La imagen de un joven golpeando cobardemente a un carabinero con una patineta marcó la jornada donde lo más importante era el medio ambiente y los derechos de los trabajadores y los estudiantes, no los empujones de los políticos en el Congreso.
Mayo de 2011 será recordado como la fecha donde volvieron las protestas masivas al país luego de muchos años de movilizaciones subdivididas por sectores, léase secundarios, universitarios, trabajadores, pueblos originarios, ambientalistas, ciclistas, minorías sexuales y partidos políticos.
El motor principal fue la causa ecológica gatillada por la aprobación de la central Barrancones (en Punta de Choros, IV Región), que provocó que el Presidente Sebastián Piñera revocara la medida pasando por alto la institucionalidad medioambiental, y que tuvo su renacer con el visto bueno del proyecto energético HidroAysén el pasado lunes 9.
Ese día se realizaron marchas en Santiago y en las principales ciudades del territorio nacional y, además, se comprobó in situ que la autoridad reaccionó con inusitada violencia y represión ante el clamor de la ciudadanía.
El uso excesivo de la fuerza, lejos de amilanar los ánimos, impulsó a los estudiantes secundarios y universitarios a reivindicar el derecho a proteger el medio ambiente, como también la lucha por los derechos propios a la educación, por lo demás, estipulados en la Constitución reformada de 1980.
Así se llegó al 21 de mayo, jornada plagada de movilizaciones en las calles de Valparaíso, donde llegaron más de 20 mil personas provenientes de distintos gremios para manifestarse en contra del gobierno de Piñera y que en la previa tuvo en el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, al paladín de la voltereta al anunciar a inicios de semana la prohibición del uso de las bombas lacrimógenas, medida que anuló por la presión impuesta por los partidos de la Alianza el viernes 20, aduciendo estudios efectuados por el ministerio de Salud.
El problema vino ese mismo día en el que la multitudinaria protesta que comenzó en Plaza Baquedano, terminó con la cobarde agresión de una parte minoritaria de la turba hacia Carabineros, donde el golpe con el skate a un efectivo policial dio la vuelta al mundo, al igual que la patada voladora que por la espalda que recibió otro uniformado. Acá la autoridad optó por destacar estos hechos aislados, que igual de graves, no ensombrece para nada la masiva manifestación que tuvo a familias completas reclamando su descontento.
¿Qué decir frente a los enfrentamientos del 21 de mayo? Que el gobierno adoptó una postura de represión y mano dura que muchos pensaban que se había erradicado con el retorno a la democracia, pero que tienen como fundamento a una porción de la juventud que confunde el derecho a la opinión libre en las calles con el desgobierno, la anarquía y el caos.
Lo positivo después de todo lo que se dijo tras la marcha, es que la mecha quedó encendida y con muchas personas con ganas de emular las protestas sociales que tienen convulsionado a Madrid, donde se cuestiona el modelo económico que tantas víctimas ha dejado en cuanto a cesantía y deudas.
La pregunta es si los partidos serán capaces de canalizar este descontento ahora que se va a aprobar la inscripción automática y el voto voluntario. También habrá que ver si el gobierno será capaz de responder ante los requerimientos de la ciudadanía sin llegar al uso de la fuerza. Por lo menos, en lo inmediato, Chile amaneció esta nueva semana con el presidente Piñera de vacaiones en Paris.
Como para pensar en el modelo de eficiencia que tan en boga está en nuestros días.
Fuente: Cambio 21
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