Aún quedan importantes temas por resolver, como el petróleo y los conflictos en Kordofán del Sur y en Abyei
A las doce de la noche, cuando Sudán del Sur se convertía en el Estado más nuevo del planeta, fueron miles los sursudaneses que se lanzaron a las calles a bailar y cantar para celebrar el nacimiento de su nuevo país. Los faros de los coches servían para iluminar las banderas que ondeaban por toda la ciudad. Hombres y mujeres que salían a medianoche del último rezo, salían de la iglesia cantando el Cumpleaños Feliz.
Han sido muchos los que se han subido a los coches, los que han cantado y bailado dando palmas o haciendo ruidos con botes de plástico. Entre ellos, el ministro de información del nuevo país Barnaba Marial Benjamin, quien en plena noche contó a la agencia Reuters que era el verdadero momento de celebrar la independencia.
"Cuando llegué... fue complicado, me costaba reconocer y hablar con amigos y familiares de mi infancia, pero tenía que regresar para poder contribuir por fin a mi propio país", dice con la mirada perdida en el Nilo Gabriel Deng, uno de los "niños perdidos" de Sudán. Deng escapó de su país a pie en 1987 y regresó hace apenas cinco días.
La esperada celebración en Juba, la capital, transcurre ya entre un ambiente festivo, pero tenso. Unos festejos que empezaron ya ayer, cuando, bajo un sol cegador, grupos de mujeres cantaban y bailaban vestidas con trajes tradicionales mientras soldados altos y serios guardaban los puntos importantes de la ciudad fusil en mano.
Está previsto que unos 30 jefes de Estado africanos y decenas de delegados internacionales presencien los actos oficiales. También estará el presidente de Sudán, Omar Al Bachir, pretendido por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra en Darfur. Como en una boda entre familias enfrentadas, Bachir es el invitado que ningún dignatario occidental quiere tener como compañero de mesa.
Asuntos pendientes
Las medidas de seguridad son enormes y es que la tensión entre Norte y Sur se mantiene aunque hace ya seis años que ambos firmaron la paz de una guerra que duraba desde 1983. Aún quedan importantes temas por resolver, como el propio trazado de la frontera o la cuestión de la ciudadanía. Pero son el petróleo y los conflictos en Kordofán del Sur y en Abyei las cuestiones más preocupantes y que oscurecen el nacimiento del nuevo país.
A partir de hoy, Sudán del Sur pasará a controlar alrededor del 75% de los campos petrolíferos que antes administraba Jartum. Cuando firmaron la paz, ambas partes acordaron repartirse los ingresos petrolíferos al 50%, pero ese acuerdo ya ha vencido y Juba y Jartum aún no han pactado una nueva repartición. Para complicar aun más la situación, las refinerías y los oleoductos se encuentran en el Norte, por lo que ambas partes se necesitan.
Pero el nuevo país no quiere depender de su vecino del Norte. "Para nosotros será muy fácil construir nuestro propio oleoducto", ha dicho en rueda de prensa Anthony Makana, ministro de Carreteras y Transportes y que ha añadido que están en conversaciones con varias empresas para iniciar la construcción.
La posible pérdida de ingresos del petróleo es una de las consecuencias más graves para el Norte. De hecho, gran parte de los campos petrolíferos que quedarán en su territorio están en la provincia fronteriza de Kordofán del Sur, que contribuye con unos 115.000 barriles diarios al cerca de medio millón que producía el Sudán unido, según cifras del Ministerio sudanés para el Petróleo.
Esta región, de población mayoritariamente negra, se alió con las milicias del Sur durante la guerra contra el Norte, de población árabe, pero hoy sigue siendo una provincia dependiente de Jartum mientras el Sur se convierte en un país independiente.
Los rebeldes de Kordofán del Sur
Hace un mes, los milicianos establecidos en las montañas Nuba de Kordofán del Sur se negaron a pasar a formar parte del Ejército del Norte o a entregar sus armas. Y desde el 5 de junio, el régimen de Jartum está bombardeando áreas pobladas por civiles y llevando a cabo registros casa por casa en busca de personas que simpaticen con el Sur, según informes de la ONU.
El Norte ha cerrado los accesos a Kordofán del Sur pero informaciones sin confirmar hablan de cientos de muertos y heridos y más de 73.000 personas desplazadas por la violencia, también según Naciones Unidas. Muchas familias se han refugiado en las numerosas cuevas presentes en la zona.
El régimen de Juba se ha desmarcado del conflicto y ha declarado que no desea volver a la guerra con el Norte. Pero los rebeldes de Kordofán del Sur pertenecen al SPLM-Norte, el ala política en Jartum del partido gobernante en Sudán del Sur, y en Juba todos dan por hecho que el poco apoyo que reciben los milicianos en las montañas Nuba viene del Sur. Tras la independencia, la situación podría inflamarse hasta involucrar abiertamente al Ejército del Sur.
Abyei, otra región de la discordia
El conflicto sigue abierto también en la región de Abyei, que tanto Norte como Sur reclaman como propia. Abyei está poblada por miembros de la tribu Ngok Dinka del sur, pero los Misseriya, tribus árabes y nómadas del Norte, dependen también de sus tierras para alimentar a su ganado.
Tras meses de enfrentamientos armados entre Norte y Sur en Abyei, en mayo el Ejército del Norte invadió y bombardeó la zona, lo que provocó el desplazamiento hacia Sudán del Sur de 113.000 personas. El 20 de junio el Norte accedió a retirar sus tropas de Abyei, pero la situación sigue siendo "tensa" y "volátil", según un informe de Naciones Unidas.
Fuente: elpais.com
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