lunes, 2 de enero de 2012

Perú: La felicidad y la tristeza de los peruanos según Fritz Du Bois.



Por Jorge Agurto
1 de enero, 2011.- En su artículo como director de Perú 21 titulado “La felicidad ja, ja, ja, ja” Fritz Du Bois comenta la encuesta mundial de la empresa Gallup sobre la felicidad y se complace de que el Perú se ubique “bastante por encima del promedio mundial”.
De esto concluye Du Bois que los peruanos somos más felices de lo que nos habíamos imaginado “escuchando los noticieros o leyendas las portadas de los diarios”. Y de esto infiere:
“Nos preguntamos si no le estamos dando demasiada importancia a gente que buscan deprimir a los peruanos como los sres. Saavedra y Santos, quienes, en la tristeza, encuentran su nicho político de mercado”

La “felicidad” neurótica

La idea de felicidad de la sociedad burguesa alimentada por la fiebre del consumismo difiere grandemente de la idea de felicidad hallada por la encuesta Gallup en la isla de Fiji que encabeza la lista de países felices.
Como lo desarrolla el antropólogo Alberto Chirif en su artículo: La felicidad como indicador de calidad de vida, la lógica del sistema capitalista es “producir y consumir de manera ilimitada, porque el día que esto se detenga, el sistema colapsará” (2)
La ansiedad permanente por tener ha generado una neurosis cuyo síndrome hace que la gente se identifique por lo que tiene y aparenta, “lo que crea un vacío espiritual que es cada vez más corriente en los países del primer mundo” prosigue Chirif.
El embajador peruano Osvaldo de Rivero (3) apunta que la neurosis ya tiene nombre: afluenza, y se expresa en una “ansiedad permanente por tener más y mejor, desde inmuebles, autos, pasando por todo tipo de objetos domésticos y personales, hasta más grandes senos, menos arrugas y inclusive penes más largos”. La compulsión por el tener y consumir, termina finalmente en el Prosac, medicamento para calmar la ansiedad y los nervios de gran venta en los países “afluentes”.
“La búsqueda desenfrenada de la felicidad mediante el tener más -agrega Chirif- ha llevado al medio ambiente a una situación peligrosa debida al calentamiento global y demás desajustes y estragos causados sobre el hábitat; y a las personas, a la neurosis, es decir, a la infelicidad, al arribo a una meta contraria a la que estaba en su mente al inicio del camino, y a otros males, como la obesidad, los infartos, la diabetes y otras enfermedades propias de los tiempos.” (Ibídem.)

Otra felicidad

Según el resumen de la encuesta Gallup difundida por Perú.21 en Fiji el 85 por ciento de los encuestados consideró ser feliz. Esto es un elevado indicador país si consideramos que si bien Fiji posee una de las economías más desarrolladas del Pacífico, “una importante parte de la población se dedica a las actividades económicas de subsistencia”. Su ingreso anual por habitante es en promedio US$ 4,510, alrededor de la mitad del registrado para el Perú: US $ 8,930.
La misma encuesta Gallup concluye en que “no es la cantidad de dinero sino el estatus relativo dentro de su sociedad” lo que genera la felicidad.
La búsqueda de nuevas formas de medir el bienestar de la población más allá de los indicadores económicos y el clásico Producto Bruto Interno (PBI) -observa De Rivero- vienen creado una nueva disciplina: la “happylogía” donde se encuentra el Indicador de Riqueza Genuino (IRG) que pone énfasis en la calidad de vida, o el Índice del Planeta Feliz (IPF), que prioriza una larga vida sin impactos nocivos contra el medio ambiente.
Sin duda, en esta búsqueda de nociones alternativas hay que incluir el Vivir Bien o Buen Vivir, de los pueblos indígenas, en los que la noción de bienestar colectivo y en armonía con su entorno ambiental es sustancial.
Quienes manejan o influyen en el manejo de la cosa pública deberían ser menos burdos, más decorosos y hacer un esfuerzo para abrir su entendimiento hacia las legítimas aspiraciones de vida de los pueblos indígenas y las comunidades rurales que tienen el derecho de forjar sus propias formas de desarrollo y modernidad.
Deberían empezar por revisar sus nociones sobre la “pobreza indígena” y advertir que los pueblos y comunidades indígenas de por sí no son pobres, sino que han sido y siguen siendo empobrecidas por un sistema que no les retribuye el inmenso aporte de alimentar a las ciudades, por colocar un solo ejemplo de inequidad e injusticia histórica.

Ceguera histórica e irracionalidad

El caso del conflicto por el proyecto Conga es ejemplar para mostrar cómo el poder mediático y político puede llegar al extremo de satanizar hasta la burla a quienes encabezan la lucha -ya sea desde las organizaciones sociales (Wilfredo Saavedra) o el poder local (Gregorio Salas)- quienes son presentados y prejuzgados como los “malos de la película”. El pecado: defender el agua y los ecosistemas naturales para asegurar la actividad agrícola y ganadera de la cual viven hace siglos las comunidades de Cajamrca.
Lo extremo e irracional de la situación es que quienes se jactan de defender la posición del “progreso” y el “desarrollo” justifican una actividad minera a gran escala y de tajo abierto que genera terribles impactos al ambiente y al modo de vida de las comunidades.
La gran minería hasta hoy solo viene enriqueciendo a minúsculos grupos de poder mientras que se mantienen y acrecientan los índices oficiales de pobreza en las regiones mineras como Pasco y Cajamarca. Lo grave es que el poder político y mediático insiste tercamente en ignorar por completo las verdaderas inquietudes y razones de la lucha de los cajamarquinos.
Mientras el director de un periódico limeño se congratula de la felicidad de los peruanos y asocia la tristeza como el origen de la protesta cajamarquina que sería manipulada por agitadores profesionales, lo real es que el pueblo de Cajamarca rechaza masiva y de manera contundente el proyecto Conga.
Y lo que se incrementa no es su tristeza, sino su cólera y rebeldía; pero esto no lo advierte el poder político y mediático limeño y centralista.
Notas:
(1) La encuesta de Worldwide Independent Network (WIN/Gallup International) en 58 países señala que el Perú ocupa el puesto 37 respecto a la capacidad de consumo de sus habitantes. Se ha calculado que cada peruano tiene una capacidad de gasto de US$ 8,930, por debajo de los US$ 50,170 de los suizos.
(2) Alberto Chirif: “La felicidad como indicador de calidad de vida”. Ver en:http://servindi.org/actualidad/34044
(3) Oswaldo de Rivero, “Mas de dos siglos buscando la felicidad”. En Le Monde diplomatique, agosto 2010, pp. 4-5. Citado por Chirif en artículo antes citado.
(4) Así lo constatado el periodista Ángel Paez en un reportaje en el diario La República: Ver:http://www.larepublica.pe/20-12-2011/distritos-del-proyecto-conga-siguen-pobres-pesar-del-canon

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Fuente: Servindi

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