El avance de la tecnología tiene un efecto secundario. Hace el mundo más urbano. Las ciudades son cada vez más tecnológicas y eso provoca que las áreas rurales vayan quedando más lejos. En distancia real, la que no se mide en kilómetros, sino en evolución. Esa es la situación, según Nicholas Negroponte, y esta es la cuestión: “¿Puede llevar el mundo digital la educación y la sanidad a las zonas rurales remotas?”.
El director del MIT Media Lab e impulsor del proyecto One Laptop Per Child (un ordenador por niño) dijo en el Open Source World Congress que quería “hacer de la tecnología algo global” en un planeta en el que las tendencias son “el respeto por la disrupción, el predominio del sentido frente al dinero, el poder de lo abierto y un mundo que está quedando sin periferias”.
Negroponte respalda esta tendencia hacia un modelo abierto. “Steve Jobs, gran amigo mío, sobre todo a finales de los años 80, quería controlarlo todo. Y eso dio como resultado un diseño excelente pero un modelo cerrado”, indicó. Pero su apuesta por lo abierto no se refiere solo a la tecnología y el software. El autor del best seller Being Digital considera que la actitud abierta debe comenzar en el pensamiento mismo y dictó un par de recetas para estimular la creatividad.
Uno. “El sentido común es común. Es algo corriente. Debes ignorarlo porque es enemigo de la innovación”, remachó. “Muchas veces me han dicho que lo que yo hacía no tenía ningún sentido común. Claro. Eso precisamente es lo que me ha permitido innovar”.
Dos. “Cuando alguien me dice que sea realista, le digo que salga de aquí ahora mismo y se vaya a otra habitación”, comentó. “Si eres realista, no puedes innovar”.
“¿De dónde vienen las ideas?”, preguntó Negroponte. “Proceden de las diferencias. Muchas personas miran a EEUU y piensan que hay muchos individuos innovadores. Pero no hay más que en otros sitios. Lo distinto es el ambiente y las circunstancias. Allí es más fácil emprender”.
Además, según el experto en educación, “una de las grandes diferencias entre Europa y EEUU es que, hasta hace 15 años, en Europa no se escuchaba a los jóvenes. En EEUU siempre se ha hecho caso a la gente joven”.Negroponte pasó de hablar de la atención a los jóvenes a la atención a la infancia. Los niños son, para el estadounidense, “el recurso natural más valioso del mundo”. “Hay que replantearse la infancia y los sistemas educativos. No se está enseñando a los niños a sacar todo el provecho de la tecnología”.
“Los niños no tienen que aprender a memorizar datos. Tienen que aprender a aprender. Muy a menudo no preguntamos a los menores. De esa forma no les hacemos pensar. Cuando le preguntamos a un niño por un programa informático le obligamos a reflexionar”, indicó.
Y al igual que no potenciamos su capacidad de pensar, no dejamos que nos apoyen para pensar mejor. “Estoy seguro de que no hay nadie en esta sala que haya pedido ayuda a un niño. Deberíamos hacerlo”.
Negroponte mencionó la nueva tableta que su fundación acaba de lanzar con la misma filosofía que One Laptop Per Child. La describió como un “experimento” “sin agujeros y con una batería que requiere muy poca energía, y una cubierta con batería solar”. La fundación One Laptop Per Child la está distribuyendo por zonas rurales y va cargada con películas, libros y otros contenidos culturales.
El investigador no se paró a explicar One Laptop Per Child. “Ya hay demasiada literatura sobre ese proyecto”, argumentó. Pero relató algunas anécdotas que han ocurrido desde entonces y que muestran la repercusión positiva que están teniendo en distintas zonas del globo.
“Fuimos a un pueblo de Camboya donde la renta per capita es de 42 dólares al año. Repartimos ordenadores para todos los niños y cuando llegaron a casa, abrieron los portátiles. Su luz era la más potente de todo el hogar. Los padres estaban encantados porque era la fuente lumínica más importante que tenían”, contó Negroponte.“En estos cinco años hemos ido viendo que los profesores adoran el programa y los niños también. Duermen, incluso, con sus ordenadores. En Nigeria, por ejemplo, no nos dejaban sus portátiles para que se los arregláramos. Tenían miedo a perderlos. Pensaban que si los cedían, no los recuperarían”.
Negroponte mencionó también la repercusión de One Laptop Per Child en Uruguay. En ese país el programa ha sido reconocido con la aparición de los ordenadores en un sello postal.
El director del MIT Media Laboratory indicó que una de las mayores dificultades de implantar este programa es que “la gente es alérgica a las nuevas formas de entender la educación y el aprendizaje”.
Es más, muchos “piensan que la vida es un huevo frito”. Sin embargo, según Negroponte, “es una tortilla”. “Mis padres vivieron como un huevo frito donde el blanco era ir a trabajar y el amarillo estar en casa con la familia. Esto no es así. La vida es una tortilla”.
Fuente: yorokobu.es
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