Alberto Avilés Senés
En entrevista con Rusia Today a principios del mes que termina, Julián Assange, el creador de Wikileaks, el portal delator de ilegalidades de prácticamente todos los gobiernos del mundo, aseveró que la red social Facebook es “la máquina de espionaje más horrorosa que jamás haya sido inventada”.
Assange tiene razón: Yahoo, My Space, Twitter, y Google, entre otras conexiones, son también herramientas de espionaje utilizadas por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, si bien ni el Petágono ni
Y refiriéndose específicamente a Facebook, señala que “aquí tenemos la más amplia base de datos, sobre personas, sus relaciones, nombres, direcciones, ubicaciones, las comunicaciones entre ellos, entre sus familiares. Todo ubicado en los Estados Unidos, todo accesible para
Añade Assange en la citada entrevista que “Facebook, Google, Yahoo, todas estas grandes organizaciones tienen interfases diseñadas para ser utilizadas por
¿Riesgoso, verdad? Bueno, Assange no incluye en su argumentación un peligro quizá mayor para quienes tenemos o hemos adquirido membresía en alguna de estas redes.
Se trata de lo siguiente: cualquier sabueso sin mayor entrenamiento o sagacidad podrá enterarse de quién es amiga o amigo de quien, y quiénes a su vez están conectados con qué personas, en un rompecabezas compuesto de unas mil millones de piezas.
Así, cuando la autoridad confisca la computadora de una persona que tiene Facebook, aparecerán amigos de amigas de amigos entre los cuales, casi por necesidad, habrá alguien que tiene cuentas pendientes con la ley, sin que la persona de la computadora incautada sepa siquiera de la existencia del transgresor.
Y mientras son peras o son manzanas, comienza una investigación criminal.
Assange tampoco aborda el tema de las contrariedades pasionales que puede causar Facebook; si es además una herramienta para detectar personas “secuestrables” o menores susceptibles de caer en la garras de pederastas; si provoca adicción, o si, como sostiene un estudio de
Además,
No es posible, sin embargo, desestimar los beneficios de los adelantos tecnológicos que representa la red, a la que podemos sacar mayor provecho cuando disponemos de un aparato para conectarnos, como los iPhone, las Blackberry o cualquier otro de los llamados Smartphone.
Pero esto último, también, conlleva ciertos inconvenientes, como ignorar a nuestros interlocutores apartándonos de manera autista de la conversación porque nos llegó un mensaje de texto, recibimos la notificación de que un amigo o amiga nos aceptó en Facebook o entró una llamada para comentar sobre la última intriga del adversario favorito, incluso durante reuniones que se supone que son de trabajo.
El colmo, no obstante, es que frecuentemente no apagamos el celular ni cuando estamos comiendo.
Pero el colmo de los colmos es dejarlo prendido mientras se hace el amor, corriendo el riesgo de un coitus interruptus per timbrazus celularis.
Fuente: Análisis a Fondo
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