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domingo, 30 de junio de 2019

Pseudofilántropos.


Pedro Serrano

He leído en alguna parte que 19 multimillonarios estadounidenses desean ansiosamente pagar más impuestos. Al parecer, tienen tanta sensibilidad social que quieren que se cree un impuesto federal del 1% para las familias más acaudaladas.
Cuando leí la noticia, la primera reacción fue de sorpresa por raro y extraño. Después me invadió un fuerte sentido de culpabilidad al pensar que quizá los ricos no eran tan avaros como yo pensaba. Y, más tarde, después de una breve reflexión, llegué a la conclusión de que en esta generosa propuesta tenia que haber gato encerrado. Y efectivamente lo hay, y además es pardo.

Lo que en verdad encierra la propuesta de estos potentados, en apariencia revolucionaria, no deja de ser una maniobra artera para ganarse la simpatía de la sociedad con unas migajas y seguir aumentando las deducciones del gravamen de sus impuestos hasta pagar muy por debajo del común de los currantes.
Si los ricos nunca han sido tan ricos y nunca han estado tan bien vistos, a lo mejor es que sus fundaciones y sus gestos filantrópicos -que tanto gustan a la gente- esconden, maquillan o legitiman procedimientos cuestionables o injustos que les permiten enriquecerse de forma desmedida e insultante.
/ Antoñán del Valle (León)

jueves, 8 de febrero de 2018

La súper concentración de riqueza, “imparable”

La policía suiza reforzó los trabajos de vigilancia en los alrededores del centro de conferencias de Davos, a un día de que comience el Foro Económico MundialFoto Ap

Periódico La Jornada
Afp, Dpa y de la Redacción

Davos

La desigualdad en el ingreso siguió en aumento el año pasado. Sólo ocho empresarios, todos varones, poseen una riqueza que equivale al ingreso de 3 mil 600 millones de personas, la mitad más pobre de la humanidad, reveló la organización humanitaria Oxfam, en un reporte publicado a propósito de la realización, esta semana, del Foro Económico Mundial, que reúne en esta ciudad a la élite de la política y los negocios del mundo.

La súper concentración de riqueza sigue imparable. El crecimiento económico sólo beneficia a los que más tienen, denunció.

Las cifras mostradas en el reporte revelan que el uno por ciento más rico de la población posee más que el restante 99 por ciento. Esa minoría registró además 82 por ciento del crecimiento patrimonial global el año pasado. La lista de multimillonarios aumentó más que nunca entre 2016 y 2017.

La desigualdad social es una traba para la eliminación de la pobreza en el mundo, advirtió Jörn Kalinski, de Oxfam Alemania. Es veneno para nuestra sociedad, agregó. Oxfam alabó los avances en la lucha contra la pobreza extrema. Según datos del Banco Mundial, la cifra de personas que cuentan con menos de 1.9 dólares al día se redujo a la mitad entre 1990 y 2010, y bajó todavía más desde entonces. Aun así, la creciente desigualdad de ingresos impide que el número de personas que salen de la extrema pobreza sea más elevado. La ONG también criticó la reciente reforma fiscal de Estados Unidos.

A pesar de que los líderes mundiales se hayan comprometido con el objetivo de reducir la desigualdad, la brecha entre los más ricos y el resto de la población se amplía, señaló Oxfam. Investigaciones de la ONG revelan que, en los pasados 25 años, el uno por ciento más rico de la población ha percibido más ingresos que el 50 por ciento más pobre de la población en su conjunto.

“El boom de los multimillonarios no es signo de una economía próspera, sino un síntoma del fracaso del sistema económico”, afirmó la directora de Oxfam, Winnie Byanyima. Desde 2010, es decir, en plena crisis tras el estallido de la burbuja financiera en 2008, la riqueza de la élite económica aumentó como media de 13 por ciento por año, precisó.

El pico se alcanzó entre marzo de 2016 y marzo de 2017, periodo en el que se produjo el mayor aumento en la historia del número de personas cuya fortuna sobrepasa los mil millones de dólares, a un ritmo de nueve nuevos multimillonarios cada año.

Oxfam basa sus cálculos en datos del banco Credit Suisse y de la revista estadounidense Forbes.

Las mil 810 personas con una fortuna superior a mil millones de dólares estadounidenses que integran la lista Forbes de 2016 poseen en conjunto 6.5 billones (millones de millones) de dólares, la misma riqueza que 70 por ciento de la población más pobre de la humanidad.

Si los milmillonarios mantienen su nivel de rentabilidad, dentro de 25 años ya tendremos el primer billonario en el mundo, alguien con una fortuna de al menos 1 billón de dólares (aproximadamente, el equivalente al PIB de España).

En América Latina, la riqueza de los multimillonarios creció en 155 mil millones de dólares el año pasado. Dicha cantidad de riqueza sería suficiente para acabar casi dos veces con toda la pobreza monetaria por un año en la región, de acuerdo con Oxfam.

Para la organización, las mujeres obreras son las que se encuentran en lo más bajo de la pirámide. En todo el mundo, ellas ganan menos que los hombres y están sobrerrepresentadas en los empleos peor pagados y los más precarios.

En América Latina las mujeres laboran casi el doble de horas que los hombres en trabajos no remunerados.

Lunes 22 de enero de 2018

ATTAC España no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia organización.

viernes, 20 de octubre de 2017

No permitamos a los ricos hacerse más ricos a costa de los bienes públicos.


George Monbiot

Es el momento para que las comunidades recuperen el control de los recursos sobre los que depende su prosperidad

(eldiario)

¿Estás a favor del libre mercado o del control estatal? ¿Crees que se debería minimizar la intervención o que se debería fomentar la propiedad estatal y las regulaciones? Ese es nuestro principal debate político, pero parte de una premisa errónea.
Ambas partes parecen estar de acuerdo en que el Estado y el mercado son los únicos sectores sobre los que merece la pena discutir: la política debería moverse de un lado a otro en esta escala lineal. En realidad, hay cuatro sectores económicos principales: el mercado, el Estado, los hogares y los bienes públicos. El abandono de los dos últimos tanto por los neoliberales como por los socialdemócratas ha creado muchas de las monstruosidades de nuestro tiempo.

Tanto el mercado como el Estado reciben un importante subsidio de los hogares: el trabajo no remunerado de los padres y otros cuidadores, desempeñados todavía en su mayoría por mujeres. Si no se cuidase a los menores –alimento, enseñanzas básicas en casa y educación– no habría economía. Y si no se ayudase a la gente que está enferma, que es mayor o que tiene diversidad funcional, la factura del cuidado público rompería las cuentas del Estado.

Hay otro gran subsidio que todos nosotros damos por garantizado. Hablo de la inmensa riqueza que la élite económica ha acumulado a nuestra costa, tras la apropiación del cuarto sector de la economía: los bienes públicos.

Que sea necesario explicar qué son los bienes públicos demuestra su irresponsabilidad (a pesar de los grandes esfuerzos de politólogos como el fallecido Elinor Ostrom). Los bienes públicos no son ni Estado ni mercado. Tiene tres elementos principales. Primero, un recurso como la tierra, el agua, minerales, la investigación científica, el hardware o el software. Segundo, una comunidad de personas que ha compartido un acceso igualitario a este recurso y que se ha organizado para controlarlo. Tercero, las reglas, sistemas y negociaciones que desarrollan para mantenerlo y repartir los beneficios.

Un verdadero bien público no se gestiona para la acumulación de capital o el beneficio, sino para asegurar una prosperidad y bienestar constantes. Pertenece a un determinado grupo, que puede vivir en él o junto a él o que lo ha creado y lo sostiene. Es inalienable, lo que significa que no se debería vender ni donar. Cuando se basa sobre un recurso vivo, tales como los bosques o arrecifes de coral, existe un interés en su protección a largo plazo en lugar de las ganancias a corto plazo que se podrían obtener de su destrucción.

El capitalismo y el poder estatal han atacado los bienes públicos durante siglos. Aquellos que huelen una oportunidad de beneficio roban recursos que nadie ha inventado ni creado, o que lo han hecho en conjunto un gran número de personas. El dicho atribuido a Balzac “detrás de cada gran fortuna hay un gran crimen” suele ser verdad. La “visión de negocio” a menudo lleva a descubrir nuevas formas de apoderarse del trabajo y de los bienes de la gente.

El robo de valor por personas o empresas que no han creado esos bienes se llama técnicamente ‘ cercamiento’ ( enclosure ). Originalmente implicaba la expropiación de tierras de la comunidad, a menudo mediante el uso de la violencia. El actual modelo se inició en Inglaterra, se extendió a Escocia, posteriormente a Irlanda y a las colonias y de ahí al resto del mundo. Este proceso sigue ocurriendo a través de la gran apropiación global de tierras.

Ejemplos de apropiación

El proceso de apropiación crea desigualdad y produce una economía rentista: aquellos que capturan recursos esenciales fuerzan a todo el mundo a pagar por su acceso. Destroza comunidades y aleja a la gente de su trabajo y de su entorno. Los ecosistemas de los bienes públicos se liquidan por dinero. La desigualdad, la renta, la atomización, la alienación, la destrucción medioambiental: la pérdida de los bienes públicos ha provocado o exacerbado muchas de las aflicciones de nuestra era.

Se puede ver un ejemplo de apropiación en marcha con el intento de la administración Trump de destrozar la neutralidad de red. Los proveedores de servicios quieren convertir internet –ahora suministrado libremente mediante un sistema creado a través del trabajo de millones– en algo por lo que hay que pagar. Para asegurarse de que no hay opción, también han intentado acabar con el espacio público de internet presionando a los Estados para prohibir la banda ancha compartida. En la plutocracia salvaje que se ha convertido Estados Unidos, cuatro estados han convertido esta forma de autosuficiencia en un delito, mientras otros han introducido prohibiciones parciales.

Otro ejemplo es la extensión de la propiedad intelectual a través de acuerdos comerciales que permite a las compañías biotecnológicas obtener derechos exclusivos sobre material genético, variedades de plantas y recintos naturales. Otro es la forma en que los académicos recopilan de forma gratuita la investigación de algunas comunidades científicas y posteriormente imponen elevadas tarifas para su acceso.

No estoy proponiendo abandonar ni el mercado ni el Estado, sino equilibrarlos defendiendo y expandiendo los otros dos sectores ignorados. Creo que debería haber salarios para las personas que cuidan de otras y mediante los cuales el Estado y la empresa privada devuelvan parte de los subsidios que han recibido. Se debería también permitir a las comunidades recuperar el control de los recursos sobre los cuales depende su prosperidad.

Por ejemplo, cualquiera que tenga un terreno de valor debería pagar una contribución de tierra a la comunidad local (un tipo de impuesto sobre el valor de la tierra): una compensación por la riqueza creada por otros. Parte de esta contribución se puede recaudar por los gobiernos locales y nacionales para pagar servicios y distribuir el dinero de las comunidades ricas a las pobres. Pero el sobrante debería pertenecer a un fondo de bienes públicos formado por la comunidad local. Un uso que se podría dar a este fondo podría ser para recomprar estos terrenos, creando un auténtico bien público y así recuperar y compartir los beneficios. Profundizo en esta idea y en otras en mi libro recién publicado, Out of the Wreckage.

Un bien público, a diferencia del gasto estatal, obliga a la gente a trabajar en conjunto, a mantener sus recursos y a decidir cómo se deben usar los ingresos generados. Da a la comunidad un enfoque claro. Depende de la democracia en su forma más verdadera. Acaba con la desigualdad. Supone un incentivo para proteger el ecosistema. Crea, en resumen, una política de pertenencia.

A juzgar por los discursos en la convención laborista británica, el partido podría estar receptivo a esta visión. El énfasis en la comunidad y en los bienes cooperativos (que en algunos casos denominan bienes públicos), el interés en ampliar el concepto de propiedad y la lucha contra los acuerdos comerciales opresivos apuntan en esta dirección.

Espero que estos partidos puedan dar el paso obvio y reconozcan que la economía tiene cuatro sectores, no dos. Ese es el punto desde el que se puede empezar la transformación social y medioambiental que muchos de nosotros llevamos tanto tiempo esperando.

jueves, 21 de septiembre de 2017

La brecha social crece con 58.000 nuevos ricos y 1,4 millones de pobres en cuatro años.


(PUBLICO)

El patrimonio del 0,4% de la población supera en valor el 50% del PIB, mientras las rentas bajas se desploman y 5,4 millones de contribuyentes ingresan ya menos de 6.000 euros al año.
La crisis económica ha sido, y sigue siendo, un buen terreno de negocios para una minoría mientras amplias capas de la población sufren el desgarro social derivado de la cada vez más intensa tendencia a la concentración de la riqueza: la afloración de más de 58.000 nuevos ricos en los mismos cuatro años en los que más de 1,4 millones de personas han pasado a ingresar menos de 6.000 euros anuales da fe del ritmo al que se abre la brecha social en un país que está batiendo sus propios récords de desigualdad, con las cotas de creación de riqueza y de extensión de la pobreza en niveles máximos de manera simultánea .

Los datos del Impuesto de Patrimonio revelan cómo en solo cuatro años, de
2011 a 2015, la cifra de contribuyentes españoles que poseen entre 1,5 y seis millones de euros ha pasado de 39.810 a 50.738, mientras los que superan esa cifra, equivalente a mil millones de las antiguas pesetas, lo ha hecho a un ritmo más intenso al pasar de 4.717 a 6.480.

Suman 12.691, aunque, en realidad, la nómina de millonarios que declaran su fortuna al fisco ha aumentado más. Las estadísticas de la Agencia Tributaria oscurecen ese dato con su división por tramos, aunque la propia gestión del impuesto, que grava a quienes poseen un acervo mobiliario (acciones, seguros) e inmobiliario superior a los 700.000 euros, con una exención de hasta 300.000 por la vivienda habitual, revela que la cifra de ricos que lo declaran ha crecido un 44% en esos cuatro años, en los que ha pasado de 130.216 a 188.680; es decir, 58.464 más.

Ese aumento de los ricos ha ido paralelo con una mayor concentración de la riqueza. Los 130.216 declarantes de este tributo en 2011 suponían el 0,27% de la población estatal y poseían bienes por valor de 430.668 millones que equivalían al 40,2% del PIB. Los 188.680 registrados cuatro años después son el 0,4% del censo, mientras su patrimonio conjunto de 582.612 millones ya alcanza el 53,9% del Producto Interior Bruto.

Caen las rentas bajas, repuntan las medias y altas

Y esa concentración ha sido simultánea a un corrimiento a la baja de las rentas en los estratos menos pudientes del país, los que aglutinan a los más de doce millones de contribuyentes que perciben menos de 20.000 euros al cabo del año, y que suponen dos terceras partes del total. Son los mileuristas, ya que se trata de ingresos brutos en el caso de los salariales, y los inframileuristas. El efecto es especialmente intenso entre quienes ingresan menos de 6.000 euros al año, que entre 2011 y 2015 pasaron de manera progresiva de ser cuatro millones de personas a 5,4.

Ese aumento de 1,4 millones de contribuyentes en ese tramo indica una extensión todavía mayor de los niveles de pobreza, cuyos umbrales de 2015 estaban oficialmente fijados en 8.010 euros para los hogares unipersonales y en 16.823 para los de dos adultos y dos niños, en los que, llevan años cayendo ciudadanos de los escalones de renta inmediatamente superiores al anterior: 1,3 millones de personas han desaparecido del tramo de 6.000 a 12.000 euros y 479.119 han salido del siguiente, el que va de esa cifra a los 20.000.

Esos movimientos, que se producen mientras la cifra de contribuyentes permanece estabilizada en torno a los 19,4 millones, van paralelos a una leve recuperación de las clases medias, ya que las rentas de 20.000 a 60.000 euros han pasado de llegar a 5,9 millones de personas a alcanzar a 6,25 millones (un 5% más), mientras las más elevadas, las que superan esa cota, repuntaban un 0,34% para alcanzar las 687.904.

Este cuadro indica que la concentración de la riqueza se está produciendo de una manera simultánea al desplome de las rentas bajas, en las que cada vez más gente ingresa menos dinero, y a una mejora de las medias y altas. Y pone de manifiesto, como ya hicieron hace unos meses dos organismos tan antagónicos como el Consejo Económico y Social (CES) y la Airef (Autoridad Fiscal Inependiente), la escasa efectividad del sistema redistributivo español.

Patrimonio, un tributo de ida y vuelta

El Impuesto de Patrimonio, reducido a cero en 2007, cuando la economía española y el Estado cabalgaban a lomos de una burbuja inmobiliaria a punto ya de estallar, recuperado por Rodríguez Zapatero en 2011 y mantenido por Mariano Rajoy, es un tributo que grava la tenencia de bienes muebles e inmuebles y que el Estado recauda junto con el IRPF para traspasar los fondos a las comunidades autónomas. Su recaudación, no obstante, cayó en picado con las rebajas aplicadas en la recuperación de 2011, cuando, con 739 millones, su aportación se quedó por debajo de la tercera parte de los 2.360 de 2007. Los 981.498 declarantes de entonces cayeron a 130.216, de los que 27.919 (21,4%) quedaron exentos de pagar.

Hoy, mientras comunidades como Madrid lo tienen en la práctica abolido con una cuota cero, solo tributan 163.499 de los 188.680 declarantes, mientras los otros 25.231 (13,3%) se libran de hacerlo. Y las exenciones reducen a la mitad las bases a liquidar. En algunas ocasiones se ha señalado el aumento de ricos que declaran en el Impuesto de Patrimonio como uno de los efectos de la amnistía fiscal de 2012 y el posterior goteo de bienes localizados en otros países que comenzaron a aflorar mediante el llamado “modelo 720”. Sin embargo, las cifras no cuadran: al proceso impulsado por el ministro Cristóbal Montoro se acogieron 31.500 evasores, y el aumento de contribuyentes alcanzó los 47.556 ese año, a los que se sumaron otros 4.589 en 2013. Y el crecimiento continuó en los dos siguientes, con 2.833 y 6.174.

¿Quién y qué paga?

El grueso de ese más de medio billón de propiedades de los ricos oficiales que tributan por serlo se concentra en los bienes de tipo mobiliario, con 442.447 millones de euros distribuidos entre 293.374 en acciones (50.774 en bolsa), 83.120 en sicav, 52.607en depósitos bancarios y 13.344 en deuda pública. Otros 102.565 son propiedades inmobiliarias, el 96,5 de ellas (98.705 millones) urbanas. Y el resto se reparte entre 11.309 bienes afectos a actividades económicas, 10.623 en seguros y rentas vitalicias y 1.176 en los llamados bienes suntuarios, en los que se suman 659,8 en joyas y 516,3 en obras de arte y antigüedades, mientras el capítulo de “otros” suma 14.491.

Más ricos en Catalunya, más barato en Madrid

Más de la tercera parte de los declarantes del Impuesto de Patrimonio (Navarra y País Vasco no entran en la estadística) tiene su domicilio fiscal en Catalunya, donde hay 72.716 que, con una media de 2,37 millones, suman 168.528, más de un tercio también de las propiedades. Le siguen por número la Comunitat Valenciana, con 18.509 y una media de 2,93, y Andalucía, con 15.888 y un patrimonio medio de 3,087 millones.

No obstante, es en Madrid, que aplica una cuota cero con la que en la práctica nadie paga, donde se concentran las mayores fortunas: 16.977 declarantes con un patrimonio medio de 8,54 millones que suma un total de 150.325. En 2015, los 15.790 a los que la declaración les habría salido a pagar en cualquier otra comunidad se ahorraron 796,7 millones, a 50.461 euros por cabeza.

Así, no es de extrañar que, mientras la competencia fiscal entre comunidades y los pleitos por ese motivo aumentan un año tras otro, el traslado de domicilios fiscales de potentados a Madrid sea constante: su censo aumentó en 2.092 en cuatro años.

Fosilización política, tijera legal. Un proyecto de recortes democráticos con la excusa catalana

“Que el Gobierno tenga que recurrir a herramientas como prohibiciones que afectan a derechos fundamentales, multas, imputaciones y suspensiones lo que revela no es su fuerza, sino su debilidad para imponer o negociar una solución política a un problema político”.
(Daniel Bernabé, la marea, 18-9-2017)
Cuando Rajoy compareció en rueda de prensa el pasado jueves 7 de septiembre, tras la aprobación de la ley catalana del referéndum, la situación parecía favorable para el presidente. Con el Tribunal Constitucional y el Gobierno funcionando a bloque sus palabras, de tono sereno y coartada sensata, le hicieron vencedor en la representación de la legitimidad frente a un Parlament que estaba atravesando unas sesiones confusas y atropelladas. Sin embargo, tras la multitudinaria Diada el escenario ha ido cambiando progresivamente, pasando la excepcionalidad del órgano legislador catalán al Gobierno central. “Nos van a obligar a lo que no queremos llegar”, dijo Rajoy el viernes 15 en la reunión de la directiva del PP de Cataluña, “no subestimen la fuerza de la democracia española”.
Este cambio de escenario no es más que el resultado de la postura inamovible del PP y sus socios, la de judicializar un problema político sin ofrecer ningún tipo de salida negociada a la situación, dejando el trabajo de despacho en manos de columnistas incendiarios, jueces salvapatrias y agentes del Instituto Armado. La legalidad, como es obvio, permanece a salvo, hermética al presente, mientras que la legitimidad se desliza hacia un referéndum, que aun teniendo una validez técnica simbólica, ya ha conseguido su objetivo: el de crear una crisis de Estado que sirva de contrapeso para una futura negociación. Al menos en teoría.

Como ya señalé en el artículo de hace un par de semanas, Defender el derecho a decidir en Cataluña es defender España, la cuestión catalana traspasaría sus límites geográficos llevando al resto del país debates en torno al Estado de derecho, a la naturaleza de la legalidad y los límites de la política institucionalizada. Pero también pondría de manifiesto, como así está siendo y así va a ser, el proyecto de restauración reaccionaria que la clase dirigente tiene para reformular España y barrer, definitivamente, el espíritu constituyente del periodo anterior, sus expresiones electorales y asociativas, así como el justo clima de ilegitimidad de un gobierno salpicado por la corrupción y que lo es, recordemos, gracias a un descabezamiento de la dirección, ya renacida, del PSOE. La lectura de la derecha es sencilla: la coyuntura catalana nos obligará a utilizar recortes democráticos, por lo tanto, ¿para qué quedarnos tan solo en un lugar y un momento concretos?

Ya estamos viendo los primeros resultados de tal operación. La casi segura intervención de las finanzas de la Generalitat, la amenaza de la fiscalía a los más de 700 alcaldes (de un total de 947) que van a colaborar con el referéndum, la ambigua advertencia del Constitucional a TV3 donde los límites entre información y apoyo al 1-O son poco claros y los registros de la Guardia Civil a publicaciones e imprentas sospechosas de imprimir cartelería y papeletas. El 155 planea como una guadaña sobre las espaldas de Puigdemont y Junqueras, pero sobre todo de una sociedad catalana que, si antes de este momento ya contaba con un sector notable que se declaraba independentista, favorable al derecho a decidir o simplemente dolido por lo que consideraban un reiterado menosprecio a su sentimiento nacional, ahora ve que sus miedos se convierten en certezas.

Fuera de Cataluña han sido dos, por el momento, los actos suspendidos por decisión judicial, uno en Madrid, el pasado día 12, y otro en Vitoria, el viernes 15. Este último fue interrumpido por la Policía Local de la capital vasca a instancias del juzgado tras la denuncia de Delegación del Gobierno cuando ya estaba en marcha, teniendo que abandonar la sala el público asistente y la ponente, Anna Gabriel, portavoz de la CUP, que declaró que “el derecho de libertad de expresión y de manifestación están amenazados”. El acto en Madrid, que tuvo lugar el pasado domingo en el Teatro del Barrio, iba a celebrarse en un principio en un local municipal. Esta fue una de las razones que el juez Yusty Bastarreche utilizó para obligar al consistorio madrileño a no ceder el espacio: la de que una dependendencia municipal debe servir a los intereses generales de la ciudadanía. El auto, además, interpretaba que si el referéndum había sido declarado ilegal por el Constitucional, un acto, supuestamente de apoyo al mismo, también lo era.

Podemos poner en duda la parcialidad de un juez declaradamente hostil a la alcaldía madrileña, a la que calificó de tropa de aspecto poco presentable, y al proceso soberanista catalán, ya que era firmante de un manifiesto contrario al mismo. Podemos volver a los debates circulares sobre el Estado de derecho como ente ideal. Incluso, hipotéticamente respetuosos con las leyes y contrarios a la independencia de Cataluña, mirar para otro lado considerando estas prohibiciones un mal necesario que se desprende de un conflicto mayor. O tener memoria.

El cierre del periódico Egunkaria en 2003 y la acusación a su directiva de colaboración con banda armada pasaron de puntillas por la sociedad española, incluso por la más progresista, que atemorizada de criticar la medida para no ser tachada de simpatizante de ETA, calló en su mayor parte. En 2010, la propia Audiencia Nacional absolvió a los acusados sentenciando que: “La estrecha y errónea visión según la cual todo lo que tenga que ver con el euskera y la cultura en esa lengua tiene que estar fomentado y/o controlado por ETA conduce a una errónea valoración de datos y hechos y a la inconsistencia de la imputación”. Episodios de esta índole, si el camino no se corrige, van a volver a tener lugar no solo en Cataluña sino en cualquier parte del país, independientemente de tener que ver o no con el referéndum.

El poder, si es efectivo, no requiere de recordatorios. De hecho, el poder de un Estado es más notable cuanto menos tiene que utilizar sus sistemas coactivos, bien por la connivencia de sus gobernados, bien por el temor de estos a las consecuencias. Que el Gobierno tenga que recurrir a herramientas como prohibiciones que afectan a derechos fundamentales, multas, imputaciones y suspensiones lo que revela no es su fuerza, sino su debilidad para imponer o negociar una solución política a un problema político. Y en último término no ya la debilidad de este Gobierno concreto, sino del propio Régimen que se ha mostrado incapaz de articular una solución territorial definitiva, de defender la soberanía del tan citado pueblo español frente a la Troika o de funcionar sin una corrupción generalizada que, por cierto, afecta de igual forma al ya lejano oasis catalán.

Tratar la cuestión catalana como un simple problema de legalidad, de orden público, puede tener que ver con cierta ceguera táctica (la misma que creó esta situación en parte), pero sobre todo tiene que ver con un proyecto, con un modelo político regresivo que entiende las leyes desde una visión de clase, no confesable pero desacomplejada. Una visión que sabe que las leyes, más allá de su intencional espíritu de equidad, son producto de correlaciones de fuerza, de situaciones de poder cambiante entre actores sociales con intereses contrapuestos. Claro que existen normas que parten de una necesidad cotidiana y son de un uso común y casi lógico (como el ya terco ejemplo del semáforo), como hay otras muchas que son la plasmación de un interés ideológico o una necesidad de un grupo social con poder para imponerlas. Tratar de hacer pasar este tipo de leyes por una especie de tablas sagradas grabadas por Dios en el monte Sinaí es de una arbitrariedad pasmosa.

En general, en los momentos de la mal llamada paz social, es decir, las etapas en que las clases dirigentes imponen su políticas sin una oposición firme, son precisamente las leyes más cotidianas las que se ponen en cuestión (el botellón, la limitación de velocidad o alcohol en la conducción) en debates tan desesperantes como estériles. Es en los procesos de conflicto estructural cuando los que nunca ven su voluntad y necesidades reflejadas en las leyes buscan que así sea, provocando avances políticos que quedan plasmados en el cuerpo jurídico, no por la buena voluntad de los de arriba, sino por la irrefrenable demanda de los de abajo. No hace tanto divorciarse o abortar estaba prohibido en España y, efectivamente, las que luchaban para que así fuera estaban planteando algo, obviamente, ilegal. Que nuestra Constitución apellide al Estado de social responde a una correlación de fuerzas de un momento histórico, que se reformara esa Constitución para introducir el 135, una cláusula neoliberal, a otra.

Con la cuestión nacional ocurre lo mismo, pueden consultar cuál era el contexto en 1978, qué significaban los militares, el café para todos, el balancín de Suárez o las manifestaciones populares no solo en Cataluña, Euskadi o Galicia sino también en Andalucía. Utilizar la Constitución como un ariete y a los tribunales como mariscales de campo para resolver un problema político real en el que ya están inmiscuidas amplias capas sociales es una insensatez. A no ser que lo que se pretenda no sea solucionar el problema en Cataluña, sino eliminarlo, y de paso aprovechar la excepcionalidad para seguir un camino involucionista en España.

Lo que no es legal no es democrático, ha dicho Rajoy, a lo que el veterano exdiputado comunista Alcaraz ha contestado, lo que no es legal no es democrático: la institucionalización fosilizada de la política.

jueves, 26 de mayo de 2016

¡Qué difícil es que los ricos entren en el Reino de Dios!.



Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

El tema del dinero, las riquezas, los bienes materiales es, según un pastor luterano al que oí en la tele, es el tema que más se repite en el Antiguo y el Nuevo Testamento, (AT y NT). Según él, que escribió un libro sobre ello, casi el doble del tema que le sigue en reiteración. Pero, desde el siglo IV, este tema no se ha ganado ni el primer, ni uno de los primeros puestos en la reflexión teológica, ni en la pastoral de la Iglesia. Solo a partir del Concilio Vaticano II, muy iluminado por las Teologías de América Latina, no solo la de la Liberación, que marcarían las asambleas del CELAM, sobre todo las de Medellín (1968), y la Puebla (27 de Enero – 13 de Febrero de 1979), que fueron celebradas con total lealtad y consonancia con el Concilio. En las que se habló, por primera vez, con esta expresión, de la “Opción preferencial por los pobres”. Por fin unas conclusiones sinodales y conciliares hacían memoria, y justicia, a textos como el de la misa de hoy, lunes de la 8ª semana del Tiempo Ordinario.

Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arodillándose ante él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿ qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» El, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.» Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!»

Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! 25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» 26 Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?» 27 Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.» (Marcos 10:17-27)

El joven rico pregunta sinceramente a Jesús qué es lo que tiene que hacer para “heredar la vida eterna”. En el fondo, se ve un poco de autocomplacencia y seguridad en los valores que hasta ese momento ha mantenido en su vida. A lo que Jesús responde en una perspectiva moral, recordándole los diez mandamientos, y animándole a ser, al cumplirlos, una buena persona y un buen ciudadano. Entonces el joven se crece y comunica al Maestro que eso tan elemental lo ha cumplido desde niño. Es el momento en que Jesús reconoció la honradez y la buena talla ética del joven, y le propone otro nivel, otra perspectiva, para valorar y enjuiciar su vida. Ya no es el horizonte ético, moral, implemente humano, sino le ofrece la oportunidad de ser “otra cosa”, es decir, seguidor de Jesús, creyente, cristiano. Y el texto nos deja bien claro y diáfano cómo se adentrará por ese camino nuevo, proponiéndole un camino nuevo, y un nievo tesoro, “en los cielos”, claro. Después, solo después de que haga el test del dinero, y de su libertad o esclavitud ante los bienes, “luego, ven, y sígueme”.

No se trata, como algunos han afirmado, apropiándose indebidamente de la totalidad de la experiencia cristiana, los que solo constituyen una pequeña minoría, de que el Señor adelante, en un caso flagrante de anacronismo, una experiencia que so9lo siglos después aparecerá en al Iglesia, como es la Vida Religiosa, hoy llamada “Vida consagrada”. No, no se trata de eso, de una invitación a un grado superior de “vida cristiana”. Es una invitación a todo el que quiera seguir los pasos de Jesús, Y que no se trata de un texto que se puede entender discrecionalmente, es decir, al pie de la letra, o no, nos lo demuestra la experiencia de la Iglesia primitiva. Hoy día ya no caben muchas dudas de que los Evangelios sean una colección de catequesis, y esta orientación es muy apropiada para entenderlos bien, y realizar una exégesis acertada. Sabemos que la renuncia a los bienes, y su puesta al servicio de los responsables de la comunidad cristiana, era un requisito indispensable para que los catecúmenos pudieran ser aceptados al Bautismo. Y ésta es la mejor y más clara exégesis que podemos hacer de la necesidad cristiana de n o ser, de verdad, esclavos del dinero. No se trata, pues, de algo discrecional, que depende de la voluntad y exigencia personal de pasar de un estado raso de pertenencia a la Iglesia, a otro de mayor y más alta cualificación. No. En ese rechazo al servicio del dinero, todos en la Iglesia somos iguales: no se trata de una experiencia de los más perfectos, decididos y generosos, sino de todos miembros de la comunidad eclesial, por igual.

A los que oponen la idea de que con la con un cambio tan radical de los modelos sociales, hoy es imposible vivir la relación con el dinero con la intensidad de la Iglesia primitiva, habrá que responderles con dos realidades constatadas: 1ª), la situación social, jurídica y económica de la comunidad de los primeros siglos, era incomparablemente peor, y más insegura que la de hoy. 2ª), nunca la comunidad cristiana fue, hacia dentro y hacia fuera, más fuerte, psicológica y económicamente tan compacta, y , progresivamente, socialmente tan reconocida y considerada como en aquellos tiempos. Se trataría, actualmente, no de negar a priori de esa posibilidad, sino de buscar las condiciones, y sentar las bases para que la invitación del Señor, que tan buenos réditos produjo a los primeros cristianos, siguiera siendo oída, creída y puesta en práctica en los días que corren. En mi opinión, esa era una de la intenciones “revolucionarias” del Concilio Vaticano II. Es claro que no sería posible ponerla a funcionar sin una severa, agresiva y violenta oposición de la sociedad globalizada y capitalista actual.

lunes, 2 de mayo de 2016

El Brasil real y el Brasil virtual.


Hay dos Brasiles que corren paralelos y que poseen lógicas y dinámicas diferentes.

Uno es el Brasil dominante, profundamente desigual y por eso injusto, que reproduce una sociedad malvada que no tiene compasión ni misericordia con las grandes mayorías. Según el IPEA son 71 multimillonarios o cinco mil familias extensas los que detentan gran parte de la riqueza nacional y muestran escasísimo sentido social, insensibles a la desgracia de los millones de personas que viven en los centenares de favelas que rodean casi todas nuestras ciudades. En ellos se origina, en gran parte, el odio y la discriminación que sienten por los pobres y por los hijos e hijas de la esclavitud, cosas que llegan todavía hasta los días actuales.

Me alejo decididamente del pesimismo de Paulo Prado en su ironizado libro de 1928 “Retrato de Brasil: ensayo sobre la tristeza brasilera”, para quien la tristeza, la pereza, la lujuria y la codicia constituyen los rasgos distintivos del brasilero. Hay gente que todavía piensa así a pesar de todo lo que se ha hecho en el campo social.
Junto a estas distorsiones, existe otra cara del mismo Brasil, la de los pobres que luchan valientemente para sobrevivir, que en medio de la miseria traslucen una alegría que viene de adentro, que danzan y veneran a sus santos y santas poderosos y que no necesitan creer en Dios porque lo sienten en la piel y en cada paso de su vida. Es el Brasil de los menospreciados por los sectores conservadores que se orientan por el PIB y por el consumo, considerados buenos para nada e inservibles para el sistema porque producen poco y consumen menos todavía.

Ese Brasil escindido, con caras contrapuestas, constituye una contradicción viva y escandalosa. Posee una herencia una sombría que nos viene del etnocidio indígena que persiste todavía, del colonialismo que nos dejó el complejo de buenos para nada, y que penetró en forma de arquetipo psicológico en la estructura de la Casa Grande del señor blanco y de la Senzala de los esclavos negros. Se manifiesta en el foso que escinde al país de arriba abajo y nos hace herederos de una república con una democracia más farsa que realidad, pues está compuesta, como actualmente, en su gran mayoría, por corruptos que se benefician del bien público para obtener su bien privado (patrimonialismo).
El pueblo brasilero, hecho de la amalgama de representantes de 60 países diferentes que vinieron para acá, todavía no ha acabado de nacer. Está en proceso de hechura. A pesar de las contradicciones, apunta hacia un mestizaje exitoso que podrá configurar un rostro singular de Brasil como una potencia en los trópicos. El Brasil que acabo de describir parece ser el real, repleto de injusticias y contradicciones.

Pero hay otro Brasil. Es el Brasil del imaginario, que está en los sueños del pueblo, el Brasil grande, el Brasil patria amada, bendecido por Dios, el Brasil de la humanidad cálida, de la música popular y de los ritmos africanos, del futbol, del carnaval, de las playas y de gente bonita. Esto mueve los sentimientos del pueblo.
Es la utopía Brasil, utopía como nos enseñó el maestro Celso Furtado “que es fruto de dimensiones secretas de la realidad, un afloramiento de energías contenidas que anticipa la ampliación del horizonte de posibilidades abierto a una sociedad” que queremos justa, fraterna y feliz (cf. En busca de nuevo modelo: reflexiones sobre la crisis contemporánea, 2002 p.37).

Este Brasil sólo existe como sueño pero está en estado naciente; él da energía para soportar las amarguras del presente. El sueño y la utopía son parte del carácter potencial y virtual de la realidad. El dato es hecho y no agota las virtualidades de lo real. Esas virtualidades que antrevemos como realidades futuras nos mantienen la jovialidad y nos alimentan la esperanza de que los corruptos de hoy, los enemigos de la democracia que votan el impeachment de la presidenta Dilma, no triunfarán. Serán borrados de la memoria colectiva. Estigmatizados, ceniza y polvo cubrirán sus nombres.

Nuestro desafío es hacer que se encuentren el Brasil real con el Brasil virtual de modo que el virtual, que contiene más verdad que el otro, moldee la figura verdadera de nuestro país.

*Leonardo Boff es articulista do JB on line y escritor.

Traducción de MJ Gavito Milano

lunes, 14 de marzo de 2016

Réquiem por la globalización.



Germán Gorráiz López, analista
ligopolios
El fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estén inter-relacionados entre sí debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos corporativos, por lo que la irrupción de la crisis económica en la aldea global ha provocado la aparición de nuevos retos para gobiernos e instituciones sumidas en el desconcierto y en la incredulidad, retornando lenta pero inexorablemente a escenarios económicos desconocidos desde la II Guerra Mundial.

Así, la sustitución de la doctrina económica de Equilibrio presupuestario de los Estados por la del déficit endémico, (práctica que por mimetismo, adoptarán las economías domésticas y las empresas y organismos públicos y privados), ha contribuido a la desaparición de la cultura del ahorro, endeudamiento crónico y excesiva dependencia de la Financiación Exterior. Asimismo, la política suicida en la concesión de créditos e hipotecas de alto riesgo de las principales entidades bancarias mundiales que inmersos en la vorágine expansiva de la economía mundial del último decenio y en aras de optimizar su cuenta de resultados, habrían actuado obviando las más elementales normas de prudencia crediticia, convirtiéndose en meros brokers especulativos y descuidando las dotaciones a los Fondos de Provisión e Insolvencia.

Ello, unido a la falta de supervisión por parte de las autoridades monetarias de los índices de solvencia de las entidades bancarias, originó la crisis de las subprime de EE.UU., seguida de un goteo incesante de insolvencias bancarias, una severa contracción de los préstamos bancarios y una alarmante falta de liquidez monetaria y de confianza en las instituciones financieras. A ello se sumaría la instauración del consumismo compulsivo en los países desarrollados, favorecido por el bombardeo incesante de la publicidad, el uso irracional de las tarjetas de plástico, la concesión de créditos instantáneos con sangrantes intereses y la invasión de una marea de productos manufacturados de calidad dudosa y precios sin competencia, provenientes de los países emergentes, pues la obsesión paranoica de las multinacionales apátridas o corporaciones transnacionales, por maximizar los beneficios, (debido al apetito insaciable de sus accionistas, al exigir incrementos constantes en los dividendos), les habría inducido a endeudarse peligrosamente en aras del gigantismo, mediante OPAS hostiles e intensificando la política de deslocalización de empresas a países emergentes, en aras de reducir los costes de producción, (dado el enorme diferencial en salarios y la ausencia de derechos laborales de los trabajadores).

Sin embargo, la entrada en escenarios de recesión de países como Noruega, Canadá, Brasil, Rusia y Finlandia debido al desplome de las commodities y ciertos indicadores macroeconómicos recientes de países como China o EEUU han alertado del riesgo de que el estancamiento económico se adueñe de la economía mundial en el 2016 lo que aunado con la reciente subida de tipos de interés del dólar, hará que los inversionistas se distancien de los activos de renta variable y que los bajistas se alcen con el timón de la nave bursátil mundial, derivando en una psicosis vendedora que terminará por desencadenar el estallido de la actual burbuja bursátil. Dicha burbuja sería hija de la euforia de Wall Street (y por extrapolación del resto de bolsas mundiales) tras las políticas monetarias de los grandes bancos centrales mundiales que han inundado los mercados con centenares de miles de millones de dólares y euros con la esperanza de relanzar la economía, más aún cuando las colocaciones sin riesgo ( deuda de EEUU o de Alemania), no retribuyen nada a los inversionistas lo que aunado con un posible repunte del precio del crudo debido a factores geopolíticos desestabilizadores (Ucrania, Libia, Siria e Irak), podría producir un nuevo crash bursátil pues el nivel suelo de las Bolsas mundiales, (nivel en el que confluyen beneficios y multiplicadores mínimos), se movería en la horquilla de los 12.000-13.000 en Mercados Bursátiles como el Dow Jones, a años luz de los estratosféricos techos actuales, rememorando valores de octubre del 2008.

Dicho estallido provocará la consiguiente inanición financiera de las empresas y subsiguiente devaluación de sus monedas para incrementar sus exportaciones y tendrá como efectos benéficos el obligar a las compañías a redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar sus finanzas y restablecer su crédito ante el mercado (como ocurrió en la crisis bursátil del 2000-2002) y como daños colaterales la ruina de millones de pequeños inversores todavía deslumbrados por las luces de la estratosfera, la inanición financiera de las empresas y el consecuente efecto dominó en la declaración de quiebras e incrementos de la tasa de paro hasta niveles desconocidos desde la época de la II Guerra mundial aunado con incrementos espectaculares del déficit Público y de la Deuda Externa.

El retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU-Rusia tras la crisis de Ucrania y la mutua imposición de sanciones entre UE-Japón-EEUU por un lado y Rusia por el otro, marcarían el inicio del ocaso de la economía global y del libre comercio, máxime al haberse demostrado inoperante la Ronda Doha (organismo que tenía como objetivo principal de liberalizar el comercio mundial por medio de una gran negociación entre los 153 países miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y haber fracasado en todos sus intentos desde su creación en el 2011. Así, no sería descartable la implementación por las economías del Primer Mundo de medidas proteccionistas frente a los países emergentes (Fomento del Consumo de Productos nacionales) en forma de ayudas para evitar la deslocalización de empresas, subvenciones a la industria agroalimentaria para la Instauración de la etiqueta BIO a todos sus productos manufacturados, Elevación de los Parámetros de calidad exigidos a los productos manufacturados del exterior y la imposición de medidas fitosanitarias adicionales a los productos de países emergentes, lo que obligará a China, México, Brasil e India a realizar costosísimas inversiones para reducir sus niveles de contaminación y mejorar los parámetros de calidad, dibujándose un escenario a cinco años en el que se pasaría de las guerras comerciales al proteccionismo económico, con la subsiguiente contracción del comercio mundial, posterior finiquito a la globalización económica y ulterior regreso a los compartimentos estancos en la economía mundial.

Finalmente, el cambio de patrones de consumo de los países emergentes aunado con inusuales sequías e inundaciones y la aplicación de restricciones a la exportación de los principales productores mundiales para asegurar su autoabastecimiento, conseguirá desabastecer los mercados mundiales de productos agrícolas básicos para la alimentación (trigo, maíz, mijo, sorgo y arroz), elevar sus precios hasta niveles estratosféricos y provocar una nueva crisis alimentaria mundial que irá “in crescendo” hasta alcanzar su cenit en el horizonte del 2.020 y afectará especialmente a las Antillas, América Central, México, Colombia, Venezuela, Egipto, Corea de Norte, India, China, Bangladesh y Sudeste Asiático, ensañándose con especial virulencia con el África Subsahariana y pudiendo pasar la población atrapada en la hambruna de los 1.000 millones actuales a los 2.000 millones estimados por los analistas.

sábado, 5 de marzo de 2016

La desigualdad económica en el mundo.



Roberto Torres Collazo

Adital

La desigualdad ha aumentado en el mundo ha declarado el reciente informe de Oxfam. En el 2010 las riquezas estaban en manos de 388 personas y en el 2015 las mismas pasaron a los bolsos de 62 personas. Estas poseen tanta riqueza como 3,600 millones, la mitad de la población mundial.
El informe Oxfam también ha demostrado recientemente que apesar de que la mitad más pobre mundial emite alrededor de 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial, son las personas más pobres quienes viven en zonas más vulnerables al cambio climático que sufren las peores consecuencias. En otras palabras, las desigualdades económicas están relacionadas con el cambio climático.

El informe explica los posibles factores que nos han llevado a esta situación. Señala a los salarios que se han estancado y el de los altos ejecutivos se han disparado.
La mayoría de los trabajadores de todo el mundo peor remunerados son las mujeres. La globalización financiera, el fundamentalismo del mercado, los paraísos fiscales que son ciudades o paises donde las grandes coorporaciones-multinacionales guardan sus fondos libres de impuestos. La evasión fiscal y los cabildeos que llevan a cabo las poderosas empresas para obtener privilegios fiscales así como para frenar el avance de alternativas energéticas más limpias y sostenibles. La corrupción, falta de regulaciones del sector financiero, las privatizaciones, entre otros, son factores que han contruibuido a las desigualdad económica.

Los factores son síntomas, no la causa. A nuestro juicio, el principal causante es el sistema capitalista mundial dirigido desde Washington, las coorporaciones-multinacionales, la banca y en el Fondo Monetario Internacional donde se ha organizado la economía mundial para beneficios de unos pocos, mientras las mayorías sufren.

No son pocos los gobiernos que se someten a sus intereses. Por mucho tiempo se nos dijo que el neoliberalismo, la máxima extensión del capitalismo, nos beneficiaría a todos. Y que las crisis económicas son parte de ciclo económico, pero resulta que ha a partir de crisis del 2007 la crisis se ha globalizado.

Desde 1990 hasta el 2010 se redujo la pobreza extrema, lo cual fué positivo, no obstante, si durante ese periodo de tiempo la desigualdad dentro de los paises no hubiese aumentado, otros 200 millones de personas habrían salido de la pobreza, una cifra que podría haberse incrementado hasta alcanzar 700 millones de personas si las personas más pobres se hubiesen beneficiado más del crecimiento económico que los sectores más pudientes.
Hay que fundar una nueva economía sostenible y solidaria. Solidaria que responda la mayoría de las personas y no para beneficios de unos pocos. No se puede poner parches a la economía vigente.
En la mitología griega, la Hidra de Lerna era un terrible monstro de múltiples cabezas. De nada servía cortalas, porque una y otra vez volvían a brotar. Para acabar con Hidra, Hércules tuvo que lanzarle una flecha en el corazón. No se puede reformar la actual economía, si no cambiar la economía mundial. Una economía que sea sostenible.
En la Isla de Pascua, en el pacífico sur, sus habitantes se dedicaron durante generaciones a talar sus bosques para edificar enormes y sofisticadas estatuas, los moai. La desforestación de la isla llevó a su colapso ecológico y humano: sin árboles, no podían por ejemplo, construir canoas para ir a pescar. Esto último podría pasar a gran escala si no cuidamos la tierra.
Roberto Torres Collazo
Portorriquenho residente em Boston e comentarista internacional


2. Desafíos de la cuarta revolución industrial

por Carlos Ayala Ramírez

Adital
OPINIÓN
27.01.2016
[ Mundo ]

Recién acaba de finalizar el Foro Económico Mundial, que anualmente reúne a jefes de Estado, grandes empresarios y agentes financieros, y premios Nobel; es decir, personas que tienen poder para incidir en la conducción política, económica y social del mundo. Este año, el tema central del encuentro fue la cuarta revolución industrial, que, según Klaus Schwab, fundador y director del Foro, cambiará fundamentalmente la manera de trabajar y de comunicarnos.

Se trata de la Industria 4.0, en la que la producción será totalmente automatizada, conectada y coordinada por computadoras. Como se sabe, el término fue acuñado por el Gobierno alemán para describir un tipo de fábrica donde todos los procesos están interconectados por Internet.

Para los organizadores del Foro, los aspectos de mayor impacto de esta revolución a nivel de logística y de cadena de suministro serán la impresión en 3D, la robotización de los almacenes y la distribución de productos mediante drones. En consecuencia, el reto y objetivo del encuentro fue la búsqueda de soluciones al desequilibrio causado por el avance de las nuevas tecnologías y por la aparición de nuevos modelos empresariales.

En el Foro se habló también de cinco riesgos mundiales para el próximos año y medio: (1) falta de mitigación y adaptación al cambio climático; (2) armas de destrucción masiva; (3) crisis del agua; (4) migraciones involuntarias a gran escala; y (5) impacto del precio de la energía en los negocios.

Ahora bien, aunque los organizadores del evento hablaron de plantear respuestas frente a lo que ellos consideran son los grandes desafíos de la actualidad (léase baja inflación, hundimiento del precio del petróleo y disminución de la cotización de las materias primas, pasando por la crisis de refugiados europea y la expansión del terrorismo), las voces críticas y éticas han señalado otros temas y desafíos que no suelen ser centrales en la agenda de las élites mundiales, pero que afectan a millones de seres humanos, especialmente a los que viven en los países denominados “en desarrollo”, a los cuales se les exige una pronta e ineludible adaptación a las dinámicas que derivan del mundo rico.

Una de esas voces críticas es la organización Oxfam, que coincidiendo con el Foro Económico Mundial en Davos presentó su informe “Una economía al servicio del 1%”. En el documento se denuncia que los sistemas económicos están beneficiando cada vez más al 1% de la población más rica.

Según Oxfam, la desigualdad extrema en el mundo está alcanzando cotas insoportables. Actualmente, el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 99% restante de las personas del planeta. El poder y los privilegios se están utilizando para manipular el sistema económico y así ampliar la brecha, dejando sin esperanza a cientos de millones de personas. Asimismo, el entramado mundial de paraísos fiscales permite que una minoría privilegiada oculte en ellos 7,6 billones de dólares.

Oxfam analizó 200 empresas, entre ellas las más grandes del mundo y las socias estratégicas del Foro Económico Mundial, y revela que 9 de cada 10 tienen presencia en paraísos fiscales. En 2014, la inversión dirigida a ellos fue casi cuatro veces mayor que en 2001.

Este sistema mundial de evasión y elusión fiscal está desviando recursos esenciales para garantizar el estado de bienestar de los países ricos, además de privar al resto de los recursos imprescindibles para luchar contra la pobreza, asegurar la escolaridad infantil y evitar que sus habitantes mueran a causa de enfermedades que pueden curarse con facilidad.

Desde un espíritu ético y profético, el papa se dirigió a los organizadores del Foro exhortándoles, en primer lugar, a no olvidarse de los pobres. Este es, según Francisco, el principal desafío de los líderes del mundo de los negocios. Señaló que “quien tiene los medios para vivir una vida digna, en lugar de preocuparse por sus privilegios, debe tratar de ayudar a los más pobres para que puedan acceder también a una condición de vida acorde con la dignidad humana, mediante el desarrollo de su potencial humano, cultural, económico y social”.

Al referirse a los albores de la cuarta revolución industrial, manifestó que han sido acompañados por la creciente sensación de que será inevitable una drástica reducción del número de puestos de trabajo. La “financialización” y “tecnologización” de las economías, puntualiza el papa, han producido cambios de gran envergadura en el campo del trabajo: menos oportunidades para un empleo digno, reducción de la seguridad social, aumento de desigualdad y pobreza.

Frente a los profundos cambios que marcan época, Francisco propone a los líderes mundiales un reto y una necesidad. El reto, garantizar que la futura cuarta revolución industrial, resultado de la robótica y de las innovaciones científicas y tecnológicas, no conduzca a la destrucción de la persona humana— remplazada por una máquina sin alma— o a la transformación del planeta en un jardín vacío para el disfrute de unos pocos elegidos. Y la necesidad, crear nuevas formas de actividad empresarial que fomenten el desarrollo de tecnologías avanzadas y sean capaces de utilizarlas para crear trabajo digno para todos, sostener y consolidar los derechos sociales y proteger el medioambiente.

Finalmente, sentencia el obispo de Roma — en la más auténtica y genuina tradición cristiana —, es el hombre quien debe guiar el desarrollo tecnológico, sin dejarse dominar por él. Cuidar la casa común y la persona es lo primero.

Carlos Ayala Ramírez
Director de Radio YSUCA


3. ‘Es un mito creer que la gente va renunciar al consumismo’

Con Gilles Lipovestsky nace una nueva categoría de pensamiento donde el hiperconsumismo y el hiperidividualismo forjan una sociedad hipermoderna.

Gilles Lipovetsky, filósofo francés. Internacional

POR: Cristóbal Vásquez
febrero 25 de 2016 – 

¿Qué hay después de la posmodernidad? Según el filósofo francés Gilles Lipovetsky, la hypermodernidad. Una nueva categoría de pensamiento donde las opciones de identidad abundan y el rol de los medios, la publicidad, el consumo van formando una cultura hiperindividualista que plantea grandes retos al rol de la mujer, a la relación entre personas, la publicidad y a la sostenibilidad entre el consumo y la estabilidad del planeta, entre otros.

En diálogo exclusivo para Portafolio, el famoso filósofo, sociólogo y escritor francés habla sobre los retos de lo que cataloga como la Hipermodernidad, una sociedad llena de opciones y modelos.

¿Cuál es el rol de la mujer en lo que usted llama hipermodernidad?

El rol es nuevo porque durante toda la modernidad, las mujeres fueron excluidas de la esfera política y los ámbitos creativos más importantes. Entonces lo que podemos llamar la hipermodernidad es cuando las mujeres conquistan el derecho y la posibilidad de ocupar los mismos lugares que los hombres.

Pero, ¿qué retos tiene la mujer en su liberación?

La mujer hipermoderna quiere seguir siendo mamá pero al mismo tiempo ser exitosa en su vida profesional. Esta es una gran oportunidad para la humanidad porque ellas que son la mitad de la población del mundo van a convertirse en actores principales. La pregunta clave es ¿cómo van a acceder las mujeres a las verdaderas responsabilidades en el mundo empresarial? Creo que esto es posible si se transforman las lógicas de la organización.

No creo en el machismo, no creo que sea eso lo que impide que las mujeres sigan creciendo, pero en cambio sí creo que es la manera cómo funcionan las organizaciones. Estas son hechas para los hombres, no para las mujeres.

¿Se podría plantear la liberación femenina como vehículo para llegar al hiperconsumo?

El hiperconsumo es para todos: hombres, niños y viejos. Pero hay un verdadero problema, y las mujeres lo saben, con el tema de la autonomía y tiene relación con la belleza, ahí es diferente a los hombres. El 80% de las mujeres son las que compran normalmente. Por ende, el problema del hiperconsumismo se presenta efectivamente en el consumo de cosméticos, en todo lo que toque el cuerpo y la alimentación, y muchas mujeres se rigen por un prototipo de belleza en el que ellas no se reconocen.
“La belleza exige estar en forma, pero la mayoría de las mujeres fracasan en el intento y se culpabilizan”.


Ahí hay una contradicción porque el hipermodernismo es normalmente la multiplicación de los modelos y la inexistencia de los modelos estándar, menos uno, que es el de la belleza femenina. La belleza exige estar en forma, pero la mayoría de las mujeres fracasan en el intento y la mayoría de ellas se culpabilizan gastando grandes montos de dinero en esto.

Entonces nos encontramos con un case excepcional, porque en todas partes hay una diversidad de modelos, menos en los temas de belleza. En nuestro modelo cultural no se puede ser bella y gorda al mismo tiempo. No estoy seguro de que eso vaya a cambiar.

¿Es de una sociedad desorientada tratar de llenar sus vacíos por medio del consumo?

No, el consumo es más bien lo que viene a arreglar la vida desorientada. Una gran parte del consumo hoy es de tipo terapéutico. Cuando estamos deprimidos vamos al centro comercial, pero es verdad que también la lógica del hiperconsumo crea desorientación.
Por ejemplo en relación a la alimentación, hoy hay varios modelos, uno que dice que hay que comer sano, ligero, biológico, pero al mismo tiempo hay que darse placer. Es contradictorio y estresante.

A partir de esas contradicciones, ¿cómo podemos tener relaciones personales tranquilas?

Creo que podemos tener relaciones excelentes entre las personas. Simplemente que la sociedad hipermoderna no para de diversificar los gustos y las aspiraciones de la gente, por eso creo que hay toda cantidad de divorcios, por-que la gente cambia.

¿Por qué tanto cambio?

Porque somos una sociedad móvil con una oferta permanente y por ende no tenemos un lugar definitivo en la sociedad. Todo cambia y la gente cambia también; como todo cambia, la relación entre las personas no funciona. Esta es una de las razones por las que la gente vive u momento y después se separa.
“La manera como funcionan las organizaciones está hecha para los hombres y no para las mujeres”.


¿La sociedad de la información está afectando la forma de relacionarse entre personas?

Sí, la influencia, pero no tanto como lo dicen. Yo no creo en la idea de que la publicidad manipula. No creo en eso. La publicidad aporta muchas cosas y da muchas ideas y opciones, pero no manipula, eso no es verdad. Eso es algo erróneo que nos han vendido.

La publicidad nunca lo hará comprar algo que usted no quiere, nunca. Si a usted no le gusta esquiar, puede mirar mucha publicidad sobre los centros deportivos de invierno durante todo un año, pero no iría nunca de vacaciones.

¿Cree que hay un equilibrio entre el hiperconsumo y el mantenimiento del planeta?

Ese es el gran problema, evidentemente. Ahí hay dos opciones notablemente opuestas. Están los ecologistas radicales que consideran que vamos directamente hacia la catástrofe porque el planeta no podrá con 9 billones de consumidores en el mundo, entonces no podremos desarrollar un hiperconsumismo sostenible.

¿Cuál sería el otro extremo?

Hay posibilidades de actuar, hay que invertir enormemente en la investigación de energías renovables porque es un mito creer que la gente y las naciones van a renunciar al consumismo. Renunciar a esto es propio de naciones ricas, pero hay millones de personas que esperan abrir la puerta al consumismo y pedirles que paren el hiperconsumismo cuando ni siquiera han empezado a consumir es ilógico.

La India, los países africanos y los chinos no quieren sino eso. Es una ilusión creer que van a renunciar de manera racional. No hay otra opción que invertir el máximo de nuestras energías y inteligencia en sistemas de producción de energía limpia y reciclaje que nos permitan vivir sin austeridades imposibles de cumplir.

Cristóbal Vásquez

Fuente 1: Adital
Fuente 2: Redes Cristianas

jueves, 15 de octubre de 2015

Actitudes idolátricas.



Hay otras idolatrías en las que podemos estar cayendo, aun cuando estemos en iglesias sin imágenes ni ídolos de leño.


DE PAR EN PAR AUTOR Juan Simarro 

No. No se es ahora tan combativo en el campo evangélico contra la idolatría como cuando yo era niño. Entonces, recuerdo que en el ámbito de mi iglesia se veía el entorno católico como idólatra porque tenía imágenes de barro o de madera a las que adoraban. Jamás un evangélico se hubiera arrodillado ante ellas aunque le costara la vida. Sí, así era el concepto de idolatría de los evangélicos. Un concepto basado en la propia Biblia que dice que lo mejor de estas imágenes para nada es útil. Sí, este es el concepto de idolatría totalmente vivo que se tenía en todo el campo evangélico en general en nuestro país. 

Hoy se sigue pensando igual, pero ya no hay esa virulencia con la que se defendía la adoración al Dios vivo sin mediación de imagen alguna. Es el concepto de idolatría que nosotros pensamos que es correcto, pero que ha perdido fuerza en la controversia actual. ¿Es bueno que este concepto haya pedido virulencia? Yo creo que sí, porque la idolatría va mucho más allá que el hecho de hacer ídolos que no ven ni oyen o inclinarse ante imágenes de barro o leño. La idolatría no se da sólo en temas o entornos relacionados con el ritual cúltico. No, no. Hay que superar esa concepción aunque tenga sus connotaciones idólatras. Tampoco se da sólo en el terreno de la práctica religiosa, del ritual. 

Hay otras idolatrías en las que podemos estar cayendo, aun cuando estemos en iglesias sin imágenes ni ídolos de leño. Existen otros tipos de idolatrías, otras situaciones idolátricas tan graves o más que el inclinarse ante imágenes que ni ven, ni oyen, ni entienden. Quizás, muchas más veces de las que nos imaginamos, estemos cerca del peligro idolátrico. Podemos convertir en ídolo al dinero, en dios al prestigio, en nuestro señor al que servimos a la escalada social y muchas más cosas de la realidad temporal y terrenal que, en nuestra inclinación idolátrica, somos capaces de intentar divinizarlas alejándonos del Dios de la vida. 

Hay corazones idólatras incluso entre personas religiosas que, desgraciadamente, muchas veces viven como los que no tuvieran esperanza. Sí, es verdad. Los evangélicos no nos inclinamos ante imágenes de barro. Nadie nos puede achacar esa idolatría. Decimos y confesamos que nuestro único Dios y Mediador es Jesucristo. No hay mediación posible a través de imágenes sordas. Totalmente correcto, pero cuidado con esas idolatrías que parten del corazón y que no se traducen en genuflexiones externas ante ídolos de palo. 

El hombre puede caer en idolatrías más internas aunque no se traduzcan en el ritual idolátrico externo. ¿Qué se ve como idolátrico entre los que trabajamos entre los pobres? Vemos y comprobamos esta idolatría que es divinizar las posesiones de este mundo, postrarse ante el dios dinero, coquetear con el dios Mamón en lugar de dejarse llevar por los valores del Dios de la vida que dice que ésta “no consiste en la abundancia de los bienes que se poseen”. 

Hay idolatrías que practicamos casi inconscientemente como la idolatría de ver como prestigioso al hombre que se enriquece y tiene sus almacenes y cuentas corrientes llenas, ver como triunfadores a los que se dejan llevar por la idolatría del egoísmo, de la codicia que le ata las manos y le incapacita para compartir y solidarizarse con los excluidos de la tierra. Todo eso es una idolatría que separa de Dios de una forma radical. Esto no es algo típico de los evangélicos y se da igualmente, por desgracia, entre cristianos de otras confesiones religiosas. 

Hoy nadie denuncia en nuestras congregaciones al que acumula más de lo que necesita, nadie analiza si lo acumulado ha sido lícita o ilícitamente conseguido, nadie critica al que ha ganado muchos bienes que almacena insolidariamente para sí sin pensar que bíblicamente, la acumulación desmedida siempre es ilícita. 

Leed algunos de los ayes de los profetas. Levi's - Go Forth - DSC 0043 ep / Eric Parker (Flickr - CC BY-NC 2.0) Estos tipos de idolatrías son más perniciosas para los seres humanos que las idolatrías de ritos externos ante las imágenes de barro o leño. Atenta más duramente contra dignidad de las personas, contra la integridad física y psíquica de tantos seres humanos sumidos en la pobreza o en el mundo de los hambrientos… Unos mil millones de personas hambrientas en el mundo. 

La Biblia nos muestra sabiamente que lo sobrante de unos es la escasez de otros. Sí. Muchas idolatrías de hoy están montadas en el despojo de los pobres. Se podría pensar que cuando se aumentan los caudales de los ricos, pueden aumentar también el de los pobres o el de las clases medias que se han empobrecido con la crisis, pero no, no se da este hecho de que haya crecimiento de los caudales de los ricos, pero que los pobres también mejoren y que puedan vivir dignamente. 

Todos sabemos que muchas veces aumentan los caudales de los ricos y disminuyen las posibilidades de los pobres aumentando la brecha de la desigualdad. Ha pasado incluso con nuestra actual crisis en España. Tantas idolatrías en estas áreas muestran a un mundo desequilibrado, injusto y de acumuladores sin escrúpulos que son idolatrados incluso por los pobres de la tierra en su confusión, falta de información y de enseñanza. Sí. Estas idolatrías conforman toda una liturgia de muerte que incluso practican muchos religiosos. 

Una maldita liturgia idólatra contra la que hay que luchar en el nombre del Altísimo. Una liturgia que reduce a la infravida y al no ser de la marginación a más de media humanidad. Terrible escándalo, terrible idolatría, maldita liturgia inhumana. ¡Maldito pecado de omisión que tantas veces practicamos uniéndonos a las liturgias malditas! Tenemos que unirnos a las voces proféticas si queremos practicar o tener una espiritualidad cristiana en línea con los valores del Reino. No deberíamos tener miedo de dar los SOS necesarios para que los cristianos no cayeran en estas idolatrías indignas. No se puede servir a dos señores, no se puede servir al Dios de la vida y al dios de las riquezas. A ver si vamos a criticar las idolatrías de gestos externos y vamos a caer en otras idolatrías más profundas. ¡Líbranos, Dios nuestro, de toda idolatría!

miércoles, 27 de agosto de 2014

Democracia liberal permite gobernar en contra del pueblo.


Por Álvaro Cepeda Neri *

Si por un lado los poderosos pueden legalizar sus expropiaciones, haciéndolas pasar por necesidades, los pueblos pueden apelar a la legitimidad de sus reivindicaciones para oponer resistencia política. Se trata de una batalla desigual, pero no puede decirse que carezca de consecuencias.

Immanuel Wallerstein, Geopolítica y geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial

La humanidad vuelve a poner en relieve la lucha de clases: los ricos contra los pobres, en cuyo conflicto las elites gobernantes no son árbitros sino parte interesada con los modernos dueños de las riquezas desnacionalizadas; y presenta hechos subversivos constantemente abortados por las represiones que criminalizan las protestas (Timothy Garton Ash, Los hechos son subversivos, donde su autor afirma: “La primera tarea del historiador y del periodista consiste en encontrar hechos”). Y los hechos mundiales acusan, nuevamente, lo que el Marx periodista “puso en contacto con los debates de su tiempo sobre el derecho y la economía [...] y la sociedad dividida en clases y basada en la explotación”, escribe David McLellan.

Las metamorfosis del capitalismo, no sin consecuencias a su ferocidad explotadora y a un keynesianismo que limó sus filos, le ha permitido sortear los embates de los pobres, trabajadores, campesinos, indígenas que, en nuestros días, están reducidos a sobrevivir en las miserias, las enfermedades, el desempleo y las represiones, los homicidios, encarcelamientos y desplazamientos por migraciones que reproducen el círculo vicioso de ricos contra pobres y viceversa.

La democracia contemporánea ha separado de raíz sus dos conceptos: el demos o pueblo y el kratos o poder. Se practica, así, una democracia sin el pueblo. Y “la democracia sin el pueblo es una democracia de los legisladores que interpretan a su manera la voluntad de la nación y disponen a su antojo del mandato que se les ha confiado” (Maurice Durverger, La democracia sin el pueblo, ediciones Ariel). Y los partidos en complicidad buscan posicionarse en el centrismo para no parecerse a la izquierda ni a la derecha, y simular que lo son cuando se disputan los votos, donde el abstencionismo es el único victorioso. Hace tiempo que, en mayor o menor medida, impera la democracia sin el pueblo que permite que el poder político (la clase gobernante) y el económico (ricos, millonarios y multimillonarios) estén gobernando, administrando y legislando para el capitalismo salvaje, como el fin perseguido por medio del neoliberalismo económico que mantiene a “la economía mundial capitalista en dificultades, en el estira y afloja del corto y mediano plazo”. Immanuel Wallerstein asegura que en el periodo 1945-1973 se dio la expansión económica de la economía mundial capitalista, para tener un constante estancamiento económico. Al vaciarse del pueblo la democracia, los pobres están planteando aquello de “pobres del mundo, uníos”, para reencontrar la síntesis del kratos y del demos, que recree una democracia con el pueblo. De esta manera están puestas las condiciones para el estallido de una primera gran revolución política mundial si los capitalistas siguen –como seguirán– concentrando la riqueza y explotando al pueblo, es decir, a los pobres.

Y en estas constantes recesiones económicas, que son crisis del capitalismo mundial y parcializado en cada nación dentro del contexto de los Estados, tenemos más pobres que, como pueblos, son expulsados de las democracias y de los sistemas tribales-autocráticos. Así, la única competencia es la de los pobres contra los ricos, la del poder económico contra el poder popular, mientras el poder político de las elites gobernantes se pone de parte de los ricos. Vivimos (sobreviviendo) en esa crisis que reclama decisiones para resolverla… Decisiones del pueblo al recobrar la democracia en su sentido histórico: la del poder del pueblo si vuelven a unirse el kratos y el demos.

En esta transición, los Estados buscan posicionarse en el contexto del neoliberalismo económico que es el motor de los capitalismos unidos por la globalización comercial, en cuyo picado mar adentro algunas elites del poder político quieren actualizar al poder económico de los ricos, sus aliados-cómplices, para lograr la moderna acumulación del capital con monopolios disfrazados o reales. Y en ese contexto son los pobres sin democracia los que están soportando hambre, pobreza, desempleo, enfermedades, expulsiones masivas vía las migraciones y encima tienen a las delincuencias, encabezadas por los narcotraficantes.

Democracia sin el pueblo más neoliberalismo económico, nueva modalidad del capitalismo globalizador y sus capitalismos locales, facilitan que los ricos –el poder económico– y los gobernantes –el poder político– enfrenten a los pobres de todo el mundo con visos del “desmoronamiento del sistema mundial. Tal desmoronamiento sería anárquico, generaría un grado elevadísimo de experimentación, pero también de inseguridad. Asistiríamos al caos social”. Este caos social lo tenemos ya a la vista.

Álvaro Cepeda Neri*

*Periodista

Fuente Contralinea

Fuente: ApiaVirtual
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