasta ahora lo han hecho preferentemente teólogos europeos fuera del ámbito español que, aunque dentro del seno de la Iglesia católica, se han movido muy próximos a la teología protestante, como es el caso de Hans Küng (1928 – ).
Hemos leído con sumo interés las 27 páginas de la ponencia en busca de una teología del encuentro, a partir de una reformulación realmente ecuménica de los postulados tridentinos que cerraron a cal y canto las compuertas de la Iglesia de Roma, marcando una clara distinción entre “iglesia verdadera” y “herejes”. El Vaticano II hizo un gran avance al convertir a los  “herejes” en “hermanos separados”, bien es cierto que manteniendo que “fuera de la Iglesia” (por supuesto, la Iglesia católica) no hay salvación, con todas las implicaciones del subsistit in introducido en la Constitución dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesiaque excluye y degrada a otras iglesias, especialmente a las protestantes, a un nivel de asociación religiosa fuera del concepto histórico de Iglesia, condición que se reserva para sí misma la Iglesia católica.
Efectivamente, tal y como razona el propio autor, remontándose a las reflexiones del jesuita Karl Rahner (1904-1984), en la búsqueda de esa permanente reforma, que tan consustancial es para la Reforma protestante, se le plantea a la Iglesia católica una evidente contradicción, ya que autodefiniendo como una de sus notas esenciales el ser una “sociedad perfecta”, santa, sin que la imperfección de los individuos que la integran pueda afectarla, no se entiende que pueda plantearse la necesidad de cambio, de reforma; lo perfecto no tiene necesidad de renovación.
Las reflexiones filosófico-teológicas de Pié-Ninot son impecables desde el punto de vista de la teología católica, buscando en todo momento su fundamento en el Magisterio de la Iglesia (católica). En su recorrido argumental establece una línea divisoria entre la Ecclesia mater congregans y laEcclesia fraternitas congregata, que toma de Henry-Marie de Lubac (1896-1991); no obstante esta evidente contradicción, acude al argumento del Decreto Unitatis Redintegratio sobre ecumenismo, del mismo Vaticano II, que a su vez se remonta  a textos de los siglos XV y XVI, para establecer que la preocupación de reforma está presente en la Iglesia católica antes de la Reforma protestante. Con todo, el tema no deja de ser controvertido internamente, aún a pesar del aggirnamento que propuso Juan XXIII que, aunque consiguiera en su momento ventilar las estancias del Vaticano, es dudoso que haya logrado producir un cambio sustancial en los aspectos esenciales.
Curiosamente, el autor de la ponencia que comentamos, nos recuerda que se trata de una Iglesia, la católica, que se rige por dogmas inamovibles; lo dice con otras palabras y acudiendo al pensamiento de Juan XXIII: doctrina certa et immitabilis a la que hay que prestar obediencia (fidele obsequium est praestandum). En un contexto semejante, cuesta trabajo ver cómo puede abrirse la Iglesia católica a esa actitud de reforma y en qué medida puede lograrlo, salvo que la reforma pretendida sea únicamente en aspectos litúrgicos o pastorales. Llaman la atención las derivaciones que hace el autor valorando el discurrir del Concilio Vaticano II y las diversas etapas recorridas posteriormente de exaltación, decepción de la verdad y “una nueva fase de interpretación más objetiva de los textos conciliares”; plantea la revisión de los acuerdos adoptados confiriéndoles un nuevo giro, para lo cual hace un recorrido por las diversos escuelas, documentos y sínodos. Todo ello pone de relieve los vaivenes que el catolicismo ha dado durante estos 50 años en torno  al último de sus concilios, vaivemes que para muchos han significado un retorno al pasado, lo cual pone en evidencia la enorme dificultad que afronta la Iglesia católica a la hora de hacer suyo el lema protestante de semper reformanda.
La formulación que el autor retoma de Benedicto XVI sobre la “hermenéutica de la reforma”, “de la renovación en la continuidad del único sujeto Iglesia” nos hace recordar aquellas palabras de Giuseppe Tomasi de Lampedusa (1896-1957) en El gatopardo: “si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie” y nos ponen sobre aviso de la dificultad interna de aplicar a la Iglesia católica el lema protestante de reforma permanente.
La ponencia finaliza con unas “perspectivas” entre las que podríamos señalar, a los efectos hacia los que apunta su título, la necesidad de  mantener una atenta escucha a la revelación de Dios, propósito que, por otra parte, queda matizado por la centralidad que se aplica a la liturgia y la eucaristía y las constituciones dogmáticas, así como el sometimiento al Magisterio. No deja de llamar la atención, por otra parte, que se reconozca, referido a la católica, claro está, y en palabras de Benedicto XVI, que “la Iglesia es un signo de contradicción” cosa que, evidentemente, responde a la realidad.
Valorando en su justa medida la pulcritud hermenéutica que utiliza Pié-Ninot, hermenéutica documental más que escriturística, no podemos cerrar este análisis sin mostrar nuestra frustración al comprobar lo inadecuado, a nuestro juicio, de utilizar una formulación tan ambiciosa como la que propició la Reforma Protestante, que obliga a no dejarse atrapar por las tradiciones cuyo valor debería ser testado siempre por medio de las Escrituras, para ser aplicado a un proceso tan contradictorio e impreciso como es el devenido del Concilio Vaticano II que tantas esperanzas despertó y tantas frustraciones ha producido.


[1] Ecclesia semper reformanda. Teología y Reforma de la Iglesia, Facultad de Teología San Vicente Ferrer (Valencia: 2012), pp. 175-201.


Autor/a: Máximo García Ruiz


Máximo García Ruiz es licenciado en teología, licenciado en sociologia y doctor en teología. Profesor de sociología y religiones comparadas en el seminario UEBE y profesor invitado en otras instituciones académicas. Por muchos años fue Presidente del Consejo Evangélico de Madrid y es miembro de la Asociación de teólogos Juan XXIII.