lunes, 21 de junio de 2010

La(s) identidades(es)



Toda crisis tiene sus partes o aspectos positivos, constructivos. Esto siempre que la persona quiera verlo con ojos no únicamente abiertos sino con la visión de realidad. Realidad de cambio, de progreso, y, ciertamente, de crecimiento.

Todo crecimiento que comporta transformaciones interiores y profundas, cuestiona la propia identidad. Pone en crisis, en perspectivas nuevas: qué soy, cómo soy y sobre todo quién soy. Problemática de identidades o identidad.

Es conveniente que podamos comprender, que por otra parte no es fácil, qué es la identidad. Para ello vamos ir a la etimología de esta palabra. Viene del latín idem y quiere decir: el mismo, lo mismo.

Y la palabra identidad es un derivador artificial que significa idéntico. La terminación dad expresa la generalidad o abstracción de una cosa concreta. Por ejemplo, espiritualidad de espíritu. El mismo, uno mismo, un real concreto, diríamos; la mismidad seria abstracto y general.

Entonces, lo que siempre es lo mismo, se mantiene constante. No cambia. En su transformación o cambios profundos, hay un hilo conductor que permite reconocer siempre la mismidad, la identidad.

Por eso percibimos, sentimos a lo largo de la vida nuestras transformaciones de nuestra personalidad: Antes no era así, no soy así, No suelo actuar de esta forma. Constatamos como el cómo es diferente. Así y todo, somos conscientes que somos el mismo.

Mirándolo así, hablamos de la identidad de estar, que nos sitúa en las coordenadas de espacio y tiempo. Percibimos una consciencia dual: yo y tú; dentro y fuera; alto y bajo; Dios y yo. Amigo y enemigo. Amor y odio. Y la identidad de estar sería la de organizar las diferentes identidades parciales.

Podemos decir que identidad es aquella consciencia donde el yo es un observador de algo que siempre ha sido, es y será, reconociendo una continuidad aunque constate cambios en el que no afectan a esta consciencia más allá de las coordenadas del tiempo y espacio.

Y así podemos hablar, a mi entender, de la identidad de ser. Una consciencia más allá de tiempo y espacio. Y esto comporta considerar la identidad de ser en la no-dualidad que nos llevaría a una consciencia no dual.

La identidad de estar sería como ver una pieza entera, que no existe, pero que tiene armonizados todos sus elementos. Dicho de otra forma: Es, además, una vivencia de consciencia donde la identidad o mismidad personal del ego no es la base de la existencia sino que hay un nivel más general, más universal más cósmico donde la mismidad no existe o desaparece, pero así sus funciones o responsabilidades.

Hay una frase que tal vez nos pueda ayudar a avanzar en la reflexión: “El sentido de la condición humana no radica en la estructura de la personalidad sino en la experiencia e identificación con la vida misma, la cual crea esta estructura”.

Sería jugar con los verbos SER Y ESTAR. Verbos que nos indican una fuerte y profunda diferencia. Recordemos no es lo mismo: Estoy enfermoque soy un enfermo.

Podríamos ver cómo aplicar esto a la Crisis, fruto de crisis. De nacionalidad, estamos pasando a una globalización que cuestiona pero no anula las identidades nacionales. Las estatales son fruto de decisión política y jurídica, pero no de los pueblos. De la personalidad invariante a los cambios de las identidades a lo largo de nuestra vida, pero no de cambios superficiales. Así iríamos aplicándolo a la familia, a la tribu, o al grupo. A la relación entre naciones o pueblos.

Tema no fácil, pero necesario e imprescindible, hoy en día. De todas formas, la dificultad es poder empezar con uno mismo.

Añado algunas frases que nos pueden ayudar a continuar esta reflexión en cada uno de las personas lectoras:

  • “La irremediable lucha por la identidad, me mantiene sereno en este mundo de locos”.
  • “Nadie puede definir tu identidad, tu personalidad. En resumen, cada uno es responsable de quién y cómo es”.
  • “Nadie debiera ser esclavo de su identidad cuando surge una posibilidad de cambio y entonces es preciso cambiar”.
  • La globalización está provocando un obsesivo afán de identidad, que va a provocar muchos enfrentamientos. Nuestras cabezas se mundializan, pero nuestros corazones se localizan”.
  • La globalización sólo asusta a quien no está seguro de su identidad y teme que se la cambien. Ese miedo te hace aislarte y te esteriliza a la larga, como dice un narrador hindú.

Con ese conjunto de frases, sólo quiero indicar que ningún autor nos dirá la definición de nuestra identidad personal como ningún diccionario.

La definición de cada persona es ella misma quien la tiene que ir buscando y forjándola.

Una cosa es el sentido de la identidad y otra es la identidad del sentido.

Jaume PATUEL i PUIG es pedapsicogogo y psicoanalista. Blog Pensa per tu mateix, jpatuel@copc.cat

Fuente: ATRIO

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