Servindi, 23 de julio, 2011.- Con miras a evitar la extinción de numerosas lenguas indígenas y más de 300 dialectos originarios, el Laboratorio de Lingüística del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) las documenta en versión digital.
Samuel Herrera, a cargo del IIA, precisó que existen dialectos que sólo tienen dos o tres hablantes. Por lo que antes que se extingan, se puede documentarlos, o al menos, recopilar archivos para su investigación lingüística, antropológica e histórica.
Este laboratorio es el primero de su tipo en la UNAM, y pronto será el repositorio universitario de archivos lingüísticos, es decir grabaciones de audio y video. Usa la más alta tecnología para documentación, así como técnicas que permiten un registro de acuerdo con parámetros internacionales.
La meta es formar corpus multimodales (archivos de audio y video, una transcripción y análisis morfológico de cada documento). Ésta es una de las diferentes metodologías propuestas por el Programa DOBES (Documentation of Endangered Language) del Max Planck Institute for Psycholinguistics, de Holanda.
Herrera explica que hasta el momento, la mayoría de las lenguas —algunas en peligro de desaparecer como la paipai (Baja California) y la tarahumara (Chihuahua)— están presentes en el acervo, al menos con una muestra. Entre las más referenciadas, figuran la huave (Oaxaca), chuj (Chiapas), huasteca (Veracruz y San Luis Potosí), la chichimeca (Guanajuato) y la náhuatl.
Algunos conocimientos recopilados son mitos, tradiciones y sanaciones. Además, se compiló “joyas” como la base de datos de las “Áreas dialectales del náhuatl moderno”, de Yolanda Lastra; grabaciones de zapoteco de Yalálag (Oaxaca), de Juan José Rendón, y otras que forman parte de proyectos externos, como el Archivo de Lenguas Indígenas de México, del Colmex.
El Laboratorio tiene convenios con la Escuela Nacional de Antropología e Historia, para tener copias a resguardo de los archivos. Y cuenta con el apoyo de estudiantes; “imparto la clase de Metodologías y técnicas de la investigación lingüística, donde los alumnos que van a campo también hacen recolección, sobre todo de las que están poco evidenciadas”, dice Herrera.
Una sola grabación puede servir para múltiples investigaciones: análisis acústico, fonológico, morfológico, sintáctico o pragmático. “En términos materiales o físicos tenemos alrededor de 800 archivos en formatos originales; prácticamente ya todo se encuentra digitalizado y se podría medir en gigabytes”.
El proceso de recopilación incluye trabajos de campo de entre 15 días y varios meses, tiempo en el que busca hablantes fluidos para hacer registros de calidad en audio y video, con los parámetros más adecuados. Así se recuperan historias personales y del pueblo, nombres de lugares, de plantas y animales, en las lenguas originarias, en su contexto.
Posteriormente, la información se procesa “en escritorio”. El archivo de audio se transcribe con un alfabeto fonético para representar los sonidos, pero si la lengua cuenta con su sistema ortográfico, se efectúa con él. También se trabaja en la normalización de los sistemas de escritura. Se planea elaborar un estándar de la lengua escrita con la gente de las comunidades.
Trabajo conjunto
El Laboratorio de Lingüística del IIA trabaja de forma coordinada con otras instituciones y participa en otras iniciativas. Asesora al Instituto Nacional de Lenguas Indígenas; y está vinculado al proyecto Spatial Languages and Cognition in Mesoamerica, dirigido por Jürgen Bohnemeyer, de la Universidad de Buffalo.
La UNAM provee datos sobre sistemas de referencia espacial en huave. Aplican estímulos preparados para generar informes sobre la cognición lingüística, es decir, métodos de la tipología semántica a un área, en este caso “la representación del espacio, para tener descripciones comparables de un fenómeno y conocer cómo funciona la cognición humana”.
Además, hace dos años inició la primera etapa del “Mesospace”, y en el 2011 comenzó la segunda, donde estarán presentes el purépecha, de Michoacán; sumu-mayangna, de Nicaragua; seri, de Sonora; zapoteco, del Istmo de Oaxaca; tzeltal, de Chiapas; otomí, de Querétaro; yuracaré, de Bolivia, y mixe, de Ayutla, Oaxaca, entre otras.
Otro proyecto es discurso musical huave, junto con Roberto Campos, de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. La música de ese grupo étnico se considera como una de las más tradicionales y autóctonas de México, razón por la cual se busca conocer la estructura de los ritmos y el discurso alrededor de ella.
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