Arnoldo Mora Rodríguez
Desdichadamente el título de este artículo no es ninguna novedad. Desde siempre nuestra región no ha tenido una larga época de paz. Incluso la “pacífica” Costa Rica sufrió durante el siglo XX dos períodos turbulentos: la lucha contra la dictadura de los hermanos Tinoco y la Guerra Civil de 1948. Desde entonces hemos vivido en relativa paz mientras en resto de Centro América se desangraba entre la brutales dictaduras e insurrecciones guerrilleras. Con los acuerdos de Esquilas II se pensó que, por fin, nuestros empobrecidos y sufridos pueblos lograrían una paz duradera. Por desgracia, este hermoso sueño no se ha cumplido.
La cumbre de mandatarios, celebrada en Guatemala la semana pasada, hizo patente al mundo entero que nuestra región sufre una nueva guerra: la del narcotráfico. Esa guerra comenzó en el Sur, en una Colombia que no ha sido capaz de construir un verdadero Estado nacional debido a las interminables guerras entre conservadores y liberales. Luego la guerra del narco se extendió al Norte, donde un descarado fraude permitió al PAN imponer al actual mandatario. Desde entonces, México vive el peor período de violencia desde la Revolución iniciada en 1910. Desde que Felipe Calderón gobierna (?) ese país, la guerra contra el narcotráfico y la violencia generalizada ha causado casi 50 mil muertos. La guerra se ha extendido a los países del Norte de Centro América (Guatemala, El Salvador y Honduras) con la activa complicidad de exmilitares y políticos de la oligarquía.
Pero el narcotráfico no es solo una red de bandas que trafican drogas cultivadas en Colombia y Perú (que, según datos recientes, supera a Colombia en producción) y se consume en Estados Unidos y Europa. El narcotráfico se ha convertido en uno de los mayores emporios financieros del mundo que negocia millones de dólares, por lo que el lavado ha llegado a ser un lucrativo ingreso para grandes cadenas de bancos. Un poder económico de este volumen, que es ya una pieza clave de las finanzas mundiales en una época como la actual en que se da la más grave crisis económica del sistema capitalista, no puede funcionar sino se convierte en un poder político global. Hoy el narcotráfico es una especie de estado paralelo de dimensiones planetarias. Por eso maneja ejércitos y aparatos tan sofisticados como submarinos. El mundo se pregunta horrorizado cuándo estarán en capacidad de disponer de un arsenal nuclear.
En conclusión, el consumo de drogas no debe verse solo como un problema de moral individual, sino también como uno de los más graves desafíos de la política y de la economía mundiales. Los resultados de la última cumbre de mandatarios de que hablé al principio, puso de manifiesto hizo que las grandes potencias, responsables del auge de este infernal negocio, no han querido ver o reconocer el abismo en el que estamos a punto de caer, tanto ellos como nosotros. O ¿será que sus banqueros son los principales cómplices de este abominable negocio?
Miembro de Número de la Academia Costarricense de la Lengua. Fue director de la Escuela de Filosofía y Decano de la Facult. de Letras de la UCR. Miembro de la Comisión Organizadora de la Univ. Nacional y ministro de Cultura.
Fuente: RedesCristianas
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