Por desgracia, tal vez, la liturgia ha sido acogida -también por nosotros pastores y expertos-, más como un objeto para reformar que no como un sujeto capaz de renovar la vida cristiana, desde el momento en que existe un vínculo estrechísimo y orgánico entre la renovación de la liturgia y la renovación de toda la vida de la Iglesia", dijo el papa Benedicto XVI al recibir el pasado viernes 6 de mayo a los participantes en el IX Congreso Internacional de Liturgia promovido por el Pontificio Instituto Litúrgico San Anselmo, en el cincuenta aniversario de su fundación.
El Papa recordó que "el beato Juan XXIII, recogiendo las instancias del movimiento litúrgico que deseaba dar un nuevo impulso y un nuevo aliento a la oración de la Iglesia, poco antes del Concilio Vaticano II y durante su celebración quiso que la Facultad de los Benedictinos en el Aventino constituyese un centro de estudios y de investigación para asegurar una base sólida a la reforma litúrgica conciliar".
Benedicto XVI señaló que con el término "profecía", la mirada se abre a nuevos horizontes. La liturgia de la Iglesia va más allá de la misma "reforma conciliar", cuyo objetivo, de hecho, no era principalmente cambiar los ritos y los textos, sino más bien renovar la mentalidad y poner en el centro de la vida cristiana y de la pastoral la celebración del misterio pascual de Cristo.
Por desgracia, agregó, tal vez la liturgia ha sido aceptada -también por nosotros pastores y expertos-, más como un objeto para reformar y no como un sujeto capaz de renovar la vida cristiana, desde el momento en que "existe un vínculo estrechísimo y orgánico entre la renovación de la liturgia y la renovación de toda la vida de la Iglesia".
"La liturgia vive de una relación constante y correcta entre sana "traditio" y "legitima progressio", claramente manifestada por la Constitución conciliar "Sacrosanctum concilium" en el n. 23. No pocas veces se contraponen equivocadamente tradición y progreso. En realidad, los dos conceptos se integran: la tradición es una realidad viva, incluye por tanto, en sí misma, el principio del desarrollo, del progreso".
El Santo Padre concluyó expresando el deseo de que "la Facultad de Sagrada Liturgia continúe con renovado empuje su servicio a la Iglesia, en plena fidelidad a la rica y valiosa tradición litúrgica, y a la reforma querida por el Concilio Vaticano II, de acuerdo con las líneas maestras de la "Sacrosanctum concilium" y los pronunciamientos del Magisterio".+
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