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miércoles, 3 de mayo de 2017

Ocho gobiernos latinoamericanos se suman a la petición del Papa de "soluciones negociadas" en Venezuela.


"Todo lo que se pueda hacer por Venezuela hay que hacerlo, pero con las garantías necesarias"


José Manuel Vidal, 01 de mayo de 2017.

Paz para Venezuela


Los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú, Paraguay y Uruguay se adhirieron hoy a la petición del papa Francisco de evitar que haya más violencia en Venezuela y buscar "soluciones negociadas", así como respeto de los derechos humanos en un país en "grave crisis humanitaria".

"Como lo ha señalado el Sumo Pontífice, es imprescindible contar con 'condiciones muy claras' para una salida negociada a la crisis política, económica y humanitaria en dicho país hermano", recoge un comunicado conjunto facilitado por la Cancillería de Colombia.

Asimismo, concuerdan con el pontífice en que "todo lo que se pueda hacer por Venezuela hay que hacerlo, pero con las garantías necesarias".

Por ello, reiteraron que se requiere "el cese de los actos de violencia, la plena vigencia del Estado de Derecho, la liberación de los presos políticos, la plena restitución de las prerrogativas de la Asamblea Nacional, y la definición de un cronograma electoral".

Ante la petición del obispo de Roma, la oposición venezolana reunida en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) respondió que se encuentran "más unidos que nunca" en relación a la demanda del cambio político en Venezuela, e indicó que el "único diálogo" que se acepta en este país es el de los votos.

Por su parte, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, aseguró que el papa Francisco "ha entregado su mejor esfuerzo" para que se produzca el diálogo político en su país y mostró su respeto a las declaraciones que hizo el sábado el pontífice sobre su país.


"Fomentar el golpismo"


La ministra de Relaciones Exteriores de Venezuela, Delcy Rodríguez, acusó hoy de "alentar el golpismo" a ocho Gobiernos latinoamericanos que pidieron "la liberación de los presos políticos", la restitución de las prerrogativas del Parlamento y un cronograma electoral.

"Venezuela protesta comunicado injerencista de Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú, Paraguay, Uruguay y Gobierno de facto de Brasil", expresó Rodríguez en su cuenta en Twitter, donde consideró que los Gobiernos de estas naciones "siguen cometiendo el grave error de quebrantar el Derecho Internacional y alentar el golpismo".

Según la canciller venezolana, las ideas expresadas en esa nota conjunta constituyen un "comunicado en apoyo a factores opositores en Venezuela" que, remarcó, "alienta el golpismo y la violencia, y pretende desconocer al Gobierno legítimo".

El llamado del papa surgió luego de un mes de manifestaciones en la nación suramericana que se han saldado con al menos 29 muertos, cerca de 500 heridos y más de mil detenidos.


Comunicado íntegro sobre Venezuela


Los Gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú, Paraguay y Uruguay adherimos a las expresiones de Su Santidad el Papa Francisco, realizadas en las últimas horas, en relación con la situación que vive Venezuela.

Como lo ha señalado el Sumo Pontífice, es imprescindible contar com "condiciones muy claras" para una salida negociada a la crisis política, económica y humanitaria en dicho país hermano.

En este sentido, concordamos con el Papa Francisco en que "todo lo que se pueda hacer por Venezuela hay que hacerlo, pero con las garantías necesarias", para lo cual reiteramos que se requiere el cese de los actos de violencia, la plena vigencia del Estado de Derecho, la liberación de los presos políticos, la plena restitución de las prerrogativas de la Asamblea Nacional, y la definición de un cronograma electoral.



Texto íntegro de la Carta de la MUD al Santo Padre


Querido Santo Padre


La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) como representación política organizada de los demócratas venezolanos, se dirige públicamente a usted, desde el afecto y el respeto que le profesamos y del cual nos sentimos orgullosos.
Queremos agradecer profundamente su constante preocupación por nuestro sufrido país que, como usted perfectamente conoce, padece una crisis humanitaria sin precedentes, agravada ahora por el autogolpe de Estado perpetrado por el régimen militarista en el poder.


Los venezolanos sufren por falta de comida, por falta de medicinas, por la violencia de las fuerzas represivas del Estado y de los grupos paramilitares del gobierno, y ahora por el autogolpe de Estado, que ha terminado por quitarle al pueblo su Constitución y la posibilidad de resolver esta dolorosa crisis por medio de las elecciones. Usted no sólo ha señalado las constantes violaciones a los derechos humanos que se cometen hoy en Venezuela, sino que ha expresado en numerosas oportunidades que si no hay garantías y "condiciones muy claras" por parte del régimen, no hay posibilidad ni de diálogo ni de resolver esta gravísima crisis humanitaria y política.


Los venezolanos estamos hoy más unidos que nunca en torno a la demanda de un cambio político en el país. Y los factores que conforman la Mesa de la Unidad Democrática también lo están, tanto en sus propósitos como en sus acciones. La última evidencia de esto es el reciente Manifiesto, firmado por unanimidad y sin excepción alguna por todos los partidos políticos de la Unidad esta misma semana, en el que se señalan claramente los objetivos unitarios de esta lucha, a fin de restituir el orden constitucional en el país:


Que se restituya de manera inmediata el ejercicio del derecho a las elecciones, con un Consejo Nacional Electoral imparcial apegado a la ley, con la participación de los líderes políticos que están presos o inhabilitados y con observadores internacionales que garanticen la legitimidad y legalidad de los resultados.
Que por ser Nicolás Maduro el responsable de la ruptura del orden constitucional, se activen los distintos mecanismos que permite la Constitución la celebración de una elección presidencial anticipada este mismo año 2017.
Que se fije de manera inmediata un cronograma electoral integral que también garantice la celebración en 2017 de las elecciones de Gobernadores y Diputados Estadales que correspondían en diciembre de 2016, y las de Alcaldes y Concejales que corresponden en diciembre de este año.
Que permita la activación de un canal humanitario para atender las necesidades básicas en medicinas y alimentos de nuestros ciudadanos.
Que respete a la Asamblea Nacional como poder independiente y se le devuelvan las competencias usurpadas por el Gobierno y el Tribunal Supremo de Justicia,
Que libere a todos los presos políticos.
Que desmovilice a las fuerzas paramilitares y desista de distribuir 500.000 armas a civiles afectos al gobierno.

Además de estar unidos -sin excepción- con respecto a estas demandas y acciones, y con respecto a su afirmación reciente sobre la necesidad de un diálogo con condiciones, la Unidad ha hecho suyos los planteamientos del Secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin. El cardenal Parolin ha señalado como necesarios para cualquier diálogo futuro, a saber, que el gobierno cese en la represión militar, policial y en la de los grupos paramilitares que hoy afecta a las manifestaciones pacíficas del pueblo venezolano; que reconozca la autoridad y autonomía constitucional de la Asamblea Nacional; que libere a los presos políticos, y que facilite la ayuda humanitaria internacional, cuyas condiciones el gobierno no dado señal alguna de querer cumplir, y es está intransigencia la que ha llevado al fracaso a dos intentos precedentes, en 2014 y 2016, en los cuales la Santa Sede ha participado.

Los venezolanos nos sentimos defraudados por un diálogo sin resultados, en el cual la intención gubernamental ha sido más propagandística que sustancial, desprestigiando así a ese valioso instrumento e intentando, sin éxito, desmoralizar a la opinión pública y dividir a la coalición opositora.

En ese mismo camino se ha situado la Organización de los Estados Americanos, que a raíz de los informes precisos que ha presentado su Secretario General, Luis Almagro, al Consejo Permanente, y que son consistentes con lo anterior, ha pedido, recién y como efecto, una reunión de Cancilleres para dialogar sobre las vías más apropiadas para resolver sobre la crisis venezolana. Y la Conferencia Episcopal venezolana ha sido también muy clara en cuanto a la exigencia de condiciones, la primera de las cuales es un cronograma electoral para permitir que el pueblo se exprese, antes de pensar en cualquier tipo de conversaciones con el régimen.

La Unidad, de manera unitaria y sin excepciones, ha dejado claro ante los venezolanos y ante el mundo que el único diálogo que se acepta hoy en Venezuela es el diálogo de los votos como único camino para destrabar la crisis y restablecer la democracia hoy secuestrada en Venezuela. En esto, de nuevo, querido Padre, no hay divisiones ni desunión en la Unidad venezolana.

Le saludamos respetuosamente y con profundo y reiterado afecto, Su Santidad Francisco, y rogamos de usted sus bendiciones, para todo el pueblo de Venezuela que le ama y ora todos los días por usted.


Atentamente,


Mesa de la Unidad Democrática

miércoles, 22 de enero de 2014

Hoy revolución significa echar el freno de emergencia.


Leo Boff.

Se atribuye a Karl Marx esta frase pertinente: «sólo se hacen las revoluciones que se hacen». Es decir, la revolución no se configura como un acto subjetivo y voluntarista. Cuando ocurre así, es pronto vencida por inmadura y falta de consistencia. La revolución sucede cuando las condiciones de la realidad están objetivamente maduras y simultáneamente existe en los grupos humanos el deseo subjetivo de quererla. Entonces, irrumpe, con la posibilidad, no siempre segura, de vencer y consolidarse.

Actualmente tendríamos todas las condiciones objetivas para una revolución. Revolución está tomada aquí en su sentido clásico como el cambio de los fines generales de una sociedad que crea los medios adecuados para alcanzarlos, lo que implica el cambio en las estructuras sociales, jurídicas, económicas y espirituales de esa sociedad.

Hoy en día la degradación general en casi todos los ámbitos, especialmente en la infraestructura natural que sustenta la vida, es tan profunda que, en sí, necesitaría una revolución radical. De lo contrario, podemos llegar demasiado tarde y presenciar catástrofes ecológico-sociales de magnitudes nunca antes vividas en la historia humana.

Pero no existe todavía en los “dueños del poder” la conciencia subjetiva de esta urgencia. Ni la quieren. Prefieren mantener su poderío aun a riesgo de sucumbir ellos mismos en un eventual Armagedón. El Titanic se está hundiendo, pero su obsesión por las ganancias es tan grande que siguen comprando y vendiendo joyas como si no estuviese pasando nada.

Generalmente las “revoluciones” son hechas por los poderosos que se anticipan a los oprimidos, diciendo, como se practica con frecuencia en Brasil: «hagamos nosotros la revolución antes de que la haga el pueblo». Naturalmente no se trata de una revolución sino de un golpe de clase, usando, como en el caso de la “revolución de 1964”, a las fuerzas armadas para ese fin. Los vencedores tienen sus acólitos que les cantan loas, les levantan monumentos, dan el nombre de los golpistas a calles, puentes y plazas, como persiste todavía en Brasil.

La historia de los vencidos raramente se hace. Su memoria es borrada. Pero a veces esta memoria resurge como una fuerza de denuncia peligrosa. El historiador mexicano Miguel León-Portilla ha tenido el mérito de narrar El Reverso de la Conquista de América Latina por los ibéricos. En ella recoge los testimonios dramáticos y lacerantes de las víctimas aztecas, mayas e incas. En portugués ha sido traducido como La conquista de América Latina vista por los Indios (Vozes 1987). Veamos apenas un testimonio indígena con ocasión de la toma de Tlatelolco (próxima a la capital Tenochtitlán, actual ciudad de México). Es simplemente para llorar:

«En los caminos yacen dardos rotos; cabelleras dispersas; casas destejadas, muros en llamas, abundan los gusanos en calles y plazas y las paredes están salpicadas de cerebros reventados; las aguas son rojas, como si las hubieran teñido; hemos masticado hierba salitrosa, pedazos de adobe, lagartijas, ratones y tierra en polvo, además de los gusanos» (León-Portilla, p. 41).

Tales tragedias nos plantean la pregunta nunca respondida satisfactoriamente: ¿Tiene sentido la historia? ¿sentido para quién? Hay todo tipo de interpretaciones, desde las más pesimistas que ven la historia como una secuencia de guerras, asesinatos y matanzas, hasta las más optimistas, como la de los iluministas que pensaban la historia como el crecimiento hacia el progreso sin fin y hacia sociedades cada vez más civilizadas.

Las dos grandes guerras mundiales, la de 1914 y la de 1939, y las que se hicieron después, matando a cerca de 200 millones de personas, han pulverizado ese optimismo. Hoy nadie nos puede decir en qué dirección caminamos: ni los sabios y santos Dalai Lama y Papa Francisco. Los eventos se suceden con toda su ambigüedad, unos esperanzadores, otros amedrentadores.

Me afilio a la tradición judeocristiana que afirma: la historia sólo puede ser pensada a partir de dos principios: el de la negación de lo negativo y el del cumplimiento de las promesas. La negación de lo negativo quiere decir que el criminal no va a triunfar sobre la víctima. El peso de lo negativo de la historia no será el sentido definitivo. Por el contrario, el Creador “enjugará toda lágrima de los ojos, la muerte ya no existirá y no habrá luto ni llanto, ni dolor, porque todo eso ya pasó” (Apocalipsis 21,4).

El principio del cumplimiento de las promesas afirma: “he aquí que renuevo todas las cosas; habrá un cielo nuevo y una tierra nueva; Dios habitará entre nosotros y todos los pueblos serán pueblos de Dios” (Apocalipsis 21, 5; 1 y 3). Es la esperanza inmortal de la tradición bíblica que no desaparecía ni cuando los judíos eran llevados a las cámaras nazis de exterminio.

Con referencia a la situación actual me remito a una frase de Walter Benjamin, citada por un estudioso suyo, Michael Löwy: «Marx había dicho que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial. Pero tal vez las cosas se presenten de manera completamente diferente. Es posible que las revoluciones sean, para la humanidad que viaja en ese tren, el acto de accionar los frenos de emergencia» (Walter Benjamin: aviso de incendio, Boitempo 2005, p. 93-94). Nuestro tiempo es el de echar el freno antes de que el tren reviente al final de la línea.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Guatemala: A 16 años de los acuerdos de paz, ¿cuáles son sus avances?


Por Ollantay Itzamná*
29 de diciembre, 2012.- Hace 16 años atrás, el 29 de diciembre de 1996, luego de más de tres décadas de dolorosa guerra interna, se suscribía los “Acuerdos de Paz”, entre el Estado/ejército y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), como “una solución política al enfrentamiento armado…, para superar las causas de dicho enfrentamiento y sentar las bases de un nuevo desarrollo”.Aquel promisorio Acuerdo generó exorbitantes expectativas en la comunidad internacional que impotente observó el asesinato de cerca de 250 mil guatemaltecos/as, cientos de miles de desplazados, y comunidades mayas completamente arrasadas por la política de “limpieza étnica”. Las y los guatemaltecos directa o indirectamente involucrados en el enfrentamiento armado asumieron dichos Acuerdos de Paz con diferentes ánimos, víctimas, en su gran mayoría, de la propaganda mediática político militar emprendido por el Ejército que criminalizaba a los cuatro grupos guerrilleros alzados en armas.
A 16 años de aquel Acuerdo de Paz, que en teoría finalizaría el derramamiento de sangre en Guatemala, ahora, cada 84 minutos se sigue asesinando a bala a un o una guatemalteca en algún rincón del país (un promedio de 17 asesinatos por día). Esto, sin contar las muertes por desnutrición o a falta de asistencia médica. Durante los 36 años de guerra interna se asesinaron un promedio de 19 guatemaltecas/os por día.

¿Cuáles fueron las causas que obligaron a guatemaltecos/as, indígenas y campesinos en su gran mayoría, a tomar las armas?

El prometido desarrollo que jamás llegaba. Por cerca de siglo y medio se prometió progreso y desarrollo que jamás llegaba para las grandes mayorías. Incluso la Revolución Liberal afianzó y legalizó el despojo de las tierras comunales indígenas. Para 1960, más del 50% de la población guatemalteca sobrevivía sin derechos a tener derechos: analfabetos, desnutridos, sin servicios básicos, aislados y sin caminos. Prácticamente subsistían como indeseados entenados para un Estado que jamás los asumió como ciudadanos plenos, sino como una incómoda carga.
Sistemático y violento despojo de las tierras. Las cuatro fuerzas insurgentes estaban conformadas, en su gran mayoría, por campesinos e indígenas indignados por el descarado robo, no sólo de sus tierras, sino también de sus fuerzas de trabajo. Si la Colonia pre republicana estuvo asentada en el despojo y en el trabajo servil de los originarios, la República fue aún mucho más brutal con campesinos e indígenas, porque, ahora, los herederos de la Colonia. “ley en mano”, se apropiaron de las tierras, utilizando al Estado nación como su policía privada.
De este modo, el Estado “independiente” se convirtió en el instrumento más eficaz para despojar, explotar (sin eliminar), criminalizar y empobrecer con “soberanía” a las grandes mayorías del país.
Permanente y violenta depredación de la democracia participativa. Todos los intentos de la democratización integral de Guatemala fueron violentamente interrumpidos por la intervención norteamericana, con la colaboración de la obtusa oligarquía nacional. El ejemplo más patético fue la depredación violenta de los intentos de la democratización de la tierra que impulsó el proceso revolucionario de 1945 al 1954.
El Gobierno de los EEUU implantó en América Latina la Doctrina de Seguridad para acelerar la ocupación de las tierras, y demás bienes naturales, por empresarios norteamericanos y aliados. Recurrió sistemáticamente a las dictaduras militares y masacres para aniquilar cualquier intento de consolidación de la democracia participativa (a esta democracia denominaban comunismo los capitalistas), y el fortalecimiento de estados dignos y soberanos en Latinoamérica.
De esta manera, la rústica y obnubilada oligarquía nacional, y los diferentes gobiernos norteamericanos, empujaron a campesinos, indígenas, obreros e intelectuales conscientes a la clandestinidad. Y en las montañas los persiguieron, los torturaron y masacraron. Familias y comunidades enteras fueron asesinados por los militares para aleccionar y escarmentar a los sobrevivientes del hambre para que nunca más desobedeciesen a los patrones.

¿Qué contenían los Acuerdos de Paz firmados en 1996, y qué fue lo que se cumplió?

“La paz firme y duradera” se lograría con los siguientes acuerdos:
Retorno de los exiliados. El Estado se comprometió a asegurar el retorno y reasentamiento seguro y digno de los desplazados por la guerra. Además, se comprometió a garantizar el esclarecimiento de la violación de los derechos humanos durante el conflicto armado.
A 16 años de aquella firma, los desplazados volvieron, pero, al ver que el Estado militar durante la guerra había repartido sus tierras a los nuevos patrones, se vieron obligados a migrar a las ciudades para sobremorir en la miseria y el hacinamiento. Más de un millón de guatemaltecos, luego del Acuerdo de Paz, fueron expulsados como “mojados” para los EEUU, y desde allí envían jugosas remesas, con sabor a esclavitud, para financiar al Estado que los expulsó. En cuanto a la investigación, pues, los militares inmunes mandaron a matar a muchos/s defensoras de derechos humanos que se atrevieron a investigar y a decir que “el 93% de las violaciones de derechos fue de responsabilidad del Ejército”.
Desarrollo socioeconómico para el bien común. “La paz firme y duradera debe cimentarse sobre un desarrollo socioeconómico participativo orientado al bien común…” “Lograr la justicia social y crecimiento económico con la participación efectiva de ciudadanos/as de todos los sectores… elevar la recaudación tributaria y priorizar el gasto público hacia la inversión social”, eran algunas de las promesas.
Desde la perspectiva de los excluidos, y sobrevivientes de la guerra, la firma de los Acuerdos de Paz, en buena medida sólo sirvió para acelerar y afianzar el sistema neoliberal recargado en Guatemala, impuesto después de dicho Acuerdo.
En estos 16 años, las magnitudes de las desigualdades socioeconómicas recrudecieron a niveles jamás antes vistas, a favor de los ricos. Casi la totalidad de los bienes comunes (naturales, empresariales y de servicio) fueron transferidos a  manos de los mega latifundistas de Guatemala.
Las y los empobrecidos, en la actualidad, bordean casi el 70% del total de la población, con la diferencia de que antes de los Acuerdos de Paz por lo menos había tierras para alquilar y hacer la milpa (cultivar maíz), playas y ríos para pescar. Ahora, los patrones no sólo acaparan las tierras, sino que ocupan playas, matan ríos, lagos y montañas. Lejos de elevar la recaudación tributaria, Guatemala se convirtió en un territorio de “zona franca” en la que la “inversión privada” está exenta de pagar impuestos como un estímulo para invertir, dejando para el país secuelas de sobre explotación laboral y masacre ambiental.
Redistribución de la tierra. “El Estado y los sectores organizados de la sociedad deben aunar esfuerzos para la resolución de la problemática agraria y el desarrollo rural…”, decía el Acuerdo. Pero, la Ley del Desarrollo Rural Integral sólo quedó en una promesa electoral incumplida por los diferentes gobiernos. Los mega latifundistas aglutinados en el CACIF (Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras) que manejan al Estado guatemalteco como su finca privada, lograron subordinar a sus intereses a todos los gobiernos y congresistas. Campesinos e indígenas post Acuerdos de Paz sostienen que “en Guatemala es mejor haber nacido como palma africana o caña de azúcar, porque estos monocultivos tienen tierra, agua y vida legalmente aseguradas”.
En la actualidad, más del 80% de las tierras de cultivo se encuentran en manos del 2% de los latifundistas. De este total de tierras, cerca del 70% es utilizada (destruida y contaminada) para el monocultivo de palma africana, caña de azúcar y el hule. En las zafras, las jornadas de trabajo no bajan de 12 y 14 horas diarias, con salarios por debajo del mínimo legalmente establecidos. A las organizaciones campesinas e indígenas movilizadas sencillamente se los expulsa de las tierras para perseguirlos, criminalizarlos, depredar a sus dirigentes, y finalmente masacrarlos delante de las cámaras fotográficas.
Lo más insólito es que estos monocultivos, depredadores de los derechos humanos, son financiados con fondos y préstamos de los países europeos que hace 16 aplaudieron la firma de los Acuerdos de Paz, pero que ahora, urgidos por las circunstancias, demandan agro combustibles para “bajarle” la temperatura a la Tierra e inyectar activos frescos a sus sistema financiero en crisis.
Derechos de los pueblos indígenas. Otro acuerdo fundamental fue el reconocimiento y el fortalecimiento de las identidades y derechos de los pueblos indígenas (mayas), xincas y garífunas. Estos pueblos, hoy, como ayer, continúan sobremuriendo en la servidumbre, tanto en el campo, como en  las ciudades, sin derecho a tener derechos, mucho menos a protestar. Si protestan, el Ejército no escatima balas para clavarles plomo como si se tratara de una política de “limpieza social”.  La propuesta de regulación de los derechos indígenas como Ley de la República no pasó de ser sólo un anteproyecto de Ley archivado.
El discurso multiculturalista del Estado post Acuerdos de Paz sólo sirvió para acopiar dinero de la “cooperación internacional” y comprar algunos dirigentes indígenas para “legitimar” la venta del país a las multinacionales”. Ni tan siquiera los idiomas indígenas fueron constitucionalizados como idiomas oficiales del país. La autodeterminación y autonomía indígena continúan siendo catalogadas como subversivos en el imaginario de los patrones políticos. La presencia indígena en el territorio guatemalteco continua siendo asumido por el Estado ladino monocultural como una desgracia y vergüenza milenaria.
Pero eso sí, el 13 B’aktún, fue comercializado y vendido por el gobierno mayafóbico como la pieza de museo maya folclórico más apetecido para los ingenuos turistas del mundo. Recuérdese que, según los indígenas sobrevivientes a la guerra interna, el Gral. Otto Pérez Molina (actual Presidente de Guatemala) es el principal responsable del crimen de “limpieza étnica” en el Triángulo Ixil, Quiché, ejecutado por el Ejército durante la guerra interna.

¿Por qué el Presidente Otto Pérez celebra el 16 aniversario de los Acuerdos de Paz?

Aprovechando la atención mundial sobre Guatemala, fruto de la folclorización del 13 B’aktún, el Presidente Otto Pérez (uno de los militares firmantes del Acuerdo de Paz) anuncia la festiva conmemoración del 16 aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz. La finalidad es embaucar al mundo con que “dichos acuerdos están siendo cumplidos”, y simultáneamente liberar de la prisión a uno de los principales responsables de las masacres durante la guerra, ahora encarcelado, como es el ex presidente de Guatemala, Efraín Ríos Montt ¿Cómo podrán demostrar al mundo “la paz firme y duradera pos Acuerdo de Paz” en una Guatemala en la que se asesina a bala a 17 personas por día? ¿Qué harán para esconder el actual recrudecimiento social de las causas que empujaron al país a la guerra interna?
Además de intentar limpiar su imagen ensangrentada, los culpables, ahora impunes, sienten cargo de conciencia (en el fuero interno) por las atrocidades cometidas en contra de la humanidad. Por eso quieren celebrar con grandezas el incumplimiento de los Acuerdos de Paz. Lo triste es que muchos seudo indígenas mayas (supuestos guías espirituales y dirigentes) se prestan para este otro teatro/ritual nacional.
Así, legitimados por espectaculares ceremonias mayas quieren seguir convirtiendo el territorio y los bienes nacionales en agro combustible para el sistema. Ellos se sienten vencedores en esta lucha sangrienta, aunque su victoria anuncia la definitiva derrota de toda la humanidad, pero su limitada capacidad de compresión no les permite comprender la realidad suicida en su real magnitud.

Foto: Don Mauro Vay, Dirigente de CODECA

¿Cómo evalúa un ex integrante de la guerrilla, sobreviviente a la represión estatal/militar, los resultados del Acuerdo de Paz?

Don Mauro Vay Gonon, de 58 años de edad, campesino indígena quiché, fundador y dirigente del movimiento Comité de Desarrollo Campesino (CODECA, en este momento, la organización campesina más numerosa en el país), en su humilde y acogedora vivienda nos dio la siguiente valoración sobre los resultados del Acuerdo de Paz firmados hace 16 años:
“Los Acuerdos de Paz sirvieron para que la gente se diera cuenta de cuáles eran los objetivos reales de la guerrilla. El Ejército, durante la guerra, tuvo la capacidad de desprestigiarnos a los guerrilleros como cubanos, barbudos extranjeros y canches (piel blanca). Pero, los Acuerdos de Paz demostró que los guerrilleros éramos guatemaltecos conscientes luchando por la reforma agraria, derechos laborales, derechos de los pueblos indígenas, reforma educativa y transformación del Estado. Eso fue lo que se peleó en la mesa de negociaciones, con el respaldo de la comunidad internacional y de la Iglesia.
La gente medianamente inteligente se dio cuenta que nosotros buscábamos soluciones a la problemática nacional, y que no habíamos sido cubanos, ni barbudos. Este tiempo sirve para que la gente se desengañe.
Lo triste fue que la población no supo, ni pudo legalizar, ni legitimar los objetivos del Acuerdo de Paz. Como pueblo no supimos manejar el contexto. Fue una oportunidad perdida para la maduración social. Muchos dirigentes de las organizaciones sociales se acomodaron al Estado y desmovilizaron a sus organizaciones.
En estos 16 años de los Acuerdos de Paz, la derecha aprovechó las circunstancias para legalizar todos sus intereses. Antes imponían sus caprichos fusil en mano, ahora, luego que entregamos las armas, el CACIF, legitimados con las leyes creadas por ellos mismos, se reparten las tierras de cultivo para sus monocultivos, criminalizando y persiguiendo a los movimientos sociales.
Esto es un error que ellos cometen, porque no se dan cuenta que con esta estrategia lo único que están logrando es que se levante nuevamente el pueblo, y allí sí que ya nadie podrá parar al pueblo. Ahora, ¿a quien está afectado los monocultivos, la política de “mano dura”, la violencia? Es a la misma gente, a la clase media y a los mismos empresarios.
Para nosotros, como movimiento social, los Acuerdos de Paz sirvieron para mitigar la persecución mortal a los dirigentes revolucionarios, aunque ahora seguimos perseguidos. Los Acuerdos de Paz están allí, engavetados, esperando el momento en que el pueblo se levante. Son herramientas que en su momento utilizaremos para implementarlos en el proceso constituyente.
Para mí, los Acuerdos de Paz sirvieron para el fortalecimiento de las organizaciones sociales. Mi frustración es que yo pensé que esos acuerdos se implementarían en un plazo más corto, pero algunos dirigentes de las organizaciones como Comité de Unidad Campesina (CUC), Coordinadora Nacional Indígena Campesina (CONIC) y Coordinadora Nacional de Pequeños Productores (CONAMPRO) se acomodaron, y no logramos tomar el poder a corto plazo.
Como fundador de CODECA veo que como organización tenemos que levantar al pueblo y refundar Guatemala. En eso estamos. Llevará su tiempo, pero llegará el momento.”

*Ollantay Itzamná, indígena quechua. Acompaña a las organizaciones indígenas y sociales en la zona maya. Conoció el castellano a los diez años, cuando conoció la escuela, la carretera, la rueda, etc. Escribe desde hace 10 años no por dinero, sino a cambio de que sus reflexiones que son los aportes de muchos y muchas sin derecho a escribir “Solo nos dejen decir nuestra verdad”

Otras noticias:

Fuente: Servindi

jueves, 20 de septiembre de 2012

RAE incorpora las palabras “Tuitear”, “tuit”, “tuiteo” y “tuitero” a su diccionario.



La Real Academia Española, RAE, informó durante el acto de presentación de “Escribir en Internet: Guía para los nuevos medios y las redes sociales” que en la vigésimo tercera edición de su diccionario que saldrá en 2013incorporará los términos “tuitear”, “tuit”, “tuiteo” y “tuitero”, los que se sumarán a los ya existentes “tableta”, “blog” y “libro electrónico”.
José Manuel Blecua, director de la RAE, explicó que “las comunicaciones electrónicas, Internet, las redes sociales, constituyen una auténtica revolución“, y aseguró que agregando nuevos términos se reconoce “a una actividad que ejercen millones de personas, a título particular o como representantes de instituciones“.
En la presentación del libro, dirigido por el periodista Mario Tascón, se habló de la “gran oportunidad” que es Internet para la lengua, y de la necesidad de cuidarla. Lo inusual para la RAE es que este evento se realizó en un salón de actos con centenares de asistentes que enviaban tuits, mientras que uno de los presentadores era Julián Hernández, cantante y letrista de la banda Siniestro Total. Un punk en la RAE.


Fuente: FayerWayer

miércoles, 16 de marzo de 2011

¿EVOLUCION O REVOLUCION?


Por Susana Merino.

Buenos Aires.

Hace ya muchos años, cuarenta, cincuenta, sesenta, no sé tantos o más que los que tengo que los grandes gurúes de la economía nos habían venido prometiendo que la copa desbordaría y que todos seríamos felices y comeríamos perdices… ¿Cuántas generaciones han pasado “sobre” los puentes, esperando, confiando, creyendo que el prometido crecimiento económico alcanzaría para que todos pudiéramos disfrutar de una vida digna? ¿Cuántas generaciones deberán aparecer y extinguirse todavía si seguimos alentando esa falacia?

Aunque la torta esté llegando a los límites de un crecimiento que le está imponiendo forzosamente la naturaleza, el afán por hacerla cada vez más grande lo ignora y nada tiene que ver, como dice el economista chileno Manfred Max-Neef (1), con la “justicia social” sino que lo que buscan empresarios, políticos y gobernantes es “seguir manteniendo la misma proporción que les fuera otorgada por el sistema” aunque tienda a evidenciarse cada vez más una reducción de la parte de la torta correspondiente a los más pobres.

Nada cambiará mientras no nos decidamos a comprender que la solución está en, cito nuevamente a Max-Neef “pasar de la mera explotación de la naturaleza y de los más pobres del mundo a una integración e interdependencia creativa y orgánica” de “un gigantismo destructivo a una pequeñez creativa”

Existen ya muchos y variados síntomas de que tanto la humanidad como la madre tierra están buscando un equilibrio largamente amenazado por la codicia, la sobreexplotación, el sometimiento de los más débiles y aunque algunas manifestaciones naturales como los terremotos, las erupciones volcánicas, los huracanes no sean producto directo de la intervención humana son voces de alerta que nos recuerdan que nuestra suficiencia, nuestra soberbia son nada frente a la potencia oculta de la naturaleza y a su potencial hartazgo por el maltrato a que venimos sometiéndola desde hace varios siglos.

Cuando hace ya poco más de veinte años el Consenso de Washington estableció las reglas aún vigentes con que el neoliberalismo orientó e introdujo sus políticas en casi todo el mundo, no hubo la menor mención sobre las probables consecuencias que esas directivas acarrearían a la sociedad ni al planeta:

Disciplina fiscal, Reordenamiento de las prioridades del gasto público, Reforma Impositiva, Liberalización de los tipos de interés, Cambio competitivo. Liberalización del comercio internacional, Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas, Privatización, Desregulación, Derechos de propiedad.

Este simple enunciado pone en evidencia que nadie recordó ya “el derrame de la copa”, que nadie mencionó que el objetivo fundamental, el crecimiento sostenido, redundaría en beneficio de los países y de las comunidades más pobres, algo inimaginable desde luego, por cuanto ese conjunto de directivas estaban orientadas a desregular el mercado laboral, a entregar la explotación de los recursos naturales de los países subdesarrollados a las empresas transnacionales, a reducir los gastos de los estados en políticas sociales, poniéndolas bajo la instrumentación y el control de dos grandes organizaciones burocráticas supraestatales el F.M.I. y el Banco Mundial.

Y ya que el derrame de la copa de la riqueza no solo no se ha dado espontáneamente sino que por el contrario se han establecido condicionamientos para que eso no suceda, pareciera que el mundo, el mundo sometido, el mundo marginado, la humanidad desplazada de su propio suelo ha decidido desde hace ya más de una década, desde Seattle en 1999, para ponerle una fecha, tomar al toro por las astas y comenzar a desarrollar tareas de concientización, de movilización, de convocatorias, de análisis, de diagnóstico y de propuestas para poner en marcha una verdadera ¿evolución?, ¿revolución? .

Para mí allí reside el problema. Ya nadie, salvo quienes empecinadamente ciegos pretenden conservar sus privilegios, puede negar la proximidad de grandes cambios que incluirán la moral, la ética, la política, la ecología, la economía… Sobre todo estas dos últimas tendrán que recordar su raigal parentesco y marchar juntas nuevamente hacia un destino común para pasar como dice el teólogo brasileño Leonardo Boff de la era tecnozoica a la ecozoica, “manteniendo los ritmos de la Tierra, produciendo y consumiendo dentro de sus límites y poniendo el principal interés en el bienestar humano y en el de toda la comunidad terrestre”. Porque de mantener sus actuales desacuerdos estaríamos frente a esa temida catástrofe planetaria que predicen los más tremendistas.

Yo creo que la humanidad no tiene vocación suicida y que más temprano que tarde encontraremos los caminos que nos conduzcan hacia esa transformación que de alguna manera nos anticipa Edgar Morin cuando dice que “debemos llegar a una metamorfosis post histórica a una civilización planetaria cuya forma es imposible prever”

Las actuales insurrecciones populares de los países árabes, las todavía tímidas manifestaciones de estudiantes y de trabajadores en Wisconsin y Ohio (EE.UU.), las incontables reacciones populares frente a la destrucción ecosistémica que producen los emprendimientos mineros a cielo abierto en todos los países del área andina, desde Centro América hasta la Patagonia, las reacciones populares en la misma Europa frente a la desocupación y la reducción de los beneficios sociales, son todos síntomas, indicios, anticipos de una toma de conciencia que irá globalizándose gradual o aceleradamente. Pero que pareciera estar decididamente en marcha.

¿Evolución o revolución? Quisiera apostar por una evolución consciente y aceptada porque no todas las revoluciones terminan exitosamente o generan los cambios necesarios pero por sobre todas las cosas porque en las revoluciones la sangre la ponen siempre los más débiles, los más pobres, los más necesitados aquellos a quienes en primer lugar deberían alcanzar los cambios que soñamos.+ (PE)

(1) Manfred Max-Neef “ La economía descalza” Editorial NORDAN, 1986.

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Fuente: ECUPRES

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